sábado, 11 de mayo de 2019

En el PRD, la visión de los vencidos: no nos den por muertos, dicen

Los perredistas Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Fracaso. Foto: Octavio Gómez

El PRD cumple 30 años y después de haber sido segunda fuerza política del país ahora está en el fondo de la tabla y a punto de la quiebra. Muchos dan por sentado que agoniza. Pero los dirigentes de la corriente Nueva Izquierda (Los Chuchos) dicen a Proceso que el partido sigue y seguirá vivo y culpan de la actual crisis perredista… a López Obrador. Jesús Ortega y Jesús Zambrano ofrecen su versión. 
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En la elección presidencial de 2018 el PRD tocó fondo: obtuvo apenas 2.8% de la votación nacional y quedó en riesgo de perder su registro.
Este domingo 5 el PRD cumple 30 años y mientras sus críticos expiden ya su acta de defunción, la corriente Nueva Izquierda, conocida como Los Chuchos, asegura que aún tienen vida, que no son los responsables de la debacle y apuntan hacia Andrés Manuel López Obrador como el causante de la fractura con la intención de entronizar a Morena como heredero de la izquierda mexicana.
El 5 de mayo de 1989 el PRD fue formado por cinco partidos –Mexicano Socialista, Mexicano de los Trabajadores, Socialista Unificado de México, Patriótico Revolucionario y Socialista de los Trabajadores–, así como por el Movimiento Revolucionario del Pueblo, la Unión de la Izquierda Comunista, algunos exguerrilleros y el grupo de expulsados del PRI, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez.
Las elecciones de 2006 y 2012 lo hicieron segunda fuerza nacional, pero en las del año pasado el PRD recibió un fuerte rechazo ciudadano que lo envió hasta el séptimo lugar. El descalabro fue tan grande que en cinco estados no alcanzó ni 10 mil votos, perdió el registro local en 10 entidades y en el Congreso su presencia se redujo a 10 diputados y cinco senadores, logrando apenas mantener su registro como partido con 5% de los votos para legisladores.
Además enfrenta una grave situación económica y, según documentos internos, está en “quiebra técnica”, porque tiene un hoyo financiero de 998 millones 182 mil 133.37 pesos, debido a la reducción de sus prerrogativas tras el descalabro electoral, el peligro de embargo de bienes por evasión de impuestos desde 2015 y una demanda laboral de 193 trabajadores despedidos.
Entrevistados en sus oficinas de la colonia Roma, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, cabezas de la corriente perredista conocida como Los Chuchos, al hacer un análisis de la crisis del PRD y de los responsables de la misma, apuntan más hacia López Obrador que a ellos.
“La vida política es incierta, aunque nosotros debemos reconocer la derrota que ahora tenemos y prepararnos para superar la crisis y los efectos de la división que ocasionó la salida de López Obrador del PRD porque, en realidad, de todos los factores el más importante que generó la crisis y el mal resultado fue la división del partido; es decir la salida de Andrés Manuel López Obrador”, sostiene Ortega.
Zambrano manifiesta que ya habían superado la crisis que se dio con René Bejarano en 2004, cuando un video mostró que recibía dinero del empresario Carlos Ahumada presuntamente para preparar la campaña presidencial de 2006. Y también la de Gustavo Ponce, secretario de Finanzas del gobierno capitalino de López Obrador, jugando en Las Vegas cuando se presentó la salida del PRD del tabasqueño.
“Ya habíamos superado esa coyuntura tan difícil –hasta nos daba pena salir a la calle– cuando se da la ruptura en 2012 de López Obrador, inmediatamente después de las elecciones en las que fue candidato presidencial del PRD. Nos fracturó a la mitad”, admite Zambrano.
En el PRD han surgido 18 corrientes internas conocidas como “tribus”; de éstas, Nueva Izquierda tuvo la presidencia del partido de 2008 a 2015, primero con Ortega a la cabeza, luego con Zambrano y finalmente con Carlos Navarrete. Y en 2012 se unió al PAN y al PRI en el Pacto por México –que encabezó el entonces presidente Enrique Peña Nieto–, del que salieron las llamadas reformas estructurales.
