lunes, 1 de marzo de 2010

Aguascalientes y Veracruz: denominador común

• Continúa la ola de violencia


• Ajustes de cuentas azules…



En las discrepancias y cuando se está desprevenido, mi estimado, es cuando el hombre pone de manifiesto su carácter. Atractivo comienzo de semana con una estela de ejecuciones, violencia y caos en Chihuahua y Tamaulipas, pese que en el primero con sede en Ciudad Juárez es el territorio más vigilado, asediado y ocupado por las fuerzas federales, lo que devela la realidad de una nula estrategia que sigue sin dar resultados.



No obstante, no hay motivo para ser catastrofista, my friend, hay una estrategia que le está funcionando de poca madre a Felipe Calderón. Ésa que le está dando óptimos resultados en su meta… de dividir a su partido en el poder (del no poder) y dejar una lista de interminables agravios internos. El botón veracruzano bastaría como divertido ejemplo no sólo de que el fin justifica sus miedos, perdón, medios, sino de que hormona mata neurona. Como cereza de este sugestivo comportamiento presidencial, que está contaminando las aguas azules, nada como lo que sucedió en Aguascalientes, que terminó de ponerle listón a un añejo pleito entre el gobernador Luis Armando Reynoso Femat y Felipe Calderón.



Así que corra por su drink (it´s only Monday), porque ahí le va. ¿Listo?



La original historia que comenzó hace cinco años terminó con el sello del inquilino de Los Pinos: la revancha y el ajuste de cuentas de aquél episodio en el 2005 cuando Calderón, precandidato de la PANdilla para los comicios del polémico 2006, fue a buscar el apoyo del gobernador panista Reynoso Femat, quien había recibido instrucciones del entonces presidente Vicente Fox de dar todos los apoyos para el otro precandidato… Santiago Creel. ¿Estamos?



En la simpática reunión llevada a cabo en el Palacio Mayor, Luis Armando le espetó a Felipe algo así como me queda claro que tú vas a ganar la interna (?) pero tengo un compromiso con Fox y debo apoyar a Santiago, pero no te preocupes (o sea, ocúpate) una vez que salgamos del proceso interno yo y toda mi gente vamos a jalar contigo a toda máquina. Era de esperarse, amable lector, que esa respuesta no le cayó en gracia a Calderón, quien efectivamente en esos sugerentes tiempos iba contra la maquinaria de Los Pinos, lo que desató una ríspida reunión que terminó con gritos y sombrerazos, obligando al gobernador a invitar a Felipe a retirarse. O sea, sacó su ración de flit y… ahí te ves.



Of course que Luis Armando nunca esperó que Felipe Calderón ganara el proceso interno alzándose con la victoria sobre Santiago Creel, pero mucho menos asumió (although assumption is the mother of all fuckups) que años después se derivaran las terribles consecuencias de aquella ¿cordial? invitación de mandarlo al nabo sin escalas. ¿Me sigue?



Ahí comenzó la historia que vive hoy la PANdilla en Aguascalientes, donde la relación entre Reynoso y Calderón se volvió tan distante, lejana y apartada que en el Palacio Mayor, mi estimado, nunca existió retrato alguno de Felipe Calderón como jefe del Ejecutivo.



Quizá por eso Reynoso, aplicándose una vacuna a tiempo, comenzó a tejer sus alianzas con la PANdilla estatal para hacer su divertida lista de candidatos a sucederlo, para las alcaldías y a las diputaciones locales. El resultado del añejo pleito, mi estimado, derivó en la imposición de Martín Orozco, ex alcalde de Aguascalientes, con acusaciones de presuntas irregularidades ante la justicia y con auto de formal prisión aderezado de una investigación abierta en la Contraloría Municipal que dictaminó una inhabilitación de 13 años.



Orozco, respaldado por el ex gobernador Felipe González —aquél de la original fotografía con su pistolita en el cinturón, remember?—, tiene también una historia de confrontación política con… ¡adivinó usted!, Luis Armando Reynoso Femat.



Es decir, Felipe Calderón aplicó la misma formulita de Veracruz, en Aguascalientes. Con el poder de su mano (limpia, por supuesto) le impuso al CEN de su PANdilla a candidatos con viejas confrontaciones y con perfiles antagónicos para contender en este próximo proceso electoral.



