Por J. Jaime Hernández y David Brooks Ya sólo faltan 35 días. Y hasta ahora, Donald Trump no ha sido capaz de ir más allá de los insultos contra los inmigrantes, los mexicanos, las mujeres y los musulmanes. Desde hace más de 15 meses, Donald Trump nos ha entretenido, o dejado boquiabiertos, con referencias soeces a la menstruación de las mujeres, al tamaño de su pene y a la gordura de Alicia Machado, la ex reina de belleza que ha conseguido sacarle de quicio. A lo largo de una campaña lo más parecido al desfile de un circo, Trump ha agitado a la base más extremista, a la base electoral del hombre blanco, poco instruido y conservador para prometer hacer a Estados Unidos “grande otra vez”, pero sin ofrecer ningún programa o estrategia en concreto. Ante un electorado ansioso y temeroso al mismo tiempo, Donald Trump pisa el acelerador mientras insinúa que su contrincante, Hillary Clinton, le ha sido infiel a su esposo. Arrinconado contra las cuerdas, y desdeñoso de ese 80% de ciudadano