Le urgía buscar una suerte de blindaje que para él y para su proyecto implica el ya no tener un encargo público, cual el de gobernador en el que se mantuvo hasta la noche del 15 de septiembre pasado. Con apenas tres días en calidad de desempleado –que, además, fueron “puente”--, Enrique Peña Nieto protagonizó su propio video-auto-destape: “Sí aspiro”, dijo sinceramente al lente de la cámara que captaba el instante de su propia gloria. ¡Se le quemaban las habas!, hubiese dicho mi abuela. Le urgía buscar una suerte de blindaje que para él y para su proyecto implica el ya no tener un encargo público, cual el de gobernador en el que se mantuvo hasta la noche del 15 de septiembre pasado. ¿Blindaje? Sí, claro. Ante el cúmulo de “expedientes negros” en torno a la figura del mexiquense que en el changarro de enfrente, el PAN, han venido coleccionando Felipe Calderón y sus paniaguados para darlos a la luz en el momento en el que más daño puedan provocar a quien ahora sí abiertament