Pese a que Veracruz no es Aguascalientes, la molestia entre los panistas va in crescendo por las maravillosas intromisiones de Los Pinos, que pronostican serias fracturas rumbo a la madre de las batallas en el 2012.



Aunque antes, my friend, vendrá la madriza por la presidencia… pero del PAN.



gomezalce@aol.com

Narco y propaganda


Jorge Carrasco Araizaga

MÉXICO, DF, 28 de febrero (apro).- Fiel a su talante autoritario, Felipe Calderón quisiera que en su desbordada “guerra contra el narcotráfico” la prensa sólo informara “los éxitos” de su gobierno.

En su discurso del pasado jueves en Mérida, Calderón demostró, una vez más, su naturaleza antidemocrática, pues quisiera que los medios renuncien al papel de contrapeso que juegan en cualquier sociedad democrática y se limiten a repetir lo que su gobierno quiere que “informen”.

Ante empresarios, se quejó de que los cárteles de la droga tengan difusión gratis en la prensa, y en primera plana, de sus mensajes.

“… Si uno ve la prensa nacional, desde luego que la manta que dejan, además, en un pueblo; un recado de Fulano para Zutano, o lo que no tenemos, lo que nos cuesta a cualquiera de ustedes o al gobierno pagar una primera plana de varios millones de pesos, eso sí aparece en primera plana y a todo color”.

Calderón ha aprendido que cada manta que la delincuencia organizada coloca en cualquier parte del país es un severo golpe a su “estrategia” contra el narcotráfico.

Él mismo, varias veces, ha sido “el Zutano” al que le han dirigido mensajes. En algunos de ellos, su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y militares han aparecido como supuestos protectores de narcotraficantes.

Más allá del fundamento de esas acusaciones, las mantas juegan un papel clave en las disputas por el control de los mercados ilegales de las drogas. Eso es parte de la confrontación en la que de manera precipitada se embarcó Calderón nada más comenzó su gobierno.

No es cierto que las mantas se coloquen por allá, “en un pueblo”, como dice el quejoso. Un día y otro aparecen en grandes ciudades y centros turísticos. Como ocurrió en Cancún la semana pasada, cuando Los Zetas se dirigieron al propio Calderón, quien encabezaba una reunión con los mandatarios de América Latina y El Caribe.

Las mantas son un hecho noticioso en sí mismo. Además de los mensajes, indican el despliegue y organización que tienen los cárteles. Desde hace tiempo, son capaces de colocar simultáneamente decenas de mantas en varias ciudades de distintos estados de la República.

Las mantas son más noticia que muchos de los discursos oficiales. Son una expresión más del desafío al que está sometido el Estado mexicano.

A la propaganda oficial en su “guerra contra el narcotráfico”, ha seguido la contrapropaganda de los cárteles de la droga, aprendida precisamente de los militares desertores que se han pasado a la delincuencia organizada.

En la lógica de la guerra, la información es clave. Los mensajes se conciben para persuadir a la población que el enemigo, cualquiera que sea, está siendo derrotado.

Es lo que quisiera Calderón, que la población se quedara sólo con su machacona propaganda de “logros en el combate al narcotráfico”.

A pesar de que los medios de por sí dan mucho espacio a las versiones oficiales, sus quejas se acabarían si tuviera el control caciquil de la prensa que tienen los gobernadores en el interior del país.

Los millones de que habló para colocar los mensajes del gobierno en la prensa, se van en más de 70 por ciento a la televisión, el gran aparato propagandístico del que dispone.

En la lógica de Calderón, quedémonos entonces con la propaganda que hizo de la ejecución de Arturo Beltrán Leyva, en diciembre pasado, en Cuernavaca. O con los detalles que la propia Procuraduría General de la República dio sobre la manera en que Santiago Meza López, El Pozolero, disolvió los cuerpos de 300 personas ejecutadas por el cártel de Tijuana.

Esa propaganda, que paga con dinero público que usa discrecionalmente, se ha convertido en alimento de la violencia que ha acompañado a su gobierno.

Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx

Espino exhibe "desmemoria" de Calderón; en 2006 vetó a Yunes "por corrupto", asegura


La redacción de Proceso.com


MÉXICO, D.F., 26 de febrero (apro).- Las diferencias entre Manuel Espino y Felipe Calderón salieron a relucir de nueva cuenta, luego de que el expresidente nacional del PAN reveló que en 2006 Miguel Ángel Yunes fue “vetado por el entonces candidato presidencial” por su desempeño “corrupto” cuando fue secretario de gobierno con Patricio Chirinos, y ahora es, dice, el candidato panista en Veracruz.
Luego de mencionar que privó la “línea” para designar a Yunes como candidato del PAN a la gubernatura de Veracruz, el también presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) manifestó que, por encima de los intereses particulares “deben estar los de nuestro partido”, y sobre éstos debe estar el bien superior de México.
En una carta dirigida a los veracruzanos, Espino advierte que no aceptará que el gobierno siga tomando las decisiones que corresponden al partido. “Tampoco que nuestra dirigencia sustituya a los militantes para elegir candidatos y dirigentes. Ambas actitudes atentan contra nuestra trayectoria democrática y contra nuestras convicciones”.
El exdirigente panista menciona que Yunes no fue candidato al Senado de la República de Acción Nacional por órdenes de Calderón.
“Siendo yo presidente nacional del PAN, Felipe Calderón me advirtió que si Miguel Ángel llegaba a ser candidato, lo rechazaría públicamente y no aceptaría su compañía en actos de campaña en Veracruz. Me exigió evitar que el expriísta fuera candidato por Acción Nacional. Consciente de no poder ‘bajar’ a un precandidato porque sería un atropello violatorio de los derechos ciudadanos, opté por intentar que Yunes permaneciera en el gobierno, como en efecto ocurrió”.
Según el panista, le causó “enorme sorpresa” el hecho de que el presidente incorporara a Yunes como titular del ISSSTE en su equipo.
“Al paso del tiempo se especuló que dicho nombramiento, como otros, era el pago de algún favor político a la profesora Elba Esther Gordillo, versión que me confirmó el propio Yunes cuando, antes de ser designado precandidato único por el CEN, me dijo que en 2006 él había apoyado a Felipe Calderón desde la contienda interna del PAN, por que así se había negociado con ‘la maestra’”, asevera.
Y asegura que en la última sesión del CEN quiso recordar ese episodio y proponer que antes de designar precandidato único, se le preguntara al presidente Calderón las razones por las que cambió su posición frente a Yunes, quien militó 30 años en el PRI y en 2008 se convirtió en militante del PAN.
“Cuando solicité el uso de la palabra y expresé mi preocupación por que fuera designado Yunes sin antes hacer algunas aclaraciones, en forma inusual y por mayoría de votos me fue negado el derecho a hablar ante el pleno del Comité Nacional”. Y añade que, como pudo corroborar con algunos miembros del CEN, asumió que la línea era designar a Miguel Ángel.
“No acepto que el gobierno siga tomando las decisiones que corresponden al partido. Por lo antes dicho, me deslindo de la decisión tomada por el Comité Ejecutivo Nacional de mi partido”, concluye Espino, a quien el secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, “invitó” a renunciar al PAN.
El año pasado, en una guerra de declaraciones, Elizondo dijo que si Espino estaba inconforme con el partido, “si está inconforme con la dirección, está inconforme con la función del propio presidente de la República, pues está la puerta muy amplia. Si nadie lo tiene a fuerzas ahí, así como entró, se puede salir”.

Carlos Montemayor: cuando el tiempo falta


Luis Hernández Navarro
Eran los primeros días de la sublevación zapatista. En el aire todavía estaba fresco el olor a pólvora. Junto a un amplio grupo de analistas mexicanos, Carlos Montemayor fue invitado a participar en un seminario sobre el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional organizado por un importante think tank en Washington.

En la opinión pública había un intenso debate sobre la naturaleza y los alcances de la rebelión. Comenzaba la guerra de tinta e Internet. En los círculos intelectuales oficiosos la moda era presentar el levantamiento como producto de la manipulación de las comunidades indígenas de Chiapas por parte de un grupo de revolucionarios profesionales mestizos y del obispo Samuel Ruiz y su iglesia.

