• Plomo electoral…
• 2012 y el corte de caja
Delicado y con un altamente volátil ambiente comienza la semana de la última recta en los accidentados comicios envueltos en un círculo enrarecido, enfrentado, con pinceladas de ilegalidad y, peor aún… de inusitada violencia.
Y la violencia, my friend, permea y se dibuja en todos los sentidos, lanzando señales sugestivas de la podredumbre y la ingobernabilidad que se respira en varias entidades y que también es detonada desde el gymboree (con minúsculas) presidencial.
En los estados del norte del país se ha tomado la inédita decisión, en los municipios más golpeados por la “ridícula minoría”, de modificar las campañas, los discursos y los tiempos, develando la gravedad del fenómeno delictivo absolutamente fuera de control que esboza la foto perfecta de un Estado fallido incapaz de brindar seguridad para la ciudadanía harta de la impunidad, la simulación, las mentiras y la corrupción.
Hace algunas lunas, desde este irreverente espacio, mi estimado, le comentaba la película de las secuelas de la espiral de violencia sobre el proceso electoral que ha visto demasiado plomo asesinar a candidatos, familias, parientes, socios e intereses, donde se presumen las únicas dos vertientes que se dan con esta runfla de revoltosos: plata o plomo. Negocias o te mueres. Y en algunos casos las ejecuciones suceden precisamente por estar en complicidad con alguno de los cárteles que se diputan desparpajadamente la zona.
¿Y la autoridad, apá...?
Ausente, ya sea por connivencia o por miedo, este (des)gobierno, las autoridades estatales y municipales están por completo rebasadas. Ya la palabrería oficial y los discursitos son irrelevantes y no tienen fondo en el banco del ánimo de los mexicanos. La violencia se expresa abierta y desafiante ante las instituciones quebrándoles la línea de flotación en su credibilidad, en el respeto y la aplicación de la ley.
Aunque indudablemente, my friend, lo más alarmante no es esa temeraria manía de irse acostumbrando a cifras de muertos, de daños colaterales y de horror en esta irreflexiva guerra de Felipe Calderón, sino en las rutas de ilegalidad, autoritarismo y transgresión de los límites desencadenada, ni más ni menos, que desde el poder (del no poder y por no poder).
La violencia verbal aunada a la utilización de las instituciones y sus leyes como juguetes de estimulación temprana por la PANdilla ha abierto caminos paralelos de confrontación asechando y golpeando a diversos sectores. El más reciente y lamentable botón esgrimido desde Bucareli por instrucciones de Calderón a Gómez Mont arremetiendo contra la CNDH y otros organismos tildándolos de ser “tontos útiles” de la organizada delincuencia, muestra la delicada (y pésima) estrategia de querer defender a nuestras fuerzas armadas por las quejas sobre violaciones a los derechos humanos —que tuvo un clímax por el fallo sobre la causa de la muerte de dos menores en Tamaulipas— es un atractivo foco rojo que hace al verde olivo palidecer ante la opinión pública nacional e internacional.
En nada (y ya se verá en el mediano plazo) le ayuda a nuestras fuerzas armadas que se desencadene desde este (des)gobierno una guerrita verbal de desprestigio e infamia contra organismos que serán epicentro el sexenio próximo que será el de los derechos humanos.
El de la rendición de cuentas. El del corte de caja. El de la báscula de la historia. Sin importar el color que llegue a levantar el tiradero nacional desde Los Pinos. Sobre todo cuando la historia ha demostrado en innumerables ocasiones que estos temas trascienden tiempos y fronteras.
Mal hace Calderón en incitar, desde Gobernación, un linchamiento contra la CNDH y organismos defensores contra los atropellos que se han detonado por su guerra contra la “ridícula minoría”. Mal hacen nuestras fuerzas armadas en permitir el descrédito hacia esos organismos cuando lo urgente es mantener la credibilidad de ambas instituciones.
Más cuando en el futuro no muy lejano, my friend, habrá compulsa pública, debate, datos duros y verificaciones sobre los excesos y las aventuras en esta bélica estrategia… que cobrará la factura más cara, no a los civiles, sino a nuestros militares y a la institución que ya está en la mira bilateral de cambios sustanciales para el 2012.
Al tiempo.
gomezalce@aol.com