Arnaldo Córdova Las revelaciones de los documentos de Wikileaks dados a conocer por La Jornada el lunes pasado nos muestran que no era cierto que todo lo que nos descubrían ya lo sabíamos. En este asunto, en particular, sabíamos que existía una alianza entre el PRI y el PAN desde, por lo menos, 1990, y que había sido ideada por Salinas, atemorizado por el avance impresionante de la izquierda en las elecciones de 1988 y por su hallazgo de que entre el PRI y el PAN había diferencias, pero que resultaban menores ante el peligro que la nueva izquierda representaba para ambos. Sabíamos también que el PAN, representado por Fernández de Cevallos, aceptó la propuesta salinista. Desde entonces se dio esa alianza histórica priísta y panista que no ha dejado de funcionar con gran eficacia, hace ya veinte años. Los documentos de Wikileaks nos muestran ahora el carácter perverso y sucio de esa alianza y el modo especial en que funciona. Ahí no hubo nunca acuerdos para siempre, excepto uno: no de