Policías federales lanzan gases contra manifestantes reunidos en las cercanías del Palacio Legislativo de San Lázaro, el 1º de diciembre de 2012Foto Alfredo Domínguez
L
a provocación del 1º de diciembrefue el título del artículo que el 17 de diciembre pasado, bajo mi firma, se publicó en La Jornada. Sustentada en testimonios estudiantiles presenciales, estaba allí la descripción de cómo elementos infiltrados desde tiempo antes en algunos de los contingentes de manifestantes habían actuado para preparar y desencadenar la violencia, arrastrando consigo a jóvenes indignados y determinando por otro lado que contingentes organizados –la CNTE y el SME entre ellos– se replegaran con legítima prudencia. Agregué entre otros el testimonio de cómo fue tratada Trinidad Ramírez, la dirigente de Atenco, cuando trató de razonar con los violentos:
¡Cállese, pinche vieja!
La provocación fue un elemento clave en los sucesos de esa jornada. El otro fue la conducción del operativo policial, sobre el cual la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CNDHDF) ha dado a conocer, con fecha 10 de abril de 2013, su
Recomendación7/2013, un detenido estudio en 91 páginas de la represión, los desmanes y, por otro lado, las demostraciones pacíficas violentamente disueltas ese día.
Reproduciré una selección de párrafos de este documento, el cual merece atenta lectura y amplia difusión.
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El informe dice desde su inicio sobre qué material trabaja:
De la valoración de los informes y documentales rendidos por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se puede decir que se trata de información deficiente, imprecisa y contradictoria, lo cual contraviene su obligación legal de proporcionar información y datos oportunos y veraces. Para completar su investigación la Comisión recurrió a varias otras fuentes. Así pudo establecer:
Desde las primeras horas de la mañana del 1º de diciembre diversos grupos y movimientos civiles y políticos comenzaron a reunirse en la periferia del recinto legislativo para realizar protestas y manifestaciones a través de mantas, grita de consignas, lectura de manifiestos y discursos de índole político-ideológicos entre otras formas de expresión.
“Aunado a estas manifestaciones, tal y como se desprende del contenido de la bitácora de radio de la Unidad de Protección Ciudadana ‘Congreso’ y del propio informe rendido por la Secretaría de Seguridad Pública del D.F. a la Comisión, alrededor de las 6:40 horas en la ubicación de avenida Eduardo Molina y la calle de Héroes de Nacozari un grupo de aproximadamente 40 o 50 personas (en lo sucesivo se le identificará como el Grupo) comenzaron a agredir a las fuerzas policíacas a quienes lanzaban aparatos explosivos (petardos y bombas molotov), piedras y otros objetos, intentando derribar las vallas metálicas con el fin de llegar al recinto de la Cámara de Diputados por la avenida Congreso de la Unión”.
Los actos de agresión, principalmente contra los elementos de policía, los señalamientos de tránsito y el mobiliario urbano, continuaron por un lapso de más de dos horas en diversos puntos donde transitaba el Grupo. […]
En partes como la avenida Eduardo Molina y Emiliano Zapata el embate se intensificó, incluso los actos de agresión fueron tales que en la calle de Penitenciaría y la avenida Congreso de la Unión se apoderaron de un camión de limpia que luego impactaron contra el cerco metálico. […]
En este claro contexto de enfrentamientos entre policías y los integrantes del Grupo el ambiente en las inmediaciones del Palacio Legislativo se tornó hostil y violento. En razón de ellos, varias personas de movimientos civiles y políticos que se manifestaban pacíficamente se replegaron ante la sensación de inseguridad y temor que generó la situación. Por esta razón, tomaron la decisión de moverse del lugar y trasladarse a Palacio Nacional (Zócalo) con la voluntad de continuar con sus actos de manifestación y expresión, para lo cual buscaron vías alternas de salida y desplazamiento debido a que los cercos policíacos les impedían el libre tránsito.
“Por otro lado […] cerca de las 10:30 horas el Grupo tomó la avenida Congreso de la Unión con dirección a Palacio Nacional asignándose sólo para su seguimiento a personal de la Policía de Proximidad del Distrito Federal”.
El Grupo durante su trayecto por dicha arteria vial prosiguió con conductas beligerantes. A las 11:24 horas dañó el mobiliario de una estación del sistema de trasporte público Metrobús y saquearon un camión de una empresa vendedora de refrescos. Luego se incorporó a la avenida del Trabajo y al llegar a una estación de gasolina que se ubica al cruce de la calle República de Costa Rica, a las 11:25 horas, tomó una camioneta e intentó prenderle fuego.
Entonces, prosigue el informe, los mandos policiales dispusieron nueva fuerza para
continuar en el seguimiento del Grupo sin caer en sus provocaciones. Así a las 11:35
los elementos de policía se situaban a la retaguardia del Grupo, el cual con esa escolta seguía avanzando.
Por otro lado el mando policial decidió, sigue el informe,
ajustes y reforzamiento policíaco en diversos puntos del centro de la Ciudad, con la finalidad de evitar el paso de manifestantes de movimientos civiles y políticos que se encontraban en la zona, por lo que alrededor de las 11:40 horas quedaron fortalecidos los accesos a dicho lugar por las calles de Isabel La Católica, 20 de Noviembre, Pino Suárez, Correo Mayor, Venustiano Carranza y Moneda.
