Ciudad Perdida
El juego de Ebrard
Las intenciones chucho-camachistas
Miguel Ángel Velázquez
El intento del chuchismo-camachismo por destruir totalmente al PRD continúa. Se hará todo lo que se tenga que hacer para evitar que el movimiento de López Obrador se convierta en un verdadero oponente al PRI en el estado de México.
Por lo pronto, ese partido, carente de militancia genuina, se ha llenado de resentidos, de buscadores de chambas o de muchos que confían en que Nueva Izquierda les devolverá el linaje político que perdieron por torpeza o ineptitud, es decir, desesperados que tienen en venta el alma y por fin hallaron un comprador.
La alianza espuria para la gubenatura del estado de México es una oportunidad, y están listos. La consulta que tratan de imponer ya tiene respuesta. Por lo pronto, Alejandro Encinas dice que aceptará la decisión que exprese esa especie de encuesta, pero también ha dicho que no irá como candidato panista. Y es que aceptarla no significa acatarla.
Hasta donde se sabe, en caso de que la consulta arroje una decisión favorable a la alianza, Encinas declinaría la candidatura por el PRD y correría como candidato del PT y Convergencia, cuestión que, como ya se sabe, no alteraría con mucho los resultados dado que el PAN y el PRD juntos no lograrían una votación que pusiera en riesgo el triunfo priísta.
Lo que preocupa a la alianza de facto PAN-PRD-PRI es la fuerza que pueda tener el movimiento de López Obrador. Si bien es cierto que en el estado de México la clientela de los vivienderos que encabeza el senador Héctor Bautista cuenta con necesitados dentro de la tribu que lidera el legislador que fue a rendir pleitesía a Felipe Calderón, para algunos importante, también es verdad que dentro de ese grupo una cantidad significativa burlaría los métodos de control que ha impuesto el jefe de la tribu para votar en favor de Encinas, aunque no fuera el candidato del PRD.
De cualquier forma, lo que suceda en el PRD tiene sin cuidado al movimiento de López Obrador, que con o sin la franquicia amarilla resulta imparable. En el estado de México el proyecto del ex jefe de Gobierno capitalino tiene una aceptación que va más allá de lo que se esperaba en el PRI, y hasta donde se nos cuenta, el gobierno de Peña Nieto manda, al final de cada una de las visitas de AMLO, a un grupo de empleados a ofrecer todo tipo de ayudas para menoscabar la fuerza que levanta el tabasqueño.
Lo que ahora está en duda es la participación de Marcelo Ebrard en todo este sainete. El día que el jefe de Gobierno del DF destapó a Encinas parecía quedar en claro que él había tomado las riendas del PRD. La cara de derrota de Jesús Ortega aquella tarde demostraba que el jefe del PRD estaba fuera de las decisiones de mayor importancia en el organismo.
Si así fue, lo que hace Ortega ahora no es más que obedecer las ordenes de Ebrard, y todo hace suponer que esa es la realidad, por lo que, dadas las circunstancias, a estas alturas del partido no sabe con exactitud cuál es el juego que tiene Marcelo. Si así no fuera, el derrotado sería el propio Ebrard porque su fuerza aún no alcanzaría para contener al chuchismo, y eso lo exhibiría como un político muy débil. ¡Cuidado!
De pasadita
Ahora resulta que quien fue el ombudsman azul en el DF, Emilio Álvarez Icaza, se ha convertido en simple mil usos. Como no se le hizo, por razones obvias, convertirse en presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ahora pretende subirse al camión del Instituto Federal Electoral. Total, donde existan reflectores y un magnifico salario, allí estará el nuevo mil usos. Eso sí es consistencia.
ciudadperdida_2000@yahoo.com.mx
ciudadangel@hotmail.com
martes, 18 de enero de 2011
Antonio "Helguera", Rafael Barajas "El Fisgón", Gonzalo "Rocha" y Eduardo del Río "Rius" ¿Orozco Siempre Monero?
Abordarán trabajo de Orozco moneros
La faceta del pintor José Clemente Orozco en la caricatura política publicada en diarios y revistas de los años pre y posteriores a la Revolución Mexicana, será abordada este jueves por Antonio "Helguera", Rafael Barajas "El Fisgón", Gonzalo "Rocha" y Eduardo del Río "Rius", figuras del periodismo gráfico.
Esta amena charla que tendrá el nombre de "¿Orozco, siempre monero?", se llevará a cabo en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, de esta capital.
Orozco ha sido uno de los caricaturistas más sobresalientes de México, su carrera temprana en este país estuvo fuertemente marcada por la Revolución. Plasmó en sus dibujos todo un sentido crítico, irónico y violento, rompiendo los moldes establecidos por la sociedad.
Con una sola mano produjo entre 1906 y 1926 más de un centenar de caricaturas en por lo menos una docena de publicaciones diferentes, abordando con picardía tanto la relación entre los sexos, las estrellas de espectáculos de diversos tipos, las deficiencias en los servicios públicos, como las manipulaciones de la burocracia.
El intenso desempeño en caricaturas inspiradas en lo social y lo político, alimentó y configuró su lenguaje plástico en el muro, el caballete, la gráfica y el dibujo, más que la producción pictórica temprana, ligada a las extemporáneas especulaciones del neoimpresionismo.
Sus caricaturas fueron publicadas en "El Mundo Ilustrado", "Lo de Menos", "Panchito", "El Ahuizote", "El Ojo Parado", "México", "El Malora" (del que fue director), "La Vanguardia", "Acción Mundial", "El Heraldo", "El Machete", "L'ABC" y "El Universal".
Cuando las facciones revolucionarias se dividieron y enfrentaron, Orozco se decidió por seguir a Venustiano Carranza. A Orozco le correspondió desempeñarse como caricaturista de "La Vanguardia. Diario de la Revolución", donde mezcló ilustraciones combativas con escenas de muchachas entregadas a juegos eróticos.
"¿Orozco, siempre monero?" es una actividad complementaria a la exposición "José Clemente Orozco. Pintura y verdad", que se exhibe en este recinto hasta el 27 de febrero de 2011, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Esta amena charla que tendrá el nombre de "¿Orozco, siempre monero?", se llevará a cabo en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, de esta capital.
Orozco ha sido uno de los caricaturistas más sobresalientes de México, su carrera temprana en este país estuvo fuertemente marcada por la Revolución. Plasmó en sus dibujos todo un sentido crítico, irónico y violento, rompiendo los moldes establecidos por la sociedad.
Con una sola mano produjo entre 1906 y 1926 más de un centenar de caricaturas en por lo menos una docena de publicaciones diferentes, abordando con picardía tanto la relación entre los sexos, las estrellas de espectáculos de diversos tipos, las deficiencias en los servicios públicos, como las manipulaciones de la burocracia.
El intenso desempeño en caricaturas inspiradas en lo social y lo político, alimentó y configuró su lenguaje plástico en el muro, el caballete, la gráfica y el dibujo, más que la producción pictórica temprana, ligada a las extemporáneas especulaciones del neoimpresionismo.
Sus caricaturas fueron publicadas en "El Mundo Ilustrado", "Lo de Menos", "Panchito", "El Ahuizote", "El Ojo Parado", "México", "El Malora" (del que fue director), "La Vanguardia", "Acción Mundial", "El Heraldo", "El Machete", "L'ABC" y "El Universal".
Cuando las facciones revolucionarias se dividieron y enfrentaron, Orozco se decidió por seguir a Venustiano Carranza. A Orozco le correspondió desempeñarse como caricaturista de "La Vanguardia. Diario de la Revolución", donde mezcló ilustraciones combativas con escenas de muchachas entregadas a juegos eróticos.
"¿Orozco, siempre monero?" es una actividad complementaria a la exposición "José Clemente Orozco. Pintura y verdad", que se exhibe en este recinto hasta el 27 de febrero de 2011, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Izquierda: división inducida Julio Hernández López
Astillero
Política entrampada
PRI: oficio corleonesco
PAN: continuismo sangriento
No arranca la verdadera construcción política porque nada en firme se podrá tejer mientras el factor determinante y distorsionador de la actividad pública siga siendo la violencia derivada de la “guerra”, ahora hipócritamente reclasificada como “lucha”, contra el narcotráfico. Los partidos, sus líderes y principales personajes aparecen en el foro político teñidos de colores diluidos a causa de la tonalidad extrema del rojo sangriento que domina la totalidad. De seguir las cosas como van, lo político y lo civil seguirán sumiéndose en las aguas engañosas de una supuesta legalidad vigente y de una auténtica suplantación militar, marina y policial de las funciones públicas.
Frente al fracaso de la segunda administración federal panista se levantan dos opciones que difieren respecto de la manera en que debe ser enfrentado el asunto del narcotráfico pero que convergen en cuanto al sostenimiento del actual sistema de privilegios, injusticias y exclusiones. El PRI ofrece el discreto encanto del retorno a los entendimientos mafiosos, mientras el PAN se fatiga tratando de convencer que tiene sentido y viabilidad el baño nacional de sangre. El oficio corleonesco sugiere la restitución de la vieja pax priísta, con arreglos bajo el agua, plazas y cuotas bien definidas; la criminal falta de oficio del calderonismo sugiere la continuidad falsamente épica de una “lucha” que en el fondo ha sido solamente la búsqueda de reacomodos comerciales favorables para empresas consentidas. Pero PAN y PRI postulan en esencia lo mismo, así sea operado ese conservadurismo gansteril mediante bandas, capos, nombres y apodos diferentes. Que todo cambie para que nada cambie, es la propuesta del partido tricolor. Que nada cambie para que nada cambie, es la descarnada confesión del panismo calderonista.
La elaboración de plataformas alternas a ese narcobipartidismo está resultando muy difícil porque, en el fondo, lo que han ido haciendo los belicosos estrategas pripánicos es desarmar el escenario tradicional de lo electoral (aquel en que aún con trampas y abusos era medianamente posible aspirar a pegar campanazos aislados que dieran poder mediante las urnas a corrientes o programas de cierto contenido social transformador), desilusionar y ahuyentar a los ciudadanos respecto de las posibilidades de lo comicial, y sumergir a diversas vertientes de esa oposición en las aguas teñidas de rojo de la violencia política desatada que, según eso, a cualquiera puede alcanzar, sobre todo si ese “cualquiera” enarbola o propone proyectos políticos de resistencia o de abierto combate político a la barbarie institucionalizada.
En ese contexto de aparente confrontación de priístas y panistas, que finalmente coinciden en lo básico, a la “izquierda” le está resultando particularmente difícil presentar una propuesta unitaria. Es ovbio que al bipartidismo inconfeso le favorece todo cuanto sea pulverización de los partidos cargados a la izquierda, y el calderonismo y el salinismo se han aplicado a la promoción de disensos, malos entendidos y choques entre agrupaciones y personajes de esa franja ideológica y política. Recuérdese, por ejemplo, el encumbramiento mediático de quien en esos momentos era grotescamente inflada hasta rozar presuntos niveles de estadista, la diputada federal perredista Ruth Zavaleta que mucho sirvió para golpear al movimiento de resistencia encabezado por Andrés Manuel López Obrador, a título de esa izquierda “moderna, civilizada y dialogante” que tanto gusta promover a la derecha y al oficialismo (hoy, por cierto, aquella figura rutilante del escenario nacional colabora con el PRI en Guerrero, en busca de consolidar el cacicazgo de René Juárez y Rubén Figueroa mediante el manejable Manuel Añorve).
