martes, 22 de febrero de 2011

$17,000 para vivir medianamente en México

Gasto básico de familia promedio en México, de $7 mil 500 al mes: estudio
Para vivir medianamente, lo que significa vestido, calzado, salud y esparcimiento, se requeren 17 mil 900 pesos al mes, refiere David Lozano Tovar, de la UNAM.

Emir Olivares
Publicado: 22/02/2011 16:08

México, DF. Tan sólo en alimentación y servicios básicos, una familia promedio en México (de cuatro a cinco integrantes) invierte alrededor de 7 mil 500 pesos mensuales, revela un análisis del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM.

Si a esta cifra se le incluye vestido, calzado, salud, educación y esparcimiento, para vivir medianamente hoy en el país es necesario un ingreso al mes de 17 mil 900 pesos, aseguró David Lozano Tovar, del CAM.

Sostuvo que, con sus afirmaciones, el secretario de Hacienda “demostró que no vive en la realidad”.

En tanto, Josefina Morales, del Instituto de Investigaciones Económicas, señaló que el nivel de salario en el país es "dramático" pues 25 millones de los 44.5 millones de trabajadores que hay en México ganan menos de 3 salarios mínimos al mes (menos de 5 mil pesos).

Madre de activista muerta en Juárez instala plantón en el Senado



MÉXICO, DF, 21 de febrero (apro).- Sara Salazar, madre de Josefina Reyes, activista asesinada en febrero de 2010 en Ciudad Juárez, decidió hoy realizar un plantón fuera del Senado, en demanda de la presentación con vida de sus hijos Malena y Elías Reyes, y de su nuera, Luisa Ornelas, quienes fueron secuestrados en Chihuahua.

Por su parte, Marisela Reyes Salas, hermana de Josefina, se encuentra en huelga de hambre desde hace 11 días, ya empieza a padecer los estragos del ayuno. Presenta mareos y presión alta, pero aclaró que se mantendrá en la lucha “hasta que nos atiendan, escuchen y devuelvan a mis hermanos”.

En conferencia de prensa, Sara Salazar advirtió: “Mis hijos me pidieron que me quedara en casa, yo les digo que no, voy a salir a demandar que me devuelvan a mis hijos, quiero justicia, y no hay que tener miedo. El gobierno es cómplice, no investiga, es sordo”.

La senadora Rosario Ibarra, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, dijo que presentará ante el pleno un punto de acuerdo solicitando que “intervenga el Senado para que se resuelvan estos secuestros”.

Por exigentes, los mexicanos no perciben la recuperación

Con $6 mil al mes se puede pagar casa, coche y hasta escuela particular, según Cordero
No hay evidencia de que la violencia impacte en el crecimiento, afirma el secretario de Hacienda
El crecimiento del PIB en 20 años y coloca a la economía nacional como de renta media
Foto
El secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, ayer en conferencia de prensa, donde aseguró que a nivel nacional no hay ninguna evidencia de que la violencia esté impactando las tasas de crecimiento del paísFoto María Meléndrez
Víctor Cardoso
 
Periódico La Jornada
Martes 22 de febrero de 2011, p. 26
La recuperación económica en México es un hecho que ya se traduce en el bienestar de la población, pues familias con percepciones de 13 mil pesos mensuales se encuentran en el decil más alto de ingresos; otras, con 6 mil pesos y algunos esfuerzos, ya pueden pagar casa, auto y escuelas particulares para sus hijos, afirmó el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo.
En conferencia de prensa donde comentó el resultado de 5.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2010, dijo que la percepción de bienestar todavía no permea entre la población porque siempre, por alguna razón, los mexicanos probablemente somos los más exigentes con respecto a lo que nos gustaría, y eso hace que siempre tengamos una percepción un poco más negativa de lo que los datos duros muestran. De eso hay muchos estudios y no es únicamente de la parte económica.
No obstante, afirmó, en los últimos 20 años el producto interno bruto (PIB) per cápita de México ha crecido de manera importante hasta llegar a 14 mil dólares anuales, ajustado por poder de compra. Eso coloca al país como una economía de renta media.
Pero, aceptó, todavía requiere mantener la estabilidad macroeconómica y de precios para que el ingreso de las familias pueda alcanzar para todas sus necesidades... ¿Cómo hacer para que se sienta la recuperación? Hay que seguir avanzando en fortalecer el mercado interno, promover la recuperación económica, seguir informando a la gente los datos que se están teniendo y, poco a poco, consolidar que más familias mejoren su ingreso. Seguramente así se empezará a sentir mejor la recuperación económica.
Mantener el ritmo
Cordero Arroyo confió en que 2011 será un buen año de crecimiento económico. Todos los pronósticos, dijo, ya apuntan hacia un avance del PIB de entre 4 y 5 por ciento, con la expectativa de que se acerquen aún más a 5 por ciento. Pero, alertó, los riesgos siguen siendo los mismos que desde hace algunos meses: en la parte externa, la recuperación de Estados Unidos y la situación en Europa, sobre todo en la exposición al riesgo que tengan las instituciones financieras europeas. En lo interno, el mal clima que afectó la producción agrícola en algunos estados del país, en particular en Sinaloa, y el precio internacional del petróleo, que puede convertirse en un obstáculo para la consolidación del crecimiento económico.
A una pregunta sobre la violencia desatada en algunos estados del país y su efecto en el desarrollo económico, el secretario de Hacienda respondió: No hay evidencia de que a nivel nacional, de que a nivel agregado se haya disminuido la actividad económica como consecuencia de algunos problemas que están enfrentando zonas muy específicas del país. No hay ninguna evidencia, y prueba de esto es que esta tasa de crecimiento de 5.5 por ciento es la más alta en los últimos diez años. Entonces, no hay evidencia de que el dinamismo de la economía mexicana se haya detenido, efectiva y evidentemente. A nivel regional, local, las zonas afectadas por el problema del tráfico de drogas sin ninguna duda está deteniendo mucho la actividad comercial. (Pero) se está avanzando, se están teniendo logros importantes, se están desmantelando bandas de delincuencia organizada de manera importante, se está avanzando ya en la profesionalización de las policías a nivel local, estatal y municipal. Estoy seguro que en cuanto se resuelva el problema de violencia e inseguridad que existe seguramente se restablecerá la actividad económica y comercial. (Pero) repito: a nivel nacional no hay ninguna evidencia de que la violencia esté impactando las tasas de crecimiento del país.

Fecal : Revelaciones de Wikileaks, "mucha crema..."

Cables de WikiLeaks dañaron relación México-EU: Calderón
AP

2011-02-22 11:07:00

México.- Felipe Calderón consideró que la cooperación de Estados Unidos contra el narcotráfico y el crimen organizado es "insuficiente" y aseguró que los reportes de sus embajadores sobre México conocidos por filtraciones de WikiLeaks han dañado la relación.



"Yo he encontrado tanto con el presidente (George W.) Bush como con el presidente (Barack) Obama cooperación en este tema, pero evidentemente la cooperación institucional termina por ser notoriamente insuficiente", dijo Calderón al diario El Universal, en una entrevista publicada el martes.



"¿En qué tienen que cooperar los estadounidenses? En reducir el consumo de drogas, (que) no lo han reducido. Y dos, en detener el flujo de armas, y no lo han reducido, sino lo han incrementado", añadió el mandatario que a sólo unos días de haber asumido el poder, en diciembre del 2006, anunció una ofensiva contra los carteles de las drogas.



La violencia del crimen organizado se ha traducido en más de 36.400 muertos desde finales del 2006.



México y Estados Unidos han considerado públicamente que han alcanzado un nivel de cooperación sin precedente, aunque en las últimas semanas algunos cables diplomáticos de la embajada estadounidense en el país han dejado ver que desde la representación diplomático han pensado que el gobierno mexicano no tiene una estrategia clara, además de que se ve afectada por luchas internas entre las distintas agencias de seguridad.



"Ahí los embajadores o quienes generaron los cables le echaron mucha crema a sus tacos (exageraron). Siempre querían levantar sus propias agendas ante sus propios jefes, y han hecho mucho daño por las historias que cuentan y que, la verdad, distorsionan", dijo Calderón.

Legisladores truenan contra la “abierta injerencia” de EU en favor de Calderón

Exigen al gobierno revelar qué compromisos asumió con Washington a cambio del apoyo

La “ilegitimidad” del titular del Ejecutivo ahora se vuelve más nítida, afirma el sol azteca

Enrique Méndez y Víctor Ballinas

Periódico La Jornada
Martes 22 de febrero de 2011, p. 16
Diputados de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD) y del Trabajo (PT) cuestionaron la “abierta injerencia” del gobierno de Estados Unidos y del ex embajador Anthony Garza para apuntalar el gobierno de Felipe Calderón, y resaltaron que la administración federal panista debe explicar qué compromisos asumió con Washington a cambio de ese apoyo.

El senador priísta Francisco Labastida Ochoa aseveró: “sin duda que se debe investigar lo afirmado en los cables de Wikileaks con relación a que un oficial del Estado Mayor Presidencial entregó al narcotráfico un expediente médico del presidente Felipe Calderón. Esto lo deben aclarar sin duda”.

Se le preguntó su opinión sobre la orden de la secretaria de Estado estadunidense, Hillary Clinton, de realizar un estudio sobre la capacidad de Calderón para gobernar el país. El ex secretario de Gobernación sostuvo: “esto habla de las tareas de inteligencia que realiza cualquier embajada, y no es espionaje”.

El senador Tomás Torres, del PRD, comentó: “el gobierno y las instituciones correspondientes deben investigar esas conductas desleales de quienes están en el servicio público. Lo que refieren los cables de Wikileaks debe quedar sólo como indicio, no como prueba irrefutable, a pesar de lo evidente que pueda ser, y darle el rango de un indicio, y la autoridad deberá investigar si se concatena con otros datos para tenerlo como información veraz”.

Sobre la petición que hizo Hillary Clinton a la embajada para que se estudiara “la personalidad” del Presidente, el perredista sostuvo: “eso es espionaje, y a nadie debe extrañarle, porque existe. México debe estar preparado para el contraespionaje, pero también para con toda firmeza decir que se gobierna desde dentro”.

En la Cámara de Diputados, Mauricio Toledo (PRD) resaltó que la definición sobre la “ilegitimidad de Felipe Calderón ahora se vuelve más nítida y explica los más recientes amagos de intervención militar y policiaca ante el gobierno fallido de Calderón”.

