E
l mensaje presidencial advierte de una amenaza que ya ha destruido varias naciones: el populismo que se nutre de la inconformidad ante la crisis, lo acusa de proponer soluciones mágicas y estimular la discordia. Todos entendieron que hablaba de AMLO y su mención fue una descalificación, pero también un reconocimiento: AMLO puede ganar en 2018.
El término populista es ambiguo. No es cierto que exista una amenaza populista a la democracia, ni que la democracia ignore el bienestar popular o el patriotismo. Todo aquel que ponga en duda el dogma liberal individualista puede ser tachado de populista: neonazis, charlatanes, comunistas, líderes populares, el mismo Peña que, según una investigación poco difundida, gastó 13 tantos más del límite legal en la campaña de 2012 (L. Meyer, Reforma, 3/9/15). Si queremos saber quién es un peligro para México, ¿por qué no cotejamos los tres primeros años de AMLO en la jefatura del DF y los tres primeros de Peña como Presidente?
AMLO, en 2003, había cumplido sus 40 compromisos de campaña, tenía una aceptación de 80 por ciento. En su equipo sólo hubo un acto de corrupción que se pagó en la cárcel. Desarrolló 15 programas para atenuar la desigualdad. Estimuló la inversión privada, incluso la extranjera, redujo el endeudamiento y logró una gran transparencia en la realización de grandes obras. En sus tres primeros años disminuyó 21 por ciento de los delitos, mientras a escala nacional aumentaban. AMLO abrió 16 preparatorias y una universidad públicas.
¿Y Peña? Lo más destacado de su gobierno son escandalosos casos de corrupción, vinculación del gobierno con los contratistas. La impunidad ha sido completa con una sola excepción, que en realidad fue una venganza. Han aumentado 2 millones de pobres y la concentración de la riqueza patrimonial y de los ingresos se ha acelerado. El endeudamiento ha roto todos los récords y ahora se ha debilitado la moneda y la actividad económica. Los índices de homicidios, secuestros y extorsiones han aumentado. La educación pública está en el lugar 102 de 124 países.
Mirando hacia 2018, podemos decir que México vive un ambiente de incertidumbre y que si sigue en la misma ruta, aumentará la concentración, el peculado, la tendencia monopólica, la mentira y la demagogia. El gobierno de Peña no puede asustar a la población hablando de un enemigo demoniaco que vendrá. Su desempeño ha erosionado la confianza. La amenaza no está en la alternancia consustancial con la democracia. El peligro está en que el PRI y sus cómplices siguieran en el poder y continuaran la ruta que inevitablemente destruiría a México.
Twitter: @ortizpinchetti