Liliya Khusainova
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Los atentados brutales de París que se cobraron la vida de más de 120 personas este 13 de noviembre causan mucho dolor, pero también muchas preguntas y la primera desde luego es quién tiene la culpa. No hay que ser un genio para responder a esa cuestión: EE.UU.
¿Cuál es el principio de todos los principios? Como economista puedo contestar que es una base financiera. EE.UU. y sus amigos eternos de la llamada 'coalición antiterrorista' realizan una pseudo lucha contra el
Estado Islámico desde hace más de un año sin resultados. Su "compromiso" de erradicar el mal se transforma irónicamente en la consolidación del Estado Islámico: captura de nuevos territorios ricos en reservas, en el establecimiento de esquemas de ventas de petróleo, en la creación de su propio sistema financiero, en la introducción de su propia moneda hasta la instauración de su Banco Central, en otras palabras recursos necesarios para realizar ataques atroces como los que sembraron el pánico en París.
EE.UU. allana el camino
EE.UU. no combate el terrorismo, sino hace todo para que prospere y abarque más y más territorios. Y lo implementa mostrando las maravillas del ingenio: el uso selectivo de las organizaciones terroristas para conseguir sus objetivos políticos y el Estado Islámico no es una excepción.
Al "noble" Estado que "se preocupa" por el destino de todos los países le da igual que sufran personas inocentes, que se destruyen sus vidas, lo más importante es cumplir sus caprichos y alcanzar los objetivos económicos latentes: derrocar al presidente Bashar al Assad y decidir qué hacer con el país y sus enormes recursos.
Además, las armas que envía EE.UU. a la llamada 'oposición siria moderada' terminan en manos de los terroristas del Estado Islámico. Les arrojan armas y municiones desde el aire. En octubre pasado EE.UU. lanzó 50 toneladas de municiones a la oposición siria, sin hablar de cientos de vehículos de la marca japonesa Toyota que están en manos de los milicianos del Estado Islámico. El Departamento de Estado de EE.UU. y el Gobierno británico suministraron esos autos al Ejército Libre Sirio —que lucha contra el gobierno de Bashar Al Assad— y luego pasaron a manos del grupo Estado Islámico.
La inconsistencia de EE.UU. en su "lucha" contra el terrorismo se observa en varios niveles. Así por ejemplo en su rueda de prensa en Viena con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, tras los ataques de París, dice que el país continuará combatiendo contra el Estado Islámico, el Frente Al Nusra y otros grupos terroristas. Pero al mismo tiempo no olvida de sus "intereses": acusó al presidente de Siria, Bashar al Assad, de comprar el petróleo del Estado Islámico.
Esta selectividad al estilo estadounidense no hace buenas obras y los ataques terroristas de París lo demuestran "en todo su esplendor".
Selectividad al estilo estadounidense
Este viernes 13 de noviembre, el día de los ataque inmensamente crueles, en el Instituto de la Paz de Washington el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry anunció sus tres objetivos en Siria y dijo: "EE.UU. está involucrado en más áreas del mundo, en más asuntos y con más socios que en cualquier otro momento de su historia".
El resultado de su política de omnipresencia no se hizo esperar: más de 120 muertos, 300 hospitalizados, casi 100 en estado crítico. En el mundo no hay unidad en la lucha contra el terrorismo. Hasta la propia Francia, que incuestionablemente sigue las órdenes de EE.UU., no hace nada al respecto. Apoya plenamente la política de los sauditas en Siria. Francia tiene buenas relaciones económicas con ellos, que se manifiesta en el comercio activo de armas, entre otros aspectos. Los sauditas alimentan a los radicales en Siria. Los radicales atacan París. El círculo se cierra.
Para ilustrar la actitud de Francia frente a la barbarie –que afecta a otros- se puede citar la frase del ministro de su Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, pronunciada en 2012: "El Frente Al Nusra hace un buen trabajo en Siria", declaración de principios que cuestiona las intenciones de los líderes franceses acerca del terrorismo.
¿Y nuestra principal pregunta económica? ¿Qué pasa con el petróleo? Lo compra Turquía, por más que Kerry lance acusaciones sin sentido, ¿y a dónde se dirigen esos fondos? La respuesta es simple: realizar ataques terroristas como los de París.
"¿Se dan cuenta de lo que han hecho?"
Aquí se surge la pregunta racional del presidente de Rusia, Vladímir Putin, planteada durante su discurso ante la ONU en septiembre pasado: "¿Se dan cuenta de lo que han hecho?".
Muchas veces el presidente de Rusia llamaba a aunar los esfuerzos para luchar contra los terroristas en Siria. El jefe de la administración presidencial de Rusia, Serguéi Ivanov, por su parte advertía sobre los así llamados agentes "durmientes" entre los refugiados en Europa.
Pero la intransigencia de EE.UU. y su "excepcionalidad" solo les permitió rechazar todas las propuestas. Así Washington se negó a recibir a una delegación militar rusa encabezada por el primer ministro, Dmitri Medvédev, para discutir una acción coordinada en la lucha contra el terrorismo en Siria.
Rusia no escatima esfuerzos para combatir el terrorismo y conoce de primera mano sus efectos destructivos. El país hace todo lo posible para esclarecer la tragedia con el avión Airbus 321 con 224 personas a bordo que se estrelló el 31 de octubre en la península egipcia del Sinaí. Y su lucha despiadada no se limita por este caso. Basta recordar los dos atentados en Volgogrado perpetrados en la estación de tren y en un trolebús que dejaron al menos 18 y 16 muertos, respectivamente en diciembre del 2013 y tantos otros en Moscú.
Rusia luchaba y va a luchar contra el terrorismo independientemente de su operativo en Siria y todos los países deben seguir el ejemplo de Rusia y del presidente Putin de reunir los esfuerzos y contrarrestar eficazmente los desafíos terroristas evitando la doble moral y el deseo de resolver sus objetivos geopolíticos con la ayuda de las llamadas terroristas buenos porque al final no trae nada bueno.