miércoles, 2 de enero de 2019

Negocios político-empresariales, detrás del helicóptero siniestrado en Puebla

Los restos del helicóptero siniestrado. Foto: Eduardo Miranda

Todo lo que toca la élite política se convierte en negocio, y el helicóptero en el que fallecieron el senador Moreno Valle y la gobernadora Alonso no fue la excepción. Pertenecía a los hermanos Torre Mendoza, empresarios textiles que incursionaron en el ramo de la transportación aérea de la mano de políticos y de contratistas de obra pública, como Juan Armando Hinojosa Cantú, el amigo y proveedor consentido del expresidente Peña Nieto.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La familia Torre Mendoza, que construyó su fortuna en la industria textil en Tlaxcala y posteriormente en Puebla, era cercana al ahora fallecido senador panista Rafael Moreno Valle –con quien hizo negocios turbios cuando era gobernador de Puebla–, pero también a Juan Armando Hinojosa Cantú, el contratista y amigo del expresidente Enrique Peña Nieto.
Rafael y José Antonio Torre Mendoza son también los únicos accionistas de la empresa Servicios Aéreos del Altiplano, S.A. de C.V. (SAASA) y dueños del helicóptero Agusta A109S Grand con matrícula XA-BON, que colapsó el pasado 24 de diciembre y provocó la muerte de sus cinco ocupantes: la gobernadora Martha Érika Alonso, su esposo Moreno Valle, su asistente Héctor Baltazar Mendoza y los capitanes Roberto Coppe Obregón y Marco Antonio Tavera Romero.
Al igual que las demás empresas de taxis­ aéreos que operan en el país, SAASA presta sus servicios a la élite político-empresarial; en la última década adquirió una flotilla de helicópteros y por lo menos cuatro aeronaves: un Cessna Cessation Mustang 510, dos LearJet 45 y un Bombardier Challenger 300, con sus respectivas matrículas XA-JRT, XA-GTP, XA-EMA y XA-BOM.
Por ejemplo, en el Challenger 300 Miguel Ángel Osorio Chong viajó de la capital del Estado de México a Bahamas el 12 de enero de 2017 con su esposa Laura Vargas Carrillo, según una bitácora de viaje que consultó este semanario en la Comandancia del Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT). En aquel entonces, Osorio Chong era secretario de Gobernación y la segunda, titular del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
Entre los clientes de la empresa figura Hinojosa Cantú, quien construyó y financió la llamada Casa Blanca de la pareja presidencial en Las Lomas. En 2017 el empresario viajó en el XA-BOM y en el XA-EMA, según bitácoras de vuelo que encontró Proceso entre las decenas de miles de registros aéreos almacenados en Toluca.
Esto, a pesar de que Hinojosa Cantú es dueño de dos empresas de taxis aéreos establecidas en Toluca: Eolo Plus y Aerolíneas Primordiales, que prestan sus servicios a clientes exclusivos, entre ellos la familia de Peña Nieto.
En agosto de 2017 familiares del entonces mandatario, incluida su esposa Angélica Rivera, se beneficiaron de un servicio “especial” de la empresa: el pago de sobornos a agentes aduaneros y del Instituto Nacional de Migración para evitar las revisiones de trámite, como lo reveló este semanario (Proceso 2169).
Hinojosa Cantú no tenía historial en materia de aviación ni oficina en el aeropuerto cuando constituyó Eolo Plus, el 14 de mayo de 2006, es decir, seis meses después de la toma de posesión de Peña Nieto como gobernador del Estado de México.
Durante los dos sexenios de Peña Nieto –el mexiquense y el federal– sus empresas recibieron contratos públicos por más de 22 mil millones de pesos, entre ellos por servicios de taxis aéreos para el PRI. Ahora el empresario controla uno de los hangares más importantes del Aeropuerto Internacional de Toluca y es uno de los principales Operadores de Base Fija (FBO) de allí.
En septiembre de 2014 la administración de Moreno Valle en Puebla compró un helicóptero Agusta por 11 millones de dólares, sin licitar y con fondos del gobierno federal etiquetados para la seguridad pública. El gobernador fue señalado por usar las aeronaves del estado a su conveniencia e incluso trató de colocar sus iniciales, RMV, en la matrícula del helicóptero.
Eolo Plus, de Hinojosa Cantú, fungió como intermediario de la compraventa del Agusta, como reportó el periódico Central. No se sabe mucho más porque el gobierno del estado reservó toda la información relacionada con la transacción y con la operación de los helicópteros durante el sexenio de Moreno Valle.