Luego de que este lunes La Jornada publicó los cables diplomáticos en los que Garza expone su percepción –en septiembre de 2006– sobre la debilidad política de Calderón e informa que la embajada se embarcaría “de inmediato en un proceso de planificación de la transición con el equipo” del entonces candidato presidencial panista, Toledo resaltó que al leer esos documentos se fortalece la definición de Andrés Manuel López Obrador sobre el titular de la administración federal.
Reforma petrolera, moneda de cambio

Jorge Rojo García de Alba (PRI) sostuvo que el respaldo de Washington a Calderón no fue gratuito. “Queda claro que entre las principales monedas de cambio estaban la reforma petrolera, para permitir la inversión de las trasnacionales en aguas profundas; aplicar las condiciones del plan Mérida, y que el combate al narcotráfico se sujetara a sus condiciones”, aseveró.

Consideró necesario, y en esa postura coincidió el coordinador de los diputados del PT, Pedro Vázquez González, que la coordinadora de los diputados del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, aclare el sentido de las reuniones que según Garza tuvo con ella y con Juan Camilo Mouriño para asegurar que los intereses estadunidenses quedaran a salvo con el nuevo gobierno.

En la Cámara de Diputados se buscó la postura de Vázquez Mota, pero se indicó que ayer estaba en Harvard, donde dirigió un discurso a 50 estudiantes de la Asociación de Mexicanos en esa universidad, y que este martes estará en Naciones Unidas, por lo que una definición sobre este tema no ocurriría hasta mañana.

Pedro Vázquez resaltó que la presidenta de la Junta de Coordinación Política debe aclarar con urgencia en qué condiciones se dio el acercamiento de Garza y el apoyo “para apuntalar al gobierno espurio de Calderón, y los compromisos que ella asumió, porque si ya tuvo esos arreglos como parte del equipo de transición, no imaginamos qué tipo de arreglos haría si es la candidata presidencial del PAN en 2012”.

El legislador petista añadió que el “intervencionismo” de Garza no tenía como objeto amarrar “un triunfo que no ocurrió, sino impedir que se confirmara la victoria de López Obrador, quien no les convenía para sus intereses y, entonces, asumieron una postura de aparente defensa de Calderón, porque él sí les garantizaba sus negocios”.

Los cables sobre México en WikiLeaks

Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks

Mito genial-Hernández

Un pobre diablo-Fisgón

Sostiene Wikileaks Julio Hernández López

Astillero
Bartolismo al cordero
Con 6 mil al mes
Carpa La Izquierda



El secretario Cordero hizo ayer lo suficiente para volver a ser considerado un decoroso aspirante presidencial del PAN. Nadie o casi nadie se enteró de que el casi inédito secretario de Hacienda y Crédito Público se había descartado de la baraja de diez piezas de blanco y azul de la que según eso habrá de salir el candidato oficial a la sucesión. Pero cierto es que el antes mencionado secretario a la Nación hizo saber, hace apenas unos pocos días, que no le interesa pelear por Los Pinos y que él seguirá en su oficina hacendaria cuando se realicen las elecciones de 2012: “no está en mis planes, estoy haciendo mi trabajo, no me estoy distrayendo en nada”, dijo el niño Ernesto para demostrar a su superior que está concentrado en sus deberes burocráticos y no en el pequeño jaloneo futurista. Dénme por muerto, en versión blanquiazul. Jugada de presunta distracción para que no continúe corriendo la especie de que el susodicho Neto es la carta verdadera de su contlapache Lipe para buscar la continuidad de la banda en el poder.
Pero, ayer, masas enfebrecidas mentaron su apellido y analizaron con enjundia algunas de las palabras que tuvo a bien pronunciar para ir consolidando con datos duros la noción económica del bienestar inocultable que se vive en el reino de Calderolandia. Con seis mil pesillos –poco menos de lo que él gana por día como miembro del gabinete real–, hay familias “muy luchadoras” que logran tener crédito para automóvil, cubrir los gastos de la casa y pagar colegiaturas en escuelas particulares. Nomás que, precisó el gran agitador de conciencias, el mezclador de esperanzas dispersas, el caballito de grandes batallas por venir, a los mexicanos como que les gusta quejarse de todo, así que mantienen una actitud de inconformidad que no tiene sustento en las cifras oficiales sobre comportamiento económico de la nación: los mexicanos van bien, les parezca o no les parezca.
Con su tesis revolucionaria del pequeño paraíso a partir de los seis mil pesos, el visionario Cordero, que no Cordura, demuestra que el foxismo es una flor transexenal de pétalos contagiosos, y que una especie de ley pendular del panismo podría ofrecer a los mexicanos un periodo de tragicomedia con botas, luego un drama sangriento con un pequeñín aferrado a jugar a las guerritas y, de postular al ahora titular de la SHCP, la vuelta a las marquesinas de las tandas cómicas de Chente, ejecutadas con singular solemnidad y fundamentadas según eso en las también hilarantes historietas de numeritos editadas por la compañía de maquillajes estadísticos conocida como Inegi. ¡Cordero para presidente, con seis mil pesos mensuales de sueldo y la canción de Chava Flores, La Bartola, como himno de campaña!
Momentos de humorismo involuntario también se viven en la carpa conocida como La Izquierda. De pronto se para a mitad del foro quien durante largo tiempo había desempeñado el rol de villano respecto al lopezobradorismo, el primer factor (de división interna), Jesús Ortega, para pedir que no se vaya de la obra otro factor, tabasqueño, al que en realidad la compañía teatral de Los Chuchos ha querido ver fuera de reflectores desde mucho tiempo atrás. Luego se sumó a esa emisión de lágrimas de cocodrilo el galán Marcelo, que hizo alianzas oscuras con los adversarios del otoñal personaje conocido como El Peje, al grado de orillarlo a tomar drásticas decisiones (¡oh!) y anunciar su retiro provisional de la cartelera. Y, para cerrar el cuadro, el dramático López Obrador anuncia que está dispuesto no sólo a hacerse a un lado, sino incluso a ayudar al galán Marcelo si éste es nombrado candidato presidencial por los malvados Chuchos que siguen dominando la escena formal. Entre bambalinas, mientras tanto, el plácido Alejandro Encinas analiza el rol que más le convendría desempeñar conforme se vaya desarrollando el libreto.
Astillas
Los documentos de Wikileaks publicados por La Jornada este lunes constituyen una confirmación de lo que millones de mexicanos vieron en 2006: la debilidad política extrema de un personaje repudiado (al que menospreciaba hasta Vicente Fox) y el comportamiento errático, apocado y entreguista de alguien que con tal de acomodarse en Los Pinos cedió y concedió lo que fuera necesario. A diferencia de lo que sucede hoy, por ejemplo, en el mundo árabe, donde se extienden las protestas populares más allá de las fronteras regionales, en 2006 Estados Unidos se esforzó por impedir que la oleada de distintas formas de izquierda que bañaba a América Latina llegara al poder en México. Todo (hasta Calderón), con tal de impedir el arribo de un populista o reformista o izquierdista apellidado López Obrador...
Los directivos del IFE, sobre todo el gerente general, Valdés Zurita, sostienen un ritmo impresionante de deslegitimación. Sabidas son las intrigas y andanzas cupulares que han llevado a ese instituto a niveles de baja credibilidad entre los ciudadanos, y ahora insisten en mantener un fondo de modernización inmobiliaria que en el fondo es otra oportunidad de hacer negocios y de seguir enterrando cualquier pizca de prestigio por esos rumbos que aún quedara...
Continúan en planos sombríos las versiones sobre el asesinato de un agente estadunidense en San Luis Potosí. Un diario de El Paso, Texas, ha publicado presuntos comentarios hechos por el policía superviviente a algunos conocidos y compañeros en los que, entre otras cosas, señala que el fallecido cometió los errores de desactivar los seguros de la camioneta blindada, al estacionarla, y de bajar un poco el vidrio de su lado, lo que permitió un forcejeo con los atacantes que pretendían entrar al vehículo y luego la colocación, entre la abertura, del cañón del arma que causó el homicidio. Hay quienes creen que los estadunidenses conocían a quienes luego los iban a agredir, y algunos aventuran incluso siglas e uniformes oficiales en el asunto. Pero, de cualquier manera y sin tregua, la FBI sigue investigando abiertamente en México y se mantiene la presión del país vecino sobre el gobierno calderonista de crónica debilidad política extrema... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

Andanzas de las alianzas Miguel Angel Granados Chapa Periodista

La licencia pedida (y adoptada por él antes de recibir respuesta) por Andrés Manuel López Obrador es un movimiento táctico, no estratégico. Pretende influir en el ánimo inmediato de los perredistas del Estado de México, con miras a la consulta sobre la alianza con el PAN, y no en la estructura y los fines generales del partido que dirigió de 1996 a 1999, lo hizo jefe de Gobierno del DF en 2000 y lo postuló a la Presidencia en 2006.

Aunque no la haya nombrado así, López Obrador tiene licencia de su partido hace ya por lo menos dos años.

Se encuentra más cercano al PT que al PRD. Apoyó candidaturas perredistas en la elección federal de 2009 pero lo hizo también con las del PT y de Convergencia.

Fue autor de triunfos no de su partido sino de los otros que lo apoyaron en la contienda presidencial y, en los hechos y en algunos casos, hasta combatió a candidatos de su partido, como ocurrió por lo menos en Iztapalapa, tanto en la elección de autoridades locales como de representantes federales.

Su alejamiento, el receso que ha practicado es semejante, por lo demás, al del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Sin el aspaviento de solicitarla, el más relevante fundador del PRD hace años que está de licencia en ese partido.

Su activismo más reciente data ya de cinco años, cuando apoyó en la contienda interna por la candidatura a jefe de Gobierno a Jesús Ortega frente a Marcelo Ebrard.

No acude a los actos partidarios, ni siquiera a los festivos y protocolarios, como el cumpleaños de esa organización el 5 de mayo.

Al pedir licencia, López Obrador ni siquiera espera respuesta.

Por eso es ocioso que Jesús Zambrano le recuerde que esa figura no existe en la legalidad interna del PRD.

Si la hubiera, no se podría rechazar la solicitud ni contestarla negativamente. Militar en un partido es un acto volitivo, nacido del libre arbitrio. López Obrador, como Cárdenas, está de licencia. O en receso.

A diferencia de su predecesor en la jefatura de Gobierno y en la candidatura presidencial, el dirigente del Movimiento de Renovación Nacional, Morena, fijó término para su ausencia: terminará cuando cese “el contubernio de los dirigentes nacionales del PRD con Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional”.

