Politólogos e historiadores encuentran muchas similitudes en el escenario que hoy enfrenta el priista Alfredo del Mazo Maza en el Estado de México –gobernado por el PRI hace 88 años– con el que en 2000 afrontó el priista Francisco Labastida Ochoa en la elección presidencial, la primera que el PRI perdió en siete décadas. Del Mazo como Labastida, coinciden, es un candidato “grisáceo” y como el sinaloense enfrenta el hartazgo social de malos gobiernos, por lo que, por primera vez, el tricolor podría perder en el Edomex.
Pero el mayor peso –y una gran diferencia con aquella elección de 2000– es el Presidente de la República. Los analistas aseguran que el gran problema del candidato Del Mazo Maza es el desprestigio de Enrique Peña Nieto, y el hecho de que el Primer Mandatario sea su paisano… y también su pariente.
PRIMERA DE UNA SERIE
Ciudad de México, 26 de abril (SinEmbargo).– Como Francisco Labastida Ochoa, candidato con el que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la elección por la Presidencia de la República en 2000, el aspirante tricolor al Gobierno del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, enfrenta una elección histórica.
En ese inicio de siglo, los despachos noticiosos destacaban que, por primera vez en sus 71 años de vida, el PRI, hasta entonces el partido más longevo del mundo en un poder nacional, podría resultar derrotado en la elección presidencial ante el candidato opositor, el panista Vicente Fox Quesada.
Este 2017 en el Estado de México, el de la mayor cantidad de electores, recursos económicos y lugar de origen de uno de los grupos más fuertes del priismo, Del Mazo Maza es el primer priista que, como Labastida en 2000, carece de certidumbre sobre su triunfo en una demarcación en la que el PRI había ejercido, hasta su candidatura, un poder casi hegemónico.
“La similitud más importante es que, a pocos meses de la elección hay bastante conciencia, para empezar entre los propios equipos de los candidatos, entre los candidatos, las autoridades electorales, la prensa, una buena parte del electorado, de que puede perder el candidato del PRI”, dice Nicolás Loza Otero, analista político e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
“Hay incertidumbre, porque tampoco es un hecho que vaya a perder, como no lo era tampoco en la elección de Labastida. No hay convicción de que va a ganar el PRI, de que a lo mejor la oposición, puede que ser que con poco o menos gana posiciones pero no puede ganar la principal contienda; en este caso, creo que hoy, como hace casi 20 años, esto es muy parecido”, agrega el académico.
Con esta observación coincide Marco Leopoldo Arellano Toledo, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De 41 años y primo del Presidente Enrique Peña Nieto, Del Mazo Maza es el más reciente aspirante a Gobernador de una red familiar y política que ha encabezado el Ejecutivo de esta entidad por casi 20 años.“En este contexto también hay mucha expectativa de sacar al PRI de la casa de Toluca; expectativa de que un partido hegemónico, en una entidad en la que nunca ha perdido, pareciera que este año pudiera sufrir su primera derrota”, comenta Arellano Toledo.
Antes, entre 1945 y 1961, fue Gobernador su abuelo Alfredo del Mazo Vélez y, entre 1981 y 1986, su padre Alfredo del Mazo González, también ex Secretario de Energía con el Presidente Miguel de la Madrid. Su primo Enrique Peña Nieto [hijo de Enrique Peña del Mazo] gobernó entre 2005 y 2011.
El resto de la red familiar vinculada con Del Mazo Maza y que participa en política la forman Arturo Montiel, ex Gobernador entre 1999 y 2005 y, a su vez, tío lejano de Peña Nieto; sus hermanos Adrián del Mazo Maza, director general de Autotransporte Federal en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y Alejandro Del Mazo Maza, titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Su prima Carolina Monroy del Mazo, por su parte, fue ex secretaria general del PRI.
Fuera de esta red de parentesco, sin embargo, dice Loza Otero, Del Mazo Maza carece de mayores méritos políticos. Y como Labastida Ochoa, agrega Arellano Toledo, tiene una “personalidad grisácea”.
También como de la elección de Labastida quedó el reclamo que le hizo a Vicente Fox durante un debate televisivo –“me ha llamado chaparro, me ha llamado mariquita, me ha dicho lavestida”–, en esta campaña uno de los videos más populares de Del Mazo Maza es donde muestra no saber que el PRI gobernó Netzahualcóyotl en 2011.
“Te enganchaste Alfredo; ni modo”, le dice a Del Mazo el candidato del Partido de la Revolución Democrática, Juan Zepeda Hernández, en una imagen que ha sido reproducida más de 2.2 millones de veces en este mes de abril.
