domingo, 7 de noviembre de 2010
“Guanito” ahora quiere el Gobierno del DF... ¿Candidato de alianza PRIAN?
Su tarjeta de presentación ya no dice “luchador social”, su actividad ha sido sustituida por “Jefe delegacional en Iztapalapa”. Es Rafael Ponfilio Acosta Ángeles autonombrado y conocido como Juanito, quien en el año pasado por estas fechas se encontraba en el ojo del huracán tras una serie de escándalos en torno a su polémico triunfo en las urnas.
En noviembre de 2009, Rafael Acosta se disponía a participar en una obra de teatro en el Blanquita y preparaba su entrada a la delegación.
Con su característica banda tricolor en la cabeza, traje oscuro y corbata roja —mismo color de la que se quitó y pisoteó cuando rindió protesta como jefe delegacional ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y gritó ¡Muera el PR... D... PT!—, Juanito insiste en su versión: La mafia obradorista y el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, lo presionaron para dejar el cargo.
Se refiere a que pidió licencia definitiva para separarse del cargo, a fin de que la perredista Clara Brugada asumiera la titularidad en la demarcacción y así cumplir el guión delineado por Andrés Manuel López Obrador.
— ¿Te arrepientes de haber cedido a la presión que ejercieron sobre ti?
— “Sí me arrepiento porque la gente votó por mí, creyó en mí. Pero le digo al pueblo de Iztapalapa: No he renunciado, la mafia obradorista me ha atacado. Por la presión que me metieron, me sacaron de la delegación”.
Rechaza, como hace 12 meses, que lo hayan amenzado con el hecho de contar con dos actas de nacimiento, que pudiera significar un delito por falsificación de documentos. Juanito revela que la causa principal para coacionarlo fue el amago de secuestrar a sus hermanas durante 17 días.
“Lo tuve que callar ya que ellas corrían peligro”, justifica al preguntarle por qué no presentó una denuncia.
Para Rafael Acosta Ángeles los hechos ocurridos de junio hasta diciembre de 2009 se mantienen frescos.
Recuerda detalles, horas y lugares. Desde que ingresó a sus oficinas en la delegación Iztapalapa hasta su primera petición de separarse del cargo por 59 días, el 1 de octubre miutos después de rendir protesta. También cuando, asegura, fue sacado del edificio delegacional para llevarlo a la casa de Ebrard.
“Me sacaron, me llevaron a la Central de Abasto, donde estaba el helicóptero. Llegamos a la Zona Rosa y luego a la casa de Marcelo”.
De nuevo quiere ser candidato
A casi un año haber protagonizado uno de los momentos más álgidos de la política capitalina, Juanito dice sentirse orgulloso y afirma que no se ha retirado, incluso, ya planea su regreso.
“Sigo trabajando. Sigo viajando a nivel nacional, llevando gestión y apoyo a la gente. Me han recibido muy bien en los estados, en las centrales camioneras, hasta en los estadios la gente me recibe muy bien. Me dicen que siga adelante y no me deje de la mafia”.
Acosta Ángeles presume que ha visitado 22 estados de la República y que los viajes se los pagan. Él sigue con su paletería, de la cual es dueño, y sus cinco puestos en el tianguis.
Juanito comenta que “muchos empresarios y organizaciones” lo han buscado para apoyarlo. Afirma que viajó a Oaxaca para apoyar la candidatura a gobernador del priísta Eviel Pérez.
Además, afirma que fue invitado a la toma de posesión del gobernador electo en Hidalgo, Francisco Olvera, quien también fue nominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y que asumirá el poder en 2011.
Juanito ya no vive en la colonia Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa. Ahora renta un departamento en la Roma. Se mudó por razones de seguridad. “Pero voy tres veces a la semana a Iztapalapa para hacer gestión”, asegura.
Sobre Paseo de la Reforma —donde desfiló en varias ocasiones con su estatua—, las personas lo reconocen. Le piden tomarse fotografías con él. La mayoría lo reconoce, algunos le gritan “¡ridículo!” o tocan el claxon, pero no en signo de aprobación.
“Un 97% de la gente está conmigo”, estima. Sin embargo, reconoce que hay personas que le gritan traidor, incluso, lo agreden. Rompieron los vidrios de su casa en Iztapalapa, le han dado “codazos” cuando viaja en el Metro y lo insultan. Todo esto lo atribuye a los seguidores de la mafia obradorista.
La estatua de Juanito, esculpida por Bernardo Luis López, está en el Teatro Blanquita porque ahí se montó una obra, en la que el actor Pierre Angelo representa a Rafael Acosta.
Su idea de llevarlo a la explanada delegacional en Iztapalapa no se concretó ante la amenaza de que se la robaría “la mafia obradorista”.
Dice que ha participado en programas de televisión, telenovelas y hasta ha grabado comerciales en Canadá.
Su futuro en la política
—¿Por quién votarías, por López Obrador o Marcelo Ebrard?
“Por ninguno de los dos”, responde Acosta sin titubeos.
Juanito anuncia su regreso y dice que está en pláticas con varios partidos para retornar y buscar la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
A un año de distancia —luego de reunirse con el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y anunciar que solicitaría licencia en el cargo— Rafael Ponfilio Acosta Ángeles rechaza que haya sido un títere. “No fui el pelele de López Obrador”.
“Llevo seis balazos, dos infartos, una fractura, me operaron del riñón y me mataron a un hijo de 23 años, voy a seguir adelante”, dice.
34 años de lucha social
Afirma que militantes del PRD capitalino lo han buscado, aunque no revela sus nombres. Dice que le han pedido que se una para apoyar a Marcelo Ebrard. Incluso, dirigentes del PT también se han acercado.
