MÉXICO D.F. (apro).- Hasta en el acto de celebración en Bellas Artes por sus 90 años, la crítica de arte Raquel Tibol no dejó de lado su oficio y se aventuró a hablar en defensa del petróleo mexicano ante la aprobación por el Legislativo de la reforma energética.
Justo ayer cuando el Senado aprobó las modificaciones en la Constitución para abrir el sector petrolero y eléctrico a las transnacionales, Raquel Tibol, en su intervención en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, criticó el trabajo de los políticos:
“Los herederos de Lázaro Cárdenas no están a su altura, su familia ha llevado a Michoacán a la ruina. Es el pueblo mexicano en su conjunto el que debe de establecer los lineamientos principales de la política, pero son los líderes los que lo hacen, el pueblo mexicano es un pueblo que hay que ponerlo en la esquina a que haga su tarea de pueblo, porque se deja impresionar por los líderes bonitos de copetito. No me gusta ni decir su nombre porque dice y hace de todo menos lo que debe hacer, que es mostrar la solidaridad con el pueblo campesino. ¿Cuántos muertos hay a la fecha?
“¿Ustedes creen que las modificaciones del Senado son para bien? Andrés Manuel López Obrador es el último auténtico patriota que tiene México, pues defiende lo básico, que son las recursos naturales, ha defendido el cultivo agrario, los bosques y, a riesgo de su vida, realmente la defensa la ha hecho él con una lógica de la historia mexicana impecable, y no soy devota de él ni de nadie, nunca he militado en partido alguno, pero soy de izquierda”.
Así, el Palacio de Bellas Artes se volvió testigo de la lucidez y memoria viva del quehacer cultural de México a través de Raquel Tibol, cuya fecha exacta de su cumpleaños 90 es en realidad el sábado 14, y quien en esta ocasión estuviera acompañada por su hijo Simón Leopoldo Rossen, su nuera Judith González y sus nietas Daniela y Carolina.
La presentación a la celebración corrió a cargo de la titular del Instituto Nacional de Bellas, María Cristina García Cepeda, a lo que le siguió una charla con Renato González Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM; la crítica de arte e historiadora Teresa del Conde, y el periodista y editor cultural del semanario Proceso, Armando Ponce.
Cada uno compartió sus experiencias personales con la crítica y colaboradora asidua del semanario, pero sobre todo coincidieron en la labor fundamental que ha tenido como referencia de la historia plástica en México.
En su turno, González Mello aclaró:
“Alguien que escribe con una disciplina como la Raquel, que semana a semana deja una huella, que a veces puede ser fuerte, porque en México la comunicación, sobre todo la intelectual, tiene sus formas consecuentes y ajenas. Hace tiempo leí que el New York Times explicaba por qué Orozco no es tan famoso: ‘Porque es un país de besos en la mejilla’ decía, y con Raquel ocurre lo contrario, no tiene límites pero es enormemente generosa, responde siempre a las críticas, pero no convierte el desacuerdo en una cosa personal y, lo que más le agrada, creo, es la discusión misma.
“Hace poco en la sala de un museo se encontró con un cuadro mexicano de los años treinta que no había visto antes, y había una señora enfrente que sólo escribía en su celular. Todos queríamos ver el cuadro pero no se quitaba y Raquel levantó el bastón, y dijo: “A ver, querida, quítate porque no me dejas ver’, eso es un poco de lo que le hubiera gustado decirle a los curadores vanidosos, a los funcionarios malos y buenos, a los artistas sin autocrítica, a los coleccionistas. De esta forma demuestra su compromiso con la crítica, que es despejar el panorama y aclarar la mirada”.
Por su parte, la historiadora Teresa del Conde acotó:
“Uno a veces puede tenerle miedo a Raquel Tibol, porque es una mujer contundente y la contundencia siempre provoca una reacción en la otra persona”, al tiempo que dio varias referencias de trabajos en la que ambas han participado, concluyendo con la frase: “La vida cultural de México no sería lo mismo sin su presencia”.
En su turno, Armando Ponce dejó que fueran las palabras del propio Diego Rivera las que describieran a Tibol a través de la lectura de una carta que el pintor enviara como respuesta al Partido Comunista, que discutía su reingreso como militante en 1954 (Proceso, 44), y cuya pregunta explícita apuntaba:
“¿Cuál es el concepto de Diego sobre la moral?; explique sus relaciones con una mujer argentina y diga lo que sepa sobre la personalidad política de ella”, y la respuesta de Rivera, a quien se debe la llegada de Tibol a México, luego de que la conociera en mayo de 1953 en Chile y tras invitarla a México a trabajar:
“La mujer argentina a que se refiere la cuarta pregunta, en anónimo, supongo que será la escritora y periodista Raquel Tibol, en su pasaporte Raquel Rabinovich, a quien tomé en Santiago de Chile como secretaria voluntaria durante el Congreso de la Cultura y, más tarde, contraté como secretaria personal, al dejar Santiago de Chile, con el sueldo de mil pesos mexicanos mensuales…
“Terminado mi trabajo, sin haberse podido realizar aquí el congreso nacional que el Congreso Continental había acordado, Raquel Tibol cesó en su empleo y colaboración conmigo. Cesé todo género de relación cercana con ella, debido a las dudas que sobre su posición política y sospechas respecto de su conducta ídem me expuso verbal y personalmente el secretario general del Partido Comunista Mexicano, Dionisio Encinas, en mi calidad de amigo que soy de ese partido.
“A causa de ello me informé respecto a Raquel Rabinovich, llamada Tibol, y fuentes seguras de Argentina, nada, en los informes que recibí la acreditaban ni como espía ni como agente tenebroso y disimulado peronista; se trataba simplemente de una muchacha escritora, acostumbrada mucho a hablar en foros públicos de discusión desde los ocho o nueve años de edad, constituyendo una curiosidad en los medios intelectual y obrero de Buenos Aires como ‘niño prodigio’ parlanchina, alegre, gustando de beber, un poco pedante ya a veces bastante impertinente, presumiendo de marxista sin ser miembro del partido, es decir, el típico ejemplar de ‘izquierdista’ de redacción, facultad universitaria, teatros, cafés, y cenáculos, sin disciplina ni militancia verdadera, pero en realidad inofensiva.”
Así Rivera dio referencia de Raquel Tibol, Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez 1998 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; poseedora de la Medalla de Bellas Artes del INBA en 2008, Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) 2007 y, recientemente, en 2010, Premio al Mérito Cultural que le concedió la Feria Internacional del Libro del Zócalo.