PRI Y EL DESPRESTIGIO DE EPN
Cada una de estas dos elecciones históricas, sin embargo, dicen analistas, tiene “su propia narrativa” y, en cada caso, si bien por primera vez hay competencia y el tricolor enfrenta un amplio desprestigio, las causas son distintas.
En 2000, plantea Rogelio Hernández Rodríguez, historiador, doctor en Ciencia Política e investigador del Colegio de México (Colmex), el PRI enfrentaba a un candidato de oposición muy fuerte, Vicente Fox Quesada –quien resultó ganador–, con una estructura de movilización de votos más fuerte que la que puede tener, dice, cualquier partido opositor en el Estado de México.
También, agrega, los partidos de oposición viven ahora, como el PRI, una crisis de credibilidad que no era tan grave a principios de siglo.
Crisis generalizada que, a su vez, advierte el también autor del libro “Historia mínima del PRI” [editado por el Colmex], es la causa de lo estrecho de la competencia en el caso mexiquense, a la que se le agrega el desprestigio del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.
“Ninguno [de los partidos de oposición] ha tenido auténtica presencia, partidariamente; en términos de organización no son fuertes como para disputar la gubernatura. Si ahora lo hacen, insisto, no es porque hayan crecido: es porque hay un tremendo desprestigio”, dice Hernández Rodríguez.
“El hecho de haber regresado el PRI a la Presidencia despertó expectativas muy fuertes, y se le añade que el Gobierno de Peña Nieto no ha tenido un desempeño notable”, agrega.
Este medio envió una solicitud de comentarios a la campaña de Del Mazo, pero no fue respondida.
Otra diferencia entre ambas elecciones es la relación de cada candidato y su grupo con el priismo nacional, dice Loza Otero, que observa cómo en 2000 había un Presidente, Ernesto Zedillo Ponce de León, distanciado abiertamente del resto del partido tricolor y “reformista”, al grado de que en su sexenio se generaron los cambios legales que permitieron finalmente la alternancia en México desde 1997.
Peña Nieto, en cambio, dice el investigador, además de primo del candidato Del Mazo, ha encabezado una “cargada” que ha incluido visitas de integrantes de su gabinete e incluso de la primera dama, Angélica Rivera, al Estado de México.
“Labastida era el candidato elegido por este Presidente que deliberadamente había distanciado del partido y que, por otro lado, había emprendido reformas que habían dado fuerza a la oposición, e incluso había enfrentado ya una reacción conservadora o restauradora en el PRI, que era la de Roberto Madrazo [priista, ex Gobernador de Tabasco]; entonces, todo ese escenario en buena medida facilitó la derrota de Labastida, y ninguno de esos componentes está presente en la candidatura de Del Mazo”, dice Loza Otero.
“Y eso puede apuntalarlo. Es decir, Del Mazo cuenta con el respaldo de un partido, que obvio que es un partido debilitado [a nivel nacional], pero a nivel local es un partido muy fuerte, con una gran cantidad de recursos, con una capacidad de movilizar”, agrega.
También en el contexto está la semejanza del descrédito que vive el PRI en cada elección, pero cuyos motivos, advierten los entrevistados, son diferentes.
Si bien en 2000 el PRI enfrentaba la carga histórica de lo que Hernández llama la “conclusión de un proceso de transición a la democracia”, en 2017, coinciden los entrevistados, el principal lastre del PRI es el desprestigio de la administración del Presidente Enrique Peña Nieto.
“Nunca antes ha habido un Presidente de la República con tan bajos niveles de aprobación, ni priista ni no priista, ni antes había sido tan claro el ‘desalineamiento’, el abandono de electores leales al PRI”, afirma Loza.
“En el Estado de México, la oposición al PRI no es que sea más fuerte o que haya alcanzado mayores números de militantes; el problema del Estado de México tiene que ver con el desprestigio del Gobierno federal, y el hecho de que el Presidente que encabeza ese Gobierno sea del Estado de México. El desprestigio de Peña Nieto está afectando indudablemente al PRI en general y, en particular, al Estado de México”, coincide Hernández.
DEL MAZO Y GOBERNADORES CORRUPTOS
Además de la marca que le quedó al Gobierno del actual Presidente por la investigación periodística que reportó que uno de sus amigos y contratistas, el empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, le había financiado mansiones a él y a su funcionario más cercano, Luis Videgaray Caso, Peña Nieto enfrenta ahora el recuerdo de su elogio a un grupo de ex mandatarios prófugos de la justicia.
“Tú observas hoy los gobernadores de la gran mayoría de las entidades son jóvenes o actores de la nueva generación política: el Gobernador de Quintana Roo, Beto Borge; el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte; César Duarte, Gobernador de Chihuahua…”, dijo Peña Nieto en mayo de 2012, cuando, en una entrevista de televisión, se le pidió poner “nombres” a su afirmación de que el partido se estaba renovando.
