MORELIA, Mich., 12 de diciembre de 2011.- El PAN a través de su líder nacional Gustavo Madero Muñoz intentó negociar con su homólogo del PRI, Humberto Moreira, la alcaldía de la capital michoacana, para entregarle un resultado favorable al presidente de la República, Felipe Calderón, luego de que su hermana Luisa María fuera derrotada por el priísta Fausto Vallejo.
Así lo consigna este lunes, en su artículo de opinión titulado, “Morelia por una Cabeza”, escrito por el periodista Salvador García Soto en El Diario 24 Horas, del también comunicado Raymundo Rivapalacio.
A continuación el texto íntegro de la citada publicación:
Así lo consigna este lunes, en su artículo de opinión titulado, “Morelia por una Cabeza”, escrito por el periodista Salvador García Soto en El Diario 24 Horas, del también comunicado Raymundo Rivapalacio.
A continuación el texto íntegro de la citada publicación:
La plática ocurrió el domingo 13 de noviembre por la noche en Morelia. Pasaban de las 11 cuando en las oficinas donde despachaba el ex lider del PRI, Humberto Moreira, se apareció el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero. El panista había pedido un encuentro urgente y confidencial con Moreira, tras la intensa jornada electoral de aquel día y la guerra de cifras desatada entre priistas y panistas proclamándose ganadores de los comicios.
Madero llegó agitado, nervioso, según testigos presenciales del encuentro. Se encerró con Moreira y ahí el dirigente del PAN reveló su apuro: el presidente Calderón estaba más que molesto, iracundo ante el resultado a esa hora –11:30 de la noche— ya confirmaba la derrota de su hermana Luisa María Calderón. “Yo tengo que darle algo al presidente, no puedo volver con las manos vacías, te ofrezco una negociación: déjenos la alcaldía de Morelia y a cambio frenamos las investigaciones en tu contra por la deuda de Coahuila”.
Moreira escuchó la propuesta. La elección municipal en Morelia estaba cerradísima, 300 votos le sacaba de diferencia el candidato del PRI, Wilfrido Lázaro, al panista Marko Cortés. La oferta sonaba tentadora para el coahuilense, pero su respuesta fue negativa: “Primero yo no puedo negociar eso, no estoy en posición de hacerlo y segundo ustedes, los del PAN, no tienen palabra y no cumplen sus acuerdos”.
Madero salió aún más angustiado del encuentro. Un par de horas antes, a eso de las 9 de la noche, acababa de escuchar un fuertísimo regaño del presidente Calderón cuando tuvo que llamarle a Los Pinos para decirle que siempre no, que se habían equivocado las encuestas internas del PAN y Luisa María, su hermana, había perdido frente al priista Fausto Vallejo. La voz presidencial se descompuso en el auricular y el dirigente del blanquiazul escuchó, según reveló el mismo, fuertes reproches cargados de palabras altisonantes. “Son unos pen…como fueron a equivocarse”, le reprocharon en aquella llamada.
La reacción en Los Pinos era entendible. Unas horas antes, a eso de las 5:45 de la tarde, minutos antes de que cerraran las casillas, el presidente había recibido otra llamada en la que el mismo Madero le daba, eufórico, la noticia: “!Ganamos presidente!, Luisa María será gobernadora, nuestras encuestas nos dan ventaja clara!, esto es muestra del buen gobierno que se ha hecho!”.
Testigos de aquella primer llamada hubo varios: en el war room panista en Morelia se encontraban reunidos Ernesto Cordero, Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y otros personajes de la cúpula panista. Cuando vieron las encuestas que les entregaron las firmas Espacio Muestral y Arcop, los panistas se pusieron felices: “Ya ganamos, ahora quién se lo informa al presidente”. Cordero se ofreció a llamarle, pero la mayoría decidió que fuera Madero en su calidad de dirigente.
Así que el líder del PAN tomó el teléfono y dio las albricias que pusieron feliz al inquilino de Los Pinos. Casi tres horas más tarde, antes de las 9 de la noche, cuando ya se conocían otras encuestas de salida y comenzaban a fluir los primeros datos oficiales de las actas de casilla, en aquel mismo cuarto, los mismos personajes, que antes celebraron, reconocían que la situación había cambiado y las cifras arrojaban un dato claro: había perdido Luisa María Calderón. “¿Y ahora quién le llama al presidente para decirle que esto se movió?”, se volvió a escuchar la pregunta en aquella. Y las miradas fueron unánimes sobre Gustavo Madero, quien al tomar el teléfono escucharía, según comentó después él mismo, una de las peores regañadas de su vida.
Vendrían después las fuertes denuncias de Calderón sobre la injerencia del narco en los comicios michoacanos y, al parecer el segundo intento, ahora en curso, de revertir el resultado en aquellos comicios.