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A esta altura, página 21, el documento de la CDHDF es muy claro: el mando policial
estableció como zona estratégica el Palacio Nacional (Zócalo)y cerró el acceso al centro de la ciudad a los legítimos manifestantes pacíficos. Mientras tanto, una escolta policial seguía la marcha del Grupo sin interferir para nada en sus desmanes. Lo que sigue es de asombro:
En tanto se reforzaba la fuerza policial en el primer cuadro de la Ciudad, el Grupo continuaba su trayecto por el Eje 1 Norte donde al llegar al cruce con la calle de República del Brasil, 11:47 horas, dañó la patrulla T-1019 de la Policía de Tránsito. Aquí el Mando Único policial reacciona y
entre las 11:48 horas y las 12:00 horas al menos en tres ocasiones gira las primeras órdenes de detención. En otras palabras, hasta el mediodía la fuerza policial se había limitado a seguir la marcha destructiva del Grupo pero no había orden de detener su accionar, ese Grupo de 40 personas que había sido avistado desde las 6:40 de la mañana allá por San Lázaro. Pero a las 12:00 horas, dice el informe, el mando giró tales órdenes
sin obtener éxito, ya que las personas que integraban el Grupo lograron evadirse y encubrirse en las instalaciones de un hotel. ¡Mala suerte! ¿Cuál hotel habrá sido?
Mientras tanto,
a las 11:41 horas en la avenida 20 de Noviembre y la calle República del Salvador aproximadamente 30 personas se reunían para llevar a cabo actos de manifestación y expresión. Esa pequeña conglomeración pretendía llegar al Zócalo. Sin embargo, el fuerte dispositivo policial que precisamente minutos antes se había reforzado les impidió el paso. Allí los manifestantes se enojaron y
profirieron consignas, pero fueron contenidos.
Ahora bien, “a las 12:07 horas, en atención a que momentos antes se había detenido a algunas de las personas que se manifestaban, el puesto de mando instruyó que además de encapsularlos fueran remitidos al Ministerio Público por ‘todos los actos de vandalismo que cometieron durante el trayecto de su desplazamiento hacia el Zócalo’” (subrayado en el original). Es decir, se cobraban con estos pacíficos todos los desmanes que venía cometiendo el Grupo.
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Los siguientes párrafos del informe rozan lo inverosímil:
Mientras se realizaban estas detenciones [de manifestantes pacíficos] en el primer cuadro del Centro Histórico los integrantes del Grupo seguían avanzando sobre el Eje Central Lázaro Cárdenas y cerca de las 12:11 horas nuevamente realizaron actos deliberados de agresión contra una tienda Oxxo que se ubica en la esquina de República de Cuba, además de continuar atentando contra los elementos de la Policía de Proximidad que venían dándoles seguimiento. Ya ven: además de vándalos, ingratos.
Entonces
el puesto de mando de la SSPDF, por cuarta y quinta ocasión ordena a los elementos policiales la detención de las personas que estaban realizando las agresiones. Sin embargo, se señaló que no existían condiciones para ello bajo el alegato de que la policía era inferior en número. […]
“Así las cosas –dice la CDHDF– los elementos de las fuerzas de seguridad pública permanecieron detenidos, inertes, únicamente protegiéndose con sus escudos y cascos de las agresiones de los integrantes del Grupo [recuérdese que éstos eran sólo 40 o 50…], quienes a la altura del Eje Central Lázaro Cárdenas y 5 de Mayo se apoderaron y dañaron una unidad (trolebús) del Sistema de Trasportes Eléctricos del Distrito Federal”.
A las 12:20
los mandos reiteraban que aún no había condiciones de detención, por “el riesgo de que el aseguramiento de los integrantes del Grupo provocara a otros sectores […] que se manifestaban, en específico los integrantes de la sección XXII de la CNTE”. Empero, a esa misma hora –12:20– la Superintendente Adriana Campero Báez, les informaba que la manifestación de la CNTE se hallaba
detenida completamente en la fuente del Bicentenario(en el cruce de avenida Juárez y Paseo de la Reforma). Esos mandos estaban imaginando moros con tranchete.
“Pero además en esos instantes, a las 12:20 horas –prosigue el informe– también dicha servidora pública alertó a los mandos superiores de posibles riesgos a los negocios comerciales de la avenida Juárez […] Así sugirió:
Jefe, lo que tenemos que hacer es también reforzar todos los comercios que tenemos sobre avenida Juárez[…] Un minuto después, a las 12:21, la superintendente reiteró que
los integrantes del Grupo iban a seguir buscando confrontar a la policía y existía el riesgo de los negocios de avenida Juárez. “No obstante estas previsiones –concluye la CDHDF– no se asignaron elementos policiales a esa área”.
A las 13:15, después de los destrozos en avenida Juárez, el Grupo se alejó y se disolvió sin ser molestado. “A partir de las 13:28 horas los mandos operativos indicaron que se deberían efectuar detenciones ‘lo más que se pueda’”, dice el informe. Allí la policía comenzó a encapsular y detener a quien cayera.
Falta aún lo más grave. Será tema de la próxima nota.