CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Luego de cinco días de silencio tras la debacle del pasado domingo 1 de julio, el PRD en la capital del país, repartió culpas para justificar la pérdida de la jefatura de gobierno y de cuatro alcaldías, además de que en el Congreso local cayó hasta tercera fuerza política, en lo que constituye el peor escenario en los 21 años del perredismo en la ciudad.
Ayer, la excandidata a la jefatura de gobierno por la coalición Por la CDMX al frente, Alejandra Barrales, difundió un video en el que agradeció a quienes la acompañaron en la campaña y votaron por ella, reiteró su agrado porque una mujer -Claudia Sheinbaum- gobernará la ciudad, pero advirtió que estará vigilante de que ésta cumpla con las promesas hechas en campaña.
En un texto difundido en la cuenta de Twitter @PRD-CDMX, su dirigente, Raúl Flores, explicó que la derrota de la pasada jornada electoral tuvo “múltiples componentes políticos y sociales, internos y externos al partido”, entre los que destacó siete puntos.
El primero es “la fuerza y liderazgo de Andrés Manuel López Obrador”. Según el exdelegado en Coyoacán, con sus dos derrotas anteriores el tabasqueño se mantuvo 12 años como un líder nacional “con un supuesto discurso antisistema”. Dijo que éste “utilizó la fuerza política y territorial del PRD para extrapolarla a un ‘nuevo movimiento’ que capitalizó el descontento y enojo de la ciudadanía” contra el PRI, PAN y PRD.
A decir de Flores García, la inercia del voto para López Obrador alcanzó para la “gran mayoría” de sus candidatos a diputados, alcaldes y a la jefatura de gobierno, aunque “cientos de miles” que votaron por él para presidente, le dieron a Barrales su voto para gobernar la capital.
La segunda razón de la derrota del perredismo en la ciudad, según el vicecoordinador del PRD en la Asamblea Legislativa, es que “todos los partidos en el gobierno sufrieron un revés electoral de diferente magnitud y recibieron el voto de castigo de la ciudadanía”.
Al gobierno de Miguel Ángel Mancera le pasó eso, dijo. Primero, destacó que no militaba en el partido y fue respaldado por Marcelo Ebrard y López Obrador, aunque omitió decir que años después hubo un distanciamiento entre ellos.
Mancera -según quien también fue enlace legislativo con esa gestión- “fue castigado” por los capitalinos, quienes en la segunda mitad de su gestión “le dieron una evaluación negativa especialmente en materia de seguridad, movilidad y desarrollo urbano, y por no haberlo percibido como un contrapeso del gobierno priista de Peña Nieto. Este voto de castigo lo pagó el PRD en las urnas”.
En las elecciones intermedias de junio de 2015, el PRD perdió ante Morena cinco delegaciones: Azcapotzalco, Tlalpan, Xochimilco, Tláhuac y Cuauhtémoc, así como la mayoría en la Asamblea Legislativa.
De acuerdo con el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM), el pasado domingo 1 de julio, no solo no recuperó esas demarcaciones, sino que perdió también el poder en cuatro más: Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero, Iztacalco e Iztapalapa. Históricamente, estos territorios estaban controlados por liderazgos de distintas tribus que, a la vez controlaban espacios en la ALDF y se turnaban los cargos cada tres años.
Peor aún, por primera vez en la historia de la capital, será la tercera fuerza política en el Congreso local, incluso por debajo del PAN. Y es que no ganó ninguno de los 33 distritos electorales y corre el riesgo de quedarse solo con cinco diputados plurinominales.
Fin del ciclo, el 19S y las traiciones
La tercera causa de la caída del perredismo local fue que “todo tiene un ciclo”. Según Raúl Flores, el PRD fue un parteaguas en la historia política del país y hasta el pasado domingo fue “el partido de izquierda más importante de Latinoamérica”. Añadió que nadie, “ni sus mayores detractores ni quienes se encargaron de destruirlo por conveniencia propia” pueden negar sus aportaciones.
Aseguró que, aunque en 2018 el partido “concluyó un ciclo”, continuarán su lucha por “abatir la desigualdad y desterrar el presidencialismo”.
En lo que pareciera autocrítica, el dirigente local enumeró como cuarta razón “la descomposición interna como resultado de la rivalidad entre las diferentes corrientes y los cacicazgos en las delegaciones”.
El partido, dijo, es “de izquierda y horizontal” y sus decisiones se toman en colectivo. Sin embargo, reconoció que “los cotos de poder al interior obstaculizaron la toma de decisiones para permitirnos seguir evolucionando con la formación de nuevos cuadros y evitar controles territoriales excesivos”.
Como quinta razón, el análisis mencionó el sismo del pasado 19 de septiembre. En defensa del gobierno de la CDMX, resaltó que fue el único en el país que tuvo una “reacción institucional” ante el sismo con una Ley de Reconstrucción, una comisión especializada, un fondo para desastres naturales y un presupuesto “de miles” de millones de pesos etiquetados para la atención integral de damnificados.
