8 DE SEPTIEMBRE DE 2014 ANÁLISIS Peña y Zambrano durante la firma del Adéndum del Pacto por México. Foto: Germán Canseco MÉXICO, D.F. (apro).- Enrique Peña Nieto, como Felipe Calderón en el sexenio pasado, está feliz: Se consolidó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la “izquierda moderna”, sinónimo de servilismo con el poder y convivio pleno con la corrupción. Es, literalmente, el resurgimiento del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), aquel que nació en los setenta bajo el auspicio de Luis Echeverría y que formó a Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Graco Ramírez y Miguel Alonso Raya, exactamente los mismos que –junto con Jesús Zambrano– jefaturan la corriente “Nueva Izquierda” y que son hegemónicos en el PRD. Con la misma concepción y prácticas políticas que “los chuchos”, Foro Nuevo Sol, que lidera Amalia García, quien resultó un fiasco como gobernadora de Zacatecas, y Alternativa Democrática Nacional (ADN), que encabeza Héctor Bautista, diputado