Carlos Murillo González
Más de 3 años y 30,000 mil muertes después, este “presidente” cínico e irresponsable sigue trabajando desde Los Pinos como si nada, ignorando las miles de protestas y críticas de millones de afectados en todo el país. Su gabinete hace aguas por todos lados señalados por su ineficacia, parcialidad, corrupción y hasta dentro de su partido hay inconformidades. El descontento generalizado está pues a la orden del día y sin embargo, el espurio sigue ahí.
La “guerra contra el narco”. El uso de las fuerzas armadas y las policías en una guerra inventada para desviar la atención del fraude electoral del cual es fruto, fue desde un inicio una guerra perdida, cuya responsabilidad tarde o temprano será juzgada por la historia. Para nadie es secreto la parcialidad con que se ha jugado con los distintos cárteles y el poder de uno en particular, así como su testarudez de no escuchar críticas ni alternativas y de constantemente estar acosando a críticos y movimientos sociales. El narcotráfico sigue creciendo y presumiendo músculo mientras la guerra se vuelve peligrosamente incontrolable, ¿hasta cuándo?
El secretario del Trabajo. Javier Lozano puede ser todo menos un amigo de los trabajadores. Junto con otros secretarios de gobierno como García Luna y Molinar Horcasitas, su desempeño es menos que mediocre y parcial, en su caso a favor de los intereses del empresariado. El señor Lozano es un verdadero perro guardián: obediente con los que cree sus amos y muy bravo con quienes considera sus enemigos, es decir, los que en realidad le pagan su sueldo: los electricistas, mineros, obreros y trabajadores en general. Una verdadera bazofia humana muy dañino para el país.
El secretario de Comunicaciones y Transporte. Otro muy similar al anterior es Juan Molinar Horcasitas, famosísimo por su deshonrosa actuación en el caso de los niños y niñas calcinados de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, ahora también en problemas por el papel jugado a favor de cierta y jugosa licitación ganada por Televisa para extender sus negocios (ver Proceso 1763). Un hombre verdaderamente espeluznante, pero indispensable en el gabinete calderonista para saldar cuentas pendientes con quienes legitiman al régimen, ¿quién mejor para proteger a familiares, socios y otras finísimas personalidades involucradas en sacar el mejor provecho posible de México aun en contra de las y los mexicanos?
La secretaría de gobernación. Esta es una secretaría acéfala. Desde antes de la muerte del ciudadano español Juan Camilo Mouriño, entrañable para Calderón, esta secretaría da tumbos de aquí para allá sin gobernar nada. Fernando Gómez Mont y Ahora Francisco Blake son personajes que simplemente les queda grande la secretaría. Triste realidad por que el PAN no cuenta con personas que puedan desempeñar dignamente dicha responsabilidad. De cualquier manera, la política interna de Calderón no sabe de diálogos, no puede controlar el orden y no está dispuesta a ofrecer la paz que requiere el país para seguir siendo una nación.
La SEP. ¿Quién es el secretario de Educación Pública? Si su respuesta es Elba Esther Gordillo, se equivoca, es Alonso Lujambio. Pero a la vez está en lo correcto, Gordillo es la mujer más poderosa de México (y peligrosa) con su ejército de pseudo-maestros vendibles al mejor postor a través de la SNTE o el PANAL, ¿y la educación? Bien, gracias; esta secretaría es clave para el futuro de México, pero está en manos de gente nociva y Calderón le debe mucho a esta señora.
El protagonismo de la jerarquía católica. Con los gobiernos panistas, sobre todo los de influencia yunquista, la jerarquía católica se siente a sus anchas. Pese a quien le pese, el Estado laico está dejando de serlo gracias, en estos tiempos, a la política persignada del calderonismo, tan cruel con los vivos (a quienes criminaliza) y tan tierna con los valores reaccionarios de la derecha (tan afectos a la violencia y la doble moral). El aborto, la sociedad gay, la pederastia sacerdotal y las donaciones que reciben de empresarios “católicos” y narcos, son temas tabú para esta religión como para el PAN y los “valores” de Calderón. Sin duda un regreso a nuestro pasado oscuro.
La relación con el gobierno de Estados Unidos. No recuerdo otro gobierno tan condescendiente con las políticas de Estados Unidos como este; ni aun Fox ni Salinas de Gortari se vieron tan lacayos como Calderón. La pérdida de la soberanía nacional es evidente con la implementación de la Iniciativa Mérida y el apoyo a todo lo que diga y haga ese imperio. Es triste notar como se desmorona el orgullo nacional a favor de darle gusto al Tío Sam: los tibios posicionamientos frente a la violencia fronteriza y la ley 1070 de Arizona; el maltrato a nuestros compatriotas en ese país; el protagonismo maquiavélico del embajador Pascual, en fin, verdaderamente triste.
El alejamiento con Latinoamérica. Paralelo al acercamiento con los gringos es la distancia mayor con las naciones latinoamericanas. Mientras la mayoría de las naciones sudamericanas voltean hacia la izquierda y Europa, México se convierte poco a poco en un país satélite de Washington, sin alma y descuartizado por la derecha. El país que antes era orgullo y ejemplo a seguir para las y los hermanos latinoamericanos, ahora es un país al que no se le puede confiar por su cercanía ciega con el imperio. Una mala broma que el principal aliado de México en América Latina sea Colombia.
O es mucha la suerte de Calderón, o de verás es tanta nuestra enajenación y/o miedo que estamos inmovilizados para hacer algo, porque no creo que sea la mayoría las y los que estén felices con su desempeño. Ver el Artículo 39 de nuestra constitución.