Jesusa Cervantes MÉXICO, D.F. (apro).- El 11 de mayo, aunque el equipo de campaña de Enrique Peña Nieto sabía que se enfrentaría a un ambiente hostil, decidió que “el candidato” asistiera al encuentro con jóvenes de la Universidad Iberoamericana. El repudio de ese día y las manifestaciones que desde entonces han acompañado al candidato del PRI se han transformado en un movimiento liberador para la juventud mexicana. Es la primera vez que en México hay marchas ¡contra un candidato! Y contra ¡Televisa!, eso sólo resume que para los jóvenes –y gran parte de la población mexicana–: Peña Nieto y Televisa son uno. Ambos buscan el mismo objetivo: poder y dinero.
Por conveniencias mutuas están juntos y porque se puede ver la mano que mece el acuerdo: al expresidente Carlos Salinas de Gortari dirigiendo cada paso, cada movimiento. Hace algunos años, cuando Salinas de Gortari era apenas un funcionario más de la Secretaría de Programación y Presupuesto en el gobierno de Miguel de la Madrid y quien tenía como su joven secretario particular a Emilio Gamboa Patrón, trazó uno de sus objetivos: crear poderes fácticos y estar sin estar por encima de ellos dirigiéndolos; el fin último que tuvieran un poder tal que movieran al país a su antojo, el de Salinas por supuesto. Salinas de Gortari se fue en 1994 repudiado por el pueblo mexicano, Televisa lo trajo de nuevo en hombros, lo invitó a sus instalaciones, lo insertó de nuevo en la socialité mexicana dando a conocer el matrimonio de su hija Cecilia Salinas, quien por, cierto, se casó con un actor.
A 18 años del repudio que sembró el expresidente Salinas, hoy se pasea cuando quiere y a la hora que quiere, y formando parte de la estructura de Televisa a través de sus muchos seguidores. A Televisa Salinas la fortaleció y desde hace algunos años Televisa hace y fortalece “en el imaginario colectivo” a Enrique Peña Nieto. Alrededor del candidato presidencial del PRI, la televisora creó una imagen que no corresponde a la realidad, un figurín que cuando sale de ámbito enfurece, se descontrola, habla mal, muestra su pobre lenguaje, pero sobre todo, evidencia lo frágil que es. Y justamente eso fue lo que le ocurrió en la Universidad Iberoamericana a Peña Nieto, quien luego de responder a los cuestionamientos sobre San Salvador Atenco desencadenó la furia del estudiantado. Dejó ver no sólo su autoritarismo, sino que les adelantó cómo gobernaría, si ganaba. Lo curioso es que Peña Nieto no pensaba abordar el tema, sino que más bien fue su “gran operador político”, su jefe de campaña, Luis Videgaray, quien, como lo regresó para decirle que faltaba Atenco. Nadie midió la furia que dejarían sentir los estudiantes, como nadie imaginaba el gran movimiento que se generaría, para sorpresa y beneplácito de muchos de nosotros. Los jóvenes demostraron que sí están informados, que sí saben lo que no quieren: al PRI y a Peña Nieto por lo que representa, no por su persona en sí. Mostraron que tienen capacidad de indignación más fuerte que cualquier cuarentón cómodamente instalado en su oficina de trabajo esperando su jubilación. El reclamo es: “no insultes mi inteligencia; sabemos qué representas y a quién tienes detrás”. El moviendo estudiantil ha obligado a Peña Nieto a voltear la mirada hacia los jóvenes, pero tanto él como su equipo ha sido tan torpes que los ha insultado aún más ofreciéndoles un “manifiesto” que no es otra cosa que los principios y derechos que están consagrados en la Constitución. Eso cualquier estudiante de derecho lo sabe, cualquier preparatoriano que lleve la materia lo entiende. Sólo la prepotencia y falta de entendimiento de Peña Nieto y su equipo no lo han digerido. “A mi generación la izquierda nos falló”, me decía una amiga el pasado miércoles cuando marchábamos a un lado de los estudiantes; “se corrompió, se vendió, se burocratizó”. Y es cierto, pero ahora a los jóvenes nadie los puede engañar y nadie los puede desilusionar más que ellos mismos.
Ellos son el movimiento, ellos son los que se organizan silenciosamente por las redes sociales, ellos son los que traen un nuevo chip en su cabeza que nosotros, los cuarentones carecemos pero estamos intentando entender. Las manifestaciones han seguido a Peña Nieto y al parecer lo harán en los siguientes 33 días que restan de campaña electoral, lo cual nos da esperanzas de que el PRI y Peña Nieto no lleguen a gobernar este país. Una semana después del acto en la Iberoamericana, Peña Nieto cayó en las encuestas, su rostro en la gira por Pachuca, Hidalgo, lo decía todo: desencajado, molesto, preocupado. Atrás quedó la fotografía, el abrazo y el beso hueco que había sido toda su campaña electoral. Hoy su equipo está muy pero muy preocupado. Hace un par de días, uno de sus operadores políticos comentó que “algo debe hacer el partido con el movimiento de los jóvenes”. Lo único que pude imaginar en ese momento fue que sin duda, el PRI trataría de infiltrarse, hacer a un lado su arrogancia y convivir con el movimiento para que, desde dentro genere violencia. Ese es el gran peligro al que se enfrenta el movimiento #yosoy132, la primavera mexicana, a que el PRI, el PAN o cualquier partido político logren infiltrarse, prender la mecha desde dentro y luego, desde fuera, acusar a los jóvenes de violentos o de haber sido manipulados por algún dirigente político. Y finalmente, desactivarlos y pretender poner a la opinión pública en su contra, la que no utiliza las redes sociales y sólo ve Televisa. Por el momento lo que sabemos es que los jóvenes harán asambleas de información y el miércoles 30 de mayo, en el Zócalo, discutirán qué harán después del 1 de julio, esperemos que también en los días siguientes estén alertas ante cualquier infiltrado.
Por el momento parece que lograrán su primera demanda concreta: que el debate de los candidatos sea transmitido por cadena nacional y, doblegar a Televisa, a quien no le ha quedado otra más que transmitir las movilizaciones en su contra y en contra del candidato del PRI. Pero la arrogancia aún sigue ahí, y si no basta recordar el programa de Tercer grado en donde conductor y periodistas intentaron parecer críticos. Esperemos que los jóvenes continúen en sus movilizaciones, y que sigan gritando, manifestando su repudio a la falta de información y que sin duda, nos enseñen a nosotros a usar las redes sociales para el bien del país, como hoy, ellos lo están haciendo. Un abrazo a todos los jóvenes de quienes uno se siente no solo orgulloso sino identificada. mjcervantes@proceso.com.mx