Sin embargo, justificó que “el ambiente político minó todo ese trabajo y el tema de la reconstrucción se convirtió en un botín electoral al grado que “aun cuando hoy se sabe que Morena sí utilizó cientos de millones de pesos de un fideicomiso para damnificados para sus campañas electorales, el PRD y el Frente fueron castigados por el mito que Morena y sus aliados crearon respecto a un supuesto desvió de 3 mil millones de pesos de la reconstrucción”.
Sin mencionarlo, el también legislador se refirió a la polémica protagonizada en la ALDF por los diputados perredistas Leonel Luna y Mauricio Toledo, y el panista Jorge Romero quienes, por presión de los morenistas y de agrupaciones de damnificados y la propia decisión de Mancera, tuvieron que soltar el control del Fondo para la Reconstrucción.
Las quejas en su contra argumentaban un presunto desvío de recursos con fines electorales para las delegaciones Coyoacán, Álvaro Obregón y Benito Juárez, las cuales esos mismos legisladores ya habían gobernado.
El análisis del PRD agregó “los errores y desencuentros al interior de la primera Comisión de la Reconstrucción y la tardía y obstaculizada respuesta del gobierno local hacia los damnificados”.
Como sexta causa de la derrota perredista, Flores García mencionó “La división de la izquierda y las traiciones”. Aseguró que el fraccionamiento fue provocado por la separación de López Obrador, el 9 de septiembre del 2012, para construir Morena. Esa crisis interna, aseguró, afectó las estructuras partidarias, además de que “facciones y personajes del propio partido -a quienes no mencionó- minaron, desde dentro, la institucionalidad y la efectividad de nuestra coalición y proyecto”.
También reconoció como error el no depurar el comité estatal y los comités delegacionales en el 2016, cuando el PRD supo de la operación de varios dirigentes a favor de Morena, “su permanencia en el partido provocó inmovilidad y desconfianza”.
Como séptima causa, aseguró que los mexicanos “hartos de los abusos y malos gobiernos” optaron por un nuevo partido “hegemónico” y no por un gobierno de coalición.
Y admitió: “No pudimos comunicar ni hacer atractivo a nivel de tierra el significado de la propuesta de un Gobierno de Coalición, se percibió solamente como una alianza electoral y no como una oferta de gobierno integral, plural, mucho más transparente por los contrapesos”.
Sobre las negociaciones políticas con el PAN y el MC para ir en coalición, el partido local no mencionó nada.
Tras esa reflexión, el dirigente del PRD-CDMX, Raúl Flores, anunció que, a partir de ahora, inicia una “nueva era” para que el partido se renueve “de raíz” y siga luchando “desde la izquierda más progresista del país contra la desigualdad y el autoritarismo, y no un pretexto para el mantenimiento de una burocracia”.
Por último, recordó que, en 1997, con Cuauhtémoc Cárdenas, el PRD le arrebató al PRI el gobierno de la capital con un millón 859 mil 866 votos. En 2018, Alejandra Barrales obtuvo un millón 673 mil 15 votos -186 mil menos-, lo que significa “una hazaña”, dadas las “condiciones adversas”, y un “extraordinario capital político” para la exsenadora.
“Estaremos vigilantes”: Barrales
Cuatro días después de su derrota para la jefatura de gobierno, Alejandra Barrales subió a sus redes sociales un video de dos minutos en el que advierte que estará “vigilante” de que Claudia Sheinbaum, la candidata ganadora con la bandera de la coalición Juntos haremos historia, “cumpla todos y cada uno de sus compromisos”.
En dos minutos, la expresidenta nacional del PRD agradeció el apoyo de todas las personas que la acompañaron en la campaña y las redes sociales y a las que le dieron su voto. Destacó que la del pasado domingo fue “la más alta” participación en la historia de la capital, ya que siete de cada 10 capitalinos salieron a sufragar.
La exsenadora aplaudió de nuevo que por primera vez habrá una jefa de gobierno electa. “Estoy muy contenta de que sea realidad, me siento parte de este avance para las mujeres y tenemos también mucho de qué estar orgullosas las capitalinas”.
También exfuncionaria del gobierno de Mancera, asumió “con toda responsabilidad” el resultado de la elección, pero advirtió que su trabajo de más de 25 años en la ciudad no termina ahí.
“Vamos a seguir trabajando para que esta siga siendo la ciudad de los derechos y de las libertades”. Recordó que sus propuestas “no son ocurrencias”, sino resultado de un diagnóstico “muy riguroso” de ciudadanos y especialistas nacionales e internacionales, y que trabajará para impulsar el “plan maestro” de la ciudad.
Y concluyó con la advertencia: “Estaremos vigilantes de que no traicionen ese voto y esa confianza. Vamos a estar muy pendientes de que la jefa de gobierno electa cumpla todos y cada uno de sus compromisos”