Las arenas movedizas del calderonismo-salinismo pretenden constreñir lo electoral venidero solamente a las vertientes aprobadas. Es decir, PRI, PAN, y aliancismo concertado con Ebrard a la cabeza, pueden pelear por las posiciones electorales, en un esquema que pretende “normalizar” las contiendas a criterio de las cúpulas gobernantes. Así, el movimiento encabezado por AMLO, con PT y Convergencia, necesita ser excluido de ese cuadro de regularización forzada para que no afecte los entendimientos de reparto que se han tejido. Por ello es que, aún cuando hay barullo, declaraciones, actos públicos, mítines y aparente confrontación entre esos segmentos (PRI, PAN y perredismo chucho-marcelista), aún no prende ni prospera la auténtica construcción de opciones políticas sanas, claras, viables. Los controladores del aparato institucional pretenden asentar una secuencia política simple: si los de tres colores dieron paso al atribulado Calderón el 1º de diciembre de 2006 para que rindiera una toma de protesta precaria y forzada; a los de blanco y azul correspondería patalear cuanto sea necesario antes de devolver la cortesía y entregar el mando bajo la condición de taparse los unos a los otros.
Astillas
La consulta envenenada: las cúpulas del panismo y el perredismo apoyan la realización en el estado de México de un proceso de preguntas a la ciudadanía para saber qué piensan respecto de ir en alianza para enfrentar al PRI o emprender postulaciones por separado. El problema está en la alta capacidad de manipulación que poseen los poderes concurrentes en ese proceso: el peñanietismo, para impulsar la separación que dé mejores expectativas de triunfo al tricolor, y el calderonismo para tratar de forzar la alianza tan torpedeada. Una definición trascendente corresponderá a Alejandro Encinas, quien ha zigzagueado respecto a su sometimiento a los resultados de esa consulta, pues ha dicho que está claramente en contra de esas alianzas, con lo que ha complacido al segmento lopezobradorista, y en otras ocasiones ha declarado que respetará los resultados, sin precisar si además de respetarlos habrá de asumirlos, es decir, si será candidato de la alianza PAN-PRD, contra la que está personalmente, por “mandato” de esas urnas tan susceptibles de ser manejadas desde las alturas... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Examen a fondo Sergio Conde Varela Abogado
Los juarenses, chihuahuenses y mexicanos, debemos seriamente examinar a fondo los sucesos por los cuales atravesamos. No pueden transcurrir los días, los meses y los años con tantas dudas, incertidumbres o vacilaciones, producto de ver pasar las cosas y no usar los dones naturales que tenemos para desenmarañar la enredada bola de acontecimientos a los cuales hemos sido sometidos sin nuestra voluntad, atacando fuerte a lo más preciado que tenemos los humanos: la libertad.
Debemos reflexionar el porqué los órganos gubernamentales le han fallado seriamente a su pueblo ¿Qué les ha pasado? ¿Porqué tanta impotencia para poner orden dentro de la ley?
Es de todos conocido que poco a poco han sido atacadas fieramente las instituciones mexicanas. El miedo se ha apoderado de los círculos de dirección para realizar a fondo las tareas que a todos los gobiernos del mundo les compete llevar a cabo y no es ajeno a la opinión pública, que los cuerpos policiacos han sufrido bajas importantes; que las escuelas han sido amenazadas; los negocios empiezan a expresar que ya no saben a quién pagar, si al gobierno o a los grupos que les piden cuotas; es notorio también que curiosamente las autoridades fiscales ignoran que están despedazando a las fuentes de trabajo y que miles de fronterizos han abandonado la localidad emigrando al extranjero por la inequidad que se vive.
Tenemos que revisar a fondo la apatía por no detener la muerte de periodistas, maestros universitarios, estudiantes, hombres y mujeres del común, que sin deberla ni temerla han caído en una batalla de locura extrema, sin saber por qué no se ha procedido como lo marcan las normas primero para detenerla a como dé lugar, utilizando los instrumentos lícitos del estado, los cuales son muchos, para que no sólo nuestra comunidad sino el país entero retome la ruta, de países como Suiza, Inglaterra, Francia, y demás países del llamado grupo de los 8, a los cuales no los ataca la llamada hampa internacional.
Curiosamente nunca se abren los debates para escudriñar el fondo de estos gravísimos problemas sociales. Pareciera que entre la ignorancia y el dejo, se permite que las instituciones poco a poco se estén resquebrajando y que lo que debe imperar es el caos, el desconocimiento de la ley y la falta de oficio público, para entender las necesidades colectivas que sufren de marcada gravedad. La gente busca con interés quién le puede ayudar para tener una vida pacífica y la tal ayuda brilla por su ausencia a pesar de las grandes cantidades que se perciben por impuestos, prestamos internacionales o por mexicanos que poseen en un numero muy pequeño, el 90 por ciento de la riqueza nacional y que no levantan un dedo para ayudar a la grave crisis por la que se atraviesa, provocada por misteriosas fuerzas que nadie sabe de dónde provienen.
Debemos formular un diagnóstico a la brevedad. No puede pasar más tiempo sin que las soluciones aparezcan, producto de un repaso serio y concienzudo de los hechos por todos conocidos. Requerimos que de los pensamientos se pase con rapidez a los hechos. Nuestra ciudad, estado o nación no puede caer sin que nosotros sus habitantes apuntemos lo mejor de nosotros mismos para que no se venga el derrumbe. Hombres y mujeres de buena fe, así lo creen, muchos jóvenes partidarios de la vida y no la muerte, así lo sostienen. Profesionistas, intelectuales y gente del común, así lo estiman, porque se sabe que atrás de la inacción, se caerá en manos de los irresponsables que no han querido a su patria y que sin pensar la han sumido en un intenso dolor.
Los valores nacionales han sufrido un fuerte atropello, se ha querido decir al mundo por quienes no los sotienen, que los niños han tomado las metralletas y han disparado sin ton ni son, en lugar de tener hogares llenos de atención y amor por los padres y que esos hechos aunados a los que realiza la antisociedad, son motivo suficiente para que no se pise nuestro suelo. Alemania lo dijo, los Estados Unidos se lo recomiendan a sus connaciocionales y muchas naciones hacen lo mismo. Es tiempo, pues de análisis. De verdad.
Las víctimas “colaterales” de la guerra de Calderón
Roberto Zamarripa
Fuego cruzado, Las víctimas atrapadas en la guerra del narco, es el primer libro de la reportera Marcela Turati. Editado por Grijalbo, ya empezó a circular. Roberto Zamarripa, subdirector editorial del diario Reforma, escribió el prólogo que a continuación se reproduce.
Retratista del escándalo, cronista de lo insólito, José Guadalupe Posada (San Marcos, Aguascalientes, 1852-1913) registró como pocos el México violento y el México emergente; dibujó a la nación agonizante y la que no terminaba de nacer.
La Gaceta Callejera, la hoja volante impresa en los talleres de Antonio Vanegas —el editor amigo de Posada— era la documen tación cotidiana de los incidentes que estremecían e inquietaban. Aparecía, como rezaba su lema: “cuando los acontecimientos de sensación lo requieran”.
Y no eran tantos asuntos como para aturdirse pero sí suficien tes para espantarse.
Los voceadores de la época cantaban la noticia por las calles vendiendo la papeleta. En un país de analfabetos, el México pre revolucionario, los grabados de Posada hacían la noticia completa.
El pueblo pobre leía a través de los trazos del maestro grabador. Fueron sus retratos los testimonios de un país convulso y de sus singulares incidentes que escandalizaban y horrorizaban.
Un puñado de escritores y periodistas anotaban palabras para adornar los trazos de Posada. Innecesarios los textos ante la ejem plar narración labrada con la punta del metal.
“Parece que así como el tifo y otras enfermedades de ese gé nero tienen sus épocas de desarrollo, el furor por matarse se hace también epidémico. En un espacio de tiempo sumamente corto se han dado mulititud de casos sumamente escandalosos, que con sobrada razón tienen alarmada a la sociedad pues ha llegado
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a tal punto la falta de respeto y de consideración que se guarda la gente que en ninguna parte se hallan seguras ni las más pacíficas personas, siendo continuo el peligro que corren de ser víctimas de un lance desagradable, por mucho que no intervengan en las cuestiones”, decía en su arranque la noticia estelar de la Gaceta Callejera de septiembre de 1893.
Para entonces dos o tres incidentes eran fenómeno. A la ola de muertes por desastres o de crímenes callejeros le llamaban epidemia. “El pánico de la peste”, los “Terribles y espantosísimos estragos habidos por la escasez de semillas y el terrible tifo que ha causado gran sensación en la ciudad de México, Durango, Zacate cas, Guadalajara, Sinaloa, Matamoros, etc., en el presente año de 1893”; los “Terribles sucesos acaecidos en la ciudad de Toluca, 37 envenenados con carne infectada de triquina”; “La hecatombe de Chachicomula”; “Gran cometa y quemazón que muy pronto se va a ver. El mundo se va a volver toditito chicharrón”, clamaban los papeleritos agitando las hojas con los excelsos dibujos de Posada.
Lo insólito: “Fenómeno con cara en las asentaderas, madre que da tres seres diabólicos”. Lo trágico: el “Horroroso asesinato acaecido en la ciudad de Tuxpan el día 10 del presente mes y año por María Antonia Rodríguez que mató a su compadre por no condescender las relaciones de ilícita amistad”; el “Fusilamiento de Rrosendo Ramírez en los llanos de San Lázaro, ejectuado el día 13 de marzo de 1891”; el “Fusilamiento de Manuel García en el Jardín de la cárcel de Belén”, y tantos y tantos ajusticiamientos que mostraban que la pena capital, en la época, era lo habitual.
Nadie insinuó que Posada hiciera apología de la violencia o alguna autoridad osó perseguirlo por dibujar la realidad y narrar los cataclismos de entonces. La suya era precisión e ironía; trazo libre y puntilloso. Buril de historia que supo interpretar el delirio popular sobre la muerte.
De las hojas volantes a las calaveras, Posada hacía de la muerte asunto trágico y también divertido. La muerte era tan importante que merecía festejarse.
De la catrina al Quijote, Madero y su botella, pero sobre todo las calaveras de los artesanos, los panaderos, los peluqueros, las tortilleras, las verduleras, las tamaleras, “a Florencia la frutera, con melones y guayabas, como siempre está tomada ya parece calavera”, o “Concepción la chimolera, que vende pancita he dionda, mas como siempre está de zorra, ya se volvió calavera”, a todas las placeras, a los pobres que fueron de una otra forma sus protagonistas y sus seguidores.
