14/03/14 1:18 AM Epigmenio Ibarra Al calor de la campaña electoral, indignado por los sucios manejos del poder y el fraude anunciado, Andrés Manuel López Obrador mandó al carajo a “sus instituciones corruptas”. De inmediato los medios, sobre todo la tv, lanzaron en su contra una campaña de linchamiento. Desgarraron sus vestiduras las mujeres y los hombres de la cámara y el micrófono, los opinadores en la prensa escrita. El tabasqueño fue presentado como un “demonio”, como un peligro para México. El miedo así generado sirvió como coartada para el fraude. Seis años después, en una nueva contienda electoral, Enrique Peña Nieto, como Felipe Calderón, se mostró, en el discurso, “respetuoso” con las instituciones. Nada dijo contra ellas. Se cuidó bien, lo cuidaron, de no tener este tipo de arrebatos retóricos. No tenía, por otro lado, necesidad alguna de hacerlo. Manejado como un producto, el candidato “totalmente tv”, el hombre del régimen, fue presentado como un ind