Pelota manchada: el futbol lejos del campo
El futbol espectáculo, como una forma legítima de entretenimiento, ha servido desde su creación como medio de manipulación de masas y ha sido utilizado como conducto para diversos agentes sociales externos que, aprovechándose del arraigo que éste tiene en la ciudadanía, lo adecuan servilmente a sus designio. Sin embargo, el fenómeno futbolístico es mucho más complejo y requiere un análisis profundo.
(30 de mayo, 2014).- Intereses, negocios, revolución, cultura, racismo, violencia… el balompié se liga ineludiblemente a acontecimientos que trascienden lo ocurrido en el campo de juego. En su afán de mostrar las bondades y el poderío del fascismo, Benito Mussolini utilizó los mundiales de 1934 y 1938, aunque para ganar ambas copas tuviese que amenazar de muerte a sus jugadores y naturalizar italianos a varios futbolistas extranjeros. Un ejemplo semejante fue el mundial de 1978, organizado el régimen militar de Jorge Rafael Videla, luego de un golpe de Estado, dicho evento deportivo se llevó a cabo en medio de torturas, desapariciones forzadas y asesinatos.
En España, la actitud represora de Francisco Franco provocó que el Camp Nou, estadio del Barcelona, fuese el único sitio donde los catalanes podían hablar su idioma, convirtiendo así a ese equipo en un símbolo contra el régimen. En Escocia, por ejemplo, las pugnas sociales de católicos pro-irlandeses y protestantes pro-británicos fueron llevadas al césped en los enfrentamientos del Celtic contra el Rangers, conocido también como Derby de Old Firm, uno de los “clásicos” más violento de todo el mundo, con la trágica cifra de 68 muertos ha cuestas.
El fútbol también fue el pretexto para que la Gestapo de Hitler torturara y asesinara a ex jugadores del Dinamo de Kiev, quienes enfundados en la casaca del Star F.C. vencieron a un combinado de soldados alemanes en el llamado “Partido de la muerte”, donde rechazaron ejecutar el saludo nazi y en su lugar lanzaron una arenga soviética.
Por si esto fuera poco, este deporte bautizó un conflicto bélico: “La Guerra del futbol”, la cual confrontó a El Salvador y Honduras, mientras, coincidentemente, sus selecciones de futbol se jugaban el pase al mundial de 1970.
México por supuesto no está ajeno a tales sucesos. Los dos mundiales de futbol organizados (1970 y 1986), fueron aprovechados por los gobiernos en turno para fines que sobrepasaban lo deportivo: por un lado, borrar de la memoria la represión estudiantil de 1968 y, por el otro, elevar el costo de productos de primera necesidad para costear de mejor manera el certamen de 1986, aunque a la postre se generó una crisis económica, agudizada por las políticas de corte neoliberal.
Los verdaderos dueños del balón
Empero, el vínculo del futbol en México con los grandes poderes (fácticos o formales), no se reduce a organizar copas mundiales. Aquí, el manejo deportivo rompe negativamente todos los paradigmas internacionales y, lastimosamente, el juego termina por pasar a segundo plano.
Tal como sucede con el acaparamiento de los espacios televisivos por Televisa y TV Azteca. Este conocido duopolio ha fungido como el gran operador detrás de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), los primeros con una posición histórica en el medio, y los segundos adheridos recientemente, cuando a principios de la década pasada se percataron del gran negocio que representaban el once contra once y obtuvieron el derecho de transmitir los partidos de la Selección Nacional, mismos que durante 40 años los tuvo en exclusiva el consorcio de los Azcárraga.
La injerencia de la televisora de San Ángel tuvo como punto de partida la organización del mundial México 86. Televisa fue la encargada de promover la candidatura exprés de México para el Mundial tras la renuncia de Colombia, así como la logística posterior del evento, gracias a la figura de Guillermo Cañedo, otrora presidente del América y quien tuvo a su cargo el evento.