En su ponencia, Montemayor hizo añicos esta interpretación del conflicto. Explicó cómo el zapatismo sólo podía entenderse como parte de la historia de las guerrillas en el país a lo largo de varias décadas y, simultáneamente, como una guerrilla rural genuinamente indígena. Postuló que la insurgencia requería analizarse como parte de un movimiento afincado en una zona específica, crecido a la sombra de la urdimbre familiar, social y regional que lo encubrió y lo transformó de estación en estación del año; como una fuerza auténtica nacida de las comunidades.

Cuando al final de las presentaciones uno de los asistentes preguntó qué debía hacer Estados Unidos ante el conflicto, el novelista afirmó enfático: nada. No intervenir. Ése no es su asunto. La respuesta disgustó a los analistas estadunidenses, acostumbrados a pensar que la intervención de su país en los asuntos internos de América Latina, sea para “defender la democracia y los derechos humanos”, o sea para garantizar la estabilidad y los intereses de sus empresas, es una actividad legítima.

Durante años, el analista siguió escribiendo sobre el tema. Sus obras se convirtieron en una ventana privilegiada para asomarse al conflicto. Fueron traducidas a varios idiomas. En la librería de Aldo Zanchetta, en la ciudad de Lucca, Montemayor presentó la versión italiana de su libro sobre Chiapas. Inspirado por estar en la tierra de Giacomo Puccini, para sorpresa del público, en lugar de hablar sobre su texto, el escritor cantó arias del célebre compositor de ópera toscano.

Así se las gastaba Montemayor. Lo mismo desbrozaba la coyuntura nacional a contracorriente de las versiones oficiales que sacaba sus pistas musicales con amigos para desplegar sus dotes de tenor. Con igual erudición e interés abordaba temas de la cultura grecolatina que defendía el valor y la riqueza de las lenguas indígenas. Con idéntica soltura y solidez escribía de temas candentes de la actualidad desde la perspectiva del derecho, la teoría política y la historia. Lo hacía, además, con un explícito compromiso con los de abajo.

Durante los últimos años de su vida trabajó en su casa, dividiendo su tiempo entre la música y la literatura. Procuraba vocalizar un rato al día, lo que le servía como contrapeso para aguantar la presión de la escritura y el análisis político. Encontraba en la música lo que quería producir en literatura y en la literatura lo que deseaba hacer en música.
Polígrafo incansable, ensayista, poeta, traductor, novelista, investigador y divulgador de las lenguas originarias de México, analista político, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, cantante de ópera, Montemayor sostuvo que “la literatura recupera la dimensión humana de todo lo que existe”. Defendió y practicó el compromiso del artista con su arte.

En una época en la que la moda intelectual reivindica las opiniones de la tecnocracia especializada y al intelectual mediático de derecha, Montemayor fue uno de los intelectuales públicos de izquierda de vocación universalista más relevantes del país. Colaborador regular de La Jornada, hizo del ejercicio periodístico una herramienta privilegiada para comunicarse con el gran público. A pesar de las limitaciones de espacio a las que el género obliga (lo que padeció y lamentó), difundió sus opiniones en la prensa escrita con un estilo directo y claro.

Escritor realista que buscó comprender el mundo a través de la palabra, su trabajo literario partió fundamentalmente de la poesía pero no siempre se mantuvo en la órbita de la labor con el verso. Su obra como narrador comenzó como un reflejo de la poesía en la prosa, aliado siempre al sentimiento de que la poesía es una forma de tomar conciencia de la vida humana. Su literatura se desarrolló en función de una realidad, social o sensorial, que tomaba conciencia a través de la palabra.

Dos experiencias dieron sentido humano y profesional a su vida artística. En la primera, su maestro Federico Ferro lo acercó al mundo y a las lenguas grecorromanas. “Éste fue el origen (el nacimiento, podría decir) de mi condición de escritor”, afirmó Montemayor. En la segunda, Óscar González Eguiarte lo acompañó en el descubrimiento de las luchas y reclamos sociales de los campesinos chihuahuenses de la década de los cincuenta y en el conocimiento de personalidades como Álvaro Ríos y Arturo Gámiz.

El trato que tuvo con una excepcional camada de dirigentes sociales e indígenas marcó su visión del mundo y su obra. “A partir de entonces –contó–, mi compromiso ha sido contrastar las versiones oficiales con las realidades sociales y humanas. Eso lo he hecho como analista político, como investigador, como historiador y como escritor, de manera que cuando se despertó mi vocación literaria sabía que en algún momento tendría que tomar estos temas, a los que siempre he estado apegado y nunca he perdido de vista.”

