Jenaro Villamil
El anuncio de la separación de Andrés Manuel López Obrador de los tres partidos que lo postularon para la presidencia de la República (PRD, PT, MC), la convocatoria a fundar una nueva organización a partir de noviembre y el rechazo del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) a reconocer a Enrique Peña Nieto como el candidato triunfador de los comicios presidenciales de este año fueron los tres ejes de la cobertura informativa del más reciente mitin celebrado por el ex jefe de Gobierno capitalino en el Zócalo de la Ciudad de México.
Tras la calificación exprés del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el otorgamiento de la constancia de mayoría al candidato del PRI y Partido Verde y los primeros pasos dados por Peña Nieto para configurar su próximo equipo de gobierno, la expectación se centró en la decisión que adoptaría López Obrador.
No era para menos la expectación. López Obrador volvió a quedar en segunda posición como candidato presidencial, con un margen mayor de distancia, en 2012, pero con un caudal de votos que ningún candidato de izquierda ha tenido durante los últimos comicios presidenciales (16 millones). Además, el PAN y su candidata Josefina Vázquez Mota se borraron del litigio poselectoral, avalando tempranamente los resultados de unos comicios que se caracterizaron por el alto grado de irregularidades, el dispendio y la presunta triangulación de fondos a través de instituciones como Monex.
López Obrador volvió a tener el balón en su cancha. Y concitó un interés mediático impresionante. En las redes sociales, desde el sábado y el domingo, el Trending Topic que se sostuvo fue durante los dos días la convocatoria al mitin del Zócalo. La fuerza de los seguidores de López Obrador en esta red social se mantuvo hasta este lunes 10 de septiembre con el hashtag #SiEstásConAMLOSíguemeYTeSigo.
La reacción de la prensa y los medios electrónicos fue singular. López Obrador volvió a acaparar las notas principales. Por ejemplo, La Jornada: “Sin Ruptura”, AMLO se Separa de PRD, PT y MC; en El Universal la nota fue cabeceada así: Creará AMLO partido; deja frente de izquierda; y Reforma confrontó en nota principal un adelanto del anuncio de la Comisión Anticorrupción de Peña Nieto y la nota del dirigente político de las izquierdas: Inicia AMLO Nuevo Exodo.
La centralidad del mensaje de López Obrador –tanto de sus detractores, de sus simpatizantes, como de sectores más radicalizados que esperaban otra decisión- se convirtió en el comentario principal también en los noticieros radiofónicos de este lunes y en muchas columnas políticas que retomaron la frase más mencionada por el ex jefe de Gobierno: estamos a mano y en paz, en clara referencia a los dirigentes del PRD que iniciaron un camino de separación con López Obrador desde antes de las elecciones.
No en balde, Jesús Ortega, cabeza visible de la corriente dominante en la dirección del PRD, afirmó dos días antes: con la salida de López Obrador se acaba la esquizofrenia política. Vaya declaración en contra del candidato que le dio más votos al PRD –creo que Ortega no llegaría ni al 10 por ciento de los 16 millones de votos-, pero también que los colocó en la antesala de la ruptura desde que decidió fundar el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) como una estructura paralela.
Reflexiones al Vuelo.
El discurso de López Obrador y las reacciones generadas en torno a él, aún requieren días para calibrar si estamos frente a otro episodio de fragmentación y división de las izquierdas (justo cuando quedaron en segunda posición electoral), o ante la emergencia de un frente muy amplio que le pondrá resistencia partidista y social a Enrique Peña Nieto, en su victoria con calzador.
Más allá de esto, los medios reflejan cinco tendencias:
1.-La resistencia civil frente a EPN toma nuevo rumbo.-Antes del discurso se especulaba sobre las nuevas acciones que anunciaría López Obrador para oponerse a la resolución del TEPJF. Muchos se quedaron en el escenario del 2006: plantón en Reforma y el Zócalo, movilizaciones, declaratoria de presidente legítimo, etc.
Fue evidente, desde los primeros días posteriores a la elección, que López Obrador y su equipo se concentraron en documentar, con los elementos a la mano, las irregularidades, y en pedir la invalidez de los comicios del 2012. No se convocaron a grandes manifestaciones. La estafeta la tomaron los jóvenes integrantes del #YoSoy132, en un impasse que el equipo de Peña Nieto leyó mal.
Lo cierto es que quienes advirtieron desde los medios que López Obrador reditaría el episodio del 2006 se equivocaron. Más bien, el tabasqueño parece reproducir la opción tomada por Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, tras el fraude que llevó a Carlos Salinas de Gortari a la presidencia, pero en un contexto distinto.
2.- El ciclo de los 24 años.-No fueron pocos los que percibimos similitudes con la convocatoria a refundar la izquierda realizada por López Obrador y lo que ocurrió con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. En lugar de la protesta violenta contra el fraude o de las acciones de resistencia que pueden desembocar en violencia, ambos están optando por la vía larga: una organización política distinta.