Ese contubernio o, por decirlo mejor, sin las audacias retóricas de López Obrador, la cercanía del PAN y el PRD en torno de alianzas electorales puede concluir en marzo en el Estado de México.

La reacción del mayor dirigente social que actúa en México fue motivada por el aval extendido por el consejo nacional perredista al acuerdo tomado por el consejo estatal de realizar una consulta para determinar si se formaliza la alianza azul y amarilla, en la que los dirigentes de los partidos están de acuerdo pero buscan legitimar mediante la apelación a la gente.

Esos órganos del PRD no aprobaron la alianza, y mucho menos el apoyo a un candidato que no milite en sus filas. Se está apenas en el comienzo de un procedimiento que puede resultar en la frustración del propósito aliancista.

El camino para consumarlo está lleno de dificultades.

El sábado en el consejo nacional perredista se cuestionó hasta a las organizaciones que realizarían, o realizaran la consulta.

Alianza cívica sobre todo, por su antigüedad, pero también propuesta cívica, son iniciativas de la sociedad civil bien probadas por sus aportaciones a la mejoría de la democracia.

No hay razón objetiva para ponerlas bajo sospecha.

Es exagerado, e injusto para Rogelio Gómez Hermosillo, que encabeza la Alianza, ponerlo en entredicho porque trabajó para el gobierno de Fox en áreas de Desarrollo Social que es mejor mantener al margen de los partidos y más próximas a la gestión de ciudadanos con experiencia en promoción civil, como él.

La verdadera dificultad de la consulta está en las preguntas que se formulen y el universo al que se llame a votar.

Deberá hacerse explícito a perredistas y panistas que se les pide opinar sobre una alianza entre sus partidos, no sobre las alianzas en general, porque en este caso la respuesta afirmativa será mucho mayor, ya que los consultados entenderán que se les interroga también sobre la pertinencia de una coalición entre los partidos “de izquierda”, los que forman el frente denominado Diálogo para la Reconstrucción de México.

Si se invita a votar a todos, como por razones logísticas debe ocurrir, se abre la ancha posibilidad de que participen miembros del PRI o ciudadanos inducidos por el gobierno estatal, que voten masivamente contra la unión de los partidos convocantes, pues tal ha sido el propósito de Enrique Peña Nieto desde que por interpósita persona firmó un acuerdo con el gobierno panista para evitar esa alianza.

De ese modo, la cuestión que tensa las relaciones internas en el PRD será resuelta por manos ajenas a ese partido.

Si por milagro Peña Nieto no estorba el ejercicio y la mayoría de los consultados autorizan la alianza, brotará en seguida el problema de quién la encabece.

Puesto que Alejandro Encinas ha rehusado ser candidato del PAN, aun en compañía de su propio partido, los perredistas quedarán en el brete de votar por un candidato ajeno o por uno propio que puede ser exitoso por sí mismo.

Encinas sólo será candidato por su partido, ha dicho. Tiene razón en sostenerse en esa posición.

Y en este fin de semana dio una muestra de su integridad política y ética.

Su lealtad a López Obrador no admite duda. Pero no es subordinado suyo, obligado a definiciones que no sólo conciernen a la coyuntura sino al mediano y largo plazo.

El fin del papel Jorge Ramos Periodista

Hace unos años hubiera estado seguro que esta columna la leerías en papel en un periódico o revista. Ya no. Es muy posible que la estés leyendo en una computadora o en un celular. El futuro ya llegó.

Diarios en todo Estados Unidos están cerrando debido al Internet. ¿Para qué esperar a leer mañana las noticias de hoy? Y la competencia está desapareciendo. Vivo en una ciudad con un solo periódico. Afortunadamente El Miami Herald tiene muy buenos periodistas. Pero sería aún mejor si compitiera con otro diario. Esto mismo se repite en varias ciudades. Estamos viendo el fin del papel.

En Estados Unidos ya hay más personas cuya principal fuente de noticias es el Internet y no los periódicos.

El 41 por ciento de los encuestados por el Pew Research Center dice que se informan por Internet frente al 31 por ciento que lo hace a través de los periódicos.

Entre los jóvenes de 18 a 29 años de edad la tendencia es aún más pronunciada. El 65 por ciento de ellos se informa principalmente a través del Internet. Más incluso que por televisión. Y sólo un 21 por ciento lo hace leyendo periódicos.

No me extraña. Mi hija de 24 años lee The New York Times por Internet mientras yo lo sigo recibiendo, religiosamente, en papel todos los días a las siete de la mañana.

Este fenómeno está transformando los medios de comunicación. Cada vez hay menos gente que se informa como fuente principal a través de la televisión y los periódicos. Las audiencias están migrando muy rápidamente hacia Internet y los teléfonos celulares.

Esto quiere decir que los despidos en televisoras, radiodifusoras y diarios van a continuar. Esto también quiere decir que periodista que no se adapte a la velocidad del click y el Internet terminará como pieza de museo.

El futuro es el presente. El Internet es la nueva reina de los medios. El rey papel está moribundo.

En el mundo de los libros también estamos viendo el fin del papel. La empresa Borders –con 19 mil empleados en más 650 librerías– se ha declarado en bancarrota. Las razones financieras son complicadas pero el tema central es uno solo: no vende suficientes libros. Así, una empresa fundada en 1971, corre ahora el riesgo de desaparecer.

El papel está siendo reemplazado por pantallas electrónicas.

El sitio de Internet Amazon vendió en los últimos tres meses del 2010 más libros electrónicos que libros de papel (paperback). Por cada 100 libros de papel, vendieron 115 libros electrónicos. Tienen 810 mil títulos de e-libros que se pueden leer en su pantalla de Kindle.

Además de evitar la tala de bosques, ir dejando a un lado los libros de papel es un buen negocio. Las ventas de Amazon aumentaron un 40 por ciento en el 2010. Fueron ventas por 34,200 millones de dólares. Nada mal en medio de una crisis económica.

Esta revolución sin papel está tumbando gobiernos. La última vez que un periódico sacó a un presidente del poder fue cuando The Washington Post obligó a Richard Nixon a renunciar por el escándalo Watergate en 1974. El Internet, en cambio, está revolucionando todo el mundo árabe.

Ya cayeron los regímenes de Túnez y Egipto. Otros vendrán después.

El poder revolucionario del Internet y las nuevas tecnologías es innegable. “La revolución de la información ha ido agujereando por doquier los rígidos sistemas de censura que las satrapías árabes habían instalado”, escribió recientemente el nuevo Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

“La telefonía móvil, el Internet, los blogs, el Facebook, el Twitter, las cadenas internacionales de televisión y demás resortes de la tecnología audiovisual han llevado a todos los rincones del mundo la realidad de nuestro tiempo y forzado las comparaciones”.

El fin del papel está trayendo gigantescos cambios sociales y no sólo en el Medio Oriente.

El papel, desde luego, no va a desaparecer del todo. Las cartas más personales y los asuntos más importantes aún los escribo y guardo en papel. Todavía prefiero sentir, oler, tocar y leer un libro de papel que hojearlo en mi iPad.

Pero en el resto de nuestra existencia –sobre todo, en la manera en que nos informamos y leemos– las cosas ya cambiaron. Las pantallas están reemplazando al papel y, nos guste o no, hay que darle vuelta a la página.

Desastre institucional Sergio Conde Varela Abogado


Han surgido preguntas muy serias derivadas del proceso por la muerte de la jovencita a la cual muchos de los juarenses conocen como el “el caso Rubí”

Resulta que el presunto responsable del homicidio fue puesto en primera instancia en libertad, por una decisión colegiada de tres jueces; luego el Tribunal de Casación después de 17 días (casi insólito) modificó la sentencia y le impuso una pena de 50 años y en los días que corren, un Tribunal de Amparo le concedió la suspensión de la condena mientras se investiga si la misma no viola garantías individuales del hoy sentenciado. Es importante anotar que el defensor Joel Meneses Hernández, es quien sin pago alguno realizó las gestiones para la revisión del juez del amparo, según dijo, por las graves inconsistencias que tenía la resolución.

Este caso, ha sido de gran revuelo. Se acusa al Ejecutivo estatal de no respetar la división de poderes. Que su voluntad se impuso para que el Poder Judicial suspendiera de inmediato a la petición a los togados, todos ellos producto de la generación del esfuerzo con más de 24 años de servicios al Poder Judicial y el tercero con 13. La suspensión surtió efectos y además el Poder Legislativo pretende desaforarlos para luego pasarlos al procedimiento común.

Yo no creo que César Duarte, se haya empecinado en procesar a los jueces. Creo que las instancias legales del estado deben ser consejeros eficaces para que la acción del Ejecutivo no se desborde y parece que le tienen miedo al gobernador- el cual tiene múltiples asuntos, todos ellos importantes- para darle a conocer los linderos de cualquier actuación y que hoy aparezca éste como algunos lo piensan como feroz perseguidor de los funcionarios suspendidos.

No trata el que esto escribe en quedar bien con el Ejecutivo, porque César Duarte sabe, por el caso de Armando Villarreal Martha, en el cual fui defensor y pedí su ayuda desde el cargo que tenía como diputado, para que Vicente Fox, no impusiera sus criterios en el caso del líder campesino y dejara al Poder Judicial en paz en dicho asunto. Se me hace difícil que hoy haya cambiado de criterio irrumpiendo como gobernador en asuntos que son propios de otro de los tres poderes.

Ahora, si los funcionarios menores no entienden que una resolución de los jueces no es la última palabra sino que puede existir una nueva revisión del asunto con la interposición de un recurso, francamente se requiere que entiendan que la administración pública es diferente a la privada y que tiene procesos alejados de los de la Bolsa de Valores.

Por otra parte, todo mundo es inocente, hasta que no se prueba lo contrario y las leyes indican con precisión cuáles son las pruebas que tienen el peso suficiente, las cuales tiene que aportar el Ministerio Público. Si no hay pruebas o éstas son insuficientes, se debe decretar la libertad. Este tipo de vacíos, el que esto escribe junto con otros colegas lo combatió a rajatabla y lamentablemente perdí el debate pues ganó el criterio oficial del llamado nuevo sistema de justicia penal que además tuvo un fondo de 10 millones de dólares que lo respaldaban.

Primero se puso la atención en los jueces, hoy en el defensor de oficio, que lo han hecho hasta aparecer como si fuera auxiliar del Ministerio Público. No se trata de cambiar la institución sino de dejar en paz a los defensores, los cuales con el nuevo sistema tienen a su cargo la mayoría de los asuntos penales.