A partir de ese momento el futbol nacional adquirió un nuevo orden en manos de la mayor televisora latinoamericana, máxime cuando comenzaron a negociar los derechos de transmisión televisiva de los clubes. Con la compra del Necaxa y Cobras de Querétaro, sumados a la propiedad del equipo de Coapa, obtuvieron un peso inmenso en las decisiones tomadas dentro de la FMF.
Durante la década de los noventas, se pudo apreciar el claro control que Televisa tenía sobre el futbol mexicano, pues sin importar quien estuviera al frente del órgano rector, a través de Alejandro Burillo Azcárraga y Miguel Ángel Couchonal –hoy directivos del Club Atlante- ellos tomaban las decisiones referentes a la Selección.
Esta situación fue denunciada en varias ocasiones por el periodista José Ramón Fernández, crítico feroz del régimen futbolístico, quien sin empacho señalaba los “dedazos” de la televisora para colocar directivos de la Federación.
Uno de ellos, ocurrió con Alberto de la Torre, presidente del futbol nacional de 2000 a 2006, destituido tras el mundial de Alemania supuestamente por causas deportivas, aunque es sabida su confrontación con los altos mandos de la televisora debido a la intromisión de ésta en sus decisiones. En su lugar la Junta de Dueños de clubes colocó a Justino Compean, antes directivo del Necaxa y experto en explotar económicamente la figura del “equipo de todos”, con la obtención de millonarios dividendos en detrimento de los resultados deportivos.
Estados beneficiosos
Como expertos en marketing, las televisoras detonaron los acuerdos comerciales que dejaron millones de dólares a los empresarios ligados a la pelota. Las administraciones de los gobiernos estatales de inmediato posaron la mirada en estas nuevas minas de oro debido a los altos beneficios que un equipo de futbol profesional podría acarrear, pero no sólo en el ámbito económico, sino también en términos políticos y de imagen.
Casos como el del gobierno de Chiapas, que colaboró con el financiamiento del Club Jaguares (e incluso contrato de manera directa a Adolfo “El Bofo” Bautista); el del gobernador potosino Marcelo de los Santos, quien favoreció al equipo local –entonces propiedad de Televisa-; la famosa “Puebla” del “Gober Precioso” con los Camoteros; o los apoyos de la administración de Aguascalientes hacia el Necaxa, son muestras inequívoca de desvíos de recursos públicos pues es evidente que en el presupuesto de egresos ni los Congresos locales ni el Ejecutivo destinan dinero a dichas causas.
Recientemente una solicitud de información realizada por el diario Reporte Índigo, reveló que el 68 por ciento de las entidades federativas, contando al Distrito Federal, otorgan cierto apoyo a conjuntos futbolísticos de cualquier nivel profesional, por medio de las administraciones municipales, estatales, dependencias o universidades.
Jalisco encabeza la lista con el apoyo a ocho equipos de fútbol; el Estado de México a cinco y Tamaulipas a tres. El reporte también señala los apoyos que los clubes Puebla, Xolos de Tijuana, Gallos Blancos, León y Monarcas Morelia recibieron de sus respectivos gobiernos, calculados en 120 millones de pesos desde 2011 hasta la fecha, aunque la cifra total se estima en mil 276 millones de pesos, incluido el dinero que la Universidad de Guadalajara ha dado a los Leones Negros, el flamante nuevo integrante de la liga nacional.
Esta tendencia continúa con el reciente anuncio de que los Estudiantes Tecos se mudarán a Zacatecas, donde por supuesto también recibirán dinero público.
