domingo, 17 de febrero de 2019

El México de AMLO es el asombro de América Latina

CIUDAD DE MÉXICO — Por primera vez en la historia de México, el gobierno transita de la derecha a la izquierda. Esto asusta a muchos. Pero no debería hacerlo.
Llamado “populista” por sus opositores, Andrés Manuel López Obrador es más bien la sorpresa más grata en un continente que se ha inclinado hacia el neofascismo y la extrema derecha. A través de él, México vuelve a ser el asombro de muchos pueblos. En un país con casi el 44 por ciento de su población en condiciones de pobreza y una de las brechas de desigualdad más grandes de América Latina, un presidente con vocación social era urgente y necesario.
Después del intento frustrado de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, Andrés Manuel materializa el deseo de los mexicanos por un cambio estructural profundo y un viraje a un gobierno más sensible a las causas sociales. Su triunfo arrollador —con el 53 por ciento de los votos— en las elecciones presidenciales sentará las bases de una forma inédita de conducir al país, una que tomará en cuenta a la mayoría de sus habitantes y no a unos cuantos privilegiados.
La historia de la izquierda mexicana, frustrada durante décadas, ahora llegó al poder. Y será López Obrador el encargado de consolidarla y hacerla una alternativa viable en nuestro país.
La trayectoria política de Andrés Manuel es un buen reflejo de sus principales inquietudes. En 1991, encabezó una marcha campesina desde Villahermosa, en su estado natal de Tabasco, al zócalo de Ciudad de México. Se conoció como el “éxodo por la democracia” y denunciaba un fraude en las elecciones en seis municipios, entre ellos Nacajuca, Cárdenas y su lugar de nacimiento, Macuspana.
Vehemente, apasionado, se indignó contra la privatización de PEMEX, la empresa petrolera estatal, y libró una lucha contra los excesos del priismo que lo catapultó como líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Desde entonces, Andrés Manuel tenía una bandera, el combate a la corrupción, y calificaba a los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de “minoría rapaz”. Citaba a Tolstói al alegar que un Estado que no procura la justicia no es sino una banda de malhechores.
A lo largo de doce años de ataques constantes que lo descalifican, Andrés Manuel contendió tres veces a la presidencia. No cejó en ese esfuerzo brutal: enfrentarse a la clase política mexicana y a la indiferencia de muchos ciudadanos. En un país donde campea el hambre, la desnutrición, la desigualdad, la injusticia, López Obrador enfrentó uno de los mayores azotes de nuestro continente, la corrupción.
Como jefe de gobierno de Ciudad de México —de 2000 a 2005—, López Obrador fundó un programa de pensiones para adultos mayores de setenta años. Gracias a él, la tercera edad, a la que pertenezco, recibimos una tarjeta de adulto mayor, pero, sobre todo, somos muchos los que hemos recuperado la confianza en que un país más incluyente es posible.
AMLO se ocupó no solo de dar útiles escolares a niños y adolescentes, proteger a madres solteras, implementar medidas para discapacitados, desempleados y dar atención médica y medicamentos gratuitos a familias sin seguro social, sino que construyó nuevas preparatorias en las zonas más pobres de nuestra ciudad y fundó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. En la capital construyó distribuidores viales, puentes, avenidas, un hospital público, regeneró parques y sitios de recreo. Redujo su sueldo y el de sus funcionarios; demostró que la austeridad no era una limitante.
El caricaturista Rafael “el Fisgón” Barajas, el escritor Carlos Monsiváis, la contadora Bertha Luján Uranga, el pintor Carlos Pellicer López, el politólogo Luis Javier Garrido, el caricaturista Eduardo del Río “Rius”, el escritor José María Pérez Gay, la ingeniera Claudia Sheinbaum, la actriz Jesusa Rodríguez y otros ciudadanos nos sentimos atraídos por el discurso del político tabasqueño.
Y en grupo, en 2005, lo acompañamos cuando salió de su oficina del Palacio del Ayuntamiento en el centro de Ciudad de México con una maletita. El entonces presidente Vicente Fox pretendía desaforarlo y Andrés Manuel estaba listo para que lo encarcelaran si lo declaraban culpable de haber tomado una calle. Era un absurdo ardid de Fox para detener el enorme respaldo social que tenía. Descendimos con él a la calle y ahí, en pleno zócalo, una multitud lo ovacionó.
El nombre de Andrés Manuel López Obrador empezó a resonar como un estandarte frente a la corrupción y la impunidad, y detrás de ese escudo nos parapetamos. Mientras otros se sientan frente a su escritorio y dan órdenes desde lo alto, López Obrador recorrió el país.
Después del triunfo electoral del 1 de julio, su casa de gobierno en la calle de Chihuahua en Ciudad de México se convirtió en un lugar de peregrinaje de todas las urgencias de los mexicanos más abandonados. Y es que el México que le tocará dirigir es complejo: un país desbordado de violencia —en solo una década se han registrado 170.000 muertos y alrededor de 40.000 desaparecidos—, corrupción extendida de funcionarios y profundamente desigual.
Para que la historia de la izquierda en nuestra nación sea exitosa, Andrés Manuel, como presidente, no debe traicionar sus promesas, que se resumen en hacer de México un país más justo y mejor.