“Traidores del pueblo. No apoyaré a ninguno de los dos”, insiste el ex jefe delegacional, quien sólo duró 13 días al frente de la delegación más poblada de la ciudad de México.
Su cargo inició el 27 de noviembre, dos días antes de que venciera el plazo de la primera licencia. Después, el 10 de diciembre, se ausentó de manera definitiva, pero después se arrepintió y recurrió hasta la Suprema Corte de Justicia para recuperar la titularidad de la demarcación, sin lograr conseguirlo
México capital federal. Arnaldo Córdova
He venido comprobando, a través de los últimos tiempos y, debo confesarlo, con una aguda desazón, que muchas personas que fueron o son funcionarios del gobierno del Distrito Federal en las cinco administraciones perredistas hasta el día de hoy (Cárdenas, Robles, López Obrador, Encinas y Ebrard) no han acabado de entender cuál es el verdadero estatuto constitucional de la capital federal y, acaso muy marcados por las difíciles experiencias de gobierno y de oficio que han vivido, tienden con mucha naturalidad a ver en el DF una entidad que, ante todo, necesita ser administrada y controlada muy ejecutivamente, sin entenderse de los complicadísimos problemas de interpretación constitucional que implica su régimen interior y su rol como capital de la República.
Esos problemas no son meramente teóricos o pueden reducirse a simples ocurrencias. Del modo en que los enfoquemos dependerá de que podamos entender con toda claridad el diseño que deberá tener todo intento de reforma política de nuestra entidad capital. No hace mucho, en una entrega anterior, me ocupé de las opiniones negativas de Alejandro Encinas en torno a la municipalización del DF, que él considera absurdas, en una entidad, según su opinión, que requiere, ante todo, ser gobernada unitariamente, desentendiéndose de su democratización. Convertir al DF en un estado de la Federación (que, en realidad, no tenemos por qué buscar convertirlo, pues ya lo es, en la letra misma de la Constitución), organizado, en su régimen interior, en municipios (como manda el 116 constitucional) y con plenos poderes como entidad federal, les parece un exceso a quienes me he referido.
Yo sé que gobernar quiere decir controlar y resolver problemas y que se trata de una materia de la máxima importancia; pero también estoy convencido de que no se trata sólo de pregonar un buen gobierno cuando la entidad está encapsulada en un estatuto de verdad anómalo y antidemocrático. Si se busca la reforma constitucional del DF no es para dejarlo como está, sólo con una mayor autonomía, sino para darle un régimen de verdad acorde con su estatus de entidad federal, fundadora del Pacto Federal, como lo define el artículo 43 constitucional, con sólo mencionarlo entre las 32 entidades que han constituido la Federación. Se trata de desentrañar y corregir una injusticia que se materializa en el mismo texto constitucional cuando se le define como asiento de los poderes federales.
Creo que está fuera de toda duda la necesidad de que esta enorme entidad sea bien gobernada; pero la pregunta obligada es: ¿es mejor hacerlo como hoy está o gobernarla con un régimen constitucional plenamente reformado? Para entenderlo a cabalidad se tiene que volver, una y otra vez, al contenido de la Carta Magna y examinarlo con todo detenimiento. El artículo 43 comienza diciendo: “Las partes integrantes de la Federación son los estados de…” y, a continuación, enumera a los 31 estados, agregando al final: “… y el Distrito Federal”. Bien interpretado este artículo se puede ver que ya en él hay una discriminación, porque el Distrito no es mencionado entre los estados (debería ir después del estado de Chihuahua), sino que se agrega al final.
Hay que hacer notar que el 43 no está refiriéndose a la integración del territorio nacional, cosa de la que se ocupa el artículo 42, el cual menciona a las entidades federales y luego agrega las islas, la plataforma continental, los zócalos submarinos, las aguas y mares territoriales y el espacio aéreo situado sobre el territorio nacional. El 43 más bien hace mención de las entidades que fundaron originalmente la Federación, que signaron el Pacto Federal que le dio nacimiento y entre las que se encuentra el DF, aunque se le considere como diferente de los estados. Ningún constitucionalista ha podido explicar cómo es que el Distrito es una entidad fundadora de la Federación pero se le pone aparte, al final, entre los estados enumerados como tales.
La razón de esa falta de lógica jurídica en el 43 radica en la letra del 44 que dice: La Ciudad de México es el Distrito Federal, sede de los Poderes de la Unión y Capital de los Estados Unidos Mexicanos. Se compondrá del territorio que actualmente tiene y en el caso de que los poderes federales se trasladen a otro lugar, se erigirá en el Estado del Valle de México con los límites y extensión que le asigne el Congreso General. Se trata de uno de los artículos más absurdos y mal redactados de la Carta Magna. En primer lugar, llama la atención que haga la distinción entre ser sede de los poderes federales y capital de la República. Si es capital es porque es sede de los poderes y no por otra razón especial.
El gazapo que viene después es de antología: se compondrá del territorio que actualmente tiene, se dice, de forma bastante estúpida y reiterativa, como si pudiera estar compuesto de otra manera. Lo peor, empero, viene enseguida: si los poderes federales se trasladaren a otro lugar, el Distrito se erigirá en el Estado del Valle de México, con los límites y extensión que le asigne el Congreso General. En la doctrina constitucional, tal y como está enunciada en el artículo 39, el pueblo, reunido en sus comunidades estatales, funda la Federación, como en los Estados Unidos, y no como en Canadá, en donde el poder central funda o concede la calidad de entidad a las diferentes provincias. Si el Distrito es fundador de la Federación, como dice el 43, no se entiende cómo, al devenir estado con toda la barba, es el Congreso General el que le asigna su territorio. Una idiotez en la que pocos han reparado. El DF es una comunidad política original, no un pedazo de tierra.