A raíz de este hecho, el 10 de septiembre de ese año López Obrador renunció al partido; adujo que no podía reconocer a Peña Nieto como presidente legítimo, que el PRD encabezado por Los Chuchos tenía relaciones con el PRI y que se dedicaría a fortalecer al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
“Andrés Manuel utilizó el Pacto como chivo expiatorio para salirse”, asegura Ortega. 
Zambrano sostiene que López Obrador había renunciado al PRD desde antes de que empezaran las negociaciones del Pacto y da su explicación: “Los Chuchos –como nos dicen a los dirigentes de Nueva Izquierda– se nos ha adjudicado que desde que nosotros llegamos a la dirigencia el partido ha tenido los peores resultados y que empezaron las fugas y las divisiones. Fugas siempre ha habido; en los primeros años se salieron José Woldenberg, Gilberto Rincón Gallardo y Rosario Robles y todo eso fue antes de que nosotros llegáramos a la presidencia del PRD.
“Asumo la parte de responsabilidad que nos corresponde por no haber percibido la dimensión y profundidad de estos problemas que terminaron mellando la vida del PRD y la responsabilidad por no haber tomado medidas para decir que por ahí no se tenían que hacer las cosas. Pero no me siento responsable de la ruptura de Andrés Manuel, de la fractura que le provocó en 2012, porque él es el responsable de esa decisión, no lo discutió con nosotros para ver cómo resolver los problemas. 
“Mucho se nos ha señalado lo del Pacto por México, que ahí empezaron los problemas, y el propio López Obrador dijo que se había retirado del PRD por eso. Es falso, él se retiró del PRD en agosto de 2012. Las primeras pláticas de lo que después fue el Pacto fueron en septiembre y se firmó en diciembre.” 
Autocrítica
En la lista de errores que enumeran Ortega y Zambrano como causas de la crisis que hoy sufre el PRD, citan la transformación de las corrientes como forma de expresión de grupos de interés que sólo buscaban colocarse en puestos de dirección o conseguir candidaturas y también el caudillismo de personajes como Cárdenas y López Obrador.
También las salidas de otros personajes, como Porfirio Muñoz Ledo y Heberto Castillo; el caso Ayotzinapa, en el que estuvieron implicados el alcalde perredista de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda; los escándalos de corrupción de Rosario Robles; el Pacto por México, y la decisión de apoyar en 2018 al candidato presidencial panista Ricardo Anaya.
Una más, dice Ortega, es que el PRD se centró en lograr la Presidencia de la República y olvidó dar seguimiento a la conducta de gobernadores y presidentes municipales que ganaron elecciones. También que el partido no logró situarse como socialdemócrata, porque sus principios siguieron siendo los del nacionalismo revolucionario del PRI, que se instalaron desde la fundación del partido en 1989.
Se le señala a Zambrano el exceso de protagonismo de los líderes del PRD en sus 30 años de historia y la presencia de las corrientes como forma de liderazgo, también como causas de la crisis.
“Esas cosas ya no deben continuar. Hay que desaparecer a las corrientes como grupos de interés que por representación proporcional tenían candidaturas o cargos directivos, independientemente de méritos propios o de presencia social. Eso ya no debe darse: candidaturas y cargos por cuotas. Junto con eso hay que fortalecer el relevo generacional; debe haber nuevos liderazgos dentro de los cuadros que ya hay en el partido o de fuera.
“Hay que institucionalizar las direcciones colegiadas para que sea más democrática la toma de decisiones y no recaiga en personas. No debe haber la reproducción del caudillismo en el PRD. Ya no debe haber eso que decían: ‘Cuauhtemazo mata estatuto’ u ‘Obradorazo mata estatuto’. Eso ya se acabó. Tenemos muchos liderazgos, tenemos suerte de que votaron 3 millones por nuestros candidatos. No vamos a partir de cero ni estamos muertos ni nos van a ver muertos”, asegura el sonorense.
–¿Fueron errores el Pacto por México y el apoyo a Anaya?
–El Pacto por México sí nos costó, porque no se tuvo la capacidad de explicar bien lo que ahí estaba presente y porque el gobierno de Peña se lo adjudicó como si fuera el resultado de la gran visión de un presidente estadista. 
“Hay que reconocer que tuvimos una falta de capacidad para dejar en claro qué eran el Pacto por México y los mecanismos para hacer valer el papel colegiado de las decisiones y logros que iban a significar los avances que se concretaron en 50% de los acuerdos del mismo.
