Resulta evidente el temor de Yunes ante el contundente triunfo de Morena en Veracruz, pues el actual mandatario sabe que no cumplió son sus compromisos y, por el contrario, se desviaron recursos públicos a manos llenas.
Durante su campaña política, Yunes hizo una sobreoferta electoral que no pudo cumplir ni cumplirá porque faltan escasos cuatro meses para que termine su gestión.
Incumplió, por ejemplo, el compromiso de terminar con el crimen organizado y pacificar el estado. Pasó todo lo contrario: al estado de Veracruz arribó el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y se desató una ola de violencia que hasta la fecha no termina.
No se han aclarado los cientos de casos de desapariciones forzadas ni las ejecuciones y desapariciones de periodistas, tampoco la oleada de crímenes tiene culpables en prisión. La impunidad reina por todas partes, pues el gobernador desatendió sus tareas para dedicarse a construir un megaproyecto político familiar, una dictadura, pues.
De ahí el rechazo social a tal perversa intención. De esa forma Yunes pasó a ser el hombre más repudiado de Veracruz. Jamás un político veracruzano –ni Antonio López de Santa Anna, quien cedió la mitad del territorio a los estadunidenses –ha sumado a través del tiempo tanto repudio como Yunes.
Otra de las fallas del Gobierno yunista es que no hubo inversión en la entidad ni obra pública, si acaso se ocupó de terminar algunas obras que Javier Duarte dejó inconclusas. Pero algunos diputados consultados sobre el manejo del dinero público aseguran que Yunes es candidato a la cárcel o al destierro y sostienen también que el nuevo Gobernador, Cuitláhuac García, deberá aplicar la ley y hacer justicia.
Y es que de no ocurrir esto, Cuitláhuac García no podrá gobernar cómodamente, sostienen. Yunes Linares se convertirá en una sombra para el nuevo Gobierno, pues está encolerizado por la derrota y porque no pudo imponer su Maximato –como el que vivió México de 1928 a 1934 desde el gobiernos de Emilio Portes Gil hasta Lázaro Cárdenas- en la entidad a través de sus hijos, a quienes ya veía como futuros gobernadores y dueños del estado.
Lo que se le cuestiona a Cuitláhuac García es su lentitud para tomar decisiones. Todavía no cuenta con el equipo de trabajo que se hará cargo de la transición y Yunes no está dispuesto a abrir ese proceso, aunque cuando fue electo Gobernador le exigió a Javier Duarte comenzar en forma urgente la transición y revisar el estado de la Hacienda Pública. Ahora este trámite se hará hasta el mes de noviembre y Yunes ejercerá el poder al máximo hasta el último día de su mandato, imponiendo su voluntad.
Pero la sociedad veracruzana confía en que Cuitláhuac García aplicará la ley y pondrá a este pillo en la cárcel. En muchos círculos sociales se opina que Yunes debe irse. Lo quieren fuera de Veracruz, desterrado, de otra forma seguirá siendo un lastre pernicioso.
La derrota de Yunes fue provocada por él mismo. Históricamente Yunes ha construido su propia tragedia y encarna al llamado hombre y su destino trágico, como bien afirmó el filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, en su famoso libro El Origen de la Tragedia.
Yunes, sin duda, sería un atractivo paciente para Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Tiene una extraordinaria capacidad de sumar en contra, construir destinos trágicos y algo peor: no aprende de sus errores, pues como decía San Agustín en Las Confesiones, el hombre cava su propia tumba cuando se le inflama el pecho de soberbia.