JENARO VILLAMIL
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Antes del segundo debate presidencial, el aspirante priista José Antonio Meade afirmó en varias entrevistas televisivas y en mítines de campaña que Morena postula a “secuestradoras” para el Senado. Y citó el ejemplo de la exjefa de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora Salgado.
Su publicista de reciente adquisición y de viejas batallas al servicio de lo peor del priismo, Carlos Alazraki, presumió en vísperas del debate en Tijuana, después de su desayuno con Meade, que se daría “una sorpresa” del aspirante priista y que “van a conocer al verdadero Pepe Made”.
Y la “sorpresa” fue la mención de Meade de Nestora Salgado en el segundo debate, ignorando que después de dos años ocho meses de estar presa, nunca se pudo acreditar que la excoordinadora de la policía comunitaria hubiera secuestrado a nadie.
La venganza del exalcalde priista –y actual candidato a diputado federal por el tricolor – Eusebio González Rodríguez contra Nestora, fue apoyada por el exgobernador Angel Aguirre y por personajes de tan poca credibilidad como la señora Isabel Miranda de Wallace, transformada en golpeadora a sueldo de las peores causas.
“Nestora Salgado va a ser senadora plurinominal por Morena, una secuestradora, que está libre por una falla de la policía… Esto, Andrés Manuel, quedará en tu conciencia”, afirmó Meade, quien le entregó una hoja a López Obrador.
En la reciente edición de la revista Proceso, Nestora Salgado explicó que la acusación en su contra como “secuestradora” fue una maniobra del propio exalcalde priista González Rodríguez, en venganza por haber afectado los intereses de los jóvenes sicarios que llegaron a Olinalá con su gobierno.
Con la detención de Nestora Salgado, en 2013, inició una escalada de violencia, represión y persecución contra movimientos sociales en Guerrero, incluyendo en esta escalada la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en septiembre de 2014, y el encarcelamiento de al menos 15 dirigentes sociales.
“Cuando el pueblo organizó su propia policía comunitaria, entonces metieron al Ejército, a la Marina y a la policía estatal (a Olinalá), pero nosotros ya habíamos sacado a los delincuentes. El ejército no vino a cuidar Olinalá, vino a reprimir a la comunidad. Yo a eso le llamo terrorismo, porque aterrorizan a la comunidad”, afirmó Nestora Salgado en la entrevista con Proceso.
La vileza de Meade de acusar a Nestora Salgado ocurre en momentos de una escalada de violencia en Guerrero y de asesinatos a alcaldes, aspirantes a diputados locales, presidentes municipales y legisladores en una de las entidades más violentas del país.
Tan sólo durante la reciente campaña de 2018 han asesinado a 36 aspirantes, ocho de ellos ya eran candidatos, cinco eran precandidatos y otros 23 eran aspirantes. El estado de Guerrero encabeza la lista negra con 13 políticos asesinados y le siguen Jalisco, Estado de México y Puebla, con cuatro homicidios cada uno.
La semana pasada, el jueves 17 de mayo, la caravana de Nestora Salgado fue detenida en el trayecto de Chilapa a San Marcos. El INE sólo le ha proporcionado cinco escoltas, sin vehículo, y el gobierno de Héctor Astudillo no ha proporcionado la seguridad necesaria.
En este contexto, Nestora Salgado escribió en su cuenta de Twitter:
“La difamación es un delito. Meade te reto públicamente a que pruebes tus afirmaciones. Ya basta de que tú y el PRI criminalicen a los luchadores sociales. ¡No nos vamos a dejar!”.
El Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU determinó desde 2015 que Nestora Salgado fue privada de su libertad de manera injusta y exigió su liberación y la reparación del daño.
Lo que estamos observando con el “nuevo Meade” es el rostro fascistoide de quienes apoyan al candidato priista. A través de la amenaza a Nestora Salgado mandan un mensaje siniestro a todos los dirigentes sociales y movimientos de protesta en el proceso de sucesión presidencial más delicado de los últimos años.