“La candidatura de Ricardo Anaya también terminó siendo un error político, por las decisiones pendejas del gobierno priista de contribuir a que Andrés Manuel creciera, pretendiendo desbancar a Anaya del segundo lugar con esa campaña de descrédito. 
“Además Anaya no hizo lo que debería hacer para estar cerca del PRD y asumirse como un candidato de coalición. Hay que reconocer que fue un error y debimos haber peleado hacer de otro modo la candidatura e ir con un candidato propio.” 
A Ortega se le insiste para saber cuál fue la responsabilidad de Nueva Izquierda en la crisis que vive el partido; rechaza que se les tome como el chivo expiatorio, pues considera que “esa es la visión más superficial para el análisis histórico, que tiene causales y responsables múltiples”.
Una vez más cuestiona el papel de López Obrador: “¿Quién fue el causante de la división cuando Porfirio Muñoz Ledo se salió del PRD y que nos hizo un daño? ¿Quién fue el causante cuando se salió el ingeniero Cárdenas? ¿Quién fue el causante de la salida de López Obrador?, ¿Nosotros? ¿En realidad fuimos nosotros los causantes? 
“El causante de su salida fue él. Él tomo la decisión. Y si quiere, se pueden encontrar razones; pero la principal fue su decisión y su determinación. Pero yo no eludo ninguna responsabilidad.”
–¿Cuál sería entonces?
–Quizás no fuimos lo suficientemente capaces de formar nuevos cuadros o una gran red de cuadros políticos que pudieran soportar la salida de un liderazgo cuasi único. Quizás no fortalecimos suficientemente las estructuras para que la salida de un cuadro como López Obrador impactara tan fuerte. Quizás no difundimos suficientemente nuestro programa para que la salida de un líder no nos impactara y pareciera que nos dejaba huérfanos de ideas. Yo podría ubicar ahí una parte de nuestra responsabilidad. 
No estamos muertos
Los dos integrantes de Nueva Izquierda confían en que el PRD superará la crisis en la que está ahora sumergido, como lo hicieron en las que sufrieron en 1994 y 2000, cuando perdieron la elección presidencial con Cárdenas como candidato.
Le apuestan a tener buenas noticias en las elecciones de este año en Aguascalientes, Baja California, Durango, Tamaulipas, Quintana Roo y la extraordinaria en Puebla. Pero sobre todo, en las elecciones de 2021 para la renovación de la Cámara de Diputados y en 13 gobiernos estatales.
–¿El PRD no está en extinción, como muchos afirman? –se le pregunta a Ortega.
–Es una expresión vulgar por repetitiva. Cada vez que se quiere golpear a alguien se dice que está liquidado, que está muerto. Algún columnista o algún político va a recurrir a esta común expresión para darnos la extremaunción, como sucede cada vez que tenemos una crisis. Yo no digo que no pueda suceder. Ya ocurrió con los partidos comunistas de la Unión Soviética y de Italia. Si el PRI ahora está en una seria dificultad a pesar de que fue un partido de Estado fuertísimo es porque todos los partidos tenemos momentos difíciles, pero también de ascenso.
“No niego que estamos en el momento más difícil, entre otras razones porque tuvimos una votación muy baja; pero podemos superar esta experiencia y arribar a un nuevo estadio.”
–¿Hay resentimiento hacia Andrés Manuel?
–Más que resentimiento hay diferencias políticas profundas. Hay quienes piensan que las diferencias empezaron cuando se salió del PRD, pero quien conoce a detalle la vida del perredismo sabe de las profundas diferencias que algunos de nosotros tenemos con Andrés. Yo fui secretario general cuando él era presidente del partido y desde entonces ya tenía profundas diferencias. Fui su coordinador de campaña y eran claras las diferencias.
“La gran diferencia con Andrés Manuel era por su autoritarismo, su determinación de imponer su voluntad a toda costa. En realidad por eso se salió del PRD, porque ahí iba a tener siempre a gente que no coincidía con su punto de vista. 
“Pero Andrés Manuel no puede vivir donde la gente puede criticarlo y en el PRD había gente que no estaba de acuerdo con él y por eso daba manotazos en las reuniones de los órganos de dirección del partido y en la campaña, diciendo: ‘Me voy, háganle como quieran’, ‘el movimiento soy yo’, ‘yo soy el partido’.”
Zambrano sostiene que los 3 millones que votaron por los candidatos del PRD les dan vida y se quedarán con las ganas de darlos por muertos aquellos de Morena que les dieron los santos óleos y un acta de defunción. 
Y advierte que van a superar la intención de Andrés Manuel de aniquilar al PRD y hacerlo desaparecer en las elecciones de 2021 para quedarse como el partido de izquierda de México.
“Lo que tenemos que hacer es construir candidaturas hacia sectores de la sociedad civil, incluyendo al sector empresarial. Un objetivo estratégico que debemos tener es evitar en 2021 que Andrés Manuel y su partido logren mayoría en la Cámara de Diputados. Ese es un objetivo estratégico para evitar que continúe este proceso de restauración del autoritarismo que se está dando en el país”, afirma Zambrano.  

PRD: Su abultada deuda lo enmaraña

El edificio de Benjamín Franklin. Foto: Octavio Gómez
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En 2018 el PRD perdió todo: votos, militantes y representación política. Hoy sólo arrastra una deuda superior a 390 millones de pesos.
Ángel Ávila, secretario general perredista, comenta que el partido atraviesa por su segunda crisis más importante en 30 años de existencia, que se cumplieron el domingo 5. La primera, dice, fue la de 1991. Y confía que ésta sea una oportunidad única para “transformar por completo la institución o para enterrar las siglas del PRD para siempre” y, con suerte, también su crisis financiera.
La debacle electoral dejó al partido sin registro en 10 entidades: Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, Jalisco, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Nuevo León, Colima y Tamaulipas, y su representatividad legislativa menguó drásticamente, pues sólo tiene 10 diputados en San Lázaro y cinco escaños en el Senado.
El 29 de agosto de 2018, semanas antes de los comicios federales, el PRD se declaró en “quiebra técnica”. Y, en un oficio enviado a la Junta de Conciliación y Arbitraje, justificó el despido de su personal sindicalizado y de confianza:
“El partido político se ubica actualmente en una situación de insolvencia financiera, que pone en riesgo incluso su permanencia política por la disminución del flujo de recursos proveniente del erario, lo que lo imposibilita para hacer frente a sus compromisos de carácter económico.”
El documento menciona un importe por concepto de pasivos de 998 millones 182 mil 133 pesos, de los cuales 520 millones se destinarían al pago a Carlos Ahumada si éste gana el juicio al partido. No obstante, Manuel Cifuentes, secretario de Finanzas del PRD, confía en que eso no suceda pues, dice, “ya ganamos en casi todo”.
El resto está desglosado de la siguiente manera: de los 237 millones 132 mil pesos que en ese periodo adeudaba el partido en contabilidad ya se pagaron 14 millones; y de los 85 millones 160 mil 613 pesos por multas firmes, ya sólo se deben 19 millones 393 mil 417.
Asimismo, de los 136 millones que se adeudan por recargos y actualizaciones de impuestos, es factible que prescriban o le sean dispensados al PRD; también están los 19 millones 275 mil 496 derivados de juicios y laudos laborales que no han concluido.
En suma, 478 millones 182 mil 133 pesos en deudas que justificaban la insuficiencia económica para preservar a los trabajadores en sus funciones y de los cuales restan 398 millones 414 mil 935 pesos en pasivos.
Según Cifuentes, buena parte de esos adeudos no son firmes e incluso podrían prescribir, entre ellos los 125 millones que el partido debe al Instituto Nacional Electoral por sanciones de 2014 hacia atrás.
“Nuestros ingresos se redujeron drásticamente, por eso elaboramos un escrito, porque tenemos mucho menos dinero que antes”, sostiene.
La prerrogativa del partido para 2019 es de 396 millones 987 mil 946 pesos, poco más de la mitad de lo que recibieron en 2013 –634 millones 867 mil 509 pesos– cuando las finanzas perredistas “estaban bien”, lo mismo que los votos, explica Cifuentes.
Además, las prerrogativas del siguiente año podrían reducirse 50% si los diputados de Morena promueven y aprueban por mayoría la reducción a la mitad de los recursos que el INE destina a los partidos.