Quienes atacan al defensor de oficio, deberían darse una vuelta por los tribunales federales en los cuales los defensores de oficio, hasta donde sabemos, nunca son molestados y son abogados estudiosos, competentes, profesionales a carta cabal y atentos a sus defensos que son gente de escasos recursos y estos, son defendidos como si fueran magnates. En el área de Justicia hay que trabajar y no declarar tanto, urge trabajo y no verbo. Dejen en paz al Poder Judicial, no lo sometan a la cambiante política. Lleguen a acuerdos sin poner en entredicho las carreras políticas y no se olviden que los hombres pasamos y las instituciones quedan. No hay más.

El paraíso a 6 mil pesos mensuales

Dinero

La muerte no vale nada

Regresó Aristegui con récord de audiencia

Enrique Galván Ochoa
Dice el joven secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, que seis mil pesos al mes son suficientes para que una familia compre casa, automóvil y envíe a sus hijos al colegio de paga. Casi el paraíso sobre la tierra. Es una noticia sensacional. Porque cruzando la frontera, en California, el ingreso de una familia de la clase media es de 60 mil dólares anuales, equivalentes a 61 mil pesos mensuales. Y no les alcanzaría para mandar a los chicos a escuela privada, van a la pública. Será que estos estadunidenses no se saben administrar. Lo que sigue es que los miembros del gabinete, incluido el presidente de la República, los ministros de la Suprema Corte, los gobernadores, diputados y senadores, en fin, toda la élite política, se baje sus exorbitantes sueldos actuales. ¿Para qué quiere ganar seis millones de pesos al año el presidente de la Suprema Corte de Justicia, si con 6 mil pesos mensuales es suficiente? Por otro lado, el joven secretario Cordero está marcando una pauta: ningún mexicano debe ganar menos de 6 mil. ¿Cómo es posible que el salario mínimo general sea de 1,795 pesos? Si enarbola estas banderas –bajar el ingreso de la voraz burocracia y aumentarlo a los trabajadores–, de seguro llegaría a la Presidencia de la República.

La indemnización de Toyota

La última semana del año anterior se conoció que Toyota aceptó pagar 10 millones de dólares a los familiares de un policía que falleció en 2009, junto con su familia, en San Diego, California, en un accidente provocado por la aceleración descontrolada de su vehículo. Fue un acuerdo extrajudicial. El agente Mark Saylor y su esposa, su hija y un cuñado perdieron la vida en el siniestro. Conducía un Lexus, el modelo de lujo de Toyota. Otros litigios contra la automotriz siguen ventilándose en distintos tribunales. Saquen cuentas: la indemnización fue de 2.5 millones de dólares por cada una de las víctimas. Ahora calculen lo siguiente: ¿cuánto tendría que desembolsar el gobierno federal mexicano si tuviera que indemnizar a cada una de las víctimas inocentes de la guerra calderonista? El rescate bancario está costando 120 mil millones de dólares, esta cifra sería superada. Sin embargo, no es lo mismo morir en el primer mundo que en su patio –ya ni tercer mundo somos. Aquí no han merecido un expediente judicial cada una de las víctimas y menos una investigación, y sonaría a broma tristísima pensar en una indemnización a sus deudos.

El regreso de Carmen

Ya era el programa radiofónico y televisivo combinado con mayor audiencia de la República –y también con el auditorio más numeroso fuera de México, vía Internet. Ayer que Carmen Aristegui volvió a su espacio rompió todos los récords de que se tiene registro. Su público la esperaba desde las 6 de la mañana. Al retornar, agradeció el apoyo de la gente, reconoció la actitud de los señores Vargas, de MVS y Dish, que posibilitaron un rápido arreglo, confirmó la creación del ombudsman del radioescucha. Y lo que sigue es mirar hacia adelante.
@Vox Populi

Asunto: la plata y el oro

A lo largo del año pasado en varias ocasiones recomendaste conservar las monedas de plata que uno pudiera tener porque su precio tendía a subir, lo cual fue correcto. Sin embargo, después de alcanzar un precio de 395 pesos a finales del año, la onza Libertad ahora se está cotizando en 265, o sea que perdió 43 por ciento de su valor. ¿Tú crees que se pueda recuperar en los siguientes meses?

Carlos Reyes/Distrito Federal

R: Contesto por conducto tuyo a las personas que en estas últimas semanas me han reclamado en distintos tonos haber sugerido que no era buena idea vender sus monedas de plata –tampoco las de oro–, porque son un buen instrumento para proteger al pequeño ahorrador. El precio de la plata de ambos commodities efectivamente había bajado, pero ayer alcanzó niveles notorios. La plata cerró con un precio de 33.1 dólares por onza, nivel no visto desde hace 31 años. Y el oro se cotizó en 1,396 dólares por onza, el más alto desde el pasado enero. Repercutió en México. El precio de la onza Libertad en Banco Azteca es de 398 pesos a la compra y 438 a la venta. Voy a decirles la regla infalible: el peso mexicano siempre tenderá a devaluarse frente al dólar, el oro y la plata. Revisen la historia de 1976 a la fecha, y aun antes.

Asuntos: las víctimas de Fernández Editores

En tu columna del miércoles pasado (16 de febrero) publicaste un mensaje de Álvaro Itzama Domínguez, que platicó su caso sobre cómo fue engañado por Fernández Editores. Palabras más o menos estoy exactamente en el mismo caso y aunque esto no es usual quisiera pedirte su buzón para ponerme en contacto con él y tratar de organizarnos para entablar una demanda. En el camino, estoy segura, encontraremos muchos más casos.

Lilia M. Rivera Ferreiro/Distrito Federal

R: Años atrás –en el amanecer de Internet– esta sección publicaba el buzón de los autores de los mensajes. Fue necesario dejar de hacerlo por respeto a su privacidad. Pediré a Álvaro su autorización para darte sus datos.

Asunto: sin obras no hay sobras

Te comento la ocurrencia que tuvo el C. Delegado en Tlalpan. El pasado 28 de diciembre comenzaron a poner una serie de bases sobre el camellón en avenida Acoxpa para colocar unas estatuas horripilantes; hasta da miedo pasar por ahí. Lo grave de todo es que ya no sabes si cuidarte de los adefesios, de la inseguridad o del mal gusto de nuestros gobernantes.

Antonio González Romero/Tlalpan

R: Ya lo dijo el inolvidable profesor Hank González: sin obras no hay sobras. ¿Cuánto se irán a embolsar de comisión?

http://twitter.com/galvanochoa

(Ésta es una selección de mensajes, resumidos. En el Foro aparecen todos en su versión original.)

galvanochoa@yahoo.com • Foro: http://dinero.tv/foro/index.php

AMLO, camino doloroso, pero inevitable

Andrés Manuel no va solo...

 Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
Por fin sucedió lo que ya había pasado: el rompimiento formal de Andrés Manuel López Obrador con el chuchismo-camachismo. Ahora la pregunta para la gente de ese partido será: ¿qué hacer con el PRD?

Parece que lo importante en este momento ya no es la elección en el estado de México, sino las definiciones que deberá adoptar el organismo respecto de su vigencia como el representante de mayor peso electoral de la izquierda en el país.

A finales de septiembre del año pasado López Obrador advirtió, durante una entrevista en el programa Discrepancias, que se trasmite todos los martes por Radio UNAM, que “pintaba su raya” con la dirigencia perredista nacional. Nadie quiso ver entonces la tarjeta amarilla que ponía frente a los chuchos el líder que apelaba a que se cumpliera con los principios que dieron vida al partido.

Todo estaba dicho, sólo hacía falta oficializar la ruptura. López Obrador siguió su camino. Estado por estado, municipio por municipio, en todo el país acompañado por su equipo más cercano, que si bien seguía dentro del PRD, también había pintado su raya. Mientras los chuchos se dedicaban a construir alianzas con el poder. Las rutas fueron visiblemente opuestas.

Hoy López Obrador cuenta con un ejército de seguidores. Los chuchos tienen, por lo pronto a Los Pinos. López Obraor convence, Jesús Ortega compra. El caso es que hoy el PRD se tambalea y los más alegres, se quiera o no, son los priístas, que saben que el chuchismo tiene precio, y ellos, los priístas, tienen con qué comprar, así que poco les importa el acuerdo con Los Pinos.

En el PRI saben que la traición es parte de la vida de Nueva Izquierda y que, sea cual sea el precio, los chuchos siempre serán baratos. Por eso están alegres, porque saben que lo único que pretende Nueva Izquierda esta vez es restar votos al candidato que proponga López Obrador, se llame como se llame, para dar paso al triunfo priísta en el estado de México.
Jesús Ortega tiene claro que no ganará la elección, pero combatirá a López Obrador y cobrará la factura en cualquiera de las dos ventanillas, en la azul o la tricolor, de eso se trata. Tal vez el único obstáculo pudiera ser Alejandro Encinas, como personaje reconocido en la entidad, pero como Encinas no tiene ganas de trabajar, busca cualquier pretexto para evitar el compromiso. Tanto así que ahora dice que se quedará en el PRD para luchar por la cohesión de la izquierda y, para sorpresa de todos, asegura que hay que mantener el esfuerzo para recuperar los principios originales de ese partido, como si nadie se acordara que él, el mismo Encinas, no quiso luchar por la dirigencia nacional que había ganado, y que dejó en manos de Ortega. Si entonces hubiera luchado con la enjundia con la que declara hoy, seguramente otro gallo le cantaría a la izquierda.

Total, que nadie se confunda, es muy probable que para 2012 ya no exista el PRD más que como una franquicia, siempre en venta y cada vez más barata.

De Pasadita

Resulta que ahora el que fue presidente de la CDHDF, Emilio Álvarez Icaza, quien no se acostumbra a vivir fuera del presupuesto, quiere entrar al IFE, y busca que, por ejemplo, nadie se acuerde de uno de sus mejores récords: 148 viajes y solo 139 recomendaciones en ocho años de gestión, así que, o el gobierno estuvo de maravilla durante ese tiempo, o su vena viajera no le dejaba tiempo para mirar lo que pasaba en el DF. Ahí se las dejamos.

ciudadperdida_2000@yahoo.com.mx • ciudadangel@hotmail.com

Grupos en el PRD prevén desbandada

Belaunzarán con Solá, el autor de la guerra sucia en México. Nueva Izquierda presume a sus patrones
La separación de López Obrador ahonda la crisis por las alianzas

Alma E. Muñoz, Enrique Méndez, Víctor Ballinas e Israel Dávila, corresponsal

Periódico La Jornada
Martes 22 de febrero de 2011, p. 9
La solicitud de licencia de Andrés Manuel López Obrador a su militancia perredista ahondó la polémica y crisis que desde hace meses, y a propósito de las alianzas con Acción Nacional (PAN), vive el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Para muchos es el inicio de una serie de desprendimientos que, auguran, serán masivos. Para otros, como Nueva Izquierda (NI) y corrientes hegemónicas, es el momento para que el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal defina con quién está.