A la periodista cubana Yuris Nórido, Carlos Montemayor le confesó: “Me falta tiempo, nos falta tiempo. Para el periodismo, para la literatura, para la familia, para la amistad, para el amor… Siempre nos falta tiempo. Gran parte de la lucha de la vida es encontrar tiempo para lo que deseamos”. Creativo y vital, Carlos Montemayor se quedó sin tiempo. Tenía apenas 63 años de edad y muchas cosas que decir.

AMLO demanda congruencia a sus seguidores en Chiapas

Reitera rechazo a alianzas de PRD, PT y Convergencia con PAN y PRI


Andrés Manuel López Obrador, ayer en Tuxtla GutiérrezFoto Moysés Zúñiga Santiago
Ángeles Mariscal
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 1º de marzo de 2010, p. 8
Tuxtla Gutiérrez, Chis., 28 de febrero. Al cierre de su gira de tres días por Chiapas, Andrés Manuel López Obrador dijo a los integrantes de lo que fue el Frente Amplio Progresista (FAP) que son libres de definir su posición ante el proceso electoral estatal que se inicia este lunes, pero advirtió que no tendrán su apoyo quienes hagan alianza con los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI).

El ex candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos llamó también a las dirigencias nacionales de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Convergencia –que constituyeron el FAP durante la resistencia poselectoral de 2006– a mantener la unidad y marchar hacia adelante sin desdibujarse ni caer en zigzagueos políticos, pues la tarea del bloque es enfrentar a los partidos de la oligarquía.

“No es con las bases del PAN o el PRI con quienes tenemos diferencias de fondo; es con las mafias del poder, y sólo si no tuviésemos vergüenza seríamos sus aliados”, dijo ante la dirigencia estatal del PT y un millar de integrantes de los comités territoriales del “gobierno legítimo” en el centro de la entidad.
Sobre la alianza que acordaron las cúpulas estatales del PRD, PAN, Convergencia y Nueva Alianza para las elecciones de alcaldes y diputados locales, López Obrador dijo a los presentes: “Todos los que participan en este movimiento son hombres y mujeres libres y nosotros no vamos a imponerles nada”.

Añadió: “Cada quien tiene derecho a decidir lo que crea conveniente; nosotros nunca vamos a usar ninguna medida coercitiva pues en este movimiento está prohibido prohibir, y si la alianza es entre PRD, PT y Convergencia vamos a apoyar en todo; pero si es entre esos partidos y el PRI o el PAN, no apoyaremos, porque es un asunto de principios y de congruencia política”.

Vivas, aplausos y canto en el homenaje a Carlos Montemayor

Mónica Mateos-Vega y Fabiola Palapa

Periódico La Jornada
Lunes 1º de marzo de 2010, p. 3
Una parte de las cenizas del escritor Carlos Montemayor, fallecido este domingo, serán esparcidas en su natal Parral, Chihuahua. Otras tantas se distribuirán en la sierra de Guerrero, en algunos de los escenarios que el autor describe en su novela Guerra en el paraíso, basada en la guerrilla de Lucio Cabañas.

Esos fueron los deseos del también poeta y tenor, quien luego de enterarse de su enfermedad, hace apenas cuatro meses, “tuvo tiempo de planear muchas cosas, entre ellas, negarse a recibir reconocimientos institucionales”, señaló su esposa, Susana de la Garza, durante el sencillo pero multitudinario y emotivo homenaje que le rindieron a Montemayor sus colegas de la Academia Mexicana de la Lengua (AML).

Dejó la semilla para cambiar al país

Alejandra Montemayor agradeció en nombre de su familia a los presentes el estar ahí acompañándolos y pidió “que las semillitas que dejó mi papá por todos lados, las hagamos crecer. Hay que seguir luchando por cambiar este país, ¡por favor!” Un minuto de aplausos fue el corolario a esas palabras, seguido por el grito de un hombre: “¡Viva Carlos!’’

En punto de las ocho de la noche, bajo una brillante luna y con el sonido del tañer de las campanas de alguna iglesia cercana, la familia Montemayor arribó a la sede de la AML. De la Garza, quien llevaba en las manos una urna de porcelana blanca, fue recibida por algunos miembros de la academia. Caminó, acompañada por sus hijas Victoria, Alejandra y Jimena, entre la multitud y las decenas de cámaras que desde una hora antes aguardaban.