Cómo allegarse fondos 
“Limpiar la casa, nuestros raspones y proponer rutas de salida” fue algo que no sólo hicimos en lo político, explica Fernando Belaunzarán, integrante del Comité Ejecutivo Nacional del PRD.
“Lo primero que hicimos en materia de finanzas –cuenta Cifuentes– fue recortar la nómina, que absorbía casi 50% de nuestras finanzas”. De 600 empleados que el partido mantuvo en promedio desde 2014, hoy sólo tiene 250 y perciben un menor salario al anterior.
“Pagábamos 16.5 millones de pesos mensuales de nómina. Con el reajuste estamos gastando 6 millones de pesos al mes en salarios al personal de base o confianza; el personal sindicalizado quedó fuera”, comenta.
La reducción de los gastos también impactó en las actividades diarias del partido. Hoy, sus seis oficinas de la Ciudad de México operan a 15% o 20% de su capacidad. La razón: casi 70% de los empleados fueron despedidos.
En las oficinas de la calle de Monterrey, en la Ciudad de México, sólo cuenta con un vigilante nocturno y es factible que los autos se pongan en venta; y la flotilla de servicios de traslados y viáticos no funciona.
Los directivos del partido no descartan la venta de inmuebles, para lo cual hay dos caminos”, comenta.
El primero prevé la venta del inmueble de Monterrey 50 –el más antiguo y donde se inició el partido–, así como los de las calles Bajío, Refinería, Durango y Odontología, además de un baldío.
Con la venta de esos inmuebles el partido obtendría 130 millones de pesos, con los cuales, según Cifuentes, se compraría el inmueble de siete pisos de Benjamín Franklin. La renta actual mensual de ese edificio es de 1.5 millones de pesos y se calcula que está valuado en 160 millones.
“Los inmuebles que tenemos son pequeños en comparación con éste; además están casi desocupados. Personalmente no veo mucho caso en seguir pagando los servicios por algo que nos cuesta mucho dinero”. El plan B, según Cifuentes, “es quedarnos con Monterrey 50, por su carga histórica para muchos miembros del partido, y buscar otro edificio más económico.
Nicolás Cortés trabajó 20 años en el PRD. Es abogado y fungió como secretario y asesor en el Instituto de Formación Política. Estaba contratado por el Sindicato Unión de Trabajadores del PRD, el único de un partido político y que se fundó cuando Andrés Manuel López Obrador era presidente perredista.
En agosto del año pasado, relata, representantes del partido les notificaron que les rescindirían muchos contratos. Les dijeron que aceptaran la liquidación bajo promesa de ser recontratados fuera del sindicato.
Para principios de 2019 todos los trabajadores sindicalizados estaban despedidos. De ellos, 80 aceptaron una recontratación fuera de ese órgano “bajo presiones y amenazas, sometidos a aceptar la mitad de sueldo sin prestaciones y con horarios extendidos de trabajo”, cuenta Cortés.
Sólo 30 sindicalizados rechazaron ser liquidados y en febrero pasado interpusieron una denuncia al partido para ser reinstalados. Entre ellos está Nicolás, quien fungía como integrante del comité sindical.
“El propósito primordial del partido, cuando iniciaron los recortes, era desaparecer nuestra organización gremial, porque con ella sería más complicado rehacer una institución política como ahora proponen”, explica Édgar Avilés, secretario general del Sindicato Unión, quien fue despedido luego de trabajar 30 años para el PRD.
Según datos de la Secretaría de Finanzas, el PRD gastó cerca de 60 millones de pesos en liquidación del personal. Y, según los cálculos del partido, la liquidación de los trabajadores que se rehusan a aceptar el pago es de 9 millones de pesos.
La dirigencia nacional del PRD absorbió y administrará las finanzas de los comités estatales de Puebla y la Ciudad de México, donde la deuda es cercana a 25 millones de pesos en servicios, predial y salarios.
“En la Ciudad de México nos encontramos con problemas similares a lo que había en el ámbito nacional: deudas a empleados, cuentas sin pagar y sanciones que hemos subsanado en el último mes y medio en 60%”, señala Cifuentes.
Por lo que atañe a los estados donde el PRD perdió el registro, en los próximos meses se definirá qué hacer con las oficinas y el personal.

NOSTALGIA-Helguera