domingo, 27 de diciembre de 2009

Un excelente video que muestra quiénes son los que mal gobiernan a México :

Zozobra


Rolando Cordera Campos
Las fiestas se tiñeron de rojo y las victorias se volvieron pírricas. La celebración llevó a una cadena negra de funerales y la secuela de la muerte del capo nos pone una vez más de cara a lo peor de la campaña iniciada en diciembre de 2006: desde diversas fuentes, ninguna de ellas expresa pero insistentemente ligadas a la Armada de México, se habla de una infiltración del Ejército Mexicano nada menos que en su sección segunda, donde se hace y teje la inteligencia de nuestro máximo cuerpo de seguridad y defensa.

Sea como vaya a ser, la embestida de Cuernavaca no arroja más saldos que los muertos, las fotos ignominiosas y una descalificación grave en extremo de las fuerzas combatientes. Nada que festejar y sí mucho que preguntarse y preguntarnos sobre si ha valido la pena declarar una guerra en falso no por otra cosa sino porque el enemigo no viste de verde o de azul, no tiene rostro más que cuando se nos ofrecen los ajusticiamientos o una que otra detención, nunca como cuenta de inversión o corriente, mucho menos como transferencia desde o hacia el exterior.

Todo lo que brilla en esta cruzada no es oro sino lodo y por ahí va la marcha toda de la nación, mientras los empresarios de la tinta se frotan las manos ante los contratos mil del año que entra. Jugar a los soldados no resulta, porque para empezar los soldados de carne y hueso desertan o viven la zozobra cotidiana sin nadie que los llore, los premie, los cubra. Todo es a descubierto, a marcha forzada sin rumbo fijo ni enemigo visible al frente, pero indefectiblemente a través de comunidades y poblaciones, alcaldes y secretarias de juzgado o ayuntamiento, que purgan cárcel sin prueba suficiente y sólo dejan una estela de malhumor, descontento y encono contra el mal gobierno que ya tiene demasiadas fases y no permite opción alguna.

Las deudas que va a dejar este gobierno son irredimibles, salvo que la sociedad civil y no tanto se aboque a un ajuste profundo de las formas de gobierno que sin consulta alguna se impusieron con el paso del tiempo. La alternancia ya no tan famosa, que Vicente Fox convirtió en capital especulativo, más tóxico que los subprimes de Wall Street, se disuelve en el aire mientras sus usufructuarios nos someten a la peor y más convulsa de las incertidumbres. La realidad es que el panismo ha sido incapaz de darnos un orden democrático y que en su alianza con el PRI no ha hecho sino reeditar la peor manera de gobernar en clave corporativa, sin organismos de masas pero sí con todas las mafias que en el mundo ha habido.
La coalición que manda y goza este estancamiento estabilizador orquestado por Francisco Gil Díaz y su discípulo Agustín Carstens, nos hace saber que la crisis o lo peor de ella pasó. De ahí la promoción del secretario de Hacienda a su beca multianual en el Banco de México y los reacomodos subsecuentes con los que el presidente Felipe Calderón quiere hacernos creer que gobierna y manda.

Sus propuestas de reforma política pueden haber sido vistas por un instante como históricas y valientes, pero la realidad inclemente que se abre paso a través de las fiestas y los menguantes aguinaldos les impone un cruel mentís y pone contra la pared a esta extraña, un tanto contra natura, forma de gobernar que el priísmo encontró para reproducirse.

Tan mal estamos, que los veredictos inconmovibles de nuestra dura historia, como el Estado laico, son convertidos por el PRI en moneda de cambio y la jerarquía católica toma la plaza, nada menos que encabezada por el campeón del bien hablar y el mejor ganar, don Onésimo Cepeda, de Ecatepec.

Mala temporada para el país de Juárez y Cárdenas, a una semana de que empiecen las conmemoraciones y alguien por ahí nos llame a celebrar.