La muerte dolorosa trucada en jacarandosa, en “gran fandango y francachela”, en rito que dura más allá de los rezos para que el difunto sepa que la enterrada será la tristeza y el alma buena será recompensada a ritmo de mariachi.
Posada advirtió dónde punzaba la muerte con mayor dolor y fervor. La tragedia y la ironía quedaban entrelazadas en el enten dimiento de la creencia popular, de la sabiduría y el desafane, de los muertos que sí hacían ruido porque los pobres, los humildes, festejaban y lloraban, añoraban y reían, rezaban y bebían. La muer te era apetito de información, lectura, revisión de los entornos, de los destinos, a la vez que el mero gusto de festejar que la vida no vale nada.
“[…] es triste tener que consignar a diario semejantes sucesos que son desgraciadamente una prueba demasiado elocuente de la falta de moralidad que existe en nuestra sociedad”, anotó uno de los redactores de la Gaceta Callejera de septiembre de 1893.
Eran esas muertes, a pesar de todo, asuntos singulares, no re gulares. Sorprendía el deceso o un acontecimiento. Como cuando pasó el cometa. Era lo insólito y Posada lo hacía más que interesan te como cronista gráfico. Lo hacía divertido como relator popular y gracias a él, a su obra, los mexicanos agrandamos nuestro cariño por la muerte a la que siempre hemos visto con tanto respeto que hasta nos burlamos de ella y con ella.
Algo le pasó al país que la muerte dejó de ser singular para convertirse en cotidiana y para que los difuntos fueran despojados de su dignidad.
A los muertos de ahora ya no se les guarda respeto. Son números en el recuento de la guerra no pedida, son vergüenza porque nadie quiere ser estigmatizado ni vivo ni muerto como delincuente, como narco, como sicario, como villano. Ni tiempo de llorar, ni tiempo de despedir porque hay que esconder a la familia para que no la tomen como cómplice. Si el muerto era un muchacho, seguro era pandillero; si era policía o soldado, seguro era un infiltrado; si era ciudadano o ciudadana de calle qué hacía caminando por el lugar de los hechos. Estudiantes de excelencia exhibidos como sicarios; vendedores de tortillas convertidos en pistoleros; albañiles tratados como peligrosos malandrines. Cuerpos rotos, almas despedazadas, hileras interminables de familiares solicitando informes en las ventanillas de la desgracia. Ojos llorosos obligados a reconocer una mano, una cabeza, una cicatriz, un indicio, una seña.
Ya no hay dignidad ni para morir. Los discursos oficiales son rosarios y las condolencias sustituyen al castigo demandado contra los responsables. Y a los detenidos, muchos jueces les regresan la oportunidad de seguir matando.
Para qué el duelo si el difunto no lo merece. A qué parte del cuerpo le llora. A quién reconoce: ¿al muerto tres mil quinientos treinta y dos?
Esta es la crónica de este fin de época. Del México violento, del fenecimiento de una etapa cruenta, y del México emergente que no termina de nacer. Que no se atreve a surgir bajo el manto de la pól vora, las fragmentaciones de granadas y las horadaciones de la corrupción hecha batalla. Pero que ahí está, que gime, aulla, musita angustia y suelta con la lágrima un suspiro de esperanza.
“El desalmado Pozolero que cocinó en tambos de ácido a 300 cristianos”; “el estruendoso coche bomba que mató a un honorable doctor”; “Los hijos putativos de la Directora del Penal que por las mañanas purgaban sus penas y por las noches masacraban”; “La ho rrorosa muerte de 72 migrantes en San Fernando”, con su segundo capítulo: “La horrorosa voltereta del tráiler con 72 cadáveres en la ciudad de México manejado por un mozalbete que no durmió durante 24 horas”; “el despiadado ajusticiamiento de 15 lavacoches de Tepic”; “La horrible fosa de La concha con 55 descuartizados”.
Y “el fusilamiento de los jóvenes de Salvácar”; “el acribillamiento de los estudiantes confundidos con sicarios”; “La infame muerte del niño Bryan”.
¿Cómo hacer los retratos de esta época? ¿Cómo recuperar la dignidad de nuestros muertos? Sí, nuestros. Compatriotas, mexi canos, sin filiación ni cártel. A los que les han incinerado su acta de nacimiento para convertirlos en dígitos: 30 mil 234, 30 mil 235, 30 mil…
“Mientras se presuma su culpabilidad (hasta que no se de muestre lo contrario) sus familias no tienen permitido el duelo, sus pérdidas no son dignas de ser lloradas, está prohibido guardarles luto públicamente, se debe privatizar el dolor. Son vidas destrui bles, indignas”, dice Marcela Turati en esta espléndida colección de voces y testimonios de las víctimas, las personas sometidas por el horror y la intimidación, abrumadas por la ignorancia y el abuso, estremecidas por la impunidad y el dolor.
Marcela ha decidido despojarle a México el rótulo de “Fosa común” para ir más allá del epitafio y colocar las voces por encima del silencio que han querido imponer los barones de esta guerra.
¿Qué periodismo hacer para no quedar atrapado ni en la desazón ni en la desesperanza? ¿Cómo superar el recuento y entender que cada uno de esos miles tiene nombre, apellido, historia y razón de ser?
¿Cómo explicar cada una de las muertes y no abordarlas como un racimo desprendible? ¿Cómo abrir zonas de entendimiento al caos? ¿Cómo hacerlo sin partir de una plataforma oficial e inape lable: los muertos son productos de rencillas entre criminales? ¿Cómo desenmarañar ese dogma de una guerra inentendible?
Un punto de partida es acudir a las zonas más afectadas. A las regiones y los cinturones. A los estratos y las comunidades.
Marcela lo hace como periodista en un afán de misionera. Con la combinación de paciencia y terquedad, de prisa y desesperación, de curiosidad y certeza. De tender la mano a quienes desfallecen afónicos tras años de clamar ayuda, de gritar su angustia, de des ahogar sus cuitas. Marcela convierte esos testimonios en algo más que una noticia.
¿Existe un periodismo social? Lo existe como actitud, no nece sariamente como bandera. El periodismo es de lo social porque atiende a los fenómenos colectivos que determinan conductas, decisiones y caminos. Porque indaga sobre causas y hurga en las raíces. Un periodismo que sabe ensuciarse en el campo para salir limpio en el papel. Que obtiene información tan cerca de los poderes, institucionales e informales, y que la publica tan lejos de ellos. El periodismo de lo social hace recuentos y explica desencuentros. Describe y discierne. Jerarquiza desde su mira y su ubicación. Obliga a la ubicuidad y la omnipresencia; la de los ojos de muchos y no de unos cuantos. La de los ojos de abajo que miran hacia arriba pero sobre todo miran hacia los lados, hacia los suyos.
La violencia de hoy erosiona esas regiones donde acostumbra hurgar el periodismo de lo social. El narcotráfico bifurca sendas de la ganancia rápida pero no necesariamente del enriquecimiento fácil. Quien diga que es fácil enrolarse al filo de la guadaña es que no conoce el drama de ver destrozada la vida de un joven seducido por las bandas de criminales.
Por ello el periodismo que atiende a lo social ha topado de frente con el fenómeno delincuencial. Porque esa es la región fracturada. No quiere decir que ahí sea su origen. El narcotráfico y sus hordas no son sinónimo de pobreza. No es una enferme dad de los desahuciados sociales ni la consecuencia lógica de los desamparados. La narcoviolencia es el desencadenamiento brutal del neoliberalismo donde los capitales sucios envenenan la economía y toman mando en la vida de los estados y las comuni dades; donde los aparatos de muerte son usados para perpetuar los mandos y dominios, el control de las rutas de trasiego, el sometimiento de comandancias policiales, el soborno de veladores y procuradores.
A algunos pobres, el narcotráfico los saca momentáneamente de su miseria pero perpetúa eternamente las condiciones de inequidad social. A la vez mantiene a los poderosos que abrieron la puerta a los criminales o bien quienes desde el poder del estado o de alguna empresa se convirtieron en capos.
***
El libro de Marcela mueve, estruja. Está hecho para explicar hasta dónde ha enraizado la cultura de la violenta muerte.
El periodismo de lo social parte de la inconformidad y del disgusto por los abusos y las inequidades por eso elige el punto del surgimiento de la noticia. Es decir, acude con la gente.
Ryszard Kapuscinski —de inevitable convocatoria para enten der las letras de Marcela— decía que la provocación de los cambios desde el periodismo era posible, pero hechos por los lectores más que por los propios periodistas.
“La reacción a la palabra escrita es más bien mediata. En el primer momento puede ser incluso invisible, indetectable. Necesita tiempo para llegar a la conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar esa conciencia. Sólo después de un largo camino podrá influir en nuestras decisiones, actitudes y acciones”, explicaba el cronista polaco.
Marcela anticipa. Hace visibles a las víctimas y reverbera su murmullo. Su palabra gana tiempo. Advierte. Deja claro que es un fin de época en un estertor que se alarga y amenaza con ser apenas el comienzo. Reúne testimonios para convocar. Provoca e incita. Avisa que es necesario parar, cambiar, darle la última palada a la fosa común para cerrarla y reconstruir un país distinto.
Hace un periodismo que no deja al lector quieto. Lo obliga, al término de la lectura, a decidir. ¿Quieren que sigamos en las mismas?
Hacer hablar a los protagonistas en medio de la desesperanza es bastante. Hacerlo donde ronda el silencio impuesto a ráfagas de plomo tiene un gran mérito. Describirlo y saberlo contar, narrar este fin de época es una gran aportación periodística y un enorme compromiso humano, en un país que por momentos, cada vez más estruendosos y frecuentes, eso es lo que menos importa, lo humano.
***
La cobertura periodística del narcotráfico exige un entendimiento múltiple, un código de seguridad y una ética reafirmada.
La pulverización de los cárteles es consustancial al desga rramiento social, a la atomización política y al empobrecimento galopante.
El narcotráfico multiplica sus aristas. Desde colar su hebra en los ojales financieros hasta instalarse en el gobierno de las comunidades. Baña y beneficia con grandes capitales a empresas y empresarios, como lo hace en pueblos que reciben un bálsamo con el diezmo ensangrentado.
El narcotráfico tiene raíces e historia en México. Pero sus ramificaciones actuales resultan de potenciar los problemas ori ginales. Llanamente se beneficia —y lubrica— con la pobreza y la corrupción. Por ello ha dejado de ser singular o anecdóti co. Del capo excéntrico pasamos al barrio o al municipio ocupado. Del narcocorrido a la telenovela y de ahí al amasijo de criminales, artistas, promotores, músicos, deportistas, empresarios, como socios de un mismo club.
La narración de la erosión provocada por el narco, la guerra, la batalla sin sentido, tiene que entrelazar la extrema violencia con la extrema pobreza. La debilidad educativa con la debilidad de las fuerzas de seguridad. Las calles convertidas en semilleros y refugios de sicarios con las escuelas convertidas en estacionamien tos de incompetencia.
La deserción escolar crónica, por carencias económicas y por ínfimas calidades académicas, que acarrea muchachos a las zonas del abandono. Ni carreras técnicas ni empleos artesanales, ni eco nomía informal como red de protección. El afluente del fracaso educativo converge con el torrente de muchachos que desbalaga el desorden urbano, los servicios estropeados, la inequidad y la mu tilación de oportunidades, para hacerlas converger en las turbias aguas homicidas.
Muchachos que cruzan su pubertad con resentimiento y dispa ros de rencor. Que arrancan con torturas los pedazos de infidencia y destazan a los suyos como si fueran ajenos.
“No vemos caer a alguien, nomás vemos caer dinero”, le dice un sicario a Marcela.
“Los buitres” de las funerarias entienden los sonidos de la muerte a su manera. “Cuando hay un servicio donde hay mucha bulla, mucha música, es que el muerto murió en un evento y to dos corremos peligro”, cuentan con el oído afinado y las manos sudorosas.
“Ya no es lo mismo que antes, ya no se respetan los servicios, es peligroso, por eso a veces entran los soldados a darse sus vuel tas y espantan a la gente pero a nosotros nos dan tranquilidad”, platica un muertero que, quién iba a decirlo, ya hasta le teme a su materia de trabajo.
***
Reconstruir periodísticamente la guerra, sus batallas, el origen y desarrollo de sus protagonistas, cada vez tiene mayores compleji dades tanto en el ámbito de la seguridad personal y colectiva como en el de la transmisión ya no se diga de la verdad, sino de lo más aproximado a lo realmente acontecido.
Siempre será más fácil encontrar una voz oficial que nos diga de inmediato sus explicaciones, aunque sean falsas, sobre los saldos de una batalla. Eso no necesariamente será información. Muchas veces es mera propaganda.
Por ello, recopilar la voz de las víctimas, de los testigos civiles o de las mismas fuerzas de seguridad, de los enterradores y los desenterradores, se impone como exigencia de información pública y que no sea la guerra la que nos imponga la noticia. Una noticia que no tiene lados sino números. Cuántos murieron. Quién los mató pero nunca por qué acabaron con ellos.
Marcela Turati ha decidido evadir la ruta fácil y encontrar las claves en las raíces. Lo ha hecho desde sus inicios en el periódico Reforma hasta sus colaboraciones en la revista Proceso. Periodismo puro y duro.
Hacer ese periodismo no sólo ayuda a desentrañar los sucesos sino que acostumbra a colocar la multiplicidad de voces y desen tenderse del coro uniforme donde una voz manda, la oficial.
Esta guerra nos acostumbra a no preguntar. Preguntar no sólo es peligroso sino ha sido presentado como indebido. No preguntan las víctimas para no crecer su tragedia. No pregunta el periodista para no enlutar la redacción de su periódico.
Indagar es obligatorio, Marcela nos recuerda la importancia de esa curiosidad y de esa duda. De preguntar en voz alta y responder con una y muchas voces. De pelear por ese derecho, que la gente sepa qué está pasando.
***
Los anonimatos van emparentados con los miedos. Atrás del twit ter, miles cuelan su denuncia.
“Fueron semanas de terror. Hasta que los ciudadanos, poco a poco, rompieron el cerco del silencio y se apropiaron de los medios de comunicación que tenían a la mano, twitter, youtube, blogs, e-mails y facebook, para informarse sobre en qué lugares había balaceras; llenar los vacíos informativos, documentar la guerra y sus muertos. Necesitaban dejar constancia del horror vivido, como hicieron antes las víctimas de otras guerras, como los nazis en Alemania o los serbios en Yugoslavia.
“En twitter, los ciudadanos comenzaron a crear grietas en el cerco asesino de la guerra: ”#NuevoLaredo —Hombres armados a bordo de camioneta en colonia centro
”#balacera en #reynosa —acabo de pasar por ahi, y es un desma, no se si aparte vieron el avion hercules que llego hoy en la manana”, recapitula Turati.
Los ciudadanos intentan a su modo recuperar la voz. Ocu pan los sitios que los criminales han ocupado primero. Youtube o facebook, twitter o el blog. Quien llegue primero ayuda a su compañero.
Las palabras de Marcela colaboran e incentivan en esa re cuperación. Los foros libres deben ser ciudadanos. Ellos nutren de información a la sociedad. A los periodistas les corresponde recogerla, interpretarla, darle sentido y significado. Asumir esas voces como propias en lo que se ha convertido en un periodismo ciudadano de resistencia. Banderas blancas esparcidas en la red.
Marcela hace el trabajo esforzado de un coleccionista y cum ple con la responsabilidad de un ciudadano. Es la suya, la crónica del estertor de una negra época que para entenderla hay que leer y releer estas páginas. De un periodismo que se niega a que la esperanza también sea arrojada por los poderes de la violencia —criminales e institucionales— a la fosa común.
Fuego cruzado, Las víctimas atrapadas en la guerra del narco, es el primer libro de la reportera Marcela Turati. Editado por Grijalbo, ya empezó a circular. Roberto Zamarripa, subdirector editorial del diario Reforma, escribió el prólogo que a continuación se reproduce.
Retratista del escándalo, cronista de lo insólito, José Guadalupe Posada (San Marcos, Aguascalientes, 1852-1913) registró como pocos el México violento y el México emergente; dibujó a la nación agonizante y la que no terminaba de nacer.
La Gaceta Callejera, la hoja volante impresa en los talleres de Antonio Vanegas —el editor amigo de Posada— era la documen tación cotidiana de los incidentes que estremecían e inquietaban. Aparecía, como rezaba su lema: “cuando los acontecimientos de sensación lo requieran”.
Y no eran tantos asuntos como para aturdirse pero sí suficien tes para espantarse.
Los voceadores de la época cantaban la noticia por las calles vendiendo la papeleta. En un país de analfabetos, el México pre revolucionario, los grabados de Posada hacían la noticia completa.
El pueblo pobre leía a través de los trazos del maestro grabador. Fueron sus retratos los testimonios de un país convulso y de sus singulares incidentes que escandalizaban y horrorizaban.
Un puñado de escritores y periodistas anotaban palabras para adornar los trazos de Posada. Innecesarios los textos ante la ejem plar narración labrada con la punta del metal.
“Parece que así como el tifo y otras enfermedades de ese gé nero tienen sus épocas de desarrollo, el furor por matarse se hace también epidémico. En un espacio de tiempo sumamente corto se han dado mulititud de casos sumamente escandalosos, que con sobrada razón tienen alarmada a la sociedad pues ha llegado
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a tal punto la falta de respeto y de consideración que se guarda la gente que en ninguna parte se hallan seguras ni las más pacíficas personas, siendo continuo el peligro que corren de ser víctimas de un lance desagradable, por mucho que no intervengan en las cuestiones”, decía en su arranque la noticia estelar de la Gaceta Callejera de septiembre de 1893.
Para entonces dos o tres incidentes eran fenómeno. A la ola de muertes por desastres o de crímenes callejeros le llamaban epidemia. “El pánico de la peste”, los “Terribles y espantosísimos estragos habidos por la escasez de semillas y el terrible tifo que ha causado gran sensación en la ciudad de México, Durango, Zacate cas, Guadalajara, Sinaloa, Matamoros, etc., en el presente año de 1893”; los “Terribles sucesos acaecidos en la ciudad de Toluca, 37 envenenados con carne infectada de triquina”; “La hecatombe de Chachicomula”; “Gran cometa y quemazón que muy pronto se va a ver. El mundo se va a volver toditito chicharrón”, clamaban los papeleritos agitando las hojas con los excelsos dibujos de Posada.
Lo insólito: “Fenómeno con cara en las asentaderas, madre que da tres seres diabólicos”. Lo trágico: el “Horroroso asesinato acaecido en la ciudad de Tuxpan el día 10 del presente mes y año por María Antonia Rodríguez que mató a su compadre por no condescender las relaciones de ilícita amistad”; el “Fusilamiento de Rrosendo Ramírez en los llanos de San Lázaro, ejectuado el día 13 de marzo de 1891”; el “Fusilamiento de Manuel García en el Jardín de la cárcel de Belén”, y tantos y tantos ajusticiamientos que mostraban que la pena capital, en la época, era lo habitual.
Nadie insinuó que Posada hiciera apología de la violencia o alguna autoridad osó perseguirlo por dibujar la realidad y narrar los cataclismos de entonces. La suya era precisión e ironía; trazo libre y puntilloso. Buril de historia que supo interpretar el delirio popular sobre la muerte.
De las hojas volantes a las calaveras, Posada hacía de la muerte asunto trágico y también divertido. La muerte era tan importante que merecía festejarse.
De la catrina al Quijote, Madero y su botella, pero sobre todo las calaveras de los artesanos, los panaderos, los peluqueros, las tortilleras, las verduleras, las tamaleras, “a Florencia la frutera, con melones y guayabas, como siempre está tomada ya parece calavera”, o “Concepción la chimolera, que vende pancita he dionda, mas como siempre está de zorra, ya se volvió calavera”, a todas las placeras, a los pobres que fueron de una otra forma sus protagonistas y sus seguidores.
La muerte dolorosa trucada en jacarandosa, en “gran fandango y francachela”, en rito que dura más allá de los rezos para que el difunto sepa que la enterrada será la tristeza y el alma buena será recompensada a ritmo de mariachi.
Posada advirtió dónde punzaba la muerte con mayor dolor y fervor. La tragedia y la ironía quedaban entrelazadas en el enten dimiento de la creencia popular, de la sabiduría y el desafane, de los muertos que sí hacían ruido porque los pobres, los humildes, festejaban y lloraban, añoraban y reían, rezaban y bebían. La muer te era apetito de información, lectura, revisión de los entornos, de los destinos, a la vez que el mero gusto de festejar que la vida no vale nada.
“[…] es triste tener que consignar a diario semejantes sucesos que son desgraciadamente una prueba demasiado elocuente de la falta de moralidad que existe en nuestra sociedad”, anotó uno de los redactores de la Gaceta Callejera de septiembre de 1893.
Eran esas muertes, a pesar de todo, asuntos singulares, no re gulares. Sorprendía el deceso o un acontecimiento. Como cuando pasó el cometa. Era lo insólito y Posada lo hacía más que interesan te como cronista gráfico. Lo hacía divertido como relator popular y gracias a él, a su obra, los mexicanos agrandamos nuestro cariño por la muerte a la que siempre hemos visto con tanto respeto que hasta nos burlamos de ella y con ella.
Algo le pasó al país que la muerte dejó de ser singular para convertirse en cotidiana y para que los difuntos fueran despojados de su dignidad.