En entrevista con Javier Solórzano, en Radio 13, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano señaló, a pregunta expresa, que no apoya la decisión de López Obrador. “Pues no, porque a mí no me gusta. La figura primero no existe, es una posición un tanto extraña, pero yo esperaría que haya una rectificación y que no se vaya a fracturar el partido.”

Se pronunció asimismo porque haya reflexión “de todos lados” para que se rectifique la política de alianzas. “Yo he estado siempre en contra de una alianza electoral en el contexto actual del país entre el Partido de la Revolución Democrática y Acción Nacional, y ojalá no haya esta fractura del partido porque así se ve, y logremos la unidad” del sol azteca.

Manifestó que en el estado de México una buena campaña y un buen candidato siempre establecen una opción para ganar, y “así parece” con Alejandro Encinas, “de acuerdo con todo lo que están señalando los medios y su propia trayectoria”.

A propósito, Encinas Rodríguez reafirmó –a través de su cuenta de Twitter– que se mantiene en el partido y acotó que la disyuntiva que le planteó López Obrador “significa romper con el PRD y avanzar en dos proyectos distintos para la izquierda”.

Indicó que aceptar la candidatura al gobierno del estado de México por un partido distinto “implicaría un rompimiento de varias corrientes con el PRD”.

Por su parte, el diputado perredista Jesús Zambrano Grijalva coincidió con el coordinador nacional de Nueva Izquierda, Miguel Barbosa, en que la postura del ex candidato presidencial “es prácticamente un debilitamiento del PRD y de la izquierda”. Ambos resaltaron que la figura de licencia no existe en los estatutos del partido, por lo cual corresponde al ex jefe de Gobierno capitalino definir su permanencia en el sol azteca.

Si no quiere militar en el PRD, “si ya no quiere a este partido, que diga que se va, pero (que) no se quede en ambigüedades”, declaró Zambrano.
A su vez, el presidente del sol azteca en el estado de México, Luis Sánchez –perteneciente a la corriente Alternativa Democrática Nacional, aliada de Nueva Izquierda–, llamó a López Obrador a serenarse y esperar los resultados de la consulta a los mexiquenses para definir si van con el PAN. Recordó que este sondeo se realizará el 27 de marzo bajo la organización de Alianza Cívica y Propuesta Cívica.

Consideró que la solicitud de licencia de López Obrador “tiene que ver con 2012, el control del partido y con la sucesión en el Distrito Federal”.

Al respecto, el diputado Agustín Guerrero (PRD), de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN), retó: “Si quieren que Andrés Manuel se vaya, que se lo digan en su cara. Yo quiero oír a los chuchos que se lo pidan en el Consejo Nacional”. Por separado, el presidente de la mesa directiva del Consejo Nacional, Camilo Valenzuela, convocó a los perredistas que estén en contra de las alianzas con el PAN a hacer llegar “decenas de miles” de solicitudes de licencia a su militancia, en apoyo a la petición de López Obrador.

Informó que un grupo de corrientes se prepara para impulsar un movimiento de insurgencia perredista a escala nacional. Auguró que podría haber una desbandada, pues –sostuvo– 60 por ciento de la militancia está en contra de esos acuerdos.

A su vez, Gilberto Ensástiga, de la Red por la Unidad Nacional de las Izquierdas, coincidió en que la decisión del ex candidato presidencial “puede replicarse en varios niveles de dirección y militancia”.

Higinio Martínez, dirigente del Grupo de Acción Política, mencionó que en el caso de su corriente, dos fechas son claves para definir su futuro dentro del partido: el 16 de abril, límite para el registro de coaliciones en el estado de México, y el 19 de marzo, cuando se dé el relevo de la dirigencia nacional.

Por su parte, los senadores Carlos Sotelo, Arturo Núñez y Tomás Torres consideraron que la decisión de Andrés Manuel López Obrador responde a una actitud de congruencia. “Es un hombre de principios y convicciones, que consideró que la dirigencia nacional está entregada a la derecha y a Felipe Calderón Hinojosa.”

La añoranza por matar

Juan Carlos Reyna



En el sórdido universo del narco, el imperio de la traición lo supera todo... En una serie de conversaciones con un sicario de sangre fría, el periodista Juan Carlos Reyna tomó registro de lo que supone matar por dinero o por simple venganza, matar para hacer sufrir a la víctima hasta lo indecible… Aun cuando el pistolero entrevistado cayó en desgracia, revela que todavía siente ganas de matar. Historias de este corte quedaron plasmadas en el libro Confesión de un sicario. El testimonio de Drago. Lugarteniente de un cártel mexicano, que comenzará a circular en los próximos días bajo el sello de Grijalbo. Con autorización de la editorial, a continuación se reproduce un fragmento de este trabajo.



No hay mucho pedo en cumplir con una ejecución, a menos que se tengan órdenes específicas. Aunque es muy pronto para decirles cómo se ejecuta a un traidor o a alguien al que se le debe hacer sufrir, sólo quiero adelantar que se les mata de una forma lenta y dolorosa. Su muerte debe servir de ejemplo a los demás miembros de la organización. Para una ejecución en vía pública se usa desde un arma nueve milímetros hasta un cuerno de chivo, mientras que para una ejecución en privado se utiliza un cable de acero, con el que se corta la cabeza, o la navaja de costilla, con la que previamente se tortura a quien también ha sido golpeado con un bate de beisbol. Hay quienes piensan que entre más ruido haya es mayor el pavor. Yo más bien creo que sin balas es mejor.

Hasta hace un tiempo pertenecí al Programa de Testigos Colaboradores de la Procuraduría General de la República, al cual me uní después de que el cártel por el que yo daba la vida me traicionó.

Todo comenzó con el asesinato de un directivo de la Procuraduría General de la República, quien a pesar de recibir dinero de nuestra organización comenzó a favorecer a otra, cosa que enfureció al jefe. El jefe estaba pesado, por eso yo le decía, para mis adentros, Elefante.

Cierta noche el jefe me mandó una alerta por radiolocalizador.Cuando nos hablábamos por teléfono o radio, lo hacíamos en clave. No voy a dar detalles de las claves porque está complicado entenderlas, pero el caso es que me dijo que esa noche yo iría con mi compadre a darle piso al licenciado. A mi compadre, que era el yerno de Elefante, yo le decía Tiburón, por una historia que en un momento más contaré. Tras recibir la alerta, miré mi reloj, me quité las botas y apagué la televisión. Tenía 20 minutos, quería descansar aunque fuera un rato. Llegada la hora me preparé: fierro, me dije, y salí hacia donde estaba mi compadre.

Terminamos el trabajo poco antes de las 10 de la noche. Tiburón sudaba y su mandíbula estaba trabada. Antes de cada ejecución, se metía un chingo de perico. Mi compadre, a quien conocí en el último decomiso que hice cuando era madrina de la judicial, fue el que me introdujo en el cártel. Él era varios años mayor que yo, y en la jerarquía de la organización era el segundo al mando, sólo después de Elefante. Más que su compadre, decía que yo era como su hijo. No sólo porque nos parecíamos un chingo o porque… fui amigo de su hijo de sangre, más bien porque había sido él quien apadrinó mi ingresó a la organización.



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(…) Aunque no es ningún descubrimiento, la verdad es que en este negocio trabaja un chingo de gente del gobierno. Por eso lo que deben reconocer los presidentes es que ellos mismos no son sino seres gobernados por la industria del narcotráfico, que no son sino gatos del mercado. Lo que deberían reconocer los presidentes de México es que nadie va a parar lo que el gobierno mismo trafica. Cuando yo jalaba para el cártel, algunos mandos públicos recibían pagos de entre ciento cincuenta y cuatrocientos mil dólares por brindarle protección a nuestra organización…



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Yo nunca llamé la atención, siempre evité los cortes de cabello tipo militar, tan comunes entre gatilleros, y usé ropa formal. Hasta cierto punto, siempre me incliné por el viejo dicho que dice: como te ven, te tratan. Ahora, sobra decir, todo es diferente: decido entre ponerme una camiseta o lavarla para que esté limpia al día siguiente; antes la ropa deportiva era mi ropa de emergencia, hoy es el único cambio que tengo; antes la gente común y corriente, cuando me llegaba a ver en antros o restaurantes, me respetaba, y yo sentía que incluso me admiraba; hoy tratan de pisotearme todo el tiempo. Me he convertido en su igual, hoy soy uno más y esto es frustrante. Está culero ser normal, ser igual que el resto de la plebe. En su momento tuve a más de 100 personas a mi mando, entre gatilleros, policías y distribuidores de droga; tuve dinero y, más importante aún, poder: con poder haces lo que quieres mientras que con dinero sólo compras algunos favores. Dejar el poder ha sido una de las cosas más difíciles. Por supuesto, otra ha sido dejar de matar. Sí, extraño matar, sobre todo en ciertas ocasiones, cuando la vida me pone enfrente de cabrones pedantes, altaneros y bravucones. Si no lo hago es no sólo porque ya no estoy arriba, sino porque al final he comprendido que qué más da: nada va a cambiar, el mundo es así y no seré yo quien lo transforme. Eso sí, si por alguna razón volviera a dedicarme a lo mismo lo haría por mi propia cuenta, sin tener que responderle a nadie por mis actos y cobrando lo que yo quisiera. Volver a trabajar para un cártel sería caer en el mismo error: convertirme en un peón sacrificable. Y esto lo digo no sólo por mi experiencia personal, sino también a nombre de los sicarios que conocí cuando fui testigo colaborador de la Procuraduría General de la República, a través de quienes descubrí que esto mismo sucede en todas las organizaciones criminales del país. Al final, todos los cárteles actúan de formas muy parecidas. Lo digo en muchos sentidos; por ejemplo, todas las organizaciones se sirven de agentes federales como Alacrán, es decir, güeyes corruptos que ayudan a los cárteles a utilizar a México como trampolín, tanto para exportar la droga a los Estados Unidos y a Europa como para distribuirla y venderla en las tienditas del interior del país. La policía incluso hace parte del trabajo más sucio de los cárteles: secuestrar, que es precisamente lo que Alacrán hizo conmigo antes de intentar venderme a Elefante y Tiburón, situación a la que aquí volvemos.



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Un sicario no duerme. Un sicario no lleva una vida “normal”. Un sicario no tiene días de descanso. Cuando estás adentro de una organización, tus horarios son los suyos: cuando todos deben estar alerta, estás alerta, cuando todos se desvelan, te desvelas, cuando todos hacen ejercicio, haces ejercicio. Hubo una época en que por las mañanas todos recibíamos entrenamiento militar para el manejo de las armas. Igual, cuando todos van de fiesta, vas de fiesta; aun así, si estás en una discoteca, debes estar pendiente de tu radio y de tus celulares, y si te vas con una puta sólo puedes estar con ella media hora.

La vida del sicario no tiene las horas de descanso aseguradas, ni mucho menos bien establecidas. Hay que descansar como se pueda y donde se pueda. Yo, por ejemplo, descubrí a más de uno jetón cuando llevábamos las maletas de dinero al banco; el gerente, que nos esperaba en la puerta y luego nos hacía pasar a las cajas especiales en las que depositábamos, contaba los billetes, que eran un chingo. Otros sicarios, los de mayor jerarquía, claro está, éramos invitados a las fiestas de Tiburón: orgías multitudinarias con putas extranjeras.

Con putas, perico y whisky. ¿Era yo de esa cura? No, a mí eso medio me pagaba. Para decirlo al chile: mi diversión era mi trabajo.

Las parrandas y el derroche que acostumbraba Tiburón eran descarados. En una de sus casas de seguridad, a cada rato hacía orgías con rucas suculentas que yo, como no bebía ni loqueaba enfrente de él, debía presenciar en silencio. Dejaba que me la mamaran una o dos putillas, pero al mismo tiempo me mantenía alerta, vigilando la peda de mi compadre. Por supuesto, a estas fiestas asistían diversos funcionarios y policías que disfrutaban a toda madre, pero que de vez en vez hacían alguna pendejada. Como es bien sabido, la peda te pone no menos bruto que un chango, pues además te suelta la lengua, situación que terminó costándole la vida a muchos changos, de los cuales, como acabo de decir, hay un montón al interior de la policía.

Uno de estos pendejos era jefe de la Policía Judicial del estado (de Baja California). El chango al que me refiero era prepotente, altanero y hablador, más todavía cuando se ponía pedo. Ante la gente del cártel quería ser pura ternura: rendía una pleitesía media mamona que me hacía pensar que un día terminaría hincándose y metiéndose en la boca el pito de Elefante. Este jefe de la judicial era tan peculiar que durante las fiestas no se quitaba las botas ni para coger. Peor, no se quitaba la camisa de manga corta –que dejaba ver la esclava de oro con su nombre grabado– ni teniendo un buen par de tetas zangoloteándose en el pecho.

(…) En una ocasión, cuando el Ejército decidió implementar un operativo conjunto con la judicial para allanar varias de nuestras casas de seguridad, los propios miembros del cártel participamos activamente en el cateo de aquella donde se hacían las fiestas. El Chango había logrado que esa casa fuera la única en ser cateada durante el operativo; ahí la cantidad de drogas y armas que se guardaba era mínima. Por situaciones como la anterior, el jefe de la judicial alegaba, de tanto en tanto, que necesitaba decomisarnos algo de droga y de dinero, pues únicamente así podría calmar a las autoridades.

(…) La última vez que pactamos una simulación en beneficio del Chango, el acuerdo fue el siguiente: la raza que traía este güey y la raza del cártel simularíamos un enfrentamiento, para el cual volvimos a elegir la casa donde Tiburón y el Chango, junto con todos nosotros, se divertían. La idea era aparentar que unos defendíamos un preciado cargamento mientras que los otros, los judiciales, intentaban arrebatárnoslo. El día indicado, cuando llegamos al lugar donde los policías ya estaban emplazados, Tiburón me dijo: “Pon atención al circo que va a armar el Chango dentro de un momento”.

Salí de la camioneta y a los pocos segundos encaré al jefe de la judicial en las puertas de la casa de seguridad, quien nada más al verme llegar con mis gatilleros ordenó algo a sus agentes, que empezaron a correr de un lado al otro y terminaron ocultándose en la parte trasera de sus vehículos. Nosotros ni siquiera habíamos cortado cartucho y ellos ya se habían replegado en una escena que parecía el clímax de una película de narcos. Por supuesto, me pareció la cosa más pendeja del mundo. Ordené a uno de mis gatilleros que baleara las camionetas de los judiciales, tras lo cual nos fuimos del lugar, la neta no riéndonos, más bien como sacados de onda. A nuestras espaldas se quedaron abiertas las puertas de la casa de seguridad, de donde los judiciales se llevaron a un par de chalanes de nuestra organización, a quienes previamente Tiburón había acordado entregar un poco de droga y algunas armas. Aquel día hasta la televisora local grabó el fin del operativo, cuando el Chango condujo a los detenidos, que eran unos gatos. Ni siquiera mangueras, como les dicen ahora, más bien los batillos más pinches del cártel, y aun así estaban encañonados como si fueran los delincuentes más peligrosos del país.

(…) Yo nunca maté por placer, yo sólo maté por dos razones: porque si no mataba me ponían una putiza y porque si no mataba le regalaba vida a un güey que merecía morir, es decir, a un pasado de verga.

(…) Ejecutar a una persona es tan agotador como ejecutar a varias, sólo que el cansancio no es físico. Yo nunca me sentí mal al momento de matar, pero siempre me sentí cansado. Algo muy adentro de ti te chupa la energía. Cuando estuve en la correccional de menores, escuché hablar a un pastor cristiano: “Hay cosas que uno hace que desatan luchas muy intensas al interior de uno –alegó–, y esas luchas cansan”. Así que, luego de haber matado a los tres judiciales y a su jefe, llegué agotado a la casa de seguridad donde vivía, y me tiré sobre la cama. Luego boté mis zapatos, aflojé mi cinturón y desabotoné mi camisa para estar más cómodo. La habitación estaba en penumbras, iluminada apenas por una luz que se metía entre las cortinas. Durante un buen rato sostuve mi fusca con ambas manos, frente a mi rostro, después volteé hacia uno de los lados y me percaté de lo negra que estaba una pared.

(…) El cártel era mi familia, la única familia que tuve en la vida, aunque antes haya tenido una de verdad, si es que a aquélla se le puede llamar de esta manera. La mayoría de mis recuerdos de niño son culeros: me duele mucho hablar acerca de mi familia sanguínea. La última vez que vi a mi jefe, y aquí hablo de mi jefe de sangre, lo amenacé con un cuchillo: yo tenía nueve años y le dije que lo mataría si seguía golpeando a mi mamá. Tres años antes, cuando yo tenía seis años, fui violado. Aunque no quiero platicar sobre esto, no sé por qué tengo la sensación de que al hacerlo me sentiré mejor. Arrastro este dolor desde hace mucho tiempo: fui violado muchas veces, no por un hombre ni por un niño mayor, fui violado por mi tía.

(…) Tenía 16 años la primera vez que maté. Lo hice por reflejo, e inmediatamente después de disparar se me secó la boca, se me quitó el hambre y las manos empezaron a temblarme. Durante una semana no pude dormir, escuchando los gritos del hombre que maté aquel día. Todas las mañanas de aquella semana el bato con el que me inicié en el robo de autos y en el secuestro me consolaba: “Ni modo, así se dieron las cosas”. Habíamos decidido robar un coche para utilizarlo en el plagio del dueño de una cadena de abarrotes. Yo quería usar mi pistola pues nunca antes lo había hecho, quería utilizarla para amenazar al automovilista pero no para dispararla. Todavía me acuerdo que aquel día fue domingo y que eran las 10 de la mañana.

(…) la mayoría de los asesinatos que comete un sicario están incluidos en el sueldo que cobra a su organización, el cual puede variar entre los 50 mil pesos y los 50 mil dólares. Sin embargo, cuando se trata del asesinato de alguien que se pasó de verga o de alguien a quien se conoce y con quien se ha trabajado durante mucho tiempo, al sicario se le ofrece una paga extra. Aunque hasta ahorita he mencionado decapitaciones, en las balaceras usábamos los tradicionales cuernos de chivo. Aunque éstos eran comprados en Estados Unidos, eran de fabricación israelí; el cártel tenía un armero que modificaba su funcionamiento para poder usarlos para ráfagas o tiros individuales. El armero también tatuaba las matrículas de las armas oficiales que nos daban los militares al servicio de nuestro cártel sobre las matrículas de nuestras armas no oficiales; era una verdadera obra de arte, y lo digo yo, que aunque prefería matar sin fusca, siempre me gustaron las armas. De niño solía escaparme a las afueras de la ciudad, donde tiraba pedradas a los pájaros y soñaba con tener una pistola para así matarlos a todos de un tirón.



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El subprocurador me dio a escoger: 30 años en el Centro Federal de Readaptación Social Número Uno, el penal de máxima seguridad en el país, o ser testigo colaborador de la PGR, es decir, ponerle el dedo a quienes me habían traicionado.

No lo pensé mucho.

Ese mismo año comenzaron mis declaraciones. Las primeras fueron contra Alacrán –cuya peor pendejada fue visitarme en el hotel donde me tenían arraigado y amenazarme para que no lo acusara– y contra el resto de los funcionarios públicos que me protegían, muchos de los cuales ni siquiera fueron tocados, de hecho, actualmente algunos siguen escalando puestos en la burocracia mexicana.

Antes de continuar, me parece importante señalar que un testigo protegido de la procuraduría no está sometido a un proceso judicial, sino que forma parte de un programa en el que no se le recluye oficialmente pero se le obliga a cumplir con ciertas normas a cambio de su supuesta protección. Ésta se basa en el artículo 34 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, que protege al individuo integrante que aporta datos fidedignos para la ubicación, persecución y consignación de otros miembros de su organización. Según esta misma ley, nada de lo que diga o aporte el individuo será utilizado en su contra. En todos los casos, el testigo recibe un nombre clave, habita una casa custodiada por la Procuraduría General de la República y, dependiendo de su importancia, cuenta o no con escoltas. En nuestro país, todos los días las fiscalías compensan su falta de habilidades en investigación de delitos con el testimonio de estos delatores. Las declaraciones de cualquier delincuente convertido en dedo al servicio de la autoridad ministerial son la única base para la mayoría de las averiguaciones previas de la procuraduría, en especial aquellas relacionadas con el crimen organizado.

