Jorge Carrasco Araizaga 20 de septiembre de 2012 · Análisis Las camionetas con logos de Televisa decomisadas en Nicaragua. Foto: AP photo/ Esteban Felix MÉXICO, D.F. (apro).- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, le debe mucho al viejo PRI que lo apoyó en su revolución contra el régimen de la familia Somoza. Ahora, con el nombre de Televisa en el centro de una cuantiosa operación internacional de lavado de dinero, tiene una fuerte carta a su favor ante el presidente electo Enrique Peña Nieto. Pero también se encamina hacia una fuerte presión de los poderes formales y de hecho. Por si la relación estrecha que tuvo con México no le hubiera dado suficiente conocimiento de la lógica del poder en este país, Ortega, como muchos observadores internacionales, sabe muy bien que Peña Nieto es una hechura de Televisa y que como presidente tendrá que defender al monopolio televiso en esta operación de narcotráfico descubierta por los servicios de seguridad nicarag