Futbol a la mexicana
Si el desvío de recursos pertenecientes al erario público y una federación sumisa ante los intereses económicos, no fueran suficientes, “el futbol nuestro de cada día”, como lo bautizó el periodista Javier Solórzano, está lleno de andrajos administrativos que no permiten una correcta evolución deportiva. Si por un lado aparece el mafioso “Pacto de Caballeros” que impide la libre negociación entre jugadores y clubes sin la autorización del club que formó deportivamente al susodicho, por otro lado está la todavía más tramposa multipropiedad –mal vista y no recomendada por la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA)- que permite a personas físicas o morales poseer más de un club a la vez, sin importar que esto genere especulaciones alrededor de los resultados deportivos.
Aunque fue prohibida por el Consejo de Dueños, tras la irrupción de Grupo Carso en el negocio con la compra del 30 por ciento de Grupo Pachuca (Pachuca, Estudiantes y León), ellos mismos la quebrantaron al permitir a Ricardo Salinas Pliego, presidente de TV Azteca y dueño de Monarcas, la compra del histórico Atlas de Guadalajara.
Más negativo aún, el futbol nacional “condimenta” el espectáculo de su liga con la venta de franquicias, es decir, la posibilidad de que un equipo sea llevado a otra plaza de la República con un nombre distinto, siempre y cuando se tenga el dinero necesario para efectuar la operación. Esta notable laguna da pie a que equipos descendidos a una división inferior por el sistema de competencia adquieran otro para mágicamente no desaparecer. Todo un engaño para sus aficionados.
Una trampa igual de grotesca que la utilizada por la FMF cuando en 1998 quiso sacar ventaja y en la eliminatoria para el Mundial Juvenil del 89 registró jugadores mayores de 20 años, edad permitida. Tras una investigación del periodista Antonio Moreno apoyado por José Ramón Fernández, el escándalo se hizo mundial y le costó a las selecciones nacionales ser marginadas por cuatro años de cualquier evento internacional avalado por FIFA, fraguando así el mayor castigo (hasta ahora) para el futbol mexicano que, al parecer, no aprende de su pasado y sigue jugando al filo de la navaja con todas sus artimañas internas.
Futbol y telecomunicaciones: el gran negocio
Como se mencionó al inició de este texto, dada su magnitud y repercusión el fútbol no es ajeno al entorno político y, por ende, queda expuesto a los tejes y manejes de los funcionarios que en teoría deben propiciar el progreso de toda una nación. Por tal motivo, las reformas estructurales promovidas por Enrique Peña Nieto, específicamente la de Telecomunicaciones y Energética ostentan alguna relación con el juego, incluso más de lo que se pudiese imaginar.
En primera instancia, la aparición de Carlos Slim llegó a romper el perverso equilibrio del negocio del fútbol, amenazando así los intereses económicos de Televisa y TV Azteca. Con la venta de los derechos televisivos del León a la televisora de paga Fox Sports y con la inyección de gran cantidad de dólares por concepto de publicidad para sus empresas Telmex y Telcel, inquietó a Azcárraga y Salinas.
Si a esto se le suma que en 2013 adquirió los derechos de los Olímpicos veraniegos Río de Janeiro 2016 y los invernales Sochi 2014, para negociarlos con competidores de toda América Latina, la embestida contra las televisoras dominantes fue brutal.
El decreto del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), en cuanto a que ningún grupo de radiodifusión puede transmitir eventos deportivos internacionales considerados relevantes, de manera exclusiva sino que deben ser negociados, por un lado pareciera asestar otro golpe a los de San Ángel y propiciar otra jugada maestra para el magnate mexicano. Pues como adelantó el director de Alianzas Estratégicas de Telmex, Arturo Elías Ayub, la estrategia de Slim está enfocada no en la compra de equipos sino en la adquisición de contenidos para posteriormente negociarlos. Por tanto los contratos de exclusividad, próximos a vencerse, de Pachuca, Jaguares, Veracruz, Puebla, Santos y Atlas, serían uno de sus objetivos.