A los muertos de ahora ya no se les guarda respeto. Son números en el recuento de la guerra no pedida, son vergüenza porque nadie quiere ser estigmatizado ni vivo ni muerto como delincuente, como narco, como sicario, como villano. Ni tiempo de llorar, ni tiempo de despedir porque hay que esconder a la familia para que no la tomen como cómplice. Si el muerto era un muchacho, seguro era pandillero; si era policía o soldado, seguro era un infiltrado; si era ciudadano o ciudadana de calle qué hacía caminando por el lugar de los hechos. Estudiantes de excelencia exhibidos como sicarios; vendedores de tortillas convertidos en pistoleros; albañiles tratados como peligrosos malandrines. Cuerpos rotos, almas despedazadas, hileras interminables de familiares solicitando informes en las ventanillas de la desgracia. Ojos llorosos obligados a reconocer una mano, una cabeza, una cicatriz, un indicio, una seña.
Ya no hay dignidad ni para morir. Los discursos oficiales son rosarios y las condolencias sustituyen al castigo demandado contra los responsables. Y a los detenidos, muchos jueces les regresan la oportunidad de seguir matando.
Para qué el duelo si el difunto no lo merece. A qué parte del cuerpo le llora. A quién reconoce: ¿al muerto tres mil quinientos treinta y dos?
Esta es la crónica de este fin de época. Del México violento, del fenecimiento de una etapa cruenta, y del México emergente que no termina de nacer. Que no se atreve a surgir bajo el manto de la pól vora, las fragmentaciones de granadas y las horadaciones de la corrupción hecha batalla. Pero que ahí está, que gime, aulla, musita angustia y suelta con la lágrima un suspiro de esperanza.
“El desalmado Pozolero que cocinó en tambos de ácido a 300 cristianos”; “el estruendoso coche bomba que mató a un honorable doctor”; “Los hijos putativos de la Directora del Penal que por las mañanas purgaban sus penas y por las noches masacraban”; “La ho rrorosa muerte de 72 migrantes en San Fernando”, con su segundo capítulo: “La horrorosa voltereta del tráiler con 72 cadáveres en la ciudad de México manejado por un mozalbete que no durmió durante 24 horas”; “el despiadado ajusticiamiento de 15 lavacoches de Tepic”; “La horrible fosa de La concha con 55 descuartizados”.
Y “el fusilamiento de los jóvenes de Salvácar”; “el acribillamiento de los estudiantes confundidos con sicarios”; “La infame muerte del niño Bryan”.
¿Cómo hacer los retratos de esta época? ¿Cómo recuperar la dignidad de nuestros muertos? Sí, nuestros. Compatriotas, mexi canos, sin filiación ni cártel. A los que les han incinerado su acta de nacimiento para convertirlos en dígitos: 30 mil 234, 30 mil 235, 30 mil…
“Mientras se presuma su culpabilidad (hasta que no se de muestre lo contrario) sus familias no tienen permitido el duelo, sus pérdidas no son dignas de ser lloradas, está prohibido guardarles luto públicamente, se debe privatizar el dolor. Son vidas destrui bles, indignas”, dice Marcela Turati en esta espléndida colección de voces y testimonios de las víctimas, las personas sometidas por el horror y la intimidación, abrumadas por la ignorancia y el abuso, estremecidas por la impunidad y el dolor.
Marcela ha decidido despojarle a México el rótulo de “Fosa común” para ir más allá del epitafio y colocar las voces por encima del silencio que han querido imponer los barones de esta guerra.
¿Qué periodismo hacer para no quedar atrapado ni en la desazón ni en la desesperanza? ¿Cómo superar el recuento y entender que cada uno de esos miles tiene nombre, apellido, historia y razón de ser?
¿Cómo explicar cada una de las muertes y no abordarlas como un racimo desprendible? ¿Cómo abrir zonas de entendimiento al caos? ¿Cómo hacerlo sin partir de una plataforma oficial e inape lable: los muertos son productos de rencillas entre criminales? ¿Cómo desenmarañar ese dogma de una guerra inentendible?
Un punto de partida es acudir a las zonas más afectadas. A las regiones y los cinturones. A los estratos y las comunidades.
Marcela lo hace como periodista en un afán de misionera. Con la combinación de paciencia y terquedad, de prisa y desesperación, de curiosidad y certeza. De tender la mano a quienes desfallecen afónicos tras años de clamar ayuda, de gritar su angustia, de des ahogar sus cuitas. Marcela convierte esos testimonios en algo más que una noticia.
¿Existe un periodismo social? Lo existe como actitud, no nece sariamente como bandera. El periodismo es de lo social porque atiende a los fenómenos colectivos que determinan conductas, decisiones y caminos. Porque indaga sobre causas y hurga en las raíces. Un periodismo que sabe ensuciarse en el campo para salir limpio en el papel. Que obtiene información tan cerca de los poderes, institucionales e informales, y que la publica tan lejos de ellos. El periodismo de lo social hace recuentos y explica desencuentros. Describe y discierne. Jerarquiza desde su mira y su ubicación. Obliga a la ubicuidad y la omnipresencia; la de los ojos de muchos y no de unos cuantos. La de los ojos de abajo que miran hacia arriba pero sobre todo miran hacia los lados, hacia los suyos.
La violencia de hoy erosiona esas regiones donde acostumbra hurgar el periodismo de lo social. El narcotráfico bifurca sendas de la ganancia rápida pero no necesariamente del enriquecimiento fácil. Quien diga que es fácil enrolarse al filo de la guadaña es que no conoce el drama de ver destrozada la vida de un joven seducido por las bandas de criminales.
Por ello el periodismo que atiende a lo social ha topado de frente con el fenómeno delincuencial. Porque esa es la región fracturada. No quiere decir que ahí sea su origen. El narcotráfico y sus hordas no son sinónimo de pobreza. No es una enferme dad de los desahuciados sociales ni la consecuencia lógica de los desamparados. La narcoviolencia es el desencadenamiento brutal del neoliberalismo donde los capitales sucios envenenan la economía y toman mando en la vida de los estados y las comuni dades; donde los aparatos de muerte son usados para perpetuar los mandos y dominios, el control de las rutas de trasiego, el sometimiento de comandancias policiales, el soborno de veladores y procuradores.
A algunos pobres, el narcotráfico los saca momentáneamente de su miseria pero perpetúa eternamente las condiciones de inequidad social. A la vez mantiene a los poderosos que abrieron la puerta a los criminales o bien quienes desde el poder del estado o de alguna empresa se convirtieron en capos.
***
El libro de Marcela mueve, estruja. Está hecho para explicar hasta dónde ha enraizado la cultura de la violenta muerte.
El periodismo de lo social parte de la inconformidad y del disgusto por los abusos y las inequidades por eso elige el punto del surgimiento de la noticia. Es decir, acude con la gente.
Ryszard Kapuscinski —de inevitable convocatoria para enten der las letras de Marcela— decía que la provocación de los cambios desde el periodismo era posible, pero hechos por los lectores más que por los propios periodistas.
“La reacción a la palabra escrita es más bien mediata. En el primer momento puede ser incluso invisible, indetectable. Necesita tiempo para llegar a la conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar esa conciencia. Sólo después de un largo camino podrá influir en nuestras decisiones, actitudes y acciones”, explicaba el cronista polaco.
Marcela anticipa. Hace visibles a las víctimas y reverbera su murmullo. Su palabra gana tiempo. Advierte. Deja claro que es un fin de época en un estertor que se alarga y amenaza con ser apenas el comienzo. Reúne testimonios para convocar. Provoca e incita. Avisa que es necesario parar, cambiar, darle la última palada a la fosa común para cerrarla y reconstruir un país distinto.
Hace un periodismo que no deja al lector quieto. Lo obliga, al término de la lectura, a decidir. ¿Quieren que sigamos en las mismas?
Hacer hablar a los protagonistas en medio de la desesperanza es bastante. Hacerlo donde ronda el silencio impuesto a ráfagas de plomo tiene un gran mérito. Describirlo y saberlo contar, narrar este fin de época es una gran aportación periodística y un enorme compromiso humano, en un país que por momentos, cada vez más estruendosos y frecuentes, eso es lo que menos importa, lo humano.
***
La cobertura periodística del narcotráfico exige un entendimiento múltiple, un código de seguridad y una ética reafirmada.
La pulverización de los cárteles es consustancial al desga rramiento social, a la atomización política y al empobrecimento galopante.
El narcotráfico multiplica sus aristas. Desde colar su hebra en los ojales financieros hasta instalarse en el gobierno de las comunidades. Baña y beneficia con grandes capitales a empresas y empresarios, como lo hace en pueblos que reciben un bálsamo con el diezmo ensangrentado.
El narcotráfico tiene raíces e historia en México. Pero sus ramificaciones actuales resultan de potenciar los problemas ori ginales. Llanamente se beneficia —y lubrica— con la pobreza y la corrupción. Por ello ha dejado de ser singular o anecdóti co. Del capo excéntrico pasamos al barrio o al municipio ocupado. Del narcocorrido a la telenovela y de ahí al amasijo de criminales, artistas, promotores, músicos, deportistas, empresarios, como socios de un mismo club.
La narración de la erosión provocada por el narco, la guerra, la batalla sin sentido, tiene que entrelazar la extrema violencia con la extrema pobreza. La debilidad educativa con la debilidad de las fuerzas de seguridad. Las calles convertidas en semilleros y refugios de sicarios con las escuelas convertidas en estacionamien tos de incompetencia.
La deserción escolar crónica, por carencias económicas y por ínfimas calidades académicas, que acarrea muchachos a las zonas del abandono. Ni carreras técnicas ni empleos artesanales, ni eco nomía informal como red de protección. El afluente del fracaso educativo converge con el torrente de muchachos que desbalaga el desorden urbano, los servicios estropeados, la inequidad y la mu tilación de oportunidades, para hacerlas converger en las turbias aguas homicidas.
Muchachos que cruzan su pubertad con resentimiento y dispa ros de rencor. Que arrancan con torturas los pedazos de infidencia y destazan a los suyos como si fueran ajenos.
“No vemos caer a alguien, nomás vemos caer dinero”, le dice un sicario a Marcela.
“Los buitres” de las funerarias entienden los sonidos de la muerte a su manera. “Cuando hay un servicio donde hay mucha bulla, mucha música, es que el muerto murió en un evento y to dos corremos peligro”, cuentan con el oído afinado y las manos sudorosas.
“Ya no es lo mismo que antes, ya no se respetan los servicios, es peligroso, por eso a veces entran los soldados a darse sus vuel tas y espantan a la gente pero a nosotros nos dan tranquilidad”, platica un muertero que, quién iba a decirlo, ya hasta le teme a su materia de trabajo.
***
Reconstruir periodísticamente la guerra, sus batallas, el origen y desarrollo de sus protagonistas, cada vez tiene mayores compleji dades tanto en el ámbito de la seguridad personal y colectiva como en el de la transmisión ya no se diga de la verdad, sino de lo más aproximado a lo realmente acontecido.
Siempre será más fácil encontrar una voz oficial que nos diga de inmediato sus explicaciones, aunque sean falsas, sobre los saldos de una batalla. Eso no necesariamente será información. Muchas veces es mera propaganda.
Por ello, recopilar la voz de las víctimas, de los testigos civiles o de las mismas fuerzas de seguridad, de los enterradores y los desenterradores, se impone como exigencia de información pública y que no sea la guerra la que nos imponga la noticia. Una noticia que no tiene lados sino números. Cuántos murieron. Quién los mató pero nunca por qué acabaron con ellos.
Marcela Turati ha decidido evadir la ruta fácil y encontrar las claves en las raíces. Lo ha hecho desde sus inicios en el periódico Reforma hasta sus colaboraciones en la revista Proceso. Periodismo puro y duro.
Hacer ese periodismo no sólo ayuda a desentrañar los sucesos sino que acostumbra a colocar la multiplicidad de voces y desen tenderse del coro uniforme donde una voz manda, la oficial.
Esta guerra nos acostumbra a no preguntar. Preguntar no sólo es peligroso sino ha sido presentado como indebido. No preguntan las víctimas para no crecer su tragedia. No pregunta el periodista para no enlutar la redacción de su periódico.
Indagar es obligatorio, Marcela nos recuerda la importancia de esa curiosidad y de esa duda. De preguntar en voz alta y responder con una y muchas voces. De pelear por ese derecho, que la gente sepa qué está pasando.
***
Los anonimatos van emparentados con los miedos. Atrás del twit ter, miles cuelan su denuncia.
“Fueron semanas de terror. Hasta que los ciudadanos, poco a poco, rompieron el cerco del silencio y se apropiaron de los medios de comunicación que tenían a la mano, twitter, youtube, blogs, e-mails y facebook, para informarse sobre en qué lugares había balaceras; llenar los vacíos informativos, documentar la guerra y sus muertos. Necesitaban dejar constancia del horror vivido, como hicieron antes las víctimas de otras guerras, como los nazis en Alemania o los serbios en Yugoslavia.
“En twitter, los ciudadanos comenzaron a crear grietas en el cerco asesino de la guerra: ”#NuevoLaredo —Hombres armados a bordo de camioneta en colonia centro
”#balacera en #reynosa —acabo de pasar por ahi, y es un desma, no se si aparte vieron el avion hercules que llego hoy en la manana”, recapitula Turati.
Los ciudadanos intentan a su modo recuperar la voz. Ocu pan los sitios que los criminales han ocupado primero. Youtube o facebook, twitter o el blog. Quien llegue primero ayuda a su compañero.
Las palabras de Marcela colaboran e incentivan en esa re cuperación. Los foros libres deben ser ciudadanos. Ellos nutren de información a la sociedad. A los periodistas les corresponde recogerla, interpretarla, darle sentido y significado. Asumir esas voces como propias en lo que se ha convertido en un periodismo ciudadano de resistencia. Banderas blancas esparcidas en la red.
Marcela hace el trabajo esforzado de un coleccionista y cum ple con la responsabilidad de un ciudadano. Es la suya, la crónica del estertor de una negra época que para entenderla hay que leer y releer estas páginas. De un periodismo que se niega a que la esperanza también sea arrojada por los poderes de la violencia —criminales e institucionales— a la fosa común.
Seis Nobel de la Paz condenan asesinato de Marisela Escobedo
La redacción
MÉXICO, D.F. 17 de enero (apro).- Seis mujeres premiadas con el Nobel de la Paz, Rigoberta Menchu, Jody Williams, Shirin Ebadi, Mairead Maguire, Betty Williams y Wangari Maatahi, se unieron a activistas de todo el mundo, en Ottawa, Canadá, para condenar los asesinatos de Marisela Escobedo Ortiz y su hija, Rubí Marisol Frayre, y exigir al gobierno de Felipe Calderón una investigación completa y expedita sobre el caso.
Organizaciones de mujeres, agrupaciones de defensa de derechos humanos y defensoras sociales dieron a conocer el pronunciamiento de las mujeres laureadas con el Nobel de la Paz, quienes manifestaron su consternación por el asesinato de la activista.
Las seis galardonadas acusaron que “como lo reconoció la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) en su sentencia contra el Estado mexicano por el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez, el Estado ha mantenido una política de cultura de discriminación en contra de las mujeres, causa principal que genera el feminicidio y su impunidad”.
Sostuvieron que no es un hecho aislado la violencia en contra de defensoras de derechos humanos que valientemente luchan contra el feminicidio en Ciudad Juárez.
Las organizaciones que integran la campaña regional por el acceso a la justicia para las mujeres víctimas de violencia y feminicidio entregarán un carta dirigida a Felipe Calderón, al gobernador de Chihuahua y al presidente municipal de Ciudad Juárez, donde les exigen una investigación inmediata por los asesinatos de Susana Chávez y Marisela Escobedo, la reaprehensión del asesino de Rubí Fayre y el cumplimiento de la sentencia de la Coidh.
Además, anunciaron que se realizan mítines en varias embajadas de México para exigir justicia, alto a la impunidad y a la simulación.
La ejecución de Escobedo ocurrió el pasado 16 de diciembre, cuando protestaba a las puertas del Palacio de Gobierno, en la capital de Chihuahua, para exigir justicia por el crimen de su hija Rubí, asesinada en 2008 por Sergio Barraza, con quien había procreado una hija.
Ante la lentitud de las autoridades, la activista optó por investigar ella misma, con sus propios medios, la muerte de Rubí Marisol, y logró que el asesino confesara el crimen, pese a lo cual los jueces que llevaban el caso lo liberaron.
La sentencia absolutoria fue apelada, un tribunal lo consideró culpable y lo sentenció, sin embargo, para ese momento ya se encontraba prófugo.
En su investigación, Marisela Escobedo logró ubicar a Barraza en Fresnillo, Zacatecas, pero al no recibir apoyo de las autoridades, el asesino de su hija logró escapar de nueva cuenta.
"Justicia: privilegio del gobernador (César Duarte). ¿Y para mi hija cuando?", señalaba un letrero que Marisela Escobedo colocó frente al Palacio, antes de ser asesinada.
MÉXICO, D.F. 17 de enero (apro).- Seis mujeres premiadas con el Nobel de la Paz, Rigoberta Menchu, Jody Williams, Shirin Ebadi, Mairead Maguire, Betty Williams y Wangari Maatahi, se unieron a activistas de todo el mundo, en Ottawa, Canadá, para condenar los asesinatos de Marisela Escobedo Ortiz y su hija, Rubí Marisol Frayre, y exigir al gobierno de Felipe Calderón una investigación completa y expedita sobre el caso.
Organizaciones de mujeres, agrupaciones de defensa de derechos humanos y defensoras sociales dieron a conocer el pronunciamiento de las mujeres laureadas con el Nobel de la Paz, quienes manifestaron su consternación por el asesinato de la activista.
Las seis galardonadas acusaron que “como lo reconoció la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) en su sentencia contra el Estado mexicano por el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez, el Estado ha mantenido una política de cultura de discriminación en contra de las mujeres, causa principal que genera el feminicidio y su impunidad”.
Sostuvieron que no es un hecho aislado la violencia en contra de defensoras de derechos humanos que valientemente luchan contra el feminicidio en Ciudad Juárez.
Las organizaciones que integran la campaña regional por el acceso a la justicia para las mujeres víctimas de violencia y feminicidio entregarán un carta dirigida a Felipe Calderón, al gobernador de Chihuahua y al presidente municipal de Ciudad Juárez, donde les exigen una investigación inmediata por los asesinatos de Susana Chávez y Marisela Escobedo, la reaprehensión del asesino de Rubí Fayre y el cumplimiento de la sentencia de la Coidh.
Además, anunciaron que se realizan mítines en varias embajadas de México para exigir justicia, alto a la impunidad y a la simulación.
La ejecución de Escobedo ocurrió el pasado 16 de diciembre, cuando protestaba a las puertas del Palacio de Gobierno, en la capital de Chihuahua, para exigir justicia por el crimen de su hija Rubí, asesinada en 2008 por Sergio Barraza, con quien había procreado una hija.
Ante la lentitud de las autoridades, la activista optó por investigar ella misma, con sus propios medios, la muerte de Rubí Marisol, y logró que el asesino confesara el crimen, pese a lo cual los jueces que llevaban el caso lo liberaron.
La sentencia absolutoria fue apelada, un tribunal lo consideró culpable y lo sentenció, sin embargo, para ese momento ya se encontraba prófugo.
En su investigación, Marisela Escobedo logró ubicar a Barraza en Fresnillo, Zacatecas, pero al no recibir apoyo de las autoridades, el asesino de su hija logró escapar de nueva cuenta.
"Justicia: privilegio del gobernador (César Duarte). ¿Y para mi hija cuando?", señalaba un letrero que Marisela Escobedo colocó frente al Palacio, antes de ser asesinada.
Calderón y los militares, ¿a juicio?
Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto
Una de las mayores preocupaciones en la Defensa Nacional, de la que se oye hablar entre molestos y preocupados a generales y coroneles, es que la participación militar en la lucha contra el narcotráfico, la misma que ha generado hasta el momento 34 mil muertos, motive una investigación o la creación de comisiones que sometan a juicio al Ejército por temas como crímenes de lesa humanidad, genocidio o violaciones a los derechos humanos. Y ese temor de las fuerzas castrenses está a punto de volverse realidad.
En el Congreso federal, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, ha comenzado la discusión de iniciativas de ley que proponen crear “comisiones de la verdad” o “fiscalías especiales” que investiguen y esclarezcan si las 34 mil 612 muertes violentas del sexenio —30 mil 913 señaladas como “ejecuciones”, 3 mil 153 catalogadas como “enfrentamientos” y 544 como “homicidios y agresiones”, según cifras oficiales— son crímenes “presuntamente ligados a la delincuencia”, como afirma generalizadamente el gobierno.
En las bancadas del PRI, del PRD y del PT se trabaja ya en proyectos de ley, y hay comisiones internas de los grupos parlamentarios avocadas al tema. En el caso de petistas y perredistas, el senador Ricardo Monreal coordina un grupo de trabajo que ha investigado el funcionamiento de este tipo de comisiones y que ya tuvo sus primeras reuniones; entre los priístas, los diputados Rubén Moreira, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara, y Jesús Rodríguez, elaboran proyectos de iniciativa y ya han tenido acercamientos con los perredistas para abordar el tema.
¿Pero qué haría una “comisión de la verdad”, y por qué causa tanto temor y molestia entre las fuerzas militares? Entre otras cosas, dilucidar sobre los miles de asesinatos y aclarar si el gobierno incurrió o no en violaciones graves al afirmar que la totalidad de esos asesinatos —90%, ha dicho el Presidente— eran de víctimas que pertenecían al crimen organizado, sin presentar averiguaciones previas, sentencias de jueces sobre la culpabilidad de los muertos, o explicar con claridad qué metodología utilizan para criminalizar a las víctimas y afirmar que todos eran delincuentes.
