domingo, 28 de octubre de 2018

El ultraderechista Jair Bolsonaro tiene el 55,49 por ciento y Fernando Haddad 44,51 por ciento.

    En esta segunda vuelta, Bolsonaro subió seis millones de votos, mientras que Haddad 13 millones de votos.

    En esta segunda vuelta, Bolsonaro subió seis millones de votos, mientras que Haddad 13 millones de votos. | Foto: Reuters

    Publicado 28 octubre 2018 (Hace 12 horas 24 minutos0
    Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal gana las elecciones presidenciales en Brasil, resultado que representa el regreso del país a la extrema derecha después del fin de la dictadura en 1985.
    La campaña electoral ha sido una de las más polarizadas en la historia contemporánea de Brasil por el enfrentamiento de dos modelos políticos opuestos. Fernando Haddad (PT) con el progresismo y inversión social como bandera, mientras que Bolsonaro con admiración por la dictadura.
    El ultraderechista no asistió a ninguno de los debates presidenciales y su campaña se enfocó en el desprestigio de Haddad en redes sociales. Esta ola de fake news ha generado dudas sobre la claridad del proceso electoral.
    Aunque se declara nacionalista, las propuestas de Bolsonaro apuntan a una política económica entreguista al sector privado. Bolsonaro tomaría posesión de la presidencia el 1 de enero de 2019 para el período comprendido hasta enero de 2023.

    El TSE de Brasil da los primeros resultados en los que se le otorga el 55,49 por ciento de los votos al ultraderechista Jair Bolsonaro, mientras que el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, tiene el 44,51 por ciento.
    Estos resultados de la segunda vuelta son con el 96,48 por ciento de los votos escrutadas.
    Haddad con la bandera del progresismo y Bolsonaro con elogios a la dictadura de 1964, que dejó al menos 421 muertos reconocidos, constituyen la elección entre dos modelos políticos y económicos opuestos.


     

    La campaña electoral ha estado enmarcada en la distribución de fake news contra Haddad en redes sociales, por parte del equipo de Bolsonaro.  El proceso electoral ha sido cuestionado por el efecto que las noticias falsas puedan ocasionar
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    Las bases del neonazismo

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    Guillermo Almeyra
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    esde hace casi un siglo –desde mediados de los años 30 hasta hoy– el mundo está hundido en la barbarie, se acostumbra a ella, la naturaliza. En las mentes de todos pesan diariamente todos los horrores, los millones de muertos de la colectivización forzada en la Unión Soviética, los goulags, los campos de concentración nazis y el Holocausto que exterminó millones de discapacitados, gitanos, comunistas y judíos, los 30 millones de muertos en la pasada guerra mundial o la monstruosa matanza de civiles en Hiroshima y Nagasaki.
    Aplastado el nazifascismo, siguieron las matanzas de los imperialistas franceses en Argelia, Túnez, Madagascar e Indochina, la guerra salvaje de Estados Unidos contra los vietnamitas, las destrucciones resultantes de la guerra de Corea y la guerra en Argelia que eliminó un décimo de la población nativa, la ocupación de Palestina con su brutalidad y racismo cotidianos, los 500 mil muertos en Ruanda y Burundi en conflictos sociales atizados por el imperialismo. La televisión presenta entre una y otra noticia frívola o de crónica los migrantes ahogados y náufragos y recuerda Tlatelolco, Ayotzinapa o muestra las continuas amenazas nucleares de Trump y la espantosa situación humanitaria en Yemen por las bombas de Arabia Saudita.
    El capitalismo, que se afirmó con el genocidio en la India y en América, ha extremado su carácter criminal en estos dos pasados siglos. Hoy marcha abiertamente hacia una catástrofe ambiental provocada por la avaricia y el desprecio a la naturaleza y a los seres humanos o hacia una guerra nuclear intercontinental que pondría en riesgo la existencia misma de miles de especies, entre ellas, la humana.
    Culturalmente, las sangrientas series televisivas y las películas de terror así como buena parte de la literatura popular y el auge de las religiones apocalípticas, son sólo un exorcismo contra el horror y la muerte violenta que nos rodean.
    Socialmente, las nuevas clases medias reúnen una miríada de trabajadores en los servicios y de asalariados precarios de todo tipo y pequeños propietarios rurales (que en Brasil se identifican con los latifundistas improductivos cuyas tierras ocupa el Movimiento de los Sin Tierra). Los artesanos y pequeños empresarios y comerciantes minoristas generalmente tienen distinto color que sus clientes pobres y temen la delincuencia violenta protagonizada por muchos más negros y mulatos que caucásicos, pues éstos monopolizan, en cambio, la gran delincuencia de guante blanco que evade al fisco, exporta capitales o explota a miles de personas y los medios de información marcan sólo el primer tipo de delincuentes y ocultan el otro.
    Esa polvareda humana, al igual que los pequeños propietarios rurales, no forma comunidades ni tiene solidaridad.Todos se sienten solos, compiten entre sí y, sobre todo, ven como peligro principal la pobreza y temen caer a las filas proletarias, pues los profesionales sin clientes, los comerciantes al borde de la quiebra, los estudiantes sin futuro o los empleados precarios viven en la incertidumbre. Por eso vuelcan su odio contra los más pobres mientras envidian a los obreros que se defienden colectivamente con sus sindicatos y sus luchas.
    El fascismo y el nazismo eran hijos del liberalismo, imponían el orden de los cementerios pero criticaban al capital financiero y ofrecían demagógicamente ventajas sociales para poder competir con la esperanza en el orden anticapitalista, socialista, porque millones de trabajadores daban entonces su vida por una esperanza en una sociedad justa y libre y creían posible esa alternativa. Por su parte, los liberales democráticos aún tenían margen para mantener la democracia formal.
    Hoy, en cambio, en una crisis que no terminó y que va a rebotar fuerte a corto plazo, todos los estados utilizan cada vez más métodos fascistas y, en los menos estables, se desarrollan movimientos racistas y nacionalistas fascistoides que han abandonado la retórica anticapitalista y que son ultraliberales en lo económico y ultrarreaccionarios en lo social.
    Los trabajadores resisten heroicamente y sus formas de lucha presagian grandes estallidos sociales en algunos países. Pero los combates aún no están coordinados, la solidaridad internacional es incipiente y las luchas por sí mismas no ofrecen un proyecto de sociedad alternativa, una esperanza creíble, una utopía posible.
    En escala mundial, sin embargo, existen miles de ejemplos positivos de comunitarismo, solidaridad, anticapitalismo, desde las autonomías indígenas, las autodefensas, las policías comunitarias, las fábricas en autogestión, las huelgas de pequeñas ciudades enteras en defensa de obreros despedidos, las ocupaciones de tierras, la solidaridad popular con los emigrados en Italia, Francia, Alemania, Argentina, México. Pero los sindicatos combativos no crean ni una televisión propia que informe, analice, dé ejemplos, eduque en forma alternativa ni utilizan la red social para organizar. Por eso en un país como Brasil un racista declarado como Jair Bolsonaro puede ser presidente.

    Las concesiones mineras con EPN las monopolizaron 4 favoritos: Baillères, Ancira, Larrea y Slim

    De las 25 mil 652 concesiones mineras otorgadas desde la Ley Minera (1992), durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto, la Secretaría de Economía ha brindado 3 mil 190 (el 12 por ciento) a compañías nacionales (Grupo Peñoles, AHMSA, Grupo México) e internacionales (Canadá), así como a particulares (prestanombres), de acuerdo con la Dirección General de Minas. Los proyectos, que tienen derecho de exploración y extracción incluso hasta 2067, se registran principalmente en el norte y centro del país.

    El estudio “Minería y Privilegios” de Oxfam México destaca que la serie de privilegios para la industria minera –que da la Ley Minera por encima de los derechos de los comuneros y el ambiente– ha alentado la expansión acelerada de esta actividad en México para la acumulación de riqueza de pocos. Sólo de 2000 a 2010 se extrajo de México el doble de oro que a lo largo de 300 años de conquista y coloniaje, documenta, y de los 90 a la fecha el número de compañías extranjeras ha aumentado más de 10 mil por ciento.

    Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, de 2013 a septiembre de 2017, la Secretaría de Economía dio 3 mil 190 concesiones mineras a empresas o prestanombres con vigencia de 50 años, principalmente en Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Puebla, Guerrero y Oaxaca, revelan datos de su Dirección General de Minas (DGM).
    En 2013 fue cuando más concesiones se entregaron: 1,052, y esto coincide con el máximo histórico alcanzado en Inversión Extranjera Minera por 5 mil 565 millones de dólares, de acuerdo con la Cámara Minera de México (Camimex).
    Entre las empresas extractivas que recibieron el derecho a la exploración y explotación de los recursos minerales, de 2013 a 2017, destacan Exploraciones Mineras Parreña y Fresnillo, de Grupo Peñoles (Alberto Baillères González); Mineras del Norte, de Altos Hornos de México (Alonso Ancira Elizondo), y de Grupo México (Germán Larrea Velasco), de acuerdo con una revisión de SinEmbargo.
    De todo el territorio nacional, sólo el 30 por ciento ha sido explorado. Hasta diciembre de 2016, hay un acumulado de concesiones de 25 mil 652, sobre todo en Sonora, Durango, Chihuahua, Zacatecas y Coahuila, justo las entidades más productoras de minerales, exponen cifras de la DGM.
    “El extractivismo minero en México, lejos de acotar la brecha de la desigualdad económica y social, la hace más profunda ya que se sostiene, en gran medida, en el ejercicio de un privilegio obtenido a través de prácticas como la captura política [influencia de una(s) elite(s) extractiva(s) sobre el Estado a favor de sus intereses y en detrimento del interés general]”, expone Oxfam México en su estudio reciente “Minería y Privilegios” que aborda las experiencias de despojo de bienes naturales a comunidades indígