Por Álvaro Delgado
Entre impotentes y resignados, los propios panistas asumen que, en menos de tres años, el gobierno de Felipe Calderón está exhausto, rendido, agonizante, y aceptan que, después de la catástrofe electoral del 5 de julio, la capitulación menos costosa es ante el Partido Revolucionario Institucional (PRI), porque lo contrario implica una ignominiosa caída en medio de un país que él ha destazado.
Por eso reaparece, exultante, Carlos Salinas. Para asumir el control. No sólo del PRI, que ya lo tiene, pese a los pataleos de Beatriz Paredes. También la conducción real del PAN.
Salinas es ya el administrador del poder en México. Y el gran elector en ambos partidos: En el PRI, Enrique Peña Nieto, al que ya se le cree escriturada la Presidencia de la República, y cualquiera en el PAN, que al fin será sólo comparsa: Juan Manuel Oliva, Ernesto Cordero o, como se perfila, Alonso Lujambio Irazábal, un "peñanietito" cualquiera.
Las cosas, pues, se van acomodando.
Y por eso hay que darle la bienvenida a Carlos Salinas, quien públicamente se coloca como el jefe de jefes del entramado de intereses al que Calderón no sólo ya no es funcional, sino estorboso.
Después de aisladas apariciones, para ir dejando atrás el exilio al que lo obligó el repudio popular --que no ha amainado--, Salinas irrumpe para salvar el resto del sexenio de Calderón, que será "presidente" sólo formalmente y para efectos de desahogar, legalmente, la agenda legislativa que orquestará el nuevo gerente de las elites.
¿Qué agenda? Por supuesto una que no será en beneficio de la mayoría de los mexicanos, sino del grupo depredador que está instalado en el poder desde 1982 y del que Salinas ha sido, desde entonces, personaje central, particularmente después del fraude de 1988 y el cogobierno que estableció con el PAN para "legitimarse en el ejercicio del poder".
Por eso no hay que perder de vista los puntos comunes de las agendas del PRI y del PAN, particularmente la del segundo, en especial la que tiene que ver con el sector energético, cuyo esquema privatizador fue, en general, vencido el año pasado, pero que en el siguiente o los siguientes periodos legislativos se pretende volver a impulsar para beneficiar a los magnates que encumbró el salinismo.
No hay que olvidar que las iniciativas presentadas por Calderón fueron, en realidad, elaboradas entre otros por despachos de consultoría de los salinistas Pedro Aspe y Rubén Valdés Abascal, quienes, en conjunto, cobraron a la Secretaría de Energía 3.5 millones de dólares, en agosto de 2007.
El secretario general del PAN, Rogelio Carbajal, declaró, apenas el viernes 31, que la apertura de la inversión privada en la refinación de petróleo forma parte de la agenda legislativa de ese partido, además de otras "reformas estructurales", como la laboral:
"Ése me parece que es uno de los temas pendientes en una segunda etapa de la reforma energética, y el PAN pondrá el acento en aquellas reformas que le permitan a la economía ser más competitiva, atraer inversiones y generar empleos, que es uno de los temas principales, sin duda alguna, de la agenda legislativa de los diputados del PAN a partir del primero de septiembre."
La riqueza petrolera del país es la que ambiciona el grupo para el que trabaja Salinas y es en este terreno que habrá de librarse una de las batallas en la disputa por la nación que está en curso, como preámbulo a las elecciones presidenciales de 2012.
Por supuesto que la agenda de Salinas no se limita a seguir depredando los recursos de la nación, sino también a poner remedio a algo que tiene enfurecidas a las elites por la torpeza de Calderón: La carnicería entre las bandas del crimen organizado y los cuerpos policíacos, que ya toca también al Ejército. Y no porque a los magnates les interesen las violaciones a los derechos humanos que comete la tropa, a menudo contra la población más vulnerable, sino porque le minan sus ganancias las extorsiones y los secuestros.
Salinas ofrece administrar también, como lo hizo en su sexenio, el crimen organizado para que opere con acotamientos y sin causar matazones, secuestros, extorsiones y balaceras de manera indiscriminada, así como en el Estado de México de Peña Nieto. Al fin que, para él, política y crimen son sinónimos.
¿A quiénes identifica Salinas como obstáculos para ese afán desnacionalizador? Evidentemente no a los serviles priistas ni a sus cómplices del PAN, sino a quienes frenaron, en el terreno de las ideas, la primera intentona --el año pasado--, en el debate convocado por la Cámara de Senadores, y con la movilización popular.
¿Y por qué reaparece Salinas justamente en Oaxaca, cuyo gobierno de Ulises Ruiz no escatimó atenciones? La maniobra no puede ser más nítida: Fue a identificar a su oponente político real, de gira por los municipios gobernados por usos y costumbres: Andrés Manuel López Obrador.
Guste o no, ésa es la real disputa…
Apuntes
La revista especializada en medios Etcétera publica en su edición de agosto cifras de escándalo sobre el despilfarro de Calderón en gastos de propaganda de su gobierno, particularmente en televisión y radio, muy al estilo de Peña Nieto: Por ejemplo, en dos años y tres meses, el gobierno federal gastó ocho mil 779 millones 548 mil 67.70 pesos en publicidad institucional. ¿Eso qué significa? Representa un incremento de ¡228.7%!, con respecto a la administración de Vicente Fox, caracterizada también por el culto a la imagen. En su reporte, firmado por Laura Islas, Etcétera confirma que prevalece la lógica facciosa en la asignación de publicidad gubernamental, peor que los priistas: Dinero a manos llenas a sus propagandistas y amanuenses, ni un centavo para los medios críticos como Proceso… Calderón, el individuo que engatusó a algunos mexicanos en 2006, informó hoy lunes que, en el mes de julio, se generaron 13 mil empleos. A lo que no da respuesta es a la pregunta de cuántos empleos se han perdido en los seis meses del año, pero aquí se lo informamos: Por lo menos 700 mil… No hay que olvidarlo: La ineptitud no viene de fuera…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx