El mismo Javier Lozano Alarcón cuenta cómo llegó a Felipe Calderón Hinojosa, después de ser militante del PRI y soldado de Elba Esther Gordillo en Nueva Alianza. Dice que simplemente se acercó a él y le dijo que confiaba en su proyecto, en su liderazgo, y que quería sumarse. Y se sumó.
Zhenli Ye-Gon afirmaría después que él, Lozano, era el contacto al que entregó (dijo Ye-Gon) millones de pesos que circularon en la campaña presidencial de 2006 (dijo Ye-Gon). Calderón y Lozano estaban en el poder cuando lo dijo Ye-Gon; nunca se hizo una investigación en México sobre aquella acusación. El chino era chistoso. La manera en que pronunciaba aquél “copelas o cuellos” era chistosa. El caso se hizo un gran chiste nacional. Pero nadie investigó y el ciudadano chino sigue en Estados Unidos, en donde ni ha sido sentenciado por nada ni ha sido extraditado por algo.
La relación entre Calderón y Lozano se hizo íntima en tiempo récord, considerando que al ex Presidente se le acercaban sólo sus viejos incondicionales y su familia. Lozano creció justamente como se crecía en tiempos del calderonismo: si eras familia; si eras incondicional y adulador, zalamero y marrullero. El hombre creció y fue Secretario del Tabajo, y vaya Secretario: fue quien impuso una de las reformas (la Laboral) más dañinas para la seguridad social en la historia del país. De un plumazo despojó a millones de trabajadores de los logros laborales de generaciones y generaciones.
Así es Lozano. Sucede que este país no tiene memoria.
El último informe de gobierno de Calderón dibuja al hoy Senador: fue él quien se encargó de organizar una porra en Palacio Nacional. Una porra para “el mejor Presidente de México”. Lo entrecomillo porque así lo ha dicho él mismo.
Un episodio con MVS lo explica mejor, o por lo menos igual. Lozano pidió que despidieran a la periodista Carmen Aristegui por atreverse a citar a Gerardo Fernández Noroña, quien acusó públicamente a Calderón de alcohólico.
–Joaquín –llamó Lozano al dueño de MVS–, ¿escuchaste hoy a Carmen Aristegui sobre lo que dijo respecto a Felipe Calderón? Alcoholismo.
–Para mi desagradable sorpresa y encabronamiento, sí –le respondió el otro, de acuerdo con grabaciones que se dieron a conocer después–. El lunes de disculpará.
–Qué grave error, eso no ayuda en nada. Te sugiero una rápida y contundente respuesta y salida. El tratamiento del tema con todos los medios, incluida La Jornada, no puede ser esta pinche fobia de Carmen. Tanto que has avanzado esta semana para que todo se revierta; la que me avisó del tema fue Ale Sota, hay una gran molestia.
–Veo a Carmen a las 6:30, espero acepte su grave error y acepte disculparse sin regateos, y en caso contrario se acabó la relación.
–Te va a terminar costando mucho a ti tu relación con ella. Yo la corría. Sé que no me estás preguntando.
El empresario corrió a Aristegui. Se hizo un escándalo. Lozano volvió a hablarle al empresario; un párrafo de esa conversación vale oro:
–Hemos encontrado que tu proyecto de la 2.5 GHz, tiene méritos propios. Pero si recontratas a la periodista, a tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este gobierno hasta su último día…
Lozano lleva metido en telecomunicaciones más de 20 años. Allí está el grueso de sus intereses, como ha sido ampliamente documentado. Es más que una “chivaloca”, como le dijo Luis Alberto Villarreal, líder de la bancada albiazul en la Cámara Baja. Mucho más.
Lozano sabe en dónde está el verdadero poder, y corre tras de él desde hace años y años.
Pero este país no tiene memoria.
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Narra la periodista Linaloe Flores en su crónica del pasado sábado 26 de abril, cuando miles salieron a darse la mano en una cadena humana contra los poderes que tienen todo y quieren más, a costa de las libertades de los ciudadanos.
“Apenas si su nombre se asoma en los labios de Cuauhtémoc Cárdenas y los cientos de gargantas dejan para la memoria un entonado: ¡Culerooo! ¡Culeeero!
“Pronto, el retador grito, sonante al costado del Senado de la República, es más grande:
“¡Desafuerooooo! ¡Desafuero al culeeero!
“Amenaza tormenta en el Centro de la Ciudad de México y al Senador Javier Lozano Alarcón le llega la rechifla más fuerte y rítmica; después de la que ya ha sido entonada para el Presidente Enrique Peña Nieto”.
La rechifla fue porque Lozano intentó pasar, con trampa, la iniciativa de telecomunicaciones del Presidente Peña Nieto como propia; esa que dañaría de una manera inédita las libertades civiles de todos los mexicanos. Lo intentó, incluso pasándose por el arco del triunfo a su partido y después de haberlo planeado, seguramente, durante años: Lozano es el hombre que convenció a Ernesto Cordero que dejara fuera de la Comisión de Comunicaciones y Transportes a Javier Corral Jurado, Senador. Quería que nada ni nadie le estorbara. Corral es uno de los hombres más conocedores en la materia; es quien bautizó la anterior “Ley Televisa”, emprendió una guerra contra el duopolio y logró revertirla. Lozano y Cordero lo bloquearon. Tenían otros planes que han sido revelados.