Cárdenas rompió con el PRI en 1987 y llamó a la fundación del PRD tras las protestas contra la llegada de Carlos Salinas de Gortari, en medio del primer gran fraude documentado en la historia reciente.
López Obrador rompe con el PRD para reorganizarse, dejarle a la dirigencia de este partido el dilema de reconocer el triunfo de Peña Nieto, pero sin tener la aceptación de su propio candidato presidencial.
En 1988 llegaba Salinas y su equipo o “grupo compacto” al poder. En 2012 es el retorno de ese salinismo disfrazado de peñismo. Inefable, Salinas lanzó su declaratoria de satisfacción en Quintana Roo, en una de las declaraciones que no deja duda de su desplante: “sólo una cirugía plástica, me puede quitar la sonrisa”.
Después de 24 años parece que regresamos al mismo punto de partida, pero en condiciones muy diferentes.
Una sociedad más participativa, un PRI menos eficaz que antes y poderes fácticos que atenazan al candidato “triunfador”, especialmente, el poder mediático, el narcotráfico y el poder financiero.
3.-¿Partido frente o movimiento amplio?.-Históricamente, las izquierdas siempre han tenido el dilema organizativo. La opción de la vía armada y revolucionaria se ha guardado en el clóset de la historia anterior para pasar a la opción civil, por la vía electoral. Cárdenas y López Obrador son similares en esto, aunque la radicalidad del segundo parecería distinguirlo del ingeniero. Ambos provienen de la corriente nacionalista, antineoliberal que se formó en el PRI y que se enfrenta a la nueva oligarquía surgida del salinismo.
No queda claro ni en el discurso de López Obrador ni en las crónicas hacia dónde se irá la nueva organización. Para algunos dirigentes panistas se trata de formar una organización “caudillista” (curiosamente, la misma acusación que siempre le endilgaron a Cárdenas, a quien ahora le levantan estatuas); para el PRI se trata de una medida cómoda porque, aparentemente, la ruptura va a afectar al PRD y no al PRI.
La respuesta ya no está en las estructuras burocráticas de los partidos, ni siquiera en lo que anuncie López Obrador. Está en una serie de nuevos actores sociales, dispersos y con una dinámica diferente, que se unen bajo un mismo reclamo: el rechazo a lo que llaman claramente la “imposición de Peña Nieto”.
4.-El relevo del templete.-Las crónicas de Arturo Cano, en La Jornada, y la de Roberto Zamarripa, en Reforma, retoman muchos de estos elementos que están presentes en la deliberación de los simpatizantes de izquierda. Voluntaria o involuntariamente, ambas crónicas retratan a una generación de políticos que ahora están con López Obrador (Arturo Núñez, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho, Manuel Bartlett) y que en 1988 estuvieron en posiciones diferentes y contrapuestas.
En el templete con López Obrador sólo estuvo Arturo Núñez, gobernador electo de Tabasco, y ninguno de los otros. Ni siquiera Miguel Angel Mancera, en buena medida beneficiario del efecto de atracción de López Obrador y de la opinión favorable del electorado al gobierno de Marcelo Ebrard.
Ese templete vacío de los “ganadores” tendrá que llenarse con nuevos actores. El movimiento #YoSoy132, ese mismo día, decidió emprender nuevas movilizaciones en contra de Peña Nieto para el 15 y 16 de septiembre, y el 2 de octubre.
5.-Radicales y centristas.-Por supuesto, no hay una reacción homogénea a lo que anunció López Obrador. Los radicales esperaban “la revolución”, las acciones directas y una serie de movilizaciones para impedir la llegada de Peña Nieto. Otros analistas ven como una forma de legitimar a Peña Nieto, el anuncio de fractura del PRD. Y el PRD mismo trata de manera “ezquizofrénica” (para citar al clásico Jesús Ortega) de aparentar que no se trata de una ruptura.
“Saludamos la posición de nuestro ex candidato presidencial @lopezobrador_ compañero y camarada de lucha”, dice el texto de la cuenta oficial de Twitter del PRD.
López Obrador pretende colocarse en medio de estas dos posiciones, en un ejercicio de equilibrismo político: no reconoce a Peña Nieto, pero no llama a acciones radicales; no acusa de “entreguistas” a los dirigentes del PRD, pero claramente marca su distancia; impulsa a Morena, pero aclara que la nueva organización no será sólo a partir del movimiento fundado por él.
La discusión se abre entre los distintos grupos de la izquierda, mientras el bloque a favor de Peña Nieto continúa. Lo único que quedó claro es que López Obrador no le levantará la mano a su contendiente en el 2012. Y que las elecciones de este año quedaron con un amargo sabor de boca, tanto para quienes se ostentan victoriosos como para quienes ven en la derrota un síntoma de descomposición del sistema.