Cuando ingresó al recinto estallaron los aplausos. Emilio Montemayor, hijo mayor del escritor, tomó la palabra: “Mi padre nos dio alegrías, nos permitió luchar con él su propia lucha en esta enfermedad. Queremos agradecer a la academia que podamos despedirlo aquí; él pidió que no fuera un adiós formal, sino afectuoso y agradable; nada mejor que en este lugar de la palabra, del lenguaje. Este lugar fue su vida y motivo de regocijo, por aprender de la diversidad de los hombres, de las culturas”.

Jaime Labastida, en ausencia de José Guadalupe Moreno de Alba, presidente de la AML (quien se encuentra en Chile, pues iba a participar en el suspendido Congreso de la Lengua), pidió a sus colegas hacer una guardia de honor “en ésta que fue la casa de Carlos”.

Margo Glantz, Julieta Fierro, Margit Frenk, Guido Gómez de Silva, Miguel Ángel Granados Chapa, Gonzalo Celorio, Vicente Quirarte, Tarsicio Herrera y Felipe Garrido realizaron la primera guardia de honor frente a decenas de jóvenes admiradores de la obra de Montemayor que acudieron a despedirlo.

El historiador Miguel León-Portilla, también académico de la lengua, recordó a Carlos como “un luchador decidido por las mejores causas de México; apoyó las demandas de los zapatistas de Chiapas, y (pugnó) porque se cumplieran los acuerdos de San Andrés Larráizar”.
Explicó que Montemayor también preparó a centenares de escritores en lenguas indígenas en los talleres que coordinaba: “Su figura era querida e importante; era un hombre del Renacimiento que sabía griego y también cantaba como un tenor, lleno de vida; un mexicano entregado a su tierra. Que muera un amigo así, que podía dar mucho al país, es una de las pérdidas más grandes que yo he experimentado en mi vida”.

León-Portilla añadió que conversó mucho con el autor nacido en Parral: “Siempre coincidíamos en las mismas causas, con las mismas ideas. Al menos nos queda el consuelo de toda la obra que deja. Dedicó su vida a la casa de escritores en lenguas indígenas, como yo también quiero seguir trabajando lo que me queda de vida”.

Susana de la Garza explicó a La Jornada que los reciente cuatro meses le dieron oportunidad a su esposo de planear, “de hacer cosas muy bonitas en unión con la familia. Dicen que los intelectuales son aburridos; al menos él no lo era. Fue un hombre divertido, cantaba, bailaba, hablaba en las lenguas que le gustaban, tenía miles de proyectos, era muy creativo, un luchador”.

Detalló que Montemayor dejó instrucciones para repartir su biblioteca en diversos recintos universitarios de Chihuahua, así como en el centro cultural que lleva su nombre, ubicado en lazona de Cuautepec, delegación Gustavo A. Madero.

Luego de varias guardias de honor de colegas y amigos, se acercó el tenor José Luis Ordóñez, paisano del escritor, e interpretó un aria del tercer acto de la ópera Tosca, E lucevan le stelle, pues, dijo, “lo que más amaba Carlos era esta música y así lo quiero despedir”.

Muy conmovida, la cantante Carmen Cardenal también se acercó a la urna con las cenizas de su amigo y le cantó un corrido de Chihuahua.

Una larga fila de amigos, pero sobre todo los muchachos que seguían a Montemayor por su pensamiento crítico, esperaban su turno para despedirse de quien “nos enseñó y guió con su palabra acerca de la realidad social del país, en contraste con las versiones oficiales”, dijo una joven estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México, con una rosa blanca en la mano.

Media hora después de iniciadas las guardias arribó a la AML la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, quien dijo: “Se perdió a un gran hombre de las letras”. También acudió el director del Fondo de Cultura Económica, Joaquín Díez-Canedo, quien explicó que esa casa editora está preparando el segundo tomo de las obras reunidas de Carlos Montemayor.

El homenaje se prolongó varias horas. Hubo rostros tristes, como el del poeta Juan Gelman, o comentarios en torno a la muerte de un intelectual “que nos va a hacer mucha, mucha falta”.