Las muertes de civiles inocentes sería uno de los temas más delicados que abordarían las comisiones investigadoras que se pretende crear en el Congreso. Un reporte de la PGR, fechado el 5 de enero de este año, afirma que son 356 fallecimientos que califica de “muertes de civiles derivadas del crimen organizado, víctimas o daños colaterales de enfrentamientos y agresiones”, y reconoce que el año pasado se elevó el número de víctimas civiles de esta guerra.
El asunto que más inquieta a los militares de lo que podría ser materia de una “comisión de la verdad” es si la participación del Ejército y la Marina en esta “guerra contra el narco” y en labores de seguridad pública es totalmente constitucional y ha tenido sustento pleno en la ley. Tanta es la preocupación que desde la Sedena se impulsó y promovió la iniciativa de Ley de Seguridad Nacional que, entre otras cosas, regula y sustenta la actuación de los militares en el combate al crimen, y que se encuentra “congelada” en el Congreso por diferencias entre los partidos y un nulo impulso de la Presidencia de la República y del PAN.
Tan en serio van las propuestas, que en el PRD y PT han buscado ya asesoría de expertos españoles y mexicanos en el tema, mientras que los priístas arman su propio esquema y es posible que el tema de las “comisiones de la verdad” se convierta en un arma política para el PRI y en una especie de “espada de Damocles” que pende sobre la cabeza del presidente Felipe Calderón para presionarlo a no intervenir en la elección presidencial y entregar el poder a quien gane los comicios.
La pregunta, además de las fuertes implicaciones políticas que el tema tiene, es ¿cómo reaccionarán los mandos militares ante la posibilidad de que su actuación en esta “guerra”, a la que fueron convocados por el Presidente y en la que obedecieron órdenes de su comandante supremo, los lleve a un enjuiciamiento que sería histórico?
Una de las mayores preocupaciones en la Defensa Nacional, de la que se oye hablar entre molestos y preocupados a generales y coroneles, es que la participación militar en la lucha contra el narcotráfico, la misma que ha generado hasta el momento 34 mil muertos, motive una investigación o la creación de comisiones que sometan a juicio al Ejército por temas como crímenes de lesa humanidad, genocidio o violaciones a los derechos humanos. Y ese temor de las fuerzas castrenses está a punto de volverse realidad.
En el Congreso federal, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, ha comenzado la discusión de iniciativas de ley que proponen crear “comisiones de la verdad” o “fiscalías especiales” que investiguen y esclarezcan si las 34 mil 612 muertes violentas del sexenio —30 mil 913 señaladas como “ejecuciones”, 3 mil 153 catalogadas como “enfrentamientos” y 544 como “homicidios y agresiones”, según cifras oficiales— son crímenes “presuntamente ligados a la delincuencia”, como afirma generalizadamente el gobierno.
En las bancadas del PRI, del PRD y del PT se trabaja ya en proyectos de ley, y hay comisiones internas de los grupos parlamentarios avocadas al tema. En el caso de petistas y perredistas, el senador Ricardo Monreal coordina un grupo de trabajo que ha investigado el funcionamiento de este tipo de comisiones y que ya tuvo sus primeras reuniones; entre los priístas, los diputados Rubén Moreira, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara, y Jesús Rodríguez, elaboran proyectos de iniciativa y ya han tenido acercamientos con los perredistas para abordar el tema.
¿Pero qué haría una “comisión de la verdad”, y por qué causa tanto temor y molestia entre las fuerzas militares? Entre otras cosas, dilucidar sobre los miles de asesinatos y aclarar si el gobierno incurrió o no en violaciones graves al afirmar que la totalidad de esos asesinatos —90%, ha dicho el Presidente— eran de víctimas que pertenecían al crimen organizado, sin presentar averiguaciones previas, sentencias de jueces sobre la culpabilidad de los muertos, o explicar con claridad qué metodología utilizan para criminalizar a las víctimas y afirmar que todos eran delincuentes.
Las muertes de civiles inocentes sería uno de los temas más delicados que abordarían las comisiones investigadoras que se pretende crear en el Congreso. Un reporte de la PGR, fechado el 5 de enero de este año, afirma que son 356 fallecimientos que califica de “muertes de civiles derivadas del crimen organizado, víctimas o daños colaterales de enfrentamientos y agresiones”, y reconoce que el año pasado se elevó el número de víctimas civiles de esta guerra.
El asunto que más inquieta a los militares de lo que podría ser materia de una “comisión de la verdad” es si la participación del Ejército y la Marina en esta “guerra contra el narco” y en labores de seguridad pública es totalmente constitucional y ha tenido sustento pleno en la ley. Tanta es la preocupación que desde la Sedena se impulsó y promovió la iniciativa de Ley de Seguridad Nacional que, entre otras cosas, regula y sustenta la actuación de los militares en el combate al crimen, y que se encuentra “congelada” en el Congreso por diferencias entre los partidos y un nulo impulso de la Presidencia de la República y del PAN.
Tan en serio van las propuestas, que en el PRD y PT han buscado ya asesoría de expertos españoles y mexicanos en el tema, mientras que los priístas arman su propio esquema y es posible que el tema de las “comisiones de la verdad” se convierta en un arma política para el PRI y en una especie de “espada de Damocles” que pende sobre la cabeza del presidente Felipe Calderón para presionarlo a no intervenir en la elección presidencial y entregar el poder a quien gane los comicios.
La pregunta, además de las fuertes implicaciones políticas que el tema tiene, es ¿cómo reaccionarán los mandos militares ante la posibilidad de que su actuación en esta “guerra”, a la que fueron convocados por el Presidente y en la que obedecieron órdenes de su comandante supremo, los lleve a un enjuiciamiento que sería histórico?
Cárdenas: al PRD no lo une ni un milagro
El ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano descartó que su hijo Lázaro Cárdenas Batel represente la opción para lograr cohesión entre perredistas. “Ni los milagros de cualquier santo” conciliarán las divisiones en el partido, declaró
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex candidato presidencial, afirma que ni Lázaro Cárdenas Batel “ni los milagros de cualquier santo” podrían conciliar los intereses en el interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
El fin de semana, el PRD aprobó la convocatoria para elegir al dirigente nacional, con el ideal de una candidatura de unidad que podría ser Cárdenas Batel, pero el ingeniero afirma que es difícil conciliar a las corrientes internas y sus disputas.
Cárdenas acudió a la Universidad de Harvard a una reunión con Roberto Mangabeira, ex ministro de Luiz Inácio Lula da Silva, a la que asistieron Cárdenas Batel, Manuel Camacho Solís, Fidel Herrera, Santiago Creel, Jorge Castañeda, en la búsqueda de soluciones a los problemas de México.
Sin embargo, sobre este encuentro Cárdenas dijo: “Sobre eso no voy a decir nada”.
El ingeniero dio a conocer su libro Sobre mis pasos, en el que relata su vida política y endereza críticas a PRD, como el hecho de que en 2006 el partido acomodó todas las circunstancias en favor de Andrés Manuel López Obrador.
¿Cómo ve al PRD hoy?
Dividido y no veo que se subsane o supere. No está haciendo trabajo de organización con la intensidad necesaria para superar los malos resultados electorales de 2009, no hay un trabajo para reconstituir y fortalecer las bases territoriales, donde debería haber trabajo sólido; no veo tampoco una propuesta hacia la ciudadanía, la gente sólo ve divisiones, pleitos, descalificaciones de los compañeros de la dirección o hacia la dirección. Estoy preocupado, porque veo al partido dividido y en una situación de estancamiento y empantanamiento, condición de la que no parece poder salir.
La actual dirección buscó subsanar esa caída electoral con alianzas con el PAN, ¿es la solución?
No veo congruencia en estas alianzas. Por un lado, el gobierno nacional recibe constantes críticas y descalificaciones del PRD, entonces veo simplemente mayores contradicciones y no veo dónde están las ventajas para el PRD, más allá de declarativamente expresar “se ganó una elección” con candidatos que no son del PRD y propuestas que no son del PRD y eventualmente formas de gobernar que tampoco corresponden a los principios del PRD. Lo desdibuja, le quita presencia.
¿Cómo ve el Estado de México? ¿Que sea por consulta si se alían?
Tengo la misma opinión en el Estado de México que en cualquier otro de los 31 estados restantes: es contradictorio ir con el PAN.
En marzo es la elección para dirigente en el PRD, ¿es la oportunidad para reencauzarse?
Puede ser una oportunidad si se acompaña de propuesta, compromiso de trabajar por la organización; de tener mejor comunicación con las bases, pero mientras se siga manejando por cuotas y sea disputa de corrientes, no veo ninguna posibilidad, quien quiera que vaya a ser el presidente del PRD y como se estructure el comité. (La candidatura de unidad) es deseable, pero no sé si sea factible.
¿Ha hablado con Lázaro Cárdenas Batel sobre la posibilidad de que sea el presidente del PRD?
Sí, sí.
¿Qué han valorado?
No sé si le hayan hecho a él una propuesta. Lo que no sé realmente, no hemos llegado al punto, si tiene una propuesta formal de alguien, de algún grupo que no sea a través de notas periodísticas, para que él venga a encabezar al partido, en qué condiciones lo están invitando, en fin, esto sí lo desconozco. Simplemente hemos comentado que quien quiera que venga a encabezar al PRD va a encontrar una situación muy difícil justo por las confrontaciones internas que existen.
¿Lázaro podría garantizar o ser ese eje que pudiera cohesionar?
Yo creo que ni Lázaro ni los milagros que pueda hacer cualquier santo pueden lograr eso.
¿Cuál es el perfil del perredista que pudiera ser el presidente del PRD?
No es cuestión de la persona, sino de los grupos confrontados, que dejaran de confrontarse, que se unificaran en torno a una propuesta y trabajo de fortalecimiento del partido y dieran congruencia a sus actitudes. Mientras eso no cambie, cualquier dirigente va a estar sujeto a las presiones y jaloneos de uno y otro: al ‘estás conmigo o estás contra mí’…
De cara a 2012, ¿eso coloca contra la pared al PRD?
Pues eso hace difícil el trabajo de la dirigencia en el PRD.
Y que sean competitivos en el año 2012.
Eso vamos a ver, eso va a depender de quién sea el candidato, la plataforma que presente el PRD y qué dicen los electores a ese respecto…
¿Cómo es su relación con Marcelo Ebrard Casaubon?
Muy buena.
¿Cómo lo describiría?
Como un gobernante que está cumpliendo con su compromiso.
¿Y con Andrés Manuel?
Muy buena relación también con él. Más allá de encuentros y desencuentros en distintos momentos.
En su libro cuenta que hace seis años todo se hacía en el PRD en función de López Obrador y de su candidatura, por lo que usted no buscó ser candidato.
Sí, en 2005 así fue.
¿Hoy no ve al PRD cargado a favor de alguna figura?
No lo veo (candidato visible), pero puedo estar equivocado.
¿Cuándo fue la última vez que habló con López Obrador?
Hace un mes.
¿Qué platicaron?
La situación del país, del partido… el país muy complicado, con violencia creciente, desempleo, migración, pobreza que no se abate. Esto es lo que vemos.
¿Irían juntos en algún tipo de acción para enfrentar eso?