Si este país tuviera memoria, entonces, la rechifla hubiera sido doble, o triple. Quizás Lozano fue exhibido en esta ocasión con la iniciativa priista de telecomunicaciones, y fue exhibido antes, cuando extorsionaba a un empresario para que corriera a Carmen Aristegui. Pero muchas otra veces se ha salido con la suya y los mexicanos, sí, hemos pagado por su carrera.
Lozano es el mismo funcionario que participó en el Fobaproa. ¿Lo recuerda? ¿Le suena el Fobaproa? El periodista Humberto Padgett lo dibuja así, y a propósito de otras cosas: “Es el sembradío de fraudes por el que el gobierno compró a los bancos créditos incobrables que se tradujeron en un fuerte incremento en el costo fiscal del rescate para reducir así las pérdidas de bancos, accionistas o grandes deudores que podían pagar sus créditos, pero que fueron transferidos a deuda de todos los mexicanos: 552 mil millones de pesos. El monto equivalió al 40 por ciento del PIB de 1997, a las dos terceras partes del Presupuesto de Egresos para 1998 y el doble de la deuda pública interna. A esto también obedecen los reclamos a Javier Lozano de cabildear a favor del interés privado y no del público”.
Lozano, agrega Padgett, fue también miembro del Comité que se encargó de la privatización de la banca con Carlos Salinas de Gortari. El Comité era presidido por Guillermo Ortiz Martínez, subsecretario de Hacienda; Miguel Mancera, director general del Banco de México; Guillermo Prieto Fortún, presidente de la Comisión Nacional Bancaria; Oscar Espinosa Villarreal, presidente de la Comisión Nacional de Valores; Jacques Rogozinski, coordinador de la Unidad de Desincorporación de Entidades Paraestatales de SHCP; Carlos Ruiz Sacristán, director general de Crédito Publico de la SHCP; Víctor Miguel Fernández, director general de Banca Múltiple de la misma dependencia. Y Javier Lozano Alarcón, secretario técnico.
–¿No considera usted que Televisa y TV Azteca dañan a México? –le pregunta al Senador el mismo periodista, Padgett, en una entrevista de hace exactamente un año. Se vieron a principios de febrero de 2013.
–No. Creo que son posiciones exageradas, extremas. Pienso que la libertad que tienen los mexicanos está al alcance del control de su televisión. Tan fácil como eso: le apagas, le cambias de canal. Siempre he pensado que es mejor apagar la televisión y prender un libro.
Otra pregunta del mismo reportero (imposible dejarla pasar):
–¿Usted será Presidente de México?
–Realmente sería mi sueño máximo como político, pero tampoco es una obsesión. No me enferma, no es algo que yo haría a cambio de cualquier cosa. Simplemente pienso que sería una consecuencia natural de un trabajo de mucha disciplina, esfuerzo, honestidad y resultados. Pero eso está completamente condicionado a las circunstancias y esto es algo que no puedo controlar yo.
Imagínense: Javier Lozano Alarcón, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Todo se puede. Sobre todo en un país que carece de memoria.
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Lozano, el que impulsó, como funcionario, que Televisa recibiera una inyección de más de 211 millones de dólares por parte de Telmex cuando Emilio Azcárraga más lo necesitaba. Lozano, el que autorizó dos veces como funcionario que Unefon, empresa de Ricardo Salinas Pliego, difiriera un pago de cerca de 2 mil 300 millones de pesos por contraprestación en la licitación para explotar las frecuencias de telefonía inalámbrica, fija y móvil. Lozano, el asesor de Grupo Salinas a través de su consultoría Javier Lozano y Asociados, S.C. (Bartlett dixit).
Lozano, al que la Auditoría Superior de la Federación acusó de actuar de manera indebida cuando el día 30 de noviembre de 2006, último día del sexenio de Fox, el gobierno pagó a Unefon 550 millones de pesos por “cobro indebido de los intereses por una multa impuesta en 1998”. Lozano, el que impulsó que se le adjudicara fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) al consorcio formado por Televisa, Megacabale y Telefónica; la Auditoría Superior de la Federación dijo después que los mexicanos (la CFE) perdieron 4 mil 448 millones de pesos porque las empresas sólo pagaron 883 millones de pesos, por una red que hubiera generado seis veces más si se quedaba en propiedad de la CFE. Lozano, cuya esposa, Silvana Ponzanelli, es empleada de Fundación Televisa (Bartlett dixit).
Lozano, el que desapareció Luz y Fuerza del Centro. Lozano, el que hundió a Mexicana de Aviación en una operación sospechosa en la que pagaron los trabajadores, pero jamás los dueños. Lozano… Y ya ni seguirle.
Pero este país –y dirán que cómo jodo– no tiene memoria y entonces sigue pagando, con su dinero, la carrera de este hombre que yo resumiría en pocas palabras: tiene, simple y llanamente, genes del mal.
Hasta que un día, ¿por qué no?, se le cumpla su más grande antojo: ser Presidente de México. ¿Por qué no?, insisto. ¿Les parece que exagero? Piensen en los ex presidentes y en el que tenemos, y díganme: ¿De verdad exagero? ¿Qué tan diferente son sus genes de los demás?