Si todo salía bien, me dijeron los funcionarios que me metieron al programa, encararía a los cabrones que me mandaron matar, obteniendo así mi venganza: darle en la madre a la gente que me utilizó, aparentemente sin poner mi vida en peligro. Eso sí, tendría que darle con todo al cártel: decir quién ordenaba los envíos de droga, quiénes eran los jefes de las células con las que trabajábamos, con qué otros cárteles manteníamos relaciones y qué autoridades nos ofrecían protección. Por su parte, la procuraduría me daría inmunidad absoluta, sin importar lo que declarase, me cambiaría de identidad y me mudaría a otro país. “Son acuerdos internacionales y nadie nunca te los va a quitar”, se me dijo entonces. Por supuesto, llegado el momento, la procuraduría no cumplió con nada de esto. Para colmo, el hombre que me ofreció ingresar al programa ya no vive. Al parecer, murió en un accidente: el avión en el que viajaba, junto con el entonces titular de la Secretaría de Gobernación, se estrelló en la Ciudad de México.



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Hoy el pelo se me ha caído y todas las noches padezco migrañas, pues el centro de mi cabeza está echado a perder: despierto de madrugada, de súbito y gritando. Además, vivo pobre y de pueblo en pueblo. Yo, que llegué a tener hasta cuatro carros deportivos, ahora apenas tengo para medio kilo de tortilla.

Toda la vida he sido traicionado. Mi padre, mi madre, mi compadre, mi jefe, las autoridades, los agentes, mis rucas y el Estado mexicano me traicionaron. El gobierno me ha impedido rehacer mi vida al no haber cumplido con su parte del acuerdo: no sólo no me otorgó una nueva identidad y no me sacó del país sino que tampoco me dio las herramientas necesarias para sobrevivir. En cualquier momento un gatillero me pondrá una bala en la cabeza y sumergirá mi cuerpo en ácido muriático. Por eso les daré un consejo a los sicarios que estén leyendo estas páginas: no ingresen al Programa de Testigos Colaboradores. No les cumplirán ni madres aunque hayan dicho todo lo que saben, aunque hayan puesto el dedo sobre sus jefes y colaboradores, aunque, como yo, hayan tenido que enfrentar en una cárcel de máxima seguridad, durante sus juicios, a quienes los deseaban muertos.

Posible: a juicio por los inocentes muertos

Julio Scherer García



De la contraportada del nuevo libro de Julio Scherer García:

Estas historias de muerte y corrupción tienen como protagonistas, además de los narcos, a los gobernantes, los policías, los políticos, los jueces, los soldados, los niños sicarios y los civiles caídos en la guerra –que no lucha– contra la delincuencia organizada. Estos últimos forman parte de las descarnadas estadísticas, enlistados como “daños colaterales” y, según registra fehacientemente el autor, de ellos se responsabiliza el comandante supremo de nuestras Fuerzas Armadas. Así, como primera conclusión, la respuesta a la pregunta que aquí se plantea resulta clave: ¿podría juzgarse al presidente por los inocentes muertos?

“Detrás de cada víctima –apunta Scherer– hay un nombre, un apellido, una historia, pero llegará el día del rendimiento de cuentas por parte de quienes se vieron envueltos en esta tragedia que no cesa.”

Aquí reproducimos fragmentos de Historias de muerte y corrupción,
el título de Grijalbo que ya está en librerías.

Fox, en su desventurada frivolidad, ofreció que llevaría a la cárcel a peces grandes que habían engordado a costa de todos. Nombró contralor a un norteño fuerte, alto, el ceño severo, estampa de la autoridad implacable. El último dato de su biografía –la de Francisco Barrio– lo describe: embajador en Canadá, sin compromiso, sin riesgo el buen sueldo, la posibilidad de ahorrar para lo que fuera. Su paseo por la cancillería negaría un episodio memorable a su favor.

Calderón, en su turno, desalentó desde el principio las expectativas que muchos tuvieron acerca de que él, él sí, emprendería un camino distinto al de Fox y combatiría a fondo la corrupción y su punto de apoyo, la impunidad, el cáncer más doloroso en el organismo de la nación. En un lenguaje sin explicaciones advirtió que su régimen no actuaría contra el ex presidente ni contra su esposa, ni contra los hijos de la señora Sahagún, insistentemente señalados como corruptos; tampoco actuaría contra el saqueo a Pemex. No se ocuparía de los dispendios en el aeropuerto internacional, ni de la megabiblioteca, ni de los derroches nacidos de la irracionalidad, en suma, de ninguno de los escándalos mayores o menores en los que el sexenio foxista se había visto comprometido.

Uno al lado del otro en la historia azul, Fox y Calderón han mantenido posiciones opuestas frente al crimen organizado. Uno dejó en paz a los capos y el otro ha fundado con ellos una galería de notables que, sin duda alguna, seguirá creciendo. Uno, Fox, cubrió al país con el delgado manto de una paz que no se ve por lado alguno, y el otro, Calderón, lleva al país a una guerra desdichada.

Sólo por fuera, pintados del mismo color, los mandatarios guardan un parecido. Pero de su relación política, inmensa su responsabilidad, poco a poco se va sabiendo más y más acerca de sus desacuerdos. Se habla ya, unidos los tiempos de ambos en Los Pinos, de la “decena perdida” y de un país que no encuentra su rumbo.

Sin medir la magnitud del problema que enfrentaba, Calderón se metió entero en el agua helada de un océano sin orillas. Ignoró o no fue consciente de que el narco se había infiltrado en las capas altas, medias y bajas de la sociedad a lo largo de cincuenta años de priísmo complaciente y durante el periodo del foxismo cómplice. Si Calderón había tramado una alianza emergente con las Fuerzas Armadas, los narcos habían tejido sus redes, lenta, pacientemente, que el tiempo estaba de su parte. Los narcos habían adquirido cartas de ciudadanía, visibles en la geografía de la República pueblos enteros cuya respiración la debían a la droga.

Además, cerrado a una creciente inconformidad, Calderón decidió que la guerra al narco sería su guerra y él sabría de qué manera conducirla, apoyado en las Fuerzas Armadas. En su desmedido protagonismo, vistió a sus hijos, Luis Felipe y Juan Pablo, de cuatro y ocho años de edad, con el uniforme de campaña, el verde olivo del Ejército que formó el general Joaquín Amaro allá por la década de 1920. En una foto se ve a los niños en la misma línea horizontal que su papá, flanqueado el presidente de la República por los secretarios de la Defensa y la Marina, presente también el jefe de la Fuerza Aérea.



“Son los menos”



Al dejar abiertos los cuarteles para que las Fuerzas Armadas se lanzaran contra el crimen organizado, Felipe Calderón declaró que asumiría en su integridad las consecuencias de la batalla que iniciaba. Resuelto, general de cinco estrellas, habló a la nación sobre su compromiso total en la magna batida.

Inequívoco el lenguaje, afirmó que asumiría como propios los daños colaterales de la batalla que libraba en el territorio de la nación. Los daños colaterales no podrían ser otros que las muertes de inocentes, las desapariciones, los secuestros, las mutilaciones y las mil calamidades sin remedio que trae consigo el vendaval de la violencia.

Avanzado su gobierno, en abril de 2010, afirmó que “más de noventa por ciento de las ejecuciones asociadas a la guerra contra la delincuencia obedecía al choque entre grupos del crimen”. A continuación, y al referirse a los inocentes caídos en la estrategia militar para abatir el narco, acudió a palabras difíciles de aceptar:

“Son los menos”, expresó en una frase desdeñosa. “Los menos” pueden ser miles, cientos, y aunque fueran unos cuantos, o sólo uno, “alguien” tendría que decirle a la nación qué fue de ellos. Los muertos sin culpa alguna, los inocentes, no dejaron la vida por un incendio propagado por el viento, un terremoto, el desgajamiento de un cerro o una tormenta tropical. Cayeron como resultado de una estrategia militar diseñada por el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Tocará a él, por tanto, rendir cuentas “hasta sus últimas consecuencias” de lo acaecido en los frentes abiertos en la lucha contra el narco. Porque los muertos están ahí y ahí siguen angustiosa y paradójicamente vivos.

No existe el daño abstracto en el Estado de derecho. Simplemente, no hay daño sin su correspondiente autor, así como no hay causa sin efecto ni homicidio sin homicida. En el tiempo bélico de Calderón, de “los menos” se sabe apenas que un día desdichado y sin saber por qué, la maldad los apartó del mundo.



“Al primer paso sobre el mar, me hundí”



Coordinador de los diputados panistas en la LVIII Legislatura, Felipe Calderón iba y venía por los pasillos de la Cámara, subía y bajaba de la tribuna, rebatía con encono a sus adversarios y se hacía seguir con manifiesto interés por sus correligionarios. Se le notaba desenvuelto, seguro, estampa de un joven líder.

Por esa época nos reunimos en la parte alta del restaurante La Casserole, sobre la avenida Insurgentes. No recuerdo el motivo de la cita, pero sí que yo mantenía una relación cordial con buen número de militantes de Acción Nacional. Había conocido a su fundador, que me atraía sobremanera por sus maneras exquisitas y sus ojos incendiarios.

El restaurante se encontraba semivacío y bajo una penumbra que propiciaba la conversación que atañe a los asuntos personales, Calderón y yo nos confiábamos uno al otro.

Me dijo que la parábola de Jesús bajo la tormenta, aterrorizados los apóstoles en una barca que zozobraba, la llevaba en el alma como una oración. Pensaba en los apóstoles, hombres comunes y corrientes, tanto o más que en el hijo de Dios, y a los doce los relacionaba con amigos muy queridos, complicados en problemas serios.

Palabras más, palabras menos, culminó su relato entre un fino humor y el esbozo de un drama que hiere. Recuerdo el final de su relato, visión de una imagen del pasado que en mí perdura:

“Yo también –me dijo–, resuelto a salvar a los míos, a ‘mis apóstoles’, me dispuse a dejar el lanchón y caminar sobre el agua. Sin embargo, al primer paso sobre el mar, me hundí y desperté”.

