Por J. Jaime Hernández y David Brooks
Cientos de Miles de manifestantes, desbordados por la frustración, las lágrimas y la rabia han salido por cuarto día consecutivo a las calles de Seattle, San Francisco, Oakland, Los Angeles, Chicago, Nueva York, Austin y Boston, entre otras, para manifestar su repudio a la presidencia de Donald Trump.
“No es mi presidente”, gritan al unísono.
Al parecer, la primera respuesta indignada de Donald Trump, apuntando a “agitadores profesionales” y a los medios de comunicación de estar detrás de estas marchas, vigilias y actos violentos (con un herido de bala en Portland), sólo ha conseguido enojar más a millones.
Quizá por ello, el presidente electo amaneció este sábado con un tono más conciliatorio desde su cuenta de twitter:
“Estos tiempos demostrarán que serán grandiosos para todos en EU. Nos uniremos y ganaremos, ganaremos, ganaremos”, aseguró.
Pero, el mensaje de Trump no ha conseguido apaciguar el ánimo de revuelta. Las marchas siguen creciendo en número y en ciudades. Mientras Donald Trump permanece encerrado en su Torre de cristal, apurando la conformación de su gobierno y ofreciendo muestras de reconciliación sugiriendo que está dispuesto a negociar algunos cambios a la ley de salud (conocida como Obamacare), con la esperanza de que la tormenta de protestas remitan con el crudo invierno que se avecina.
En medio de esta interesante fase de tanteo de Donald Trump nos seguimos haciendo la misma pregunta:
¿Cuánto tiempo le llevará a Donald Trump aprender que se ha convertido en el presidente electo de todos los ciudadanos. Lo mismo de blancos, que de negros, hispanos, asiáticos, musulmanes, lesbianas, homosexuales, heterosexuales, judíos, católicos, metodistas, vegetarianos o mormones?
La teoría de la curva de aprendizaje sostiene que el grado de éxito obtenido durante el aprendizaje depende del lapso de tiempo invertido. Pero, muchas veces, ese éxito depende no sólo del lapso de tiempo invertido, sino también de la velocidad con la que los acontecimientos o amenazas se nos vienen encima.
¿Será capaz Donald Trump de contener la oleada de rechazo contra su presidencia que se le viene encima en forma de protestas?.
¿Será capaz de unificar al país después de conquistar la presidencia atacando a las minorías, a las mujeres, a inmigrantes y a líderes de naciones extranjeras?
Cientos de Miles de manifestantes, desbordados por la frustración, las lágrimas y la rabia han salido por cuarto día consecutivo a las calles de Seattle, San Francisco, Oakland, Los Angeles, Chicago, Nueva York, Austin y Boston, entre otras, para manifestar su repudio a la presidencia de Donald Trump.
“No es mi presidente”, gritan al unísono.
Al parecer, la primera respuesta indignada de Donald Trump, apuntando a “agitadores profesionales” y a los medios de comunicación de estar detrás de estas marchas, vigilias y actos violentos (con un herido de bala en Portland), sólo ha conseguido enojar más a millones.
Quizá por ello, el presidente electo amaneció este sábado con un tono más conciliatorio desde su cuenta de twitter:
“Estos tiempos demostrarán que serán grandiosos para todos en EU. Nos uniremos y ganaremos, ganaremos, ganaremos”, aseguró.
Pero, el mensaje de Trump no ha conseguido apaciguar el ánimo de revuelta. Las marchas siguen creciendo en número y en ciudades. Mientras Donald Trump permanece encerrado en su Torre de cristal, apurando la conformación de su gobierno y ofreciendo muestras de reconciliación sugiriendo que está dispuesto a negociar algunos cambios a la ley de salud (conocida como Obamacare), con la esperanza de que la tormenta de protestas remitan con el crudo invierno que se avecina.
En medio de esta interesante fase de tanteo de Donald Trump nos seguimos haciendo la misma pregunta:
¿Cuánto tiempo le llevará a Donald Trump aprender que se ha convertido en el presidente electo de todos los ciudadanos. Lo mismo de blancos, que de negros, hispanos, asiáticos, musulmanes, lesbianas, homosexuales, heterosexuales, judíos, católicos, metodistas, vegetarianos o mormones?
La teoría de la curva de aprendizaje sostiene que el grado de éxito obtenido durante el aprendizaje depende del lapso de tiempo invertido. Pero, muchas veces, ese éxito depende no sólo del lapso de tiempo invertido, sino también de la velocidad con la que los acontecimientos o amenazas se nos vienen encima.
¿Será capaz Donald Trump de contener la oleada de rechazo contra su presidencia que se le viene encima en forma de protestas?.
¿Será capaz de unificar al país después de conquistar la presidencia atacando a las minorías, a las mujeres, a inmigrantes y a líderes de naciones extranjeras?
El sistema electoral puso a Trump en el poder. No el pueblo: George Takei
El popular actor George Takei, uno de los primeros en denunciar y rechazar el odio racista de Donald Trump, puso de manifiesto hoy el gran dilema que enfrenta hoy Estados Unidos y su profunda crisis de representatividad:
"La mayoría de los electores rechazaron el racismo, la misoginia y el odio. El sistema electoral puso a Trump en el poder. No el pueblo", aseguró Takei en su cuenta de twitter, para recordar que el voto electoral y no el voto popular (en donde ganó Hillary Clinton) ha permitido a Trump conquistar la presidencia.