Por Martín Moreno
*LSI: absoluto control militar
*Cienfuegos y Soberón, a la caza de AMLO
Los secretarios de la Defensa y Marina se asumen, desde ahora, como los principales garantes del triunfo priista en 2018. Foto: Mario Jasso, Cuartoscuro
Tan inaudito como preocupante. Tan inverosímil como alarmante. Tan sorpresivo como amenazante:
Que los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina arremetan públicamente, juntos, en contra del principal político opositor al sistema, jamás se había visto en México. ¡Nunca! Codo a codo, los jefes de soldados y marinos blandiendo armas y escudos en franca amenaza a la propuesta de un civil (AMLO) respecto al planteamiento discutible – solo fue eso: un planteamiento-, de amnistiar a victimarios y líderes del narco, es una postal que vaticina días de represión y de totalitarismo.
“Mera propaganda electoral”, acusa el titular de Marina, almirante Francisco Soberón.
¿Y desde cuando el jefe de la Marina se convirtió en vulgar matraquero electoral del sistema, crucificando a los opositores cuyas propuestas son debatibles?
“Están dejando de lado todo el mal que le han hecho al país, cuánta gente ha muerto por su culpa…cómo es posible pensar en que se les dé una amnistía”, atizó Salvador Cienguegos.
¿Y desde cuándo los generales le ordenan al poder civil qué sí discutir y qué no discutir?
La andanada de Cienfuegos y de Soberón en contra de un político civil – López Obrador-, es preocupante por dos razones fundamentales (más allá de nombres, personajes o propuestas polémicas):
Primero, porque, de manera abierta y sin ningún límite, ya se está permitiendo a los jefes de los cuerpos de seguridad responsables de la tranquilidad interna del país, intervenir en asuntos políticos-civiles. Podrán gustar o no las propuestas de AMLO, pero una cosa es discutirlas, criticarlas, apoyarlas o desecharlas, en un marco de discusión civilizada, y otra cosa, muy diferente, es permitir que los secretarios de la Defensa y Marina salgan y vociferen en contra del puntero en las próximas elecciones presidenciales. Ello no es casualidad: Cienfuegos y Soberón se suman así al TUCOMO (Todos Unidos Contra Morena), y desde ahora avisan que participarán, con armas y toletes, en el proceso político-electoral del año próximo. Soldados y marinos serán los operadores electorales del gobierno peñista. Nada menos.
Segundo, que al amparo de la Ley de Seguridad Interior (LSI), los militares tendrán facultades para intervenir contra protestas de carácter social o electoral, como bien podría ocurrir en el 2018, en caso de que haya manifestaciones públicas opositoras en contra de lo que, desde ahora, se viene diseñando y perfilando: un fraude electoral que le permita al PRI mantenerse en Los Pinos. La andanada pública de Cienfuegos y de Soberón en contra de López Obrador es apenas el inicio de un estado ya anunciado: el Estado militarizado, con plenas facultades para intervenir, confrontar y someter a civiles, sin castigo alguno y cobijados legalmente por la LSI.
(Personalmente, yo no estoy de acuerdo con la propuesta de AMLO de otorgar amnistía a líderes y victimarios del narco; empero, sí apoyaría discutir nuevas estrategias para combatir al crimen organizado, no atacarlas con amenazas militarizadas como las de Cienfuegos y Soberón. No en balde, el sexenio de Peña Nieto pasará a la historia como el más violento, sangriento e impune).
La postura de Cienfuegos y de Soberón ya no es la posición respetuosa de los jefes del Ejército y de la Marina en torno a conflictos que competen exclusivamente a civiles. No. Ya no lo es.
Su postura, ahora, es la de dos activistas políticos del sistema que se lanzan, abiertamente y sin pudor alguno, en contra de un planteamiento – ni siquiera ha llegado a ser una propuesta formalmente planteada ante el Congreso-, del líder político que amenaza con sacar al PRI de Los Pinos. Esa es la fotografía del momento: General y Almirante contra López Obrador.
¡Cuidado!
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Más allá de la polémica y la preocupación que ha generado la militarizada Ley de Seguridad Interior – esa sí discutida formalmente en el Congreso mexicano y que confiere facultades extraordinarias al Ejército y a La Marina, incluyendo la posibilidad de llevar a cabo tareas de investigación sustituyendo al Ministerio Público, intervenir comunicaciones privadas sin una orden judicial, y utilizar la fuerza para contener protestas sociales o electorales-, nos debe alertar en qué momento se aprueba dicha ley.
La LSI se aprueba de cara a las elecciones presidenciales del 2018. El mensaje es: si hay protestas públicas de inconformidad con los resultados electorales del uno de julio próximo, los militares saldrán a aplacar a los ciudadanos. Más claro: si hay fraude, las manifestaciones de denuncia serán aplacadas por tanques, fusiles, escudos y toletes. Garantizar y proteger el triunfo del PRI por las urnas o por las armas. Es girar las manecillas del reloj a 1968.
La LSI se avala como escudo protector del desastre dejado por Enrique Peña Nieto. Ante el pésimo gobierno peñista y la imposibilidad de obtener un triunfo limpio en las urnas, se recurrirá al modelo 1988 (fraude electoral salinista), o al de 2017, en el Estado de México: la compra de votos y la ceguera del INE y del TEPJF. Ante la avisada estrategia, ¿quiénes serán los policías que se encarguen de cuidar las urnas y de calificar el resultado electoral? Sí: los militares. En la praxis, la calificación de la próxima elección presidencial se hará en el Periférico, sí, pero no en el Sur, donde se ubica la sede del Instituto Nacional Electoral, sino en el Norte, donde se enclava la Secretaría de la Defensa Nacional.
La LSI nos lleva a un Estado militarizado. Los especialistas dicen que solamente se está ordenando, jurídicamente, lo que en las calles ya ocurre: la intervención de los militares en acciones de seguridad. De acuerdo. Sin embargo, se aprovecha este lance para darles mayores facultades a Defensa y Marina de intervenir en asuntos que competen exclusivamente a poderes civiles, desplazando, inclusive, a poderes ya establecidos – legislativo y judicial-, absorbiendo tareas que las convierten en poderes supranacionales sin ningún límite o restricción.
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A unos cuántos meses de la elección presidencial, el gobierno peñista nos muestra el camino para enfrentarla: si protestan por los resultados, los militares saldrán a las calles a aplacar las protestas. Ese es un propósito toral de la LSI.
Los secretarios de la Defensa y Marina se asumen, desde ahora, como los principales garantes del triunfo priista en 2018: con amenazas abiertas y directas en contra de AMLO, principal opositor al régimen peñista. No es, ni de lejos, una casualidad. AMLO solo les dio el pretexto para que enseñaran las fauces.
Los tiempos de la represión parecen perfilarse.
1968-2018: 50 años después.
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