PROTESTAS EN EL MUNDO IMPERIAL. Maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero, estudiantes normalistas de Ayotzinapa y padres de los desaparecidos se reunieron con representantes de la Secretaría de Gobernación en el Forum Mundo Imperial de Acapulco, Guerrero. En la imagen maestros lanzan consignas y amenazan con entrar y romper la puerta con una camioneta al no ser atendida la comisión que ingresóFoto Javier Verdín
E
n México todo político o funcionario es inocente mientras el gobernante en turno no decida lo contrario. Así, por ejemplo, las autoridades de Estados Unidos y el Reino Unido investigan los casos de presunta evasión fiscal, lavado de dinero y ocultamiento de fortunas que habrían hecho miles de ciudadanos de esos países, según ahora se ha conocido en el contexto de las reveladas cuentas bancarias de HSBC en Suiza. Acá, donde esos conceptos forman parte de la impune cotidianidad política y empresarial, la administración peñista apenas parpadea, aunque en la relación de posibles infractores haya apellidos relevantes, que han ocupado cargos destacados y que, en varios casos, ya han estado bajo fundada acusación de maniobrar para dañar la hacienda pública y favorecer intereses privados, empresariales y políticos, también.
La publicación en el New York Times de un documentado reportaje con datos, movimientos accionarios y relaciones familiares y políticas de José Murat y miembros de su familia (con el director del Infonavit en destacadas menciones) tampoco ha merecido mayor atención del gobierno priísta. Justamente lo que el trabajo del diario estadunidense establece como premisa es el flujo de dinero de políticos a través de empresas fantasma y las maniobras accionarias que permiten finalmente a esos políticos o gobernantes, por sí mismos o sus familiares, quedarse con bienes inmuebles de lujo. Como en el caso de los mexicanos involucrados en los expedientes de HSBC en Suiza, las autoridades se dan por satisfechas con la versión que los señalados aportan. Pero es evidente que no basta con la argumentación obviamente exculpatoria de los propios involucrados.
Pero, cuando la abultadísima baraja política necesita el sacrificio de alguna carta menor o caída en desgracia,
el peso de la leyes implacable. Así ha sucedido en Guerrero con los indefendibles familiares del anterior gobernador, Ángel Aguirre Rivero, quien forcejeó en su momento con Los Pinos durante varios días tensos, cuando se le exigía su inmediata salida del cargo. Su hermano Mateo y su sobrino Ernesto, además de otras personas cercanas a Ángel, fueron detenidas por causas que pueden presumirse como ciertas (pues mucha gente en aquella entidad hablaba en privado del escándalo de los negocios familiares) e incluso solamente indicativas, no exhaustivas. Pero es evidente que su aprehensión tiene motivaciones políticas, no precisamente justicieras.
Las historias de los familiares coincidentemente enriquecidos a partir de la llegada al poder de uno de ellos son reiteradas y repetitivas en casi todos los estados del país (¿por qué el timorato columnista, tal vez ya vendido al poder, dice
casiy no se atreve a la generalización absoluta?). No se diga en la cúspide del poder mexicano, la Presidencia de la República. Hermanos acusados de cobrar el diez por ciento en todo contrato o concesión oficial, que luego aparecen como si nada, con certificado judicial de inocencia inapelable y órdenes en proceso para devolución de las riquezas explicablemente acumuladas. Hijos de la esposa de un panista de supuesto cambio político liberador que acabaron henchidos de dinero, al igual que la pareja presidencial en mención, ya listo uno de los vástagos para pasar de la cámara federal de diputados a la presidencia municipal de la ciudad que no es Sahagún, pues ésta es michoacana y de la que aquí se habla es guanajuatense.
Y, en los tiempos actuales… de los tiempos actuales ya ni se dHiga nada.
El uso de la fuerza pública contra los infractores de la ley replegó ayer no a los saqueadores o los corruptos de élite, sino a los profesores oaxaqueños en demanda de pagos y prestaciones que la administración federal les escamotea a cuenta de la reforma administrativa impulsada en el terreno educativo. Primera acometida en forma de las policías federal y capitalina contra el movimiento magisterial en la ciudad de México, con saldo blanco pero también como aviso en forma.
La ovación como artículo de primera necesidad en la despensa de Los Pinos ha llevado a los cercanos al primer aplausofílico del país a suministrarle dotaciones proporcionalmente urgentes, con la esperanza de recomponer el ánimo del paciente. No sólo están los surrealistas mensajes electorales del Partido Revolucionario Institucional que otorgan aplausos de propaganda al sufrido pueblo al que la organización política responsable de muy buena parte de la desgracia nacional pretende reconocerle éxitos y logros (la soga de tres colores del mal gobierno en la casa del ahorcado al que se le aplaude su aguante en la viga). También se ha afinado la logística de los actos a los que asiste el mexiquense para que las multitudes congregadas en torno a algún programa asistencial o algún beneficio desde el erario coreen el nombre del político que luego no tiene quien le aplauda, aseguren sonoramente que
tenemos Presidente(por si alguien lo dudara: dime de qué necesitas presumir y te diré de qué careces) y le prodiguen
espontáneochocar de palmas. La sonrisa del Residente de la RepúblHiga ha vuelto a instalarse en el reino. Y (todos) vivieron felices. ¡Aplausos!
Fue director del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) durante varios años del periodo calderonista y antes de ello fue directivo, como ahora lo ha vuelto a ser, de GEA Asociados, la polémica empresa de análisis y propuestas sobre política y economía que suele tener buenos entendimientos con los poderes del momento. Por ello es interesante lo que Guillermo Valdés Castellanos publicó en su más reciente artículo periodístico, denominado
¿Adónde nos llevan?: “…ya sea por una democracia débil o en peligro de regresión o por gobiernos semiparalizados por la desconfianza, el caso es que los ciudadanos dejan de creer en la posibilidad de cambiar las cosas por vías institucionales; no ven de dónde o quiénes puedan impulsar los cambios, si todos son parte del problema y a nadie le creen. Perdida la esperanza, las profecías negativas se hacen realidad”. ¡Hasta mañana!
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