jueves, 22 de septiembre de 2011

México se incendia y los periodistas se pasean con Calderón en NY

Federico Arreola

@FedericoArreola
2011-09-21

La guerra del narco sigue enlutando a México, pero Ciro Gómez Leyva, de viaje con Felipe Calderón en Nueva York, solo comenta, en su columna de Milenio, que “me quedo con la impresión de que los estadunidenses quieren bien al presidente Calderón”.



Cuenta Ciro que salió con el embajador de México, Arturo Sarukhán, “de la conferencia sobre cambio climático de la Clinton Global Initiative, donde, sin despeinarse, Calderón ha sido la figura entre siete jefes de Estado y el propio Bill, que estrena un cano copete injertado”. Qué bárbaro, se pasa de lambiscón.



Y, entusiasmadísimo, narra Gómez Leyva que “en el Waldorf Astoria, Calderón recibe la Insignia Dorada del Consejo de las Américas y el mexicanólogo Thomas McLarty dice en el clímax de los elogios: ‘Usted ha sido el hombre indicado, en el lugar y momento indicados, para conducir esta tan difícil etapa de su país’. No sé si McLarty esté en lo cierto. De lo que tendría menos dudas es del respeto que tienen por Calderón en el Imperio. No sé si sea poca o mucha cosa ni qué tanto sirva. Pero de que los gringos lo respetan, lo respetan”.



En fin, ese es don Ciro.



Cada día son mayores los horrores provocados por la guerra del narco y, en las mismas páginas en las que escribe Ciro Gómez Leyva, otro de los columnistas principales de Milenio, Carlos Mota, cuenta, también desde Nueva York:



“Pocas veces se ve al presidente Calderón tan contento hablando de tanta maravilla turística que tiene México como anoche en la premiere de The royal tour en el Museo Guggenheim. El Presidente tomó su tiempo para dar inicio a la proyección del programa de televisión. Por varios minutos convivió en un ágape donde lo mismo estaban Pedro Padilla, Jorge Mendoza, Rafa Márquez, Juan Beckman o Emilio Azcárraga”.



Y Mota, desmesurado, le sigue: “Calderón aparece (en The Royal Tour) como un conocedor de todo cuanto muestra en el programa. Quizá el punto culminante ocurre cuando lleva a Peter Greenberg a Morelia, con su familia y a una escuela, donde los niños tratan a Calderón como toda una estrella y se aprestan a pedirle autógrafos y a tomarse fotos con él. Es una escena clave, porque el estadunidense típico verá que en México como en cualquier país, los niños van a la escuela y toman clase en un ambiente seguro y confiable, lejanos a los polos de violencia que se ven en las noticias”.



Órale, o sea que, si entiendo bien a Carlos Mota, de la violencia en México en mundo se va a olvidar porque Calderón ha aparecido en la TV gringa.



Se pasan de lambiscones., de plano.

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