lunes, 12 de noviembre de 2018

ESTAS MIGAJAS QUE VES-Rocha

Más que fifí, fue fofa .- Julio Hernández López


  Sin cauce ni banderas viables // Yunque, PRI, sociedad civil // Se había tardado Felipe Calderón
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a marcha había perdido su bandera original desde que en un lugar de la capitalina colonia Polanco se acordó, a la palabra, sin firma alguna, el pacto de la Alcachofa (se usa el nombre de la apreciada hortaliza dado que la sesión político-económica de referencia se realizó en el elegante restaurante Corazón de Alcachofa). ¿Qué se podría alegar en defensa de Texcoco, cuánta enjundia manifestante se podría detonar, cuál camino de reivindicación se podría exigir, si los principales presuntos ofendidos, los grandes inversionistas del proyecto caído, ya habían expresado su aprobación al golpe recibido, su gustosa disposición a recibir finiquitos, futuros contratos y eventuales compensaciones extra?
En ese contexto de orfandad, la marcha pro Texcoco no tuvo capacidad de convocatoria ni presentó alguna elaboración seria para organizar posteriores acciones políticas. Cinco mil 500 personas, según el cálculo oficial de la policía capitalina: ninguna figura destacada, pues los adalides de la derecha prefirieron seguir refugiados en planas de prensa o tertulias de radio y televisión, los grandes empresarios ni siquiera enviaron a sus empleados que se hacen llamar dirigentes de cámaras patronales e industriales y los intelectuales que en otras faenas peleaban por ir a la fotografiable vanguardia ahora no aparecieron.
Pero ya salió a la calle la amalgama de antilopezobradorismo apenas disfrazado (en un manifiesto le expresan reconocimiento básico, aunque censuran el tipo de consulta realizada y el anuncio de que habrá más, parecidas, y se oponen a todo el proceso técnico y político utilizado para justificar el cambio hacia Santa Lucía). Este domingo, el menú disponible no les permitió un guiso atractivo y es probable que los dueños de las despensas no hubiesen proporcionado los ingredientes mínimos para armar algo presentable (esos dueños de despensas se mantienen a la espera de que les sean restituidos los haberes esperados por el caso Texcoco y, mientras no quede resuelto ese punto, no les convendrá apoyar movilizaciones contra el inminente presidente).
En el revoltillo testimonial de ayer fueron expuestos algunos de los puntos susceptibles de explotación propagandística contra el lopezobradorismo: desde el rechazo clasista a los migrantes hasta la histeria contra la presencia del venezolano Nicolás Maduro el próximo primero de diciembre. También estuvo uno de los principales jefes operativos de la ultraderecha, el decimonónico Juan Dabdoub, ex presidente del Frente Nacional por la Familia, pieza del Yunque en nuestro país. Incluso la mano patrocinadora de David Sánchez Guevara, quien aportó contingentes nada fifís, pancartas bien impresas y mantas verdes para identificar a su grupo político, Kairos, tiempo del bienestar mexiquense. Sánchez Guevara, como priísta, fue diputado local y alcalde de Naucalpan, preso durante más de dos años por acusaciones de corrupción que subsanó por medio de la opción reparatoria del daño.
A Felipe Calderón Hinojosa lo marcharon. No renunció ayer a Acción Nacional, sino que este partido lo había despojado de poder y relevancia desde diciembre de 2010, cuando Gustavo Madero le ganó la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional panista. Desde entonces, el michoacano funerario ha perdido casi todo: la candidatura a su sucesión presidencial y, de una forma tragicómica, el intento de continuidad familiar por la vía de su esposa, Margarita, con la que ahora pretende formar un partido político.
La falta (actual, no definitiva) de banderas atractivas y proyecto viable en la derecha neta y sus aliados oportunistas está de manifiesto en la marcha, que no fue fifí sino fofa; en el desdibujamiento de Acción Nacional, ahora con un líder poco relevante, el michoacano Marko Cortés, originalmente del grupo de Ricardo Anaya, aunque tácticamente distanciado, y en la intrascendente renuncia de Calderón y su proyecto de crear un partido de esencia familiar (sus hermana, Cocoa, y su cuñado, Juan Ignacio, ya habían renunciado al PAN, al igual que su esposa, Margarita).
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