Ciudad de México, 19 de junio (SinEmbargo).- En la fiesta por los diez años de matrimonio entre Paulina Alcocer, filántropa, y Manuel Medina Mora, entonces presidente de Citigroup (fallecido), el banquete fue exquisito. Se sirvió sopa fría de jitomate con jícama y pepino, corazones crujientes de alcachofa y arúgula en esencia de trufa. El menú siguió con camarones al tamarindo, ejote francés con almendra y timbal de helado de frambuesa. Todo, a cargo de Les Croissants Servicio de Banquetes, de la chef Zaida González. (Reforma, “Destellos de una noche inolvidable”, Carlos Leyva, 28 de enero de 2016).
Dueña de Banquetes Les Croissants y Gastronómica Zaida , la chef Zaida González se distingue como la artífice de los menús más exclusivos de México en las celebraciones especiales. La revista Nupcias Magazine la incluye entre las mejores y más caras para las bodas. La misma página de Les Croissants informa: “Uno de nuestros mayores logros fue haber podido cruzar fronteras para servir en El Vaticano, Argelia y Beirut. De igual manera quisimos llevar nuestros servicios hasta tierras asiáticas, en Japón”.
En México, otro ejemplo para la historia fue el banquete que sirvió en noviembre de 2005, cuando el entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela, organizó en un recinto oficial una reunión familiar en la que incluso se habría celebrado una ceremonia religiosa. (La Jornada, Astillero, Julio Hernández López, “Religión y Familia”).
Tomás Zerón de Lucio, ex director de la Agencia de Inteligencia Criminal (AIC) de la otrora Procuraduría General de la República (PGR), no necesitó un evento especial para contratar a la chef. Cuando conducía la investigación sobre el paradero de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero, en la que se fundó la llamada “verdad histórica”, las viandas de Gastronómica Zaida le fueron servidas en su oficina o “en sitio”. Los miembros de sus equipos cercanos se alimentaron con esta proveedora.
Por 14 millones 990 mil 440 pesos, Gastronómica Zayda fue contratada para que, de mayo a diciembre de 2016, sirviera desayuno, comida y cena en la mesa dispuesta en la AIC para Tomás Zerón de Lucio. El mismo contrato incluyó comida para su personal de apoyo, así como los empleados de la Policía Federal Ministerial.
La AIC, bajo el mando de Zerón de Lucio, también desembolsó en el mismo periodo, 3 millones 761 mil 788 pesos para que Gastronómica Zayda le sirviera al personal del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia mientras trabajaba “en sitio”.
Otros dos millones 996 mil 268 pesos le fueron pagados por la AIC a esa casa gastronómica para el suministro de café, menús ejecutivos y box lunch a los empleados de la Policía Federal Ministerial en el mismo periodo.
Lo anterior, de acuerdo con los contratos por Adjudicación Directa que fueron otorgados mientras que Tomás Zerón de Lucio dirigió la AIC, de septiembre de 2013 a septiembre de 2016. Poco antes de presentarle su renuncia al entonces Presidente Enrique Peña Nieto, el ex funcionario puso bajo reserva durante cinco años parte del contenido de sus contrataciones. De modo que algunos datos, como nombres de representantes legales o funcionarios que los acordaron, aparecen testados.
DE INVESTIGADOR A FUGITIVO
El poder del que gozó Tomás Zerón de Lucio se reflejaba hasta en la posición de su oficina en la parte más alta de la sede de la PGR (hoy FGR), al mismo nivel que el despacho de la entonces Procuradora, Arely Gómez González. Tenía como salario bruto 200 mil pesos al mes; su vida entera, así como su eventual renuncia estaban protegidas con seguros millonarios.
Zerón de Lucio mostraba el mismo estilo de ser de otros miembros del Gabinete que formó Enrique Peña Nieto. Pertenecía al círculo de confianza al lado de Humberto Castillejos Cervantes quien se desempeñaba como exconsejero jurídico del Ejecutivo y quien compró en esos tiempos, al perro más caro del mundo como mascota. El responsable de la AIC poseía coches de lujo, joyas, relojes y casas, según sus propias declaraciones patrimoniales ante la Secretaría de la Función Pública y el propio despliegue que hacía él mismo de estos bienes.
El 26 de septiembre de 2014, en México ocurrió la tristísima noche de Iguala, cuando 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, fueron atacados a balazos y luego, desaparecieron de la faz de México. El origen de esos balazos aún es desconocido. Los estudiantes iban en camiones rumbo a la Ciudad de México para conmemorar la matanza de Tlatelolco.
Por 14 millones 990 mil 440 pesos, Gastronómica Zayda fue contratada para que, de mayo a diciembre de 2016, sirviera desayuno, comida y cena en la mesa dispuesta en la AIC para Tomás Zerón de Lucio. Foto: Isabel Mateos, Cuartoscuro.
Zerón de Lucio aportó elementos a lo que la Procuraduría General de la República (PGR), a cargo de Jesús Murillo Karam, presentó como “verdad histórica”, sobre la desaparición de los normalistas rurales. La narrativa se basó en que sus cuerpos habrían sido incinerados al grado de las cenizas, en un basurero del municipio de Cocula. Ahí fue encontrada una bolsa con restos humanos de la que se extrajo un pedazo de hueso que ayudó a identificar a uno de ellos, Alexander Mora Venancio.
Pero esa “verdad” se diluyó como agua cuando fue cuestionada por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), enviado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, después de una batalla de los padres de los desaparecidos. Uno de los argumentos presentados fue un video en el que aparece Tomás Zerón de Lucio. Se le ve sigiloso en el río San Juan, el 28 de octubre de 2014, justo un día antes del hallazgo de la bolsa. Se le ve mientras “siembra” pruebas.
Pese a todo, pese a la elocuencia de las imágenes, Zerón de Lucio no renunció ni fue destituido. Al contrario, se convirtió en uno de los funcionarios más estables del Gabinete de Peña Nieto. En 2016, fue nombrado en la Comisión Nacional de Seguridad y siguió con su mismo estilo político y de ser.
Pero los luminosos días del otrora investigador se acabaron. En un vuelco de roles, este 2020 (año de la pandemia COVID19) tiene una orden de arresto de un Juez federal en Guerrero a petición de la Fiscalía General de la República por manipulación de evidencia sobre los 43 estudiantes desaparecidos.
Declarada la pandemia en México del coronavirus en abril, los focos se le retiraron a Tomás Zerón de Lucio. El periodista César Martínez publicó en Reforma que habría huido hacia Canadá. Nada se sabía de él hasta que el pasado 16 de junio, el Juzgado Octavo de Distrito en materia de Amparo Penal y Juicios Federales con sede en el Estado de México reveló que su abogado promovió un juicio de amparo.
El litigante se valió de un poder notarial presentado en certificado digital. Pero, debido a que en el documento aparecen dos domicilios, la demanda no fue admitida. El Juez dio cinco días para que se precise a dónde se le pueden enviar notificaciones.
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Comer bien, mientras trabajaba, era importante para Zerón de Lucio. De hecho, en la lista de contratos por Adjudicación Directa de la AIC, la contratación de los alimentos gourmet aparece en segundo sitio, sólo superada por la adquisición del licenciamiento del dispositivo del software Pegasus, que habría servido para espiar de manera ilegal a periodistas, activistas y defensores de derechos humanos y por el cual, también debe responder ante un juez.
Para pagar la buena comida, Zerón de Lucio usó la partida 22101, autorizada por la Secretaría de Hacienda, denominada “Productos alimenticios para el Ejército, Fuerza Aérea y Armada mexicanas, y para los efectivos que participen en programas de seguridad pública”.
Gastronómica Zaida recibió un pago en promedio de 604 mil 124 pesos al mes por desayunos, comidas y cenas para un hombre clave en la tragedia de los 43 de Ayotzinapa que aún sacude las conciencias en México.