Está asustado el "Fidel Velázquez" de los empresarios, Claudio X. González |
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Salvador García Soto
La respuesta del Presidente a los empresarios que impulsaban una alianza entre él y Ricardo Anaya fue dura y contundente: “Con Anaya no. Por ahí no vamos”, les contestó Peña Nieto a los capitanes de empresa que, después de reunirse con el candidato de Por México al Frente en su casa, buscaron también a Los Pinos para tratar de concretar un acercamiento entre el mandatario y el panista con miras a una candidatura única para cerrarle el paso a Andrés Manuel López Obrador.
Según fuentes de primer nivel y cercanas a la casa presidencial, Peña cortó de tajo cualquier posibilidad de acercamiento con Anaya y de que hubiera una declinación de su candidato José Antonio Meade para dar paso al proyecto de unidad PRI-PAN que proponían los empresarios que lideran algunos de los grupos más importantes del país. “Nosotros no vamos a ninguna alianza. Con Anaya no. Ni le muevan a eso porque por ahí no vamos”, fue la contestación tajante del Presidente a esos hombres de negocios.
“Alianza, pero con Meade”. Según la fuente que confirma la contestación que dio el Presidente a los empresarios que promovían la declinación de Meade y el apoyo a Anaya, Peña también habría sugerido a esos dueños de empresas que “si quieren alianza, la hacemos, pero con Meade como candidato”.
La misma fuente señala que en el gobierno supieron del acercamiento que un grupo de empresarios de alto nivel (Ramírez, Tricio, Bailleres, Larrea y X. González) tuvieron con Ricardo Anaya y en la que le habrían pedido al abanderado panista que moderara su discurso agresivo contra el Presidente y que aceptara reunirse con él para negociar la alianza con candidatura única.
Es decir que la reunión en casa de Anaya, de la que habló López Obrador —y cuya revelación causó la ira de los empresarios mencionados y la respuesta airada que le dieron en un comunicado titulado ¡Así no!— también fue registrada por áreas de inteligencia del gobierno federal y motivó la respuesta cortante que después les daría el Presidente a las presiones del empresariado.
Y es que, al menos por ahora, la consigna de Los Pinos y en la campaña del PRI es “seguir hasta el final” con el proyecto del candidato priísta, pues, según sus encuestas internas, levantadas a nivel nacional, el tercer lugar que ocupa Meade “no es tan lejano de Anaya” y sus sondeos registran entre 5 y 8 puntos”, afirma un colaborador cercano del abanderado priísta.
Dos semanas claves para Meade.
En el equipo cercano de José Antonio Meade, que está semana sufrirá ajustes y será reforzado con la llegada de nuevos estrategas, aunque se confirma que la coordinación de campaña seguirá a cargo de Nuño, han trazado una estrategia de “posicionamiento intensivo” de su candidato para las próximas dos semanas.
“Vamos a tener, a partir de esta semana y hasta antes del segundo debate presidencial, una serie de mensajes, propuestas muy concretas del candidato en temas de mucho impacto social y en razón de una propuesta diaria, para tratar de impactar al electorado indeciso y a los que aún tienen miedo de votar por López Obrador, al mismo tiempo que se reforzará, con la llegada de René Juárez, la activación del voto priísta y de la estructura nacional que se había descuidado”, dice el colaborador de la campaña tricolor.
La definición de Peña Nieto, en contra de cualquier alianza con Anaya, cayó como bálsamo al decaído ánimo priísta, que en estos momentos trata de recuperar la confianza en un remonte casi imposible de su candidato. Incluso, dentro del equipo y del PRI, se reconoce que aunque el “primer objetivo” es hacer que suba su abanderado presidencial y que, en el escenario más optimista, pueda llegar al segundo lugar antes de que concluya la campaña y desde ahí enfrentarse directamente con López Obrador.
Pero, aunque no lo reconocen fácilmente, también hay otros escenarios que se manejan en el viejo partido y en el equipo de campaña en caso de que no logren hacer que suba en las encuestas José Antonio Meade.
El “segundo objetivo”, como le llaman al “plan B”, es hacer que el PRI y su candidato suban lo más que se pueda su votación para rescatar posiciones en las diputaciones y senadurías que están en juego, y tratar de sacar al PRI del tercer lugar que hoy ocupa en la mayoría de los estados, para evitar lo que podría ser, con las tendencias electorales al día de hoy, una debacle de proporciones históricas para el partido gobernante.