No sé qué sería ir juntos, estamos juntos en el mismo partido.
¿Hablaron de la candidatura presidencial del PRD?
No. No hay convocatoria del partido y cuando haya habrá que hablar de candidaturas presidenciales…
¿Cómo es su relación con Manuel Camacho, están cerca? Porque lo vemos en actos con usted…
Buena relación, más allá de encuentros y desencuentros a lo largo de nuestra actividad política. Hablo con mucha gente, pero hablar con la gente no quiere decir que uno comparta al ciento por ciento las ideas del de enfrente ni que ellos compartan las de uno.
¿La candidatura presidencial se definirá entre López Obrador y Ebrard Casaubon?
Esto lo podría decir cuando el PRD lance la convocatoria y haya una decisión. No hago pronósticos.
¿Usted va a buscar la candidatura?
No veo condiciones.
¿Algún otro puesto?
No lo he pensado. Están muy lejos las elecciones todavía. Ni me lo han planteado todavía.
¿Cómo ve la caballada en el PRD rumbo a 2012?
Espero que bien, no quiero pensar que esté mal y espero que el PRD gane con el candidato que presente. No sé qué vaya a pasar.
¿Tiene figuras importantes?
Sin duda, como los que mencionas. No sé si alguien más tenga interés. No adelanto nombres porque sería meterme en un juego en el que no tengo interés…
En las casas de enfrente, ¿cómo ve la caballada en el PAN o en el PRI?
Las casas de enfrente no me preocupan mucho, son decisiones donde uno no puede influir, en su momento habrá qué ver qué decisión toman.
¿Cómo ve el retorno del PRI a Los Pinos con Peña Nieto, a quien se señala como salinista?
Espero que quien llegue en 2012 sea quien tenga la mayoría de votos, no sé de qué partido pueda ser. Que sea una elección tranquila, conducida en cauces legales…
¿Ve a Manlio Fabio Beltrones?
No estoy viendo a nadie en casa ajena. Veo a todos los que mencionan ustedes en las notas.
¿Dónde ve la caballada más flaca?
No me he asomado a ver cómo están, si se les ven las costillas o no, no me he fijado.
El presidente Felipe Calderón ve una izquierda sensata y otra violenta, ¿qué opina?
Hay derechas sensatas e insensatas; hay centros sensatos e insensatos, pero eso no quiere decir nada si no se atreven a poner nombres y apellidos. Mientras no lo hagan todo son palabras al aire…
¿Usted ve violencia en la izquierda?
No veo violencia, yo veo la que vive el país por todos lados con muertos, decapitados y no veo que el Estado lance una campaña para proteger a la gente del secuestro, extorsiones, lo que hace la delincuencia contra el ciudadano y ahí sí está fallando.
¿Cómo ve a Moreira?
Como dirigente en casa ajena, cada quien tiene su estilo y desde luego va a ser distinto a cualquier otro.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex candidato presidencial, afirma que ni Lázaro Cárdenas Batel “ni los milagros de cualquier santo” podrían conciliar los intereses en el interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
El fin de semana, el PRD aprobó la convocatoria para elegir al dirigente nacional, con el ideal de una candidatura de unidad que podría ser Cárdenas Batel, pero el ingeniero afirma que es difícil conciliar a las corrientes internas y sus disputas.
Cárdenas acudió a la Universidad de Harvard a una reunión con Roberto Mangabeira, ex ministro de Luiz Inácio Lula da Silva, a la que asistieron Cárdenas Batel, Manuel Camacho Solís, Fidel Herrera, Santiago Creel, Jorge Castañeda, en la búsqueda de soluciones a los problemas de México.
Sin embargo, sobre este encuentro Cárdenas dijo: “Sobre eso no voy a decir nada”.
El ingeniero dio a conocer su libro Sobre mis pasos, en el que relata su vida política y endereza críticas a PRD, como el hecho de que en 2006 el partido acomodó todas las circunstancias en favor de Andrés Manuel López Obrador.
¿Cómo ve al PRD hoy?
Dividido y no veo que se subsane o supere. No está haciendo trabajo de organización con la intensidad necesaria para superar los malos resultados electorales de 2009, no hay un trabajo para reconstituir y fortalecer las bases territoriales, donde debería haber trabajo sólido; no veo tampoco una propuesta hacia la ciudadanía, la gente sólo ve divisiones, pleitos, descalificaciones de los compañeros de la dirección o hacia la dirección. Estoy preocupado, porque veo al partido dividido y en una situación de estancamiento y empantanamiento, condición de la que no parece poder salir.
La actual dirección buscó subsanar esa caída electoral con alianzas con el PAN, ¿es la solución?
No veo congruencia en estas alianzas. Por un lado, el gobierno nacional recibe constantes críticas y descalificaciones del PRD, entonces veo simplemente mayores contradicciones y no veo dónde están las ventajas para el PRD, más allá de declarativamente expresar “se ganó una elección” con candidatos que no son del PRD y propuestas que no son del PRD y eventualmente formas de gobernar que tampoco corresponden a los principios del PRD. Lo desdibuja, le quita presencia.
¿Cómo ve el Estado de México? ¿Que sea por consulta si se alían?
Tengo la misma opinión en el Estado de México que en cualquier otro de los 31 estados restantes: es contradictorio ir con el PAN.
En marzo es la elección para dirigente en el PRD, ¿es la oportunidad para reencauzarse?
Puede ser una oportunidad si se acompaña de propuesta, compromiso de trabajar por la organización; de tener mejor comunicación con las bases, pero mientras se siga manejando por cuotas y sea disputa de corrientes, no veo ninguna posibilidad, quien quiera que vaya a ser el presidente del PRD y como se estructure el comité. (La candidatura de unidad) es deseable, pero no sé si sea factible.
¿Ha hablado con Lázaro Cárdenas Batel sobre la posibilidad de que sea el presidente del PRD?
Sí, sí.
¿Qué han valorado?
No sé si le hayan hecho a él una propuesta. Lo que no sé realmente, no hemos llegado al punto, si tiene una propuesta formal de alguien, de algún grupo que no sea a través de notas periodísticas, para que él venga a encabezar al partido, en qué condiciones lo están invitando, en fin, esto sí lo desconozco. Simplemente hemos comentado que quien quiera que venga a encabezar al PRD va a encontrar una situación muy difícil justo por las confrontaciones internas que existen.
¿Lázaro podría garantizar o ser ese eje que pudiera cohesionar?
Yo creo que ni Lázaro ni los milagros que pueda hacer cualquier santo pueden lograr eso.
¿Cuál es el perfil del perredista que pudiera ser el presidente del PRD?
No es cuestión de la persona, sino de los grupos confrontados, que dejaran de confrontarse, que se unificaran en torno a una propuesta y trabajo de fortalecimiento del partido y dieran congruencia a sus actitudes. Mientras eso no cambie, cualquier dirigente va a estar sujeto a las presiones y jaloneos de uno y otro: al ‘estás conmigo o estás contra mí’…
De cara a 2012, ¿eso coloca contra la pared al PRD?
Pues eso hace difícil el trabajo de la dirigencia en el PRD.
Y que sean competitivos en el año 2012.
Eso vamos a ver, eso va a depender de quién sea el candidato, la plataforma que presente el PRD y qué dicen los electores a ese respecto…
¿Cómo es su relación con Marcelo Ebrard Casaubon?
Muy buena.
¿Cómo lo describiría?
Como un gobernante que está cumpliendo con su compromiso.
¿Y con Andrés Manuel?
Muy buena relación también con él. Más allá de encuentros y desencuentros en distintos momentos.
En su libro cuenta que hace seis años todo se hacía en el PRD en función de López Obrador y de su candidatura, por lo que usted no buscó ser candidato.
Sí, en 2005 así fue.
¿Hoy no ve al PRD cargado a favor de alguna figura?
No lo veo (candidato visible), pero puedo estar equivocado.
¿Cuándo fue la última vez que habló con López Obrador?
Hace un mes.
¿Qué platicaron?
La situación del país, del partido… el país muy complicado, con violencia creciente, desempleo, migración, pobreza que no se abate. Esto es lo que vemos.
¿Irían juntos en algún tipo de acción para enfrentar eso?
No sé qué sería ir juntos, estamos juntos en el mismo partido.
¿Hablaron de la candidatura presidencial del PRD?
No. No hay convocatoria del partido y cuando haya habrá que hablar de candidaturas presidenciales…
¿Cómo es su relación con Manuel Camacho, están cerca? Porque lo vemos en actos con usted…
Buena relación, más allá de encuentros y desencuentros a lo largo de nuestra actividad política. Hablo con mucha gente, pero hablar con la gente no quiere decir que uno comparta al ciento por ciento las ideas del de enfrente ni que ellos compartan las de uno.
¿La candidatura presidencial se definirá entre López Obrador y Ebrard Casaubon?
Esto lo podría decir cuando el PRD lance la convocatoria y haya una decisión. No hago pronósticos.
¿Usted va a buscar la candidatura?
No veo condiciones.
¿Algún otro puesto?
No lo he pensado. Están muy lejos las elecciones todavía. Ni me lo han planteado todavía.
¿Cómo ve la caballada en el PRD rumbo a 2012?
Espero que bien, no quiero pensar que esté mal y espero que el PRD gane con el candidato que presente. No sé qué vaya a pasar.
¿Tiene figuras importantes?
Sin duda, como los que mencionas. No sé si alguien más tenga interés. No adelanto nombres porque sería meterme en un juego en el que no tengo interés…
En las casas de enfrente, ¿cómo ve la caballada en el PAN o en el PRI?
Las casas de enfrente no me preocupan mucho, son decisiones donde uno no puede influir, en su momento habrá qué ver qué decisión toman.
¿Cómo ve el retorno del PRI a Los Pinos con Peña Nieto, a quien se señala como salinista?
Espero que quien llegue en 2012 sea quien tenga la mayoría de votos, no sé de qué partido pueda ser. Que sea una elección tranquila, conducida en cauces legales…
¿Ve a Manlio Fabio Beltrones?
No estoy viendo a nadie en casa ajena. Veo a todos los que mencionan ustedes en las notas.
¿Dónde ve la caballada más flaca?
No me he asomado a ver cómo están, si se les ven las costillas o no, no me he fijado.
El presidente Felipe Calderón ve una izquierda sensata y otra violenta, ¿qué opina?
Hay derechas sensatas e insensatas; hay centros sensatos e insensatos, pero eso no quiere decir nada si no se atreven a poner nombres y apellidos. Mientras no lo hagan todo son palabras al aire…
¿Usted ve violencia en la izquierda?
No veo violencia, yo veo la que vive el país por todos lados con muertos, decapitados y no veo que el Estado lance una campaña para proteger a la gente del secuestro, extorsiones, lo que hace la delincuencia contra el ciudadano y ahí sí está fallando.
¿Cómo ve a Moreira?
Como dirigente en casa ajena, cada quien tiene su estilo y desde luego va a ser distinto a cualquier otro.
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