Impunidad en el caso ABC



En los casi siete meses transcurridos desde el incendio de la guardería ABC –subrogada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)– en Hermosillo, Sonora, las autoridades de los distintos niveles de gobierno han demostrado ser incapaces de atender satisfactoriamente las demandas de esclarecimiento de los hechos formuladas por las familias de los muertos y la sociedad.

El pasado viernes, la ex coordinadora de guarderías del IMSS de la capital sonorense, Irma Cresencia Díaz Gómez –la única de las presuntas responsables que permanecía encarcelada–, obtuvo su libertad bajo fianza luego de permanecer poco más de medio año en prisión. Días antes, el director de Protección Civil de Hermosillo, Roberto Copado, fue liberado tras permanecer recluido por cinco días; en tanto que el jefe de bomberos de esa ciudad, Martín Lugo Portillo, quien había sido arrestado el 16 de diciembre, salió libre un día después, luego de pagar la caución.

La excarcelación de los detenidos por el lamentable suceso ocurrido el pasado 5 de junio –en el que perdieron la vida 49 niños y decenas más resultaron heridos– pone en perspectiva la falta de una investigación escrupulosa, exhaustiva, transparente y objetiva de los hechos por parte de las autoridades de los distintos niveles de gobierno. En efecto, debe recordarse que tuvieron que pasar más de dos semanas de la catástrofe para que la Procuraduría General de la República solicitara órdenes de aprehensión contra una veintena de funcionarios menores –la propia Díaz Gómez entre ellos– por su presunta responsabilidad en los sucesos.

En contraste, hasta el momento no ha sido detenido ninguno de los propietarios de la guardería ABC –entre quienes figuran personas cercanas al anterior gobierno de Sonora, encabezado por Eduardo Bours, así como familiares de la esposa del titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón–, pese a que la propia PGR libró las órdenes de aprehensión correspondientes desde julio pasado. Significativamente, las sanciones hasta ahora impuestas en contra de los dueños de la guardería se limitan a una multa por un millón 644 mil pesos –cantidad menor a la que tuvo que pagar la ex coordinadora regional del IMSS para obtener su libertad– y la inhabilitación por cinco años para celebrar contratos con dependencias federales.
Por añadidura, los altos funcionarios municipales y estatales de los que cabe sospechar responsabilidad permanecen sin castigo, y otro tanto puede señalarse de los cuadros directivos del IMSS a escala nacional, encargados de supervisar el funcionamiento de los planteles que ese instituto subroga.

La actitud errática y tardía de las instancias de procuración de justicia estatal y federal, la falta de avances en las pesquisas emprendidas, y la presentación de presuntos responsables que parecieran ser más bien chivos expiatorios, hacen que surjan sospechas en torno a una voluntad por garantizar impunidad a los altos funcionarios públicos y los particulares “influyentes” involucrados, ya sea por acción u omisión, en los lamentables hechos.

En la circunstancia de descrédito institucional que enfrenta el país, y ante el creciente enojo y desesperación de los familiares de las víctimas, resulta impostergable un viraje en las investigaciones que se desarrollan en torno al caso ABC, a efecto de sancionar a los verdaderos culpables –se trate de quién se trate– y asegurar la procuración de justicia al medio centenar de familias que en junio pasado enfrentaron la irreparable pérdida de sus niños.

El salinato copiado exactamente por el fecalato :

Juar...


Un elocuente testimonio :

La "divina" trinidad :

El arzobispo, Mariana y lo “natural”


Historias del más acá



Carlos Puig




Me parece absolutamente normal la ira del cardenal Norberto Rivera por la aprobación en la Asamblea del Distrito Federal de los matrimonios entre homosexuales, y con ellos la posibilidad que una pareja integrada con personas del mismo sexo adopten como familia a un niño.

No parecen muy cristianos, sin embargo, los adjetivos: “aberración”, “perversión”; y es por supuesto falsa, aunque eficiente por demagógica, la lógica de que se ha afectado el derecho de los niños a tener un padre y madre. Para empezar, un niño que se entrega en adopción, ya no tenía padre o madre; por eso se da en adopción, no al menos un padre o madre que lo quisiera criar.

Pero, insisto, me parece normal lo del cardenal. Para la doctrina, el matrimonio es un sacramento estrictamente diseñado para una relación heterosexual, con fines de procreación. La doctrina de la Iglesia católica respecto a los homosexuales es claramente prohibicionista. Aun cuando acepta la prevalencia de la homosexualidad en el tiempo, la geografía y las especies, califica como “pecado” los actos homosexuales. Y al señor Carrera, que trabaja para esa iglesia no le queda más que defender a rabiar el dogma.

Más allá, pues, de lo que uno pueda pensar de la posición de Rivera Carrera, no está más que haciendo su chamba con base en lo que dice su manual corporativo.

Más complicado, o más se está complicando, el PAN. Los blanquiazules han tenido a lo largo de su vida política una posición conservadora frente a los homosexuales, más no, como la Iglesia, prohibicionista. Transitan sin problemas entre la tolerancia privada y la desaprobación pública. En general nunca han creído en la persecución de los homosexuales, legal o moral, pero prefieren desincentivar, como política pública, la exhibición de la homosexualidad.

Esta posición tiene mucho que ver con su fundador, Manuel Gómez Morín y su relación con su propio catolicismo. Así lo ha escrito Alonso Lujambio, excepcional historiador de las ideas panistas: “Gómez Morín nunca negará su condición de católico, pero su catolicismo hacia 1926 no gravita sobre él de modo tal que vea al mundo, y al mundo político especialmente, desde la perspectiva religiosa. Las anteojeras con que Gómez Morín observa el mundo político a mediados de la tercera década del siglo XX no son las anteojeras del católico. Para entonces ya viajó al extranjero y convivió con otras culturas. Le obsesionan los problemas sociales y sus posibles soluciones técnicas”.

Siendo el PAN un partido conservador, con una importante masa de católicos, no es en principio un partido católico. Sin embargo, en los últimos años, se ha incrementado el activismo e intento de “secuestro” del partido por parte de una base y dirigencia católica, ultraconservadora, que obliga al liderazgo en turno a caminar la delgada línea entre su tradicional liberalismo social y las posiciones más extremas. Y no siempre se puede. En su oposición al matrimonio gay, la línea se hizo resbaladiza y los hizo caminar de una supuesta defensa de principios constitucionales, a otra supuesta defensa de los niños, a la confesión de su alineación con la doctrina católica prohibicionista.

Así sucedió con Mariana Gómez del Campo, lideresa del PAN en el DF, en una conversación en W Radio, con quien después de decirme que aunque ella era católica, apostólica y romana, su oposición al matrimonio gay y la posibilidad de que ese matrimonio adopte no tenía que ver con la religión, sostuve el siguiente dialogo:

—¿Tú crees que una pareja de homosexuales no puede dar amor y criar un hijo como tantos heterosexuales?

—Bueno, yo lo que quiero decir y quiero dejar muy en claro, y esto no lo digo yo, esta es una realidad… lo natural…

—El de “lo natural” es un argumento de la Iglesia católica —la interrumpí— que no tiene la verdad más que para ustedes que creen en ella, Mariana. Lo natural es que haya homosexuales ¿no?

—Pero eso no es natural…

—¿Lo natural es que existan homosexuales también? ¿O son una perversión?

—Yo no lo llamaría lo natural…

—¿No es “natural” la homosexualidad?

—Creo que tenemos posiciones encontradas, que es un debate que podríamos… que podríamos entrarle y discutirlo durante horas, yo lo que quiero decir es que efectivamente, lo natural, le guste o no a la gente, lo natural es una relación hombre y mujer aunque la realidad es que hay relaciones entre hombre-hombre y mujer-mujer. Te quiero decir Carlos, sí quiero dejar muy en claro: no es natural, efectivamente, si se piensa porque finalmente uno de los puntos es la procreación, si se busca fundar una familia biológicamente hablando, pues definitivamente que no es natural.

A final de cuentas, el argumento de la Iglesia. De una iglesia, es el del PAN.

Escándalos de Luis Mendoza Acevedo