Rechaza la austeridad de AMLO, pero hace evidente que no merece un peso ...

Inicia programa para sanear la práctica de la medicina en el sector público: Alcocer Varela

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Harán tres mil evaluaciones hospitalarias
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de febrero de 2019, p. 13
En la práctica de la medicina no habrá cómplices, influyentismos, ni moches en ninguna de sus formas, afirmó Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud, quien anunció que en el Programa Anual 2019 de la dependencia federal, se contempla realizar más de tres mil evaluaciones hospitalarias.
Al presidir la sesión La Salud en la Cuarta Transformación de Méxicoen la Academia Nacional de Medicina, adelantó que se revisará con las instancias de enseñanza la orientación en las universidades sobre salud y el desarrollo tecnológico y científico.
Aseguró que la educación y capacitación requieren planes de estudio con un componente humanista y diplomados de actualización para los galenos de primer nivel del servicio.
En cuanto al perfil de la salud como estrategia de Estado, Alcocer Varela señaló que la atención primaria será una nueva realidad para todos los mexicanos, acompañada de un sustento económico que debe incrementarse de 6 a 8 por ciento del producto interno bruto (PIB).
En el modelo, la prevención, detección y tratamiento temprano son la base del cambio para una mejor medicina, ya que en esta instancia se puede resolver alrededor de 80 por ciento de los padecimientos, subrayó.
Alcocer Varela detalló que entre otras acciones se fortalecerá la producción nacional de medicamentos y vacunas, así como su distribución. Esto puede ser, señaló, a través de Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), empresa de participación gubernamental que contará con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, entre otras dependencias.
En tanto, el secretario del Consejo de Salubridad General, José Ignacio Santos Preciado, señaló que de cara a esta Cuarta Transformación la entidad se refrenda como la autoridad sanitaria rectora de las políticas públicas cuyo objetivo es contribuir a consolidar el Sistema Nacional de Salud para el Bienestar.

SIN ÁNIMO DE OFENDER-Hernández

De Allende, Chávez y Maduro

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¿N
o son, acaso,exactamente los mismos poderes fácticos que desestabilizaron y provocaron el golpe de Estado contra Allende, los que han estado permanentemente desestabilizando y asediando a la Venezuela bolivariana?
Por eso resulta insultante la falta de ética, y la doble moral de figuras políticas visibles que aún se atreven a llamarse representantes de los ideales de izquierda –como, sólo por nombrar algunos, el presidente Pedro Sánchez, la senadora Isabel Allende, la ex candidata presidencial Beatriz Sánchez y sus falderos Giorgio Jackson y Gabriel Boric–, quienes reproducen exactamente el mismo discurso de la derecha mundial para criminalizar a la revolución bolivariana, pero son incapaces de señalar con vehemencia –como sí suelen hacerlo contra el venezolano– al gobierno de Estados Unidos como autor de los peores crímenes contra la humanidad en los pasados 70 años. Sólo en lo que va del siglo XXI sus intervenciones militares en Afganistán, Irak, Libia y Siria han dejado millones de muertos, millones de refugiados, países devastados e inmersos en el caos.
¿Es analfabetismo político? ¿Confusión ideológica? ¿Cobardía política? ¿Doble moral? ¿O es el oportunismo, lo que no les permite alzar su voz para denunciar y rechazar la anunciada intervención militar en Venezuela por Estados Unidos?
Existe un escenario prebélico muy claro en Venezuela y lo único que se les ocurre declarar en medios y redes sociales es que Maduro es un dictador, que viola de los derechos humanos, que hay una persecución política a quien opina diferente, etcétera. Todas ellas, gigantescas falacias del mismo tamaño de las corporaciones mediáticas que las fabrican. Poco o nada dicen sobre el sociópata Trump y la camarilla de criminales de guerra que lo rodea.
Con el mayor de los cinismos, vienen a decir que Venezuela o Nicaragua dañan a la izquierda ¡Vaya desfachatez! ¿Con que autoridad, a estas alturas, se autoproclaman de izquierda? Daño le hace a la noble lucha y al genuino ideal de izquierda la indefinición, la desideologización, el no asumirse anticapitalista, antineoliberal, el decir que el imperialismo es un concepto trasnochado, que con todo su poderío económico y militar sigue pretendiendo quitar y poner gobiernos afines a sus intereses, a punta de sangre y fuego, sin disimulo ni pudor alguno.
Daño le hacen a la izquierda si ya no luchan y si no se atreven a alzar su voz contra las terribles injusticias que son producto de ese sistema de despojo permanente.
Si ya no creen verdaderamente en la alternativa socialista para trascender este sistema criminal e inmoral, es mejor que no se llamen de izquierda.
Con todos los errores y problemas que pueda haber, ustedes no tienen autoridad moral para señalar a Venezuela, a Nicaragua o a Cuba como dictaduras que como política violan los derechos humanos. Sean consecuentes y leales a los anhelos de justicia de las mayorías. Groso daño hace a la política y a la izquierda, criticar irresponsablemente a los procesos políticos que deciden ser soberanos y que les toca, nada más y nada menos que enfrentar a los poderes fácticos de la plutocracia mundial.
Hoy por hoy, en Venezuela está en curso un golpe de Estado que pretende abrirle las puertas a una intervención militar. En esta ocasión, el gobierno estadunidense no está detrás –como sí lo estuvo solapadamente aquél fatídico 11 de septiembre de 1973–, hoy está adelante del golpe, anunciándolo, violando toda norma del derecho internacional y la Carta de la Naciones Unidas.
Recordemos que la excusa que hasta el día de hoy utiliza la derecha chilena para justificar el golpe de Estado es la honda crisis que atravesaba el país (palabras del propio tirano). Sabemos que esa crisis fue, en gran medida, provocada por la asfixia económica que decretó Nixon. Hoy, en Venezuela, la crisis económica es también, en gran medida, provocada por los poderes económicos nacionales y trasnacionales. Esa crisis, a la que convenientemente quieren catalogar de crisis humanitaria, es la excusa para justificar lo injustificable: la intervención militar.
Tal vez sea mucho pedir que apoyen abiertamente a la revolución bolivariana, pero si dicen ser demócratas, humanistas y de izquierda, sí me atrevo a exigirles que, en este momento histórico, no titubeen en tomar posición del lado correcto de la historia, del lado del respeto a la soberanía y la autodeterminación del pueblo venezolano y de todos los pueblos del mundo, del lado del respeto al derecho internacional, del lado de la paz. Debemos tener la audacia y el coraje de luchar decididamente contra los intentos injerencistas y golpistas, sin ambigüedades ni medias tintas. Es nuestro deber. El momento histórico lo exige. Están a tiempo de rectificar. La historia los juzgará.
* Nieto de Salvador Allende / Médico, coordinador del capítulo venezolano de la Red en Defensa de la Humanidad.