Antes de volar para SAASA, de los hermanos Torre Mendoza, el helicóptero XA-BON que se desplomó pertenecía a Eolo Plus: tenía la matrícula XA-UPD, y era uno de los aparatos que utilizó Peña Nieto durante su campaña presidencial de 2012, como lo reveló Reforma el miércoles pasado.
Un helicóptero prácticamente idéntico –un Agusta AW 109SP Grand New–, perteneciente a Eolo Plus y con matrícula XA-UQH, cayó la noche del 28 de julio de 2012 con Juan Armando Hinojosa García a bordo. El empresario, hijo de Hinojosa Cantú y entonces marido de la hija del exgobernador veracruzano Fidel Herrera, venía de una reunión organizada por Peña Nieto.
La relación de Hinojosa Cantú con los dueños de SAASA no se limita a lo comercial. Este año el tamaulipeco mandó publicar en El Universal un obituario por Rosa Magdalena Mendoza de Torre, madre de Rafael y José Antonio Torre Mendoza, dueños de SAASA, en el que se une “respetuosamente a la pena que embarga a la familia Torre Mendoza”.
A su vez Rafael Torre Lamuño, hijo de José Antonio Torre Mendoza, en marzo de 2012 fue enlace del PRI con los empresarios tlaxcaltecas para apoyar la campaña de Enrique Peña Nieto y en diciembre de 2017 fue uno de los 84 empresarios poblanos que se reunieron con el entonces precandidato presidencial José Antonio Meade Kuribreña en el club de golf Las Fuentes.
Sospechas
En agosto de 2005, José Antonio y Rafael Torre Mendoza registraron su empresa SAASA en Tlaxcala, aunque asentaron como domicilio el municipio poblano de Huejotzingo, donde se encuentra el aeropuerto Internacional de Puebla Hermanos Serdán. La firma ocupa el hangar D5. 
Moreno Valle ya había viajado en el helicóptero XA-BON: en septiembre de 2016 Ezequiel Flores, corresponsal de Proceso en Guerrero, informó que el gobernador había volado en esa aeronave a Taxco para hacer proselitismo electoral, a pesar de las malas condiciones meteorológicas.
Roberto Coppe Obregón, uno de los dos pilotos del helicóptero caído, llevaba ocho años en la nómina del gobierno de Puebla y era cercano a la familia de Moreno Valle.
Cuando el helicóptero se desplomó, Coppe era director de Servicios Logísticos de Apoyo al Ejecutivo, con la función de gestionar servicios de pilotos y aeronaves para la gobernadora y su gabinete, pero también vehículos para auxiliar en desastres naturales y realizar vigilancia policíaca. En la administración de Moreno Valle, fue director de Servicios Aéreos.
Desde mediados de 2017, Coppe participaba en el Comité Consultivo de Seguridad Operacional de Helicópteros, auspiciado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en representación del gobierno de Puebla, según minutas de las reuniones consultadas por este semanario.
El pasado 6 de diciembre el piloto entregó al exgobernador Antonio Gali Fayad un Certificado de aprobación del Sistema de Gestión de la Seguridad Operacional Aérea, durante un acto oficial en el aeropuerto Hermanos Serdán al que asistió Rafael Torre Mendoza.
Éste y su hermano José Antonio heredaron de su padre, el empresario español Rafael Torre Arenas, la empresa Grupo Textil Providencial, antes llamada Estambres La Providencia, de la que abrieron distintas filiales. Después incursionaron en los negocios inmobiliarios y en la química.
También tienen intereses en el futbol: son dueños del equipo Coyotes de Tlaxcala y en diciembre de 2017 Rafael Torre –quien fue regidor priista del municipio de Chiautempan a principios de la década de 2000– formó parte del grupo que intentó comprar los Lobos de Puebla, aunque desistió en marzo pasado.
Entre 2015 y 2016 el gobierno de Puebla otorgó a Grupo Textil Providencial y La Casa de Los Sueños, de los Torre Mendoza, contratos por 74.3 millones de pesos para la compra de 30 mil tabletas electrónicas, a pesar de que ambas son del ramo textil.
El periódico Central reveló en noviembre de 2017 que los precios de los aparatos fueron inflados, pues cada tableta resultó con un costo superior en 700 pesos a su valor en el mercado.
La Casa de Los Sueños también estuvo implicada en otro presunto fraude con tabletas electrónicas en 2016, en Tlaxcala, cuando gobernaba el estado el priista Mariano González Zarur. La prensa local reportó que la empresa ganó la licitación con base en información privilegiada, que infló los precios y falsificó facturas, para distribuir finalmente sólo 5 mil de las 16 mil contratadas. En esta licitación, la familia Torre Mendoza compitió con dos empresas: La Casa de Los Sueños y Comercializadora BOM, constituida en Tlaxcala en agosto de 2014. 
Cuando se ventiló en la prensa que SAASA era dueña del helicóptero caído, el portal electrónico de la empresa se volvió inaccesible. 

LA OPOSICIÓN-Hernández

Bolsonaro repite arengas de campaña al protestar como presidente de Brasil

Ni 10 minutos duró su discurso en el Congreso; ante sus partidarios persisten las menciones sobre Dios
Foto
▲ Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, su esposa, Michelle (a la izquierda), el vicepresidente Hamilton Mourao, y su esposa, Paula, ayer en el Palacio do Planalto.Foto Ap
Especial para la jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de enero de 2019, p. 19
Río de Janeiro. Al término de los actos de este martes, primer día de 2019, la impresión que queda es la de que alguien piadoso debería haberle avisado al capitán retirado Jair Bolsonaro que habría una ceremonia protocolar de traspaso de mando y que él asumiría la presidencia de Brasil. Como semejante alma bondadosa no apareció, Bolsonaro creyó que seguía en campaña, y en sus dos discursos distribuyó frases muchas veces pronunciadas desde aquellos días previos a la elección.
Algunos pronósticos fallaron. Para empezar, no llovió. Al contrario, fue un hermoso día soleado. Tampoco aparecieron las 300 o 500 mil personas esperadas por los ardorosos adeptos del capitán: apenas superaron 100 mil. Menos, bastante menos que las que recibieron con euforia a Lula da Silva en 2003.
Un misterio se resolvió luego de insinuar que, por razones de seguridad, la nueva familia presidencial desfilaría en un auto blindado. Pero no, el capitán, su esposa, Michelle, y uno de sus hijos, Carlos –el más beligerante de un trío extremamente belicoso– aparecieron en el mismo vetusto y elegante Rolls Royce descapotable fabricado en 1952.
La verdad es que no habría nada que mereciera mayores atenciones, de no ser por el tono con que el capitán dijo lo que dijo y, principalmente, por lo que dejó de decir, tanto en el pleno del Congreso como ante una multitud de incondicionales.
Si en su primer discurso como presidente, en 2003, Lula habló larga y detalladamente durante 44 minutos. El de Bolsonaro, ante el Congreso, no llegó ni a 10, y no hizo más que anunciar programas y pautas de lo que será su gobierno. El capitán se limitó a leer lo que más parecía un resumen de sus pronunciamientos en su forma preferida de expresar lo que parecen ser sus pensamientos: el Twitter.
Frases cortas, cuidadosamente ordenadas y leídas con cierta dificultad, anunciaron reformas estructurales, reiteraron promesas de responsabilidad económica, defensa cabal de la democracia, pedidos de una sociedad sin discriminaciones (aunque, eso sí, basada en los principios judeo-cristianos), guerra extrema a la corrupción, derecho de los ciudadanos a defenderse (o sea, armas a la población como forma de combatir la violencia), crítica a la sumisión ideológica (como si cada uno de sus gestos no respondiese a una ideología de extrema derecha), en fin, nada que no haya reiterado hasta el agotamiento.
Un momento que mereció un tono enfático ocurrió cuando reivindicó haber liberado al país del socialismo, de lo políticamente incorrecto y del gigantismo del Estado. Ah, claro: todo eso con muchas, muchísimas menciones a Dios.
Después, al hablar al público que se reunió para acompañar su aparición en el Palacio do Planalto, el capitán volvió a acercarse a un Bolsonaro en estado puro.
Repitió un sinfín de veces la palabra Dios, se felicitó –y a sus electores– por haber librado al país del comunismo, aseguró que con su gobierno estarán rescatados y protegidos los principios básicos de nuestra sociedad, resaltó la importancia de asegurar una educación sin ideología, de preservar a la familia, y a cierta altura. En un gesto muy bien ensayado, sacó del bolsillo del pantalón de su muy elegante traje azul oscuro (hecho a la medida, a un costo de alrededor de 30 mil pesos mexicanos) una bandera brasileña hecha en tela brillante, que sacudió frente a los ojos extasiados de sus seguidores.
A su lado, el vicepresidente, el general Hamilton Mourão, se entusiasmó, agarró una punta de la bandera y juntos llevaron al público al delirio, cuando repitieron uno de los mantras de su campaña: Mi bandera jamás será roja. El comunismo, pues, sufrirá otra derrota, según creen el capitán, su general subalterno y sus seguidores.
Para despedirse, nada mejor que la frase-guía que lo condujo al sillón presidencial: Brasil por encima de todos, y Dios por encima de todo.
No dio ninguna pista de cómo pretende implantar las vaguedades de su discurso de campaña, repetido ayer.
Dos puntos merecieron atención. El primero: al terminar su discurso en el Congreso, Bolsonaro se dirigió a los 10 mandatarios presentes para saludarlos calurosamente. Unos merecieron especial atención, como el premier de Israel, Benjamin Netanyahu; el mandatario chileno, Sebastián Piñera, y el húngaro, Viktor Orbán. Tendió la mano a todos, excepto a uno: Evo Morales, presidente de Bolvia.
El segundo: al leer los términos de su protesta como vicepresidente, Hamilton Mourao, hizo gala de su generalato.
En posición militar, leyó sus parcas líneas a los gritos. Como si en lugar de jurar respeto a la Constitución, estuviese dando órdenes a sus subalternos.
Se espera que en los próximos días sus ministros, en especial el de Economía, Paulo Guedes, expliquen cuáles serán las primeras medidas concretas a ser implementadas, y que también se aclare la manera en que el nuevo gobierno pretende relacionarse con el Congreso, cuyo año legislativo empieza en febrero. Porque sin eso, lo que se tendrá como escenario es el mismo clima de vaguedad y amenazas que puntuaron la campaña que llevó Jair Bolsonaro a una presidencia que ahora tendrá que ejercer.

"El Subcomandante Yo Mero" .- Rodríguez

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