Ya he explicado a lo largo de 30 años que el que el DF sea asiento de los poderes federales no se opone a su funcionamiento como entidad federal con plenos derechos. Todo es materia de establecer las debidas competencias, como ocurre con las capitales de los estados federados. Y también que una auténtica reforma política implicaría eliminar las llamadas delegaciones o convertirlas en meros órganos administrativos, para dar paso a la municipalización del Distrito. Todo ello, para permitir que se haga una realidad el autogobierno ciudadano y ciudadanos libres como lo son los defeños, autogobernándose, puedan contribuir al buen gobierno de la entidad federal. Los límites de las delegaciones, hay que recordarlo, se trazaron originalmente de la manera más arbitraria imaginable, partiendo y despedazando barrios que, así, perdieron su identidad.
Por todo lo expuesto, me pareció sorprendente y sumamente confusa la posición que mi querido amigo Bernardo Bátiz externó en su artículo del pasado 16 de octubre, cuando habló del DF como una peculiar entidad de la Federación y, a renglón seguido, lanzó una cacayaca tremenda: Ciertamente no un estado 32, como se pretende por mala información de la teoría del derecho público, sino [sic] la capital de la República federal y sede de los poderes nacionales. Creo que el que debería informarse un poco mejor de la teoría del derecho público es mi amigo, dicho con todo afecto.
Enrique Peña Nieto es una Barbie: AMLO
Redacción/SDP
06 de Noviembre, 2010
Andrés Manuel López Obrador acusó al gobernador del Estado de México de ser "una barbie" apadrinada por Carlos Salinas de Gortari para seguirle robando al país.
En su penúltimo fin de semana de gira por territorio mexiquense, Andrés Manuel López Obrador evidenció con una fotografía la cercana relación que existe entre el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto; a quien acusó de ser "una barbie" apadrinada por el antiguo mandatario priista, con el propósito de seguirle robando al país.
El tabasqueño dijo: "Éste (Salinas) fue el que le entregó los bienes del país a sus allegados, protege a Peña Nieto. Lo quiere imponer en el 2012 para que siga la mafia del poder".
Y continuó: "A éste (Peña Nieto) le hacen mucha publicidad, éste es una Barbie en masculino, es una telenovela de Televisa".
AMLO se presentó en la plaza central de Jocotitlán, donde solicitó el apoyo de la gente para favorecer una alianza del pueblo.
Asimismo, dijo que él no es una persona mentirosa, traicionera o ladrona: "Hay tres cosas que he aprendido en mi vida: a no mentir, no traicionar y no robar".
06 de Noviembre, 2010
Andrés Manuel López Obrador acusó al gobernador del Estado de México de ser "una barbie" apadrinada por Carlos Salinas de Gortari para seguirle robando al país.
En su penúltimo fin de semana de gira por territorio mexiquense, Andrés Manuel López Obrador evidenció con una fotografía la cercana relación que existe entre el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto; a quien acusó de ser "una barbie" apadrinada por el antiguo mandatario priista, con el propósito de seguirle robando al país.
El tabasqueño dijo: "Éste (Salinas) fue el que le entregó los bienes del país a sus allegados, protege a Peña Nieto. Lo quiere imponer en el 2012 para que siga la mafia del poder".
Y continuó: "A éste (Peña Nieto) le hacen mucha publicidad, éste es una Barbie en masculino, es una telenovela de Televisa".
AMLO se presentó en la plaza central de Jocotitlán, donde solicitó el apoyo de la gente para favorecer una alianza del pueblo.
Asimismo, dijo que él no es una persona mentirosa, traicionera o ladrona: "Hay tres cosas que he aprendido en mi vida: a no mentir, no traicionar y no robar".
México aplaude a soldados en las calles, afirma el "presidente"
Momis
¡Ah caramba! ¿Y eso dónde?
Quiero verlo con mis ojos,
más bien la gente se esconde
y huye como de los piojos.
El calderas y el Galván,
uno a otro los pelmazos
no han tenido mejor plan,
que aventarse cebollazos.
Consumido de ternura
Jelipe el breve les dijo:
-Oh, si México perdura
será por su gran cobijo-.
Por su lado dn. Galván
“liderazgo y don de mando”
le adjudicó a ese truhán,
¿pos de cuál anda chupando?
Las muertes y las matanzas
son un claro indicativo
que ya viene la bonanza,
y eso es definitivo.
Perder a más mexicanos
es lo que cabe esperar,
no desesperen hermanos
la clave es perseverar.
Ahh, qué cuadro tan hermoso
casi me pongo a llorar,
un futuro esplendoroso
nos va forjando este par.
IFE que pueda sobrevivir a la peor turbulencia. José Agustín Ortiz Pinchetti
El Despertar
La Cámara de Diputados ha retrasado la elección de tres nuevos consejeros del IFE. ¡Qué bueno! Puede ser un signo de sensatez. Hasta ahora todo parecía enfilado a que los partidos impusieran por cuotas y/o vetos a quienes completarían el consejo. Ojalá la gente que decide (unos cuantos, entre ellos pocos legisladores) pueda considerar ciertos hechos:
Uno. Hay que ver al futuro. El contexto de las elecciones presidenciales en julio de 2012 será más difícil que el actual. Los signos de decadencia han empeorado, pero el deterioro no tiene límites. La inseguridad pública, la mala economía, la corrupción, la inconformidad y la agitación van a aumentar. Sólo instituciones electorales fuertes podrán soportar presiones y sacar adelante el cambio de régimen. De lo contrario, podrá haber ruptura económica y social. Para fortalecer a las instituciones electorales no basta con elegir tres buenos consejeros, pero se puede recomponer el Consejo General y ello sería buen signo.
Dos. Pueden preverse varios escenarios electorales. Una elección dividida en tres partes. Polarización entre dos. O una delantera arrolladora de alguno de los contendientes. En cualquier caso, el IFE deberá emitir un dictamen que sea aceptado por quien pierda y por la población que votó por él. Si el consejo del IFE está controlado por el PAN y por el PRI, su dictamen será sospechoso de parcialidad.
Tres. Si la polarización política y social se magnifica, tendría que reorganizarse todo el aparato electoral, incluidos el IFE, el Trife y la fiscalía electoral. Ello ya sucedió en 1994 y en 1996, ante sendas crisis económicas.
Cuatro. Hay que aprender del pasado. Hay que corregir los criterios para elegir a los consejeros. Deben buscarse personas que tengan suficiente prestigio e independencia para fungir como árbitros. Y lograr su nombramiento con el acuerdo de todas las fuerzas políticas significativas. Eso dio buen resultado en 1994, frente a elecciones muy difíciles, y en 1996, frente a la posibilidad de la alternancia. Hay que desechar el sistema por el cual los consejeros son representantes vergonzantes de los partidos. El desastre de las elecciones de 2006 empezó aplicando ese método en 2003.
El PAN, el PRI y los poderes fácticos deben renunciar al propósito de controlar el aparato electoral y determinar el resultado oficial de los comicios en su favor y “a como dé lugar”. El uso del verbo agandallar podría ser suicida para ellos y destructivo para la nación.
joseaorpin@hotmail.com
Se desplomó el mito de la autorregulación exitosa de los mercados financieros
Viene una época en la que el Estado tendrá un papel mayor: Carlos Marichal
Hay que ampliar y democratizar el debate sobre la economía, advierte el experto
Carlos Marichal, investigador de El Colegio de México. “Hay que analizar estos cataclismos a fondo. Sería un error tratar de olvidarse de ellos”, advierteFoto Marco Peláez
Periódico La Jornada
Domingo 7 de noviembre de 2010, p. 2
La reciente crisis económica marcó “el fin del mito de que los mercados financieros se autorregulan con éxito y en toda circunstancia”. Carlos Marichal, uno de los más destacados historiadores económicos en América Latina, profesor investigador en El Colegio de México, expone:
“El colapso de 2008 y 2009 indica que ahora viene una nueva época con mayor regulación y un mayor papel del Estado en los mercados.”
Marichal, fundador y presidente de la Asociación Mexicana de Historia Económica y profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, acaba de publicar Nueva historia de las crisis financieras. Una perspectiva global, 1873-2008 (editorial Debate, México, octubre de 2010). En entrevista con La Jornada explica: no se debe presuponer que la interpretación de los grandes problemas financieros debe ser impenetrable o incomprensible para el ciudadano de a pie.
“La reciente crisis financiera es una bisagra; marca un antes y un después. Traerá grandes cambios”, considera Marichal, autor de la Historia de la deuda externa de América Latina y de Bankruptcy of empire: mexican silver and the wars between Spain, Britain and France, 1760-1810, texto galardonado por la Asociación de Historia Económica de Estados Unidos y la Asociación Española de Historia Económica.
–En su libro plantea, respecto de la crisis, que “la historia se ha convertido en un actor central en el presente”. ¿Hay una lección de esta crisis?
–En efecto, la crisis de 2008-2009 fue la mayor desde el colapso de 1929 y la Gran Depresión de los años treinta. Se trató de un verdadero terremoto, en contraste con los temblores menores que son frecuentes en los mercados financieros.
“La primera lección, y la más obvia, de la crisis contemporánea es que hay que analizar estos cataclismos a fondo. Sería un error tratar de olvidarse de ellos o simplemente esperar, ingenuamente, que se van a disolver. Son demasiado dolorosos en términos de cientos de miles empleos perdidos, empresas quebradas y de casas embargadas para ignorar sus causas y posibles consecuencias.
“La crisis nos obliga a preguntarnos: ¿qué pasó? La mayoría de los economistas y expertos financieros fracasaron en anticipar el derrumbe de 2008 en los mayores mercados financieros del mundo que son los de Nueva York y Londres. La consecuencia de esta falta de previsión de riesgos ha sido muy costosa y nos ha pegado a todos, en cada país del mundo. Se necesitan nuevos análisis más certeros y también más confiables para el ciudadano a pie, que quiere entender por qué esta crisis estalló y le pegó. En una palabra, hay que ampliar el debate sobre las finanzas y democratizarlo.”
–¿La de 2008-2009 fue una crisis cíclica más? ¿Qué características particulares tiene, si es el caso, respecto a otras en las últimas décadas?
–Otra lección es que hay que estudiar la historia de las crisis, pues, en efecto, se repiten: son eventos bastante cotidianos pero especialmente desgarradores del capitalismo hace casi dos siglos. Sin embargo, no estamos seguros de que sean cíclicas. En el siglo XIX hubo numerosas crisis financieras internacionales, en 1857, 1866, 1873, 1890, lo cual llevó a observadores de la época a postular que eran cíclicas o periódicas, como las crisis agrarias del antiguo régimen que afectaron a la humanidad durante milenios. Pero, en verdad, no se sabía y, aún hoy, no se sabe cuándo va a estallar una grave crisis financiera, pues la economía moderna, el capitalismo mismo, tiene mucho de imprevisible.
“Sabemos que la producción y el comercio en las economías modernas tienden a crecer, incluso de forma bastante sostenida, pero sabemos mucho menos sobre la evolución de los mercados financieros porque son altamente volátiles. Son quizá los mercados más volátiles que existen en el capitalismo y están sujetos a muchísimos altibajos.”
De sismos
Marichal explica que un pánico bursátil o bancario a escala local no tiene que traducirse en un colapso global. La explosión de una pequeña burbuja financiera no tiene que provocar un sismo en la economía. Esto sólo ocurre de vez en cuando; se forman enormes burbujas en los mercados financieros más importantes y explotan, como ocurrió en 1929 o en 2008, que se convirtieron en crisis económicas globales, menciona.
“Pero hay un gran paralelo y también una gran diferencia entre ambos colapsos. En los dos casos, los expertos financieros fracasaron en anticipar la crisis. Pero después de los estallidos, las respuestas fueron muy diferentes. En 1929, los gobiernos y bancos centrales se abstuvieron de intervenir y ello llevó indefectiblemente a más colapsos bancarios y a una sostenida caída de las economías de casi todas las naciones del planeta.
“La Gran Depresión duró gran parte del decenio de los años treinta y fue la mayor catástrofe financiera y económica de la historia moderna. En cambio, después de la caída de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, así como el hundimiento de las enormes agencias hipotecarias de Estados Unidos y la quiebra de muchos bancos en Europa en el mismo mes, los gobiernos y bancos centrales intervinieron agresivamente para sostener a los bancos e inyectar liquidez en los mercados financieros. Fue la mayor intervención financiera de los estados en la historia mundial.”
–Escribe en su libro que “cada crisis suele marcar el fin de una época y el inicio de otra” y que “las crisis suelen convertirse en bisagras entre una época y otra”. ¿A qué puso fin y qué comienza con esta crisis?
–Esta crisis marca el fin del mito de que los mercados financieros se autorregulan con éxito y en toda circunstancia. Este era el mantra de muchísimos economistas, asesores financieros en los años noventa y principios de este nuevo siglo, e incluso contó con el aval del antiguo director de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan, quien era considerado una especie de oráculo de sabiduría sobre cómo operan los mercados financieros. Pero sus previsiones fueron claramente equivocadas en lo que se refería a los peligros que se habían generado dentro del mercado financiero e hipotecario más grande del mundo, que comenzaron a derrumbarse desde 2007.
“De hecho, el colapso de 2008 y 2009 en Estados Unidos y Europa indica que ahora viene una nueva época con mayor regulación y un mayor papel del Estado en los mercados, sobre todo por el gigantesco tamaño de las deudas públicas que han asumido para llevar a cabo los rescates de los bancos.”
Abunda: “esta crisis es una bisagra y traerá grandes cambios, aunque no sabemos exactamente cuál va a ser su naturaleza. Ya se están poniendo en marcha muchas reformas a los sistemas bancarios, si bien no queda claro que vayan a ser muy efectivas en reducir la volatilidad de la economía contemporánea. Es así porque el fenómeno de la globalización no lo para nadie. China e India –que concentran un tercio de la población mundial– hoy se destacan como las nuevas locomotoras industriales del mundo y están creciendo a gran velocidad, pese a la crisis. Ambos necesitan mercados globales para seguir creciendo, aun cuando el dinamismo mayor de sus economías se encuentre ya también en sus mercados domésticos.
“Al mismo tiempo, estas grandes naciones en crecimiento veloz están acumulando tanto capital en forma de ahorro que no pueden absorberlo todo. Ello implica que impulsen grandes flujos de fondos a los mercados financieros de Estados Unidos y Europa, que hoy en día absorben estos capitales para cubrir sus abultadas deudas. Y lo mismo ocurre con muchos otros países: Japón, los estados árabes exportadores de petróleo y Rusia, que trasladan capitales a los mercados bancarios y financieros más profundos de Nueva York, Londres, París, Fráncfort y Ginebra. Pero estos traslados gigantescos de dinero son de por sí volátiles y sujetos a cambios en la confianza de los inversores, motivado por ejemplo por las guerras de las divisas. En resumidas cuentas: la crisis contemporánea abre una nueva época, pero también de mucha volatilidad y muy altos riesgos.”
–En el libro aborda el tema del papel del Estado en el escenario poscrisis. Es un tema que en México no se debate. Domina la idea de que el Estado es prescindible y que la iniciativa tiene que ser tomada por el sector privado. Incluso, ese es el pensamiento que prevalece en la Secretaría de Hacienda y el Banco de México. ¿Puede referirse a este tema, tanto para el plano más general como el particular de México?
–Una de las grandes paradojas de la crisis actual es que antes del derrumbe de septiembre de 2008 los directivos de la banca central y los políticos más poderosos parecían haberse olvidado de la historia y los riesgos de un posible colapso. Pero una vez que estallaron los problemas, los gobiernos y bancos centrales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Irlanda, Alemania y China pusieron en marcha programas enormes de emergencia, de salvamento de sus mercados. Fue una acción absolutamente coordinada de gobiernos y bancos centrales. No se puede hablar allí de una independencia o autonomía de los bancos centrales en este caso: la coordinación era indispensable en momentos de grave peligro, y así debe ser, para evitar una caída demasiado grande de la demanda y un aumento brutal del desempleo.
“En México se ha producido una respuesta muy tenue a la crisis, tanto de la Secretaría de Hacienda como del Banco de México. En verdad, el contraste con los demás países del mundo es realmente asombroso en medio de esta gran recesión. Se ha argumentado que las instituciones gubernamentales en México no tienen mucho margen de acción por la baja recaudación, causada por el fracaso de las reformas fiscales. No obstante, en crisis anteriores, como en 1995, cuando la situación era gravísima, el gobierno intervino para rescatar a los bancos y mercados financieros. Hoy día, me parece que es evidente que se requiere flexibilizar el gasto, sobre todo para apoyar la generación de empleos, aun cuando sean temporales, para ayudar a los desocupados y subempleados que abundan en el país. Ello también ayudaría a reducir la violencia que se ha vuelto tan lacerante en todas las ciudades y regiones de la nación.”
–Como menciona antes, hoy los países en desarrollo están encabezando el crecimiento de la economía en el planeta. ¿Qué está pasando en el mundo en desarrollo? ¿Cómo participa en la discusión poscrisis? ¿Qué se observa en América Latina?
–Toda crisis global tiene impactos muy extendidos y profundos sobre las economías de gran número de países, pero después del primer y gigantesco descalabro de un colapso financiero, el impacto suele tener efectos distintos en un lado y otro. Es un poco como una tormenta que tiene efectos diferentes por zonas. Y esto también depende de las repuestas al vendaval. En este sentido, podemos recordar que durante la Gran Depresión, los países que primero se recuperaron fueron los que abandonaron la ortodoxia del patrón oro, y pudieron poner en marcha planes de tipo keynesiano. De hecho, todos los países latinoamericanos, incluyendo México, lograron crecer bastante después de 1932, en contraste con Estados Unidos, Alemania y Francia, que siguieron sumergidos en la crisis durante largo tiempo.
“Después del cataclismo financiero de finales de 2008, que pegó a todos las regiones del planeta, hubo señales de que ciertas naciones se estaban recuperando con rapidez. Fueron los casos de China e India, cuya demanda fue jalando a Australia, a algunos otros países asiáticos y a Sudamérica, que ahora exporta muchísimo a Asia, sobre todo alimentos y minerales. Estas naciones han logrado un crecimiento de cerca de 7 por ciento anual en los últimos meses de 2009 y en 2010. Superan ampliamente a Europa y Estados Unidos, que siguen estancados en la llamada Gran Recesión. También superan a México, que depende tanto de la economía estadunidense, y por ello tiene tantas dificultades en salir del atasco.”
–Uno de los temas que aborda es la discusión del marco institucional posterior a la crisis.
–Se están dando muchos cambios importantes geoeconómicos y geopolíticos en la poscrisis, que se observan en primer lugar en la creciente importancia del G-20, que agrupa a las 20 economías más importantes del mundo, y que incluyen a Argentina, Brasil, México, China, India y otros países de lo que antes se llamaba el tercer mundo, pero que ya no lo es tanto. Esto es sin duda positivo, ya que implica mayor equilibrio entre naciones y pueblos del mundo. Sin embargo, no sabemos aún realmente cómo va a operar esta nueva coordinación de los 20 grandes en el futuro. Y tampoco sabemos cómo va a afectar a Naciones Unidas, que incluso podría verse debilitada, algo que no es deseable.
–¿Cómo se aprecia esto en el ámbito de los organismos financieros?
–En el ámbito de las organizaciones financieras multilaterales, se han dado algunas reformas importantes dentro del Fondo Monetario Internacional, una menor rigidez y algo más de representatividad para los países en desarrollo. Pero aún no está claro si ello implica un cambio sustancial.
“Donde sí se van a producir cambios importantes es en la coordinación económica en los bloques regionales: por ejemplo, en Asia oriental, con nuevos esquemas monetarios y financieros de cooperación, al igual que en Sudamérica, donde iniciativas como el Banco del Sur y las propuestas de una canasta de monedas comunes, como la hecha por el economista Óscar Ugarteche (de la Universidad Nacional Autónoma de México), que empiezan a recibir la atención de los bancos centrales y gobiernos de la región. Es un proceso en marcha, que se está construyendo. Se está tratando de imaginar un futuro más estable y próspero. En este sentido, es de esperar que México se pueda incorporar a estos procesos de cambio y mirar más hacia el sur, sin dejar de mirar hacia el norte, donde se da la mayor parte de su comercio y donde está la quinta parte de la población de la nación.”
Hay que ampliar y democratizar el debate sobre la economía, advierte el experto
Carlos Marichal, investigador de El Colegio de México. “Hay que analizar estos cataclismos a fondo. Sería un error tratar de olvidarse de ellos”, advierteFoto Marco Peláez
Niños marginados se arremolinan para recibir comida gratuita en una zona de Manila, FilipinasFoto Ap
Roberto González Amador
Periódico La Jornada
Domingo 7 de noviembre de 2010, p. 2
La reciente crisis económica marcó “el fin del mito de que los mercados financieros se autorregulan con éxito y en toda circunstancia”. Carlos Marichal, uno de los más destacados historiadores económicos en América Latina, profesor investigador en El Colegio de México, expone:
“El colapso de 2008 y 2009 indica que ahora viene una nueva época con mayor regulación y un mayor papel del Estado en los mercados.”
Marichal, fundador y presidente de la Asociación Mexicana de Historia Económica y profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, acaba de publicar Nueva historia de las crisis financieras. Una perspectiva global, 1873-2008 (editorial Debate, México, octubre de 2010). En entrevista con La Jornada explica: no se debe presuponer que la interpretación de los grandes problemas financieros debe ser impenetrable o incomprensible para el ciudadano de a pie.
“La reciente crisis financiera es una bisagra; marca un antes y un después. Traerá grandes cambios”, considera Marichal, autor de la Historia de la deuda externa de América Latina y de Bankruptcy of empire: mexican silver and the wars between Spain, Britain and France, 1760-1810, texto galardonado por la Asociación de Historia Económica de Estados Unidos y la Asociación Española de Historia Económica.
–En su libro plantea, respecto de la crisis, que “la historia se ha convertido en un actor central en el presente”. ¿Hay una lección de esta crisis?
–En efecto, la crisis de 2008-2009 fue la mayor desde el colapso de 1929 y la Gran Depresión de los años treinta. Se trató de un verdadero terremoto, en contraste con los temblores menores que son frecuentes en los mercados financieros.