En 2016, sin embargo, los tres eran sujetos de señalamientos de corrupción y endeudamiento de finanzas públicas y, en las tres entidades, el PRI perdió las elecciones estatales; en el caso de Veracruz y Quintana Roo, además, por primera vez en su historia.
Las órdenes de aprehensión giradas en contra de Duarte de Ochoa y Duarte Jáquez están también en el contexto de la elección mexiquense, y el impacto del arresto del veracruzano sobre la campaña de Del Mazo ha sido sujeto de especulación política.
La relación de Del Mazo con este grupo de priistas señalados, sin embargo, se observa no sólo en su parentesco con el Presidente Enrique Peña Nieto, sino también en su desempeño como director, entre 2012 y 2015, del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), clave en el financiamiento de las entidades federativas y dependiente de la Secretaría de Hacienda, entonces encabezada por Videgaray Caso.
Desde esa posición, de acuerdo con el contrato DAGA/13/2013, Del Mazo Maza otorgó al empresario Juan Armando Hinojosa –además patrocinador de la campaña de Peña Nieto, coordinada por Videgaray– un contrato por 10.7 millones de pesos para que su empresa Eolo Plus le diera servicio de taxi aéreo.
Un año después, de acuerdo con un reporte de la cuenta pública del Gobierno del Estado de Chihuahua, Banobras emitió cuatro créditos a favor del entonces Gobernador César Duarte Jáquez, por cuatro mil 285 millones de pesos. Los préstamos habían sido generados gracias a la creación del Fideicomiso Maestro Irrevocable de Administración y Fuente de Pago 152, firmado por el ex mandatario chihuahuense hoy prófugo y la Casa de Bolsa Evercore, fundada por el ex Secretario de Hacienda Pedro Aspe Armella y antiguo lugar de trabajo de Videgaray Caso.
Ese mismo 2014, de acuerdo con un boletín difundido por el Instituto Técnico para el Desarrollo de las Haciendas Públicas, la dependencia encabezada por Del Mazo Maza también otorgó a Duarte Jáquez una garantía de Pago Oportuno que, indica la fuente, permitió al chihuahuense una “mejora en sus calificaciones” crediticias.
“En 2014 se contrató una Garantía de Pago Oportuno (GPO) con Banobras para los créditos que se encuentran en el fideicomiso F/0152, el cual tiene afectado el 56.98 por ciento del FGP [Fondo General de Participaciones] del Estado”, dice un boletín de la calificadora HR Rating publicado en noviembre de 2015.
“El Estado de Chihuahua, Evercore Casa de Bolsa (Fiduciario) y Banobras (Garante) realizaron la firma del contrato de Garantía Parcial, Incondicional e Irrevocable con el fin de cubrir cualquier insuficiencia de pago a los acreedores de los créditos que cuentan con esta garantía, incluyendo intereses y montos de principal insolutos (…) Con la contratación de esta garantía a los financiamientos inscritos en el Fideicomiso F/0152, se obtuvo una mejora en sus calificaciones crediticias y por lo tanto una disminución en la sobretasa para el cobro de intereses”, agrega el comunicado.
La relación de Del Mazo con este grupo de políticos es entonces, dice Loza, su mayor lastre pero, al mismo tiempo, su mayor y única fortaleza.
“Es su principal activo, ser de ese grupo [de Peña Nieto], digamos es lo que lo ha tenido en posiciones de poder desde hace muchos años, y eso es lo que lo tiene de candidato a gobernador”, dice el catedrático en temas como procesos políticos y comportamiento electoral.
“Ahora, ser de esa dinastía implica cierto desprestigio, estigma a nivel nacional, y de esto no se puede deshacer Del Mazo porque es parte de la esencia del grupo al que pertenece. Pero, visto en términos de un intercambio político, gana más siendo de esa dinastía que no siendo: es lo que lo tiene ahí”, agrega.
En la elección del próximo 4 de junio, sin embargo, nada está escrito, coinciden los entrevistados. Primero, dice Loza Otero, porque en un escenario de fragmentación del voto, en el que las preferencias se reparten entre tres contendientes, la definición puede cargarse hacia el candidato con la mayor “estructura” partidista; es decir, Alfredo Del Mazo.
Y ningún partido de oposición, dice Hernández, cuenta con la homogeneidad del priismo del Estado de México.
“Justo esto es lo que caracteriza al Estado de México: los grupos son lo suficientemente homogéneos como para ser competencias entre sí que son equilibradas; a diferencia de lo que ocurre en otras entidades, los priistas en el Estado de México no están en conflicto, y eso les da mucha unidad”, explica Hernández.