Beatriz Paredes, presidenta del PRI y César Nava del PAN, se entienden bien.
Jenaro Villamil
MÉXICO, D.F., 26 de enero (apro).- El lunes 25 de enero, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN aprobó por unanimidad la primera de las posibles seis alianzas electorales que conformará con el PRD, PT y Convergencia. De acuerdo con la información, tras un debate de tres horas, el partido en el gobierno definió aliarse a la coalición de partidos de izquierda en Durango, que postulan como candidato único al priista disidente, José Rosas Aispuro.
Aún quedan pendientes las alianzas en Oaxaca, en torno de la figura del senador Gabino Cué, del partido Convergencia, quien por segunda vez aspira a la gubernatura en esta entidad; en Hidalgo, donde se perfila la exfuncionaria foxista, Xóchitl Gálvez, como candidata de unidad; en Puebla, donde pretenden juntar fuerzas estos partidos en torno de la figura del expriista y aliado de Elba Esther Gordillo, Rafael Moreno Valle; en Quintana Roo, con el alcalde de Cancún, el perredista Greg Sánchez, acusado a través de “filtraciones” interesadas desde el ámbito gubernamental, de ser aliado del narcotráfico, y, posiblemente, se concrete una alianza en Sinaloa, con la candidatura del hijo de Manuel J. Clouthier, el diputado federal panista del mismo nombre.
No sólo en el ámbito PAN-PRD se dan alianzas extrañas. En Zacatecas, acaba de anunciarse la alianza entre el PT y el PRI para enfrentar al candidato de la gobernadora zacatecana, Amalia García, el senador Antonio Mejía Haro, cuya designación ha generado una fractura dentro del “amalismo” (con la rebelión del exlegislador Raymundo Cárdenas). Y en Veracruz, no sería extraña una alianza entre el PAN, el Panal y otros partidos en torno del expriista Miguel Angel Yunes, “bautizado” por el presidente Felipe Calderón con un pastelazo ampliamente difundido en los medios impresos.
Este movimiento inédito entre aparentes enemigos irreconciliables para contender por las 10 gubernaturas que estarán en juego el próximo 4 de julio de este año, arroja una serie de señales y de indicios que valen la pena analizar:
1. En primer lugar, se trata de alianzas negociadas en las cúpulas partidistas y no en las bases electorales o militantes de los partidos involucrados. Son movimientos de elite, con cálculos numéricos y de un corto plazo, bastante corto, para pretender que formen parte de una estrategia. El problema no es la condición “antinatura” –como han dicho los priistas Manlio Fabio Beltrones, Fidel Herrera y Jesús Aguilar Padilla-- o “perversas” –calificativo del Golden Boy, Enrique Peña Nieto-- ni su condición “polarizante” –de acuerdo con la presidenta priista Beatriz Paredes. Lo más preocupante es que, en esencia, son movimientos cupulares, apenas justificados a través de encuestas, que no cuentan con la opinión del principal involucrado: el propio electorado.
2. La discusión en torno de las alianzas tiene un claro sesgo: el PAN y el PRD se asumen como partidos de oposición ante el PRI, como si no hubiera existido la alternancia desde el 2000 o como si la “alternancia periférica” en distintas entidades –especialmente en Nayarit, Tlaxcala y Chiapas-- no hubiera dejado lecciones lo suficientemente negativas para analizarlas.
Este sesgo beneficia más al PAN que al PRD. Este último partido, dominado por la corriente de Los Chuchos y aliado ahora con la nueva coalición encabezada por el exregente del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, justifican esta estrategia como una forma de evitar el bipartidismo en el 2012 y el retorno del PRI a la Presidencia de la República. En esencia, sólo refuerzan el bipartidismo que quieren conjurar porque entonces serán dos bloques pragmático-políticos los que contiendan. Las opciones, en lugar de diversificarse, se concentran.
3. Las alianzas han generado una deliciosa ensalada de declaraciones de todo tono y alcance. Las dirigencias del PAN y del PRD lograron el milagro: unificar en una ensalada a todos los grupos priistas que desde el año pasado luchan por la nominación del 2012. Los principales precandidatos del PRI (Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Enrique Peña Nieto, Fidel Herrera y algunos otros gobernadores) se rasgan las vestiduras, cuestionan y condenan las alianzas, en un claro ejercicio de endurecimiento frente a sus clientelas electorales y ante el gobierno de Felipe Calderón.
El costo de estas alianzas ya lo plantearon claramente Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones: “no pasarán” varios puntos de la reforma política lanzada por Felipe Calderón el 15 de diciembre de 2009 como una especie de “bola ensalivada” para jugar al béisbol político.
4. En esta ensalada declarativa, el excandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, coincidió con personajes impensables como Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, que un día sí y otro también demuestra que está al margen de la “micro operación” política de Felipe Calderón, con el expresidente Vicente Fox, quien salió para condenar la posibilidad de una alianza en torno a su exfinancista Lino Korridi, y para demostrar sus fobias antiperredistas. También el excandidato presidencial panista Diego Fernández de Cevallos salió de su escondite declarativo.
En esencia, lo que parecen indicar estas declaraciones son una serie de resistencias y divorcios al interior de los propios partidos. En realidad, los divorcios internos del PAN y del PRD son mucho más graves que las alianzas. E indica una mayor pulverización de fuerzas políticas de aquí al 2012.
5. Mediáticamente, lo que observamos es un collage nada claro ni convincente. No se trata de impulsar la transición, ni concluir la alternancia ni derrotar a los “autoritarismos periféricos”. Los motivos son mucho menos elevados. Todo parece indicar que se trata de cómo administrar mejor los 2,997 millones de pesos que los partidos políticos tendrán como financiamiento público en este 2010.
6. Sorprende que ninguno de los defensores o promotores de estas alianzas no hayan reparado en algo: la judicialización de estos procesos electorales. Será en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación donde se definirán los alcances de estas alianzas. Y los litigios se esperan complicados y mucho más enredados que un collage.