Arnaldo Córdova Creo que a todo mundo (y no sólo a los mexicanos) cuesta trabajo explicarse y creer lo que estamos viviendo en este país: el saqueo más desenfrenado de la riqueza social (que es de todos) en beneficio de unos cuantos cientos de pequeños grupos oligárquicos económicos y políticos mezclados entre sí en un maridaje abigarrado. Hay un concepto que nos define a carta cabal: somos una sociedad de cínicos y, hay que decirlo, arriba y abajo. No sólo es cínico el que impone prepotentemente sus intereses a los demás (más débiles), sino también aquellos que, abajo, en la escala social, se dejan dominar por meras migajas. El cinismo es muy fácil de entender y de definir. El diccionario nos dice que es la desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. Es una desvergüenza incalificable el modo en que los priístas y los panistas (que ya son lo mismo), por ejemplo, elaboraron el presupuesto de egresos del Estado para 2010. Es una desver