“La primera lección, y la más obvia, de la crisis contemporánea es que hay que analizar estos cataclismos a fondo. Sería un error tratar de olvidarse de ellos o simplemente esperar, ingenuamente, que se van a disolver. Son demasiado dolorosos en términos de cientos de miles empleos perdidos, empresas quebradas y de casas embargadas para ignorar sus causas y posibles consecuencias.
“La crisis nos obliga a preguntarnos: ¿qué pasó? La mayoría de los economistas y expertos financieros fracasaron en anticipar el derrumbe de 2008 en los mayores mercados financieros del mundo que son los de Nueva York y Londres. La consecuencia de esta falta de previsión de riesgos ha sido muy costosa y nos ha pegado a todos, en cada país del mundo. Se necesitan nuevos análisis más certeros y también más confiables para el ciudadano a pie, que quiere entender por qué esta crisis estalló y le pegó. En una palabra, hay que ampliar el debate sobre las finanzas y democratizarlo.”
–¿La de 2008-2009 fue una crisis cíclica más? ¿Qué características particulares tiene, si es el caso, respecto a otras en las últimas décadas?
–Otra lección es que hay que estudiar la historia de las crisis, pues, en efecto, se repiten: son eventos bastante cotidianos pero especialmente desgarradores del capitalismo hace casi dos siglos. Sin embargo, no estamos seguros de que sean cíclicas. En el siglo XIX hubo numerosas crisis financieras internacionales, en 1857, 1866, 1873, 1890, lo cual llevó a observadores de la época a postular que eran cíclicas o periódicas, como las crisis agrarias del antiguo régimen que afectaron a la humanidad durante milenios. Pero, en verdad, no se sabía y, aún hoy, no se sabe cuándo va a estallar una grave crisis financiera, pues la economía moderna, el capitalismo mismo, tiene mucho de imprevisible.
“Sabemos que la producción y el comercio en las economías modernas tienden a crecer, incluso de forma bastante sostenida, pero sabemos mucho menos sobre la evolución de los mercados financieros porque son altamente volátiles. Son quizá los mercados más volátiles que existen en el capitalismo y están sujetos a muchísimos altibajos.”
De sismos
Marichal explica que un pánico bursátil o bancario a escala local no tiene que traducirse en un colapso global. La explosión de una pequeña burbuja financiera no tiene que provocar un sismo en la economía. Esto sólo ocurre de vez en cuando; se forman enormes burbujas en los mercados financieros más importantes y explotan, como ocurrió en 1929 o en 2008, que se convirtieron en crisis económicas globales, menciona.
“Pero hay un gran paralelo y también una gran diferencia entre ambos colapsos. En los dos casos, los expertos financieros fracasaron en anticipar la crisis. Pero después de los estallidos, las respuestas fueron muy diferentes. En 1929, los gobiernos y bancos centrales se abstuvieron de intervenir y ello llevó indefectiblemente a más colapsos bancarios y a una sostenida caída de las economías de casi todas las naciones del planeta.
“La Gran Depresión duró gran parte del decenio de los años treinta y fue la mayor catástrofe financiera y económica de la historia moderna. En cambio, después de la caída de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, así como el hundimiento de las enormes agencias hipotecarias de Estados Unidos y la quiebra de muchos bancos en Europa en el mismo mes, los gobiernos y bancos centrales intervinieron agresivamente para sostener a los bancos e inyectar liquidez en los mercados financieros. Fue la mayor intervención financiera de los estados en la historia mundial.”
–Escribe en su libro que “cada crisis suele marcar el fin de una época y el inicio de otra” y que “las crisis suelen convertirse en bisagras entre una época y otra”. ¿A qué puso fin y qué comienza con esta crisis?
–Esta crisis marca el fin del mito de que los mercados financieros se autorregulan con éxito y en toda circunstancia. Este era el mantra de muchísimos economistas, asesores financieros en los años noventa y principios de este nuevo siglo, e incluso contó con el aval del antiguo director de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan, quien era considerado una especie de oráculo de sabiduría sobre cómo operan los mercados financieros. Pero sus previsiones fueron claramente equivocadas en lo que se refería a los peligros que se habían generado dentro del mercado financiero e hipotecario más grande del mundo, que comenzaron a derrumbarse desde 2007.
“De hecho, el colapso de 2008 y 2009 en Estados Unidos y Europa indica que ahora viene una nueva época con mayor regulación y un mayor papel del Estado en los mercados, sobre todo por el gigantesco tamaño de las deudas públicas que han asumido para llevar a cabo los rescates de los bancos.”
Abunda: “esta crisis es una bisagra y traerá grandes cambios, aunque no sabemos exactamente cuál va a ser su naturaleza. Ya se están poniendo en marcha muchas reformas a los sistemas bancarios, si bien no queda claro que vayan a ser muy efectivas en reducir la volatilidad de la economía contemporánea. Es así porque el fenómeno de la globalización no lo para nadie. China e India –que concentran un tercio de la población mundial– hoy se destacan como las nuevas locomotoras industriales del mundo y están creciendo a gran velocidad, pese a la crisis. Ambos necesitan mercados globales para seguir creciendo, aun cuando el dinamismo mayor de sus economías se encuentre ya también en sus mercados domésticos.
“Al mismo tiempo, estas grandes naciones en crecimiento veloz están acumulando tanto capital en forma de ahorro que no pueden absorberlo todo. Ello implica que impulsen grandes flujos de fondos a los mercados financieros de Estados Unidos y Europa, que hoy en día absorben estos capitales para cubrir sus abultadas deudas. Y lo mismo ocurre con muchos otros países: Japón, los estados árabes exportadores de petróleo y Rusia, que trasladan capitales a los mercados bancarios y financieros más profundos de Nueva York, Londres, París, Fráncfort y Ginebra. Pero estos traslados gigantescos de dinero son de por sí volátiles y sujetos a cambios en la confianza de los inversores, motivado por ejemplo por las guerras de las divisas. En resumidas cuentas: la crisis contemporánea abre una nueva época, pero también de mucha volatilidad y muy altos riesgos.”