El Presidente y las encuestas

Editorial EL UNIVERSAL

01 de marzo de 2010


2010-03-01


Desde el sexenio de Vicente Fox se volvió una moda en la Presidencia de la República gastar enormes cantidades de dinero para saber la opinión de la gente sobre el primer mandatario. A las encuestas elaboradas desde Los Pinos seguían decenas de miles de spots ensalzando los logros del gobierno federal. La práctica sigue hasta la fecha. Lo preocupante de este empeño, más allá del dispendio, sería que se tradujera en acciones de corte mediático o “golpes de timón” improvisados y no en estrategias que busquen la eficacia antes que la popularidad. Al final, la aprobación que tiene hoy el presidente Felipe Calderón, alrededor de 41%, se debe más a lo que la gente percibe en su vida diaria que a los anuncios transmitidos en cadena nacional.


Es cierto que la comunicación importa. Los mensajes a través de las conferencias de prensa y las campañas publicitarias pueden influir en el ánimo de la población en la medida en que las expectativas generadas son creíbles. Bajo ese principio la guerra contra el crimen organizado funcionó como elemento cohesionador en torno de un Presidente decidido, con autoridad. Sin embargo, con casi 20 mil ejecutados a cuestas, secuestros, extorsiones y una descomposición social generalizada como la de Ciudad Juárez, la percepción ha cambiado. Al anunciar un cambio de estrategia ¿el gobierno federal busca recomponer su imagen o realmente posee la convicción, estudios en mano, de que la ruta debe ser otra? La claudicación por temor a la impopularidad sería una salida fácil pero costosa. En contraste, la congruencia entre palabras y acciones ganaría de forma sólida y constante el apoyo ciudadano.



Ahora bien, de nada le sirve al Ejecutivo conocer el malestar de sus gobernados si culpa a las circunstancias de ser las causantes. El brote de influenza humana, la crisis económica mundial, la cerrazón de los partidos políticos en el Congreso, los intereses de los caciques estatales y los sesgos de algunos medios de comunicación son cosas que están fuera del ámbito de control del Presidente. Ya no es todopoderoso como a mediados del siglo pasado. En ese sentido, es entendible que reiteradamente Felipe Calderón llame a no buscar sólo en Los Pinos la solución a todos los obstáculos del país. El asunto es que la figura presidencial sigue siendo altamente simbólica, la única con el poder suficiente para aglutinar a todas las fuerzas alrededor de metas comunes. Ninguna convocatoria o ejemplo pesa más que el suyo. Por eso las expectativas en él son tan altas.





La evaluación presidencial es baja, pero únicamente se trata de una fotografía; las encuestas no proveen causas y soluciones. Si el gobierno federal busca recuperar la confianza de la población debe empezar por cambiar las circunstancias que explican el desánimo, en vez de perder tiempo y dinero en tratar de cambiar directamente las opiniones en sí mismas. El político serio usa las encuestas como termómetro, no como guía.

Se cae imagen de FCH


La calificación a la tarea del Ejecutivo también mostró un descenso. Esta vez los ciudadanos le dieron 6.1 contra 7 de marzo de 2009

Alberto Morales
El Universal
Lunes 01 de marzo de 2010
alberto.morales@eluniversal.com.mx




La aprobación a la gestión presidencial cayó 13 puntos al pasar de 54% en marzo de 2009 a 41% en marzo de 2010, de acuerdo con la encuesta nacional trimestral de Berumen y Asociados, auspiciada por EL UNIVERSAL.

La calificación a la tarea del Ejecutivo también mostró un descenso. Esta vez los ciudadanos le dieron 6.1 contra 7 de marzo de 2009.

En diciembre pasado la aceptación a la tarea del Ejecutivo era de 50% y la calificación obtenida fue de 6.6.

Para politólogos el desplome en la aprobación se explica por la crisis económica de 2009, el elevado desempleo y los bajos niveles de bienestar.

Además coinciden en que el desgaste de la imagen presidencial es parte de los “costos de gobernar”.

“Casi todos los gobiernos sufren un proceso de deterioro progresivo, porque les resulta prácticamente imposible cumplir todas las promesas que formulan al comienzo de sus periodos”.

Alberto Aziz mencionó como otro factor negativo la ola de violencia e inseguridad en el norte del país.