A mi vez, esbocé a Calderón mi propia crisis de fe. Educado en el Colegio Alemán Alexander von Humboldt, en el Instituto Bachilleratos, dirigido por jesuitas, y en facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), inconstante y al fin autodidacta tardío, mantenía revuelto el mundo de adentro. Ciertamente no se llevaban la dureza germana con la seducción jesuítica y la liberalidad de estudios elementales de filosofía y letras, en la UNAM. No podía creer ni dejar de creer en Dios. No me atraía el cielo ni temía al infierno, me gustaba vivir y la vida llegaba a sentirla como un inmenso vacío.



Años después, reunidos por Josefina Vázquez Mota, desayunamos en el Centro Libanés. Calderón estaba en plena campaña por la Presidencia de la República.

Hablé sin parar y conté mis agravios con Acción Nacional. El partido había olvidado a los hombres que lo formaron y a los mejores de sus seguidores. Para Manuel Gómez Morín no había una frase reciente que valiera la pena, como tampoco la había para Efraín González Luna y Miguel Estrada Iturbide, sus contemporáneos en la naciente organización política. Tampoco había una línea para los primeros diputados federales, cinco estoicos en su resistencia frente al ejército priísta que no logró aplastarlos, y al primer senador azul, histórico en su curul solitaria, habría que rastrearlo con lupa. Los diputados de partido, una innovación en el escenario camaral, pasaban inadvertidos en los órganos doctrinarios y de circulación azul, y al propio Adolfo Christlieb, en buena medida autor de la iniciativa y muchos méritos más, se le mantenía en algún escondrijo. Rafael Preciado Hernández, ideólogo, filósofo y maestro de generaciones, pasaba como figura secundaria en los hechos cotidianos del tiempo incesante. De Carlos Castillo Peraza, menospreciado por tantos, hablé largamente y con dolor.

Llegó la hora de la despedida. El monólogo me había dejado sentimientos de frustración. Quizá lo advirtió Calderón y me anunció una carta inminente.

La recibí el 17 de enero de 2006. Me llamó la atención el color del pliego, negro y anaranjado, apenas diferente del negro y amarillo del PRD. En el margen superior izquierdo de la carta se leía “Felipe Calderón”, y al lado, su figura en color naranja. En la parte superior derecha destacaba el lema de campaña: “Mano firme, pasión por México”.

El documento acusaba una falta de ortografía, mi apellido paterno sin la “c”; y mi apellido materno, que siempre me acompaña, había sido suprimido.

Sr. Julio Sherer.

Presente.



Muy querido don Julio:



Gratamente impresionado por sus convicciones y por el valor de su franqueza, le escribo estas líneas para decirle cuánto valoro su presencia en la vida pública de México a través de su trabajo diario.

Discrepo desde luego en diversos temas y percepciones, sin embargo la hondura de sus reflexiones enriquece mi visión de México y seguramente contribuirá en beneficio de la meta que me he propuesto: una vida mejor y más digna para todos.

Lo saludo con admiración y con gratitud por compartir tan generosamente su pasión sobre el destino de México.



Atentamente,

Felipe Calderón Hinojosa



Leí la carta. Lamenté su oquedad.

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Luis Garfias Magaña



El trámite se ventila con helada naturalidad: abatido un inocente por militares, la Secretaría de la Defensa Nacional cubre la indemnización a los deudos y se hace cargo de los gastos inherentes a la tragedia, esto es, la atención a las víctimas colaterales, los recursos para el funeral y la restitución de los bienes dañados en la trifulca.

El alcance de la indemnización lo determina la Defensa en una decisión sin réplica posible. Pero no sólo eso: del drama se apodera de manera íntegra, sin intervención alguna del Ministerio Público, inexistente la ley civil frente al fuero militar. Por lo que hace a los militares homicidas, sometidos al cuartel, resulta claro que carecen de voz al exterior.

Conversaba sobre el tema con el general de división Luis Garfias Magaña. Nos obligaban a la franqueza las imponderables razones de la vida. Estuvimos juntos en el Instituto Bachilleratos, dirigido por jesuitas, y habíamos compartido las vivencias de una juventud temprana. No me sorprendió su crítica al presidente de la República, tampoco oírle decir que podría juzgársele por su desempeño en la campaña contra el narcotráfico. Sus palabras respondían al peso de los inocentes caídos sin cargo ni cuentas con persona alguna.

Atenido al tiempo, el general, en el tono lento de una reflexión muy trabajada, dijo:

–Alguien tendrá que hablar por ellos.

–Ellos, dices. ¿Hablas de los inocentes muertos?

–Sí, de ellos hablo.



En su casa, apenas en noviembre, recordábamos Luis y yo el día aquel en que el prefecto del instituto, el padre Meza, lo había llamado a su oficina casi en secreto. Era importante el asunto que debía tratar con su discípulo. En la voz susurrante de la confidencia, el sacerdote le dijo que advertía en él los signos claros del llamado de Dios y lo invitaba a que ingresara en la Compañía de Jesús. Había que cumplir, eso sí, con el triple y sagrado compromiso que imponía la orden fundada por Ignacio de Loyola: voto de pobreza, voto de obediencia y voto de castidad.

Posesionado de su historia, platicaba Garfias:

“Me vio fijo, Julio, ya sabes cómo era Meza. No me quitaba los ojos, igual que si me hurgara. Yo tuve un momento de turbación sin saber qué hacer ni qué decir. Sin embargo, me sobrepuse y pude responderle: ‘No tengo inconveniente, padre, en cumplir con el voto de obediencia, tampoco con el voto de pobreza, pero el voto de castidad es otra cosa’”.

Conversábamos en la estancia de su casa, en la sección militar de la Segunda Colonia del Periodista, rodeado el divisionario de diplomas, condecoraciones y señaladamente dos fotografías de su padre, oficial de veras, al lado de Francisco I. Madero. Sensible, me condujo por sus memorias del Colegio Militar, libros y más libros, códigos y más códigos. Señaló a Napoleón y a los grandes generales de la historia, también a Miramón. “No se le ha hecho justicia”, comentó. En los pasos lentos del recorrido, sentí en Garfias la añoranza de una vida que se aproxima a los ochenta años.

De vuelta a la comodidad de dos sillones, volví al tema que me había llevado con el amigo de una época difícil de olvidar. Se trataba de las víctimas inocentes de la guerra que perturba al país.

“No es guerra, es campaña –me corrigió–, dolorosa, amarga”.

Pasé por alto su momentánea contrariedad e inquirí directamente por el trato que debería dársele a los deudos de crímenes infames y, en particular, las indemnizaciones otorgadas al arbitrio de la Defensa.

Grave su rostro, dijo sin ambages:

“El tema es delicado y no hay una línea en el lenguaje militar que se ocupe de asunto tan sensible. Los muertos de que hablamos, casi siempre debidos a accidentes, ocurren sobre todo entre personas humildes. A ellas habría que ofrecerles un alivio y la garantía de un derecho que no podría ser discutido”.

¿Cómo valorar una vida? No hay manera, nos decíamos, la vida es el cielo y la tierra unidos en un instante que será para siempre. Pero el problema podría aliviarse con una pensión vitalicia y digna, ajena a cualquier traba burocrática. “Expedito”, debería anotarse en el legajo que correspondiera a una muerte inicua.

Sin soltar el tema, el general Garfias siguió con el recuento de los más de treinta mil muertos que ya ha dejado la campaña en nuestro país y los relacionó con otros escenarios. La comparación resulta sencillamente brutal.

Dijo Garfias:

“En España, todas las muertes provocadas por grupos terroristas en los últimos cincuenta años, sumadas, son menos de las que ha habido en México durante los cuatro años pasados. Increíble. Si contamos todos los muertos de la ETA en España, el ERI en Irlanda, el Baader-Meinhof en Alemania, las Brigadas Rojas que mataron a Aldo Moro, Sendero Luminoso, los tupamaros, los montoneros, suman menos que los treinta mil en México”.

Visto el panorama que describía, le pregunté si se asumía como partidario de la suspensión de las garantías individuales en el territorio nacional.

“Absolutamente”, respondió, el adverbio emitido con la fuerza de una exclamación.

Sigue el general:

“No tendría sentido pensar en una suspensión de garantías que afectara a la República entera. La suspensión de garantías podría decretarse en un municipio o localidad pequeña que perdió hasta el hábito de vivir. Si el crimen se impone en la vida cotidiana o imprime hasta modos de ser y de conducta, algo hay que hacer para enfrentar semejante terror. Correspondería al presidente de la República asumir decisiones drásticas”.

–O sea, la suspensión de garantías.

–Cubiertos la letra y el espíritu de la Constitución, movilizados los poderes en un solo propósito, aprobada la iniciativa por el Congreso o, en su defecto, la Comisión Permanente, el Ejecutivo cumpliría con su deber en la época difícil que vivimos.

–En tu lógica, ¿por qué no se aplica la medida?

–Debilidad o miedo.

–Sería lo mismo. Pero ¿miedo o debilidad a qué?

–A la exhibición de una imagen negativa del país en el mundo.

–La mala imagen ya existe.

–Eso creo y no entiendo por qué estando la Constitución ahí, explícito el veintinueve constitucional*, éste no se aplica.

–Al iniciar la campaña contra el narcotráfico, el presidente declaró que sería responsable de los daños colaterales que su decisión pudiera desencadenar.

¿Qué opinión te merece el compromiso presidencial? –le pregunté.

–De haber aplicado el artículo veintinueve constitucional, que contempla la suspensión de garantías individuales, habría aliviado su responsabilidad.

–Volvamos, Luis, a los inocentes muertos. A causa de ellos, ¿podría juzgarse al presidente de la República?

–Debería juzgársele –reflexivo en el futuro el general agrega–: el asunto es muy grave, muy serio.

–Y al secretario de la Defensa, ¿debería juzgársele?

–Él recibe órdenes. Sin embargo, en el código te dicen que el militar no debe cumplir órdenes que configuren un delito.

–Luego, el secretario es cómplice.

–De alguna manera, sí.

–O sea, también debería juzgársele, como al presidente.

–Ya te dije. Sí.





* En el artículo veintinueve de la carta magna se lee: “En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las secretarías de Estado y la Procuraduría General de la República y con la aprobación del Congreso de la Unión y, en los recesos de éste, de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar determinado las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por medio de prevenciones generales y sin que la suspensión se contraiga a determinado individuo. Si la suspensión tuviese lugar hallándose el Congreso reunido, éste concederá las autorizaciones que estime necesarias para que el Ejecutivo haga frente a la situación; pero si se verificase en tiempo de receso, se convocará sin demora al Congreso para que las acuerde”.

Escándalos de Luis Mendoza Acevedo