CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El almirante Conrado Aparicio Blanco, exsubsecretario de Marina, dio la razón al titular de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos, quien la víspera resaltó que las fuerzas armadas están desgastadas tras ser involucradas en tareas de seguridad llevadas a cabo en estados y municipios.
El exfuncionario fue más allá: “Es peligroso que en una democracia las fuerzas armadas sientan ese enojo porque empiezan a actuar por sí solas. No quiero decir que nuestras fuerzas armadas vayan a hacer eso, precisamente porque la lealtad a nuestras instituciones está probada”, acotó.
Al participar en la VII Cumbre de Seguridad, con el lema “La seguridad y defensa nacionales”, acto al que no asistieron Cienfuegos ni el titular de Marina, el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, Aparicio Blanco cuestionó ¿qué es lo que está pasando en el tema de seguridad en México?
“Se requiere, quizá, dos o tres veces de lo que son los efectivos actuales de nuestras fuerzas armadas. Yo quisiera señalar algunos aspectos importantes. ¿Qué es lo que nos ha llevado al empleo de nuestras fuerzas armadas? Por un lado, el deterioro de un sistema nacional de seguridad pública, que no tuvo la capacidad de hacer frente al crimen organizado, o la forma como se fue desarrollando el crimen organizado”, reconoció.
Señaló que las fuerzas armadas comenzaron a trabajar en asuntos que no les competían junto con las fuerzas civiles desde los años cincuenta, pero en los setenta fue mayor su participación, y para mediados de los noventa ya habían entrado de lleno al combate del crimen organizado.
“Y sabemos perfectamente que hace aproximadamente diez años entramos ya en lo que en su momento el presidente y comandante supremo de las fuerzas armadas –Felipe Calderón– señaló era ya una guerra directa contra el crimen organizado”.
Para el almirante Aparicio, al hacer un análisis en retrospectiva, Calderón encontró que la policía que luchaba contra el crimen era como un “enfermo casi terminal”, el cual requería una gran operación quirúrgica, y dio la orden de que el Ejército incursionara en el combate, en primer lugar, en Michoacán.
“Y si bien es cierto que ha habido muchos éxitos, también es cierto que no ha habido una respuesta contundente. Señalaba yo sobre esos diez años donde las fuerzas armadas han estado presentes, pero que también dentro de esos diez años debimos haber empezado a construir un sistema nacional de seguridad pública que alivie el ejercicio de las fuerzas armadas en las calles”, añadió.
Resaltó que las fuerzas armadas entraron de lleno a la guerra contra el narcotráfico, aunque la pregunta sería hasta dónde están entrenadas, capacitadas para hacer esas funciones de seguridad pública, o cuáles son sus roles y misiones que deberían tener, y que también deben estar capacitadas en derechos humanos.
Para el investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (Cisan), Raúl Benítez Manaud, el problema radica en cómo son las políticas de defensa de las sociedades en “Estados débiles”, pues se debe señalar que de las 18 secretarías, ocho o nueve tienen relación con las fuerzas armadas y algunas, reveló, “no hacen su labor”.
Y así, añadió, “el Estado mexicano evolucionó de manera desigual. La Policía Federal debió confeccionarse en los setenta, ochenta, noventa, pero se confeccionaron en 1999 y en estricto sentido se hizo de manera anticonstitucional, porque debería ser la Policía Municipal la encargada de esos asuntos”.
Otro problema, consideró, fue la creación de la Academia de Policía por el expresidente Felipe Calderón, aparte de que sigue el debate entre las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional sobre quién es más importante en este combate al crimen organizado. A esto sumó que las fuerzas armadas están “sobresaturadas de misiones”, abundó.
“He contabilizado más de 25 misiones diferentes de las fuerzas armadas, y sólo deberían estar haciendo cuatro o cinco”, indicó.
“Han hecho un trabajo que no les corresponde”, sentenció. La corrupción, la falta de autoridad, el desgaste de las instituciones han contribuido a este desgaste castrense, abundó.
También recomendó reflexionar en la academia sobre el decenio de la guerra del narcotráfico, términos que no quiere abordar el actual gobierno de Enrique Peña Nieto.
“Mientras no se modernice el conjunto de los aparatos del Estado, el Ejército no se puede sacar de muchas misiones”, indicó y añadió que otro factor que ayudaría es “usar el dinero que se roban –los funcionarios públicos– a favor del pueblo”.
En todo lo anterior coincidió el general Guillermo Almazán Bertotto, director general del Colegio de la Defensa Nacional, quien puso como ejemplo el uso del Ejército para tareas que no le corresponden, debido a que no son acciones castrenses.
“La Cruzada contra el Hambre no es una acción militar, pero el 70 por ciento de los cuerpos que la están realizando los está proporcionando las Fuerzas Armadas, cuando la Ley de Seguridad Interior dice que es tarea del Estado mexicano”, fustigó.