ROMERO DESCHAMPS, SIN MIEDO. El senador del PRI y dirigente del sindicato petrolero Carlos Romero Deschamps (a la izquierda), dijo estar tranquilo, tener
las manos limpiasy contar con la confianza de sus agremiados. Aseguró que las críticas contra su familia por dispendios
carecen de fundamentoy sostuvo que no teme ser llamado a cuentas por la ley. En la imagen, con el senador David Penchyna durante la sesión de ayerFoto María Meléndrez Parada
L
a figura de Hugo Chávez fue convenientemente demonizada para generar un infundado temor electoral en sociedades donde asomaba la posibilidad del cambio desde la vía pacífica. En México así sucedió especialmente en los comicios de 2006, cuando los múltiples poderes de élite amafiados para frenar a Andrés Manuel López Obrador asociaron en términos propagandísticos al venezolano con el tabasqueño, sin que siquiera éstos se conocieran personalmente ni mantuvieran comunicación o alianza política, en una maniobra de guerra sucia cuyos efectos de división social, atraso político y agravamiento de la corrupción y la injusticia se vivieron durante el periodo del calderonismo y continúan.
Chávez, a contrapelo de la imagen negativa que construyeron y difundieron los poderes por él confrontados, llegó y se sostuvo en el poder gracias a una aritmética electoral impecable, a una relación directa de beneficio a las grandes mayorías de su país y a un estilo personal de comunicación que incluyó ribetes que sacaban de sus casillas a sus adversarios, en especial la oratoria grandilocuente, la vocación cantora, las posturas antimperialistas retadoras y esa decantación inequívoca, tajante, orgullosa y militante en favor de las masas, del pueblo, de su gente y, desde luego, de la revolución bolivariana y su vía al socialismo en el siglo 21.
Aún en términos estrictos del muy discutible modelo democrático vigente, Hugo Chávez tuvo una legitimidad indiscutida, y a pesar de las permanentes campañas de descrédito en su contra falseando datos relacionados con la economía y exacerbando los puntos débiles de su gobierno, colocó a Venezuela en un lugar destacado de los escenarios mundiales, reavivó y confirmó la esperanza en la lucha por la mejoría de los pueblos y generó múltiples iniciativas internacionales de reagrupamiento y fortalecimiento de gobiernos de izquierda o progresistas (la Unión de Naciones Sudamericanas, Unasur; la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, Alba; la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac; Petrocaribe, el Banco del Sur y Telesur, por dar ejemplos).
El acelerado proceso de declinación física de Chávez tiene como referente una gran consolidación electoral del Partido Socialista Unificado de Venezuela, que dejó a la opositora Mesa de la Unidad Democrática con solamente tres de las 23 gubernaturas en juego en diciembre pasado. En estos comicios regionales volvió a ser electo como gobernador de Miranda, la demarcación que incluye parte de la zona metropolitana de Caracas, el principal opositor de Chávez, Henrique Capriles, quien había obtenido 44 por ciento de los votos depositados en octubre del mismo 2012 para elegir presidente de la república, contra 55 por ciento a favor de quien luego, a causa de sus problemas de salud, no pudo presentarse a rendir protesta para su nuevo periodo de gobierno.
Capriles es el único personaje de la oposición venezolana con posibilidades de enfrentar decorosamente a Nicolás Maduro, designado por Chávez como su heredero político y encaminado abiertamente desde el lecho hospitalario cubano a ser el candidato a la continuidad en caso de que el comandante nacido en Sabaneta no pudiese cumplir su nuevo periodo de gobierno. Por sí misma, la oposición venezolana al chavismo parecería naturalmente encaminada a otro fracaso electoral, pero habrá de verse hasta dónde llega la mano de Estados Unidos, que ha hecho cuanto le ha sido posible para obstruir el proyecto huguista de cambio. Las fuerzas armadas han expresado inmediato respaldo a la institucionalidad venezolana, pero ayer mismo se había informado de la expulsión de dos agregados aéreos de la embajada de Estados Unidos en Caracas, uno por haber hecho propuestas
desestabilizadorasa militares venezolanos y otro por haber realizado
contactos no autorizados con oficiales de las fuerzas armadas.
El propio Maduro expresó ayer una hipótesis respecto de la muerte de Chávez:
Nosotros no tenemos ninguna duda, llegará el momento indicado de la historia en que se podrá conformar una comisión científicaque habrá de confirmar
que el comandante Chávez fue atacado con esta enfermedad, (...) los enemigos históricos de esta patria buscaron el punto para dañar la salud de nuestro comandante. Aun cuando hay una cómoda proclividad en algunos medios para tratar de asumir que los procesos políticos se mueven sin conspiraciones (cuando lo natural en la política son los acuerdos secretos o discretos entre aliados que buscan derrotar o exterminar a sus adversarios, y aun cuando la historia de las relaciones de Estados Unidos con sus opositores es la de la permanente búsqueda de asesinar a los líderes insurrectos, como infinidad de veces intentó Washington contra Fidel Castro), el planteamiento de Maduro no es desproporcionado. Basta ver la insólita puntería cancerígena de años recientes contra mandatarios sudamericanos no alineados con Estados Unidos.
En otro tema, cardenales brasileños han puesto sobre la mesa, antes de entrar al enclaustramiento que permitirá elegir al sucesor de Benedicto XVI, el tema de la investigación (Vatileaks) ordenada por éste a una tercia de purpurados octogenarios respecto de pederastia, sexualidad desbordada, corrupción y peleas por el poder. Según se ha señalado, el quemante informe será entregado solamente al nuevo papa, de quien se esperan juventud, fuerza y decisión para encarar las endemoniadas circunstancias de la política vaticana y sus ramificaciones por el mundo.
Los brasileños consideran que el conocimiento de ese diagnóstico crudo permitiría contar con elementos fundamentales para definir el perfil del siguiente pontífice. De otra manera, a fe de este tecleador hereje, se correrá el riesgo cantado de colocar en la cúspide de la Iglesia católica a un partícipe o encubridor de los vicios que según eso llevaron al señor Ratzinger a dimitir del altísimo cargo.
Y, mientras la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación pelea para impedir que el gordillazo quede en un reacomodo más de lo mismo, ¡hasta mañana, sin fuero legislativo!
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