Mientras tanto, a la espera de que el IFT publique el 31 de mayo la lista de los contenidos relevantes y se determine si el decreto afectará los contratos de Televisa para el Mundial o las Olimpiadas brasileñas signadas por América Móvil, quienes ya se frotan las manos para entrar de lleno en la pugna por trasmisiones futboleras son las cadenas ESPN y Fox Sports, pues aunque es probable que el tiempo no les alcance para negociar con Televisa (en caso de una resolución favorable), el gran negocio ocurriría después de Brasil 2014, misma situación en la que se encuentran las empresas de Carlos Slim, quien además tiene otra posibilidad con la licitación que en 2015 se hará de dos cadenas de televisión abierta.
En la víspera de que todo lo anterior ocurra quedan todavía pendientes de gran impacto para el balompié. La Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, aprobada el año pasado (a pesar de las severas críticas de expertos y sociedad), aún tiene aplazada la discusión de las leyes secundarias; anteriormente, el panista Javier Lozano, presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado de la República manifestó que dichas legislaciones deberán estar listas antes del Mundial, y así será pues se plantea que sean discutidas entre el 9 y 10 de junio en medio de un periodo extraordinario.
Uno de los puntos de debate que más ámpula ha levantado en el grueso de la sociedad es la de los agentes económicos preponderantes (es decir, con un control mayor al 50 por ciento de su mercado), aplicado a Grupo Televisa, América Móvil, Telmex y Grupo Financiero Inbursa, que además de la ya citada imposibilidad de transmitir eventos exclusivos los obliga a compartir su infraestructura.
No obstante, lo que al futbol más atañe es una de las disposiciones incluida en la iniciativa, donde se menciona que el IFT puede imponerle a un preponderante en materia de telecomunicaciones hasta 28 medidas regulatorias, cinco más que a los preponderantes de radiodifusión, que de no ser mermados complicarían la entrada de competidores y ahí la oferta televisiva para el público ‘pambolero’ podría cambiar totalmente.
Reforma Energética y el Mundial, la confrontación venidera
En el mismo terreno de la política y la discusión de leyes secundarias, la Reforma Energética será la que acapare (o debería) las miradas. Por sí misma la legislación tendría poco o nada que ver con el mundo del futbol, pero la relación se generó luego de que los senadores mexicanos creyeron que era una buena idea colocar el dictamen de las leyes secundarias al mismo tiempo que el Mundial de futbol de Brasil.
De tal manera que la discusión se prevé inicie el viernes 11 de junio, dos días antes de que “la verde” juegue su partido inaugural contra Camerún. Asimismo el arranque del Periodo Extraordinario está programado para el lunes 23 de junio, extrañamente el mismo día que México cierra su participación en la fase de grupos contra la selección de Croacia, donde si los pronósticos deportivos no fallan, se estaría jugando su pase a la segunda ronda.
Durante ese tiempo, la Selección Mexicana se enfrentará al anfitrión Brasil, juego que por muchos es visto como el más atractivo, a pesar de las pocas posibilidades que tienen los dirigidos por Miguel Herrera de ganar. Ese mismo periodo, es el que se vaticina como dispuesto para que la sociedad civil salga a manifestarse ante la apertura total del sector energético a la iniciativa privada. Por lo que el empalme, ya es visto como una jugada intencional de parte del gobierno de Peña Nieto y los senadores partidarios, como un distractor social, por muy conspirador que algunos señalen.
Anteriormente, el gobierno ya había hecho un uso cínico del “Tri”, cuando el domingo 11 de octubre de 2009, el entonces titular del Ejecutivo, Felipe Calderón decretó la extinción de la paraestatal Luz y Fuerza del Centro, precisamente un día después de que la Selección comandada por Javier Aguirre lograra el boleto para el Mundial de Sudáfrica 2010, luego de un tortuoso proceso eliminatorio. Aquel día, las tapas de los principales periódicos, no sólo deportivos, destinaron sus mejores espacios a triunfo de 4-1 sobre el representativo de El Salvador y la decisión presidencial que dejó a miles de trabajadores en la calle quedó de lado.