–En el libro aborda el tema del papel del Estado en el escenario poscrisis. Es un tema que en México no se debate. Domina la idea de que el Estado es prescindible y que la iniciativa tiene que ser tomada por el sector privado. Incluso, ese es el pensamiento que prevalece en la Secretaría de Hacienda y el Banco de México. ¿Puede referirse a este tema, tanto para el plano más general como el particular de México?
–Una de las grandes paradojas de la crisis actual es que antes del derrumbe de septiembre de 2008 los directivos de la banca central y los políticos más poderosos parecían haberse olvidado de la historia y los riesgos de un posible colapso. Pero una vez que estallaron los problemas, los gobiernos y bancos centrales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Irlanda, Alemania y China pusieron en marcha programas enormes de emergencia, de salvamento de sus mercados. Fue una acción absolutamente coordinada de gobiernos y bancos centrales. No se puede hablar allí de una independencia o autonomía de los bancos centrales en este caso: la coordinación era indispensable en momentos de grave peligro, y así debe ser, para evitar una caída demasiado grande de la demanda y un aumento brutal del desempleo.
“En México se ha producido una respuesta muy tenue a la crisis, tanto de la Secretaría de Hacienda como del Banco de México. En verdad, el contraste con los demás países del mundo es realmente asombroso en medio de esta gran recesión. Se ha argumentado que las instituciones gubernamentales en México no tienen mucho margen de acción por la baja recaudación, causada por el fracaso de las reformas fiscales. No obstante, en crisis anteriores, como en 1995, cuando la situación era gravísima, el gobierno intervino para rescatar a los bancos y mercados financieros. Hoy día, me parece que es evidente que se requiere flexibilizar el gasto, sobre todo para apoyar la generación de empleos, aun cuando sean temporales, para ayudar a los desocupados y subempleados que abundan en el país. Ello también ayudaría a reducir la violencia que se ha vuelto tan lacerante en todas las ciudades y regiones de la nación.”
–Como menciona antes, hoy los países en desarrollo están encabezando el crecimiento de la economía en el planeta. ¿Qué está pasando en el mundo en desarrollo? ¿Cómo participa en la discusión poscrisis? ¿Qué se observa en América Latina?
–Toda crisis global tiene impactos muy extendidos y profundos sobre las economías de gran número de países, pero después del primer y gigantesco descalabro de un colapso financiero, el impacto suele tener efectos distintos en un lado y otro. Es un poco como una tormenta que tiene efectos diferentes por zonas. Y esto también depende de las repuestas al vendaval. En este sentido, podemos recordar que durante la Gran Depresión, los países que primero se recuperaron fueron los que abandonaron la ortodoxia del patrón oro, y pudieron poner en marcha planes de tipo keynesiano. De hecho, todos los países latinoamericanos, incluyendo México, lograron crecer bastante después de 1932, en contraste con Estados Unidos, Alemania y Francia, que siguieron sumergidos en la crisis durante largo tiempo.
“Después del cataclismo financiero de finales de 2008, que pegó a todos las regiones del planeta, hubo señales de que ciertas naciones se estaban recuperando con rapidez. Fueron los casos de China e India, cuya demanda fue jalando a Australia, a algunos otros países asiáticos y a Sudamérica, que ahora exporta muchísimo a Asia, sobre todo alimentos y minerales. Estas naciones han logrado un crecimiento de cerca de 7 por ciento anual en los últimos meses de 2009 y en 2010. Superan ampliamente a Europa y Estados Unidos, que siguen estancados en la llamada Gran Recesión. También superan a México, que depende tanto de la economía estadunidense, y por ello tiene tantas dificultades en salir del atasco.”
–Uno de los temas que aborda es la discusión del marco institucional posterior a la crisis.
–Se están dando muchos cambios importantes geoeconómicos y geopolíticos en la poscrisis, que se observan en primer lugar en la creciente importancia del G-20, que agrupa a las 20 economías más importantes del mundo, y que incluyen a Argentina, Brasil, México, China, India y otros países de lo que antes se llamaba el tercer mundo, pero que ya no lo es tanto. Esto es sin duda positivo, ya que implica mayor equilibrio entre naciones y pueblos del mundo. Sin embargo, no sabemos aún realmente cómo va a operar esta nueva coordinación de los 20 grandes en el futuro. Y tampoco sabemos cómo va a afectar a Naciones Unidas, que incluso podría verse debilitada, algo que no es deseable.
–¿Cómo se aprecia esto en el ámbito de los organismos financieros?
–En el ámbito de las organizaciones financieras multilaterales, se han dado algunas reformas importantes dentro del Fondo Monetario Internacional, una menor rigidez y algo más de representatividad para los países en desarrollo. Pero aún no está claro si ello implica un cambio sustancial.
“Donde sí se van a producir cambios importantes es en la coordinación económica en los bloques regionales: por ejemplo, en Asia oriental, con nuevos esquemas monetarios y financieros de cooperación, al igual que en Sudamérica, donde iniciativas como el Banco del Sur y las propuestas de una canasta de monedas comunes, como la hecha por el economista Óscar Ugarteche (de la Universidad Nacional Autónoma de México), que empiezan a recibir la atención de los bancos centrales y gobiernos de la región. Es un proceso en marcha, que se está construyendo. Se está tratando de imaginar un futuro más estable y próspero. En este sentido, es de esperar que México se pueda incorporar a estos procesos de cambio y mirar más hacia el sur, sin dejar de mirar hacia el norte, donde se da la mayor parte de su comercio y donde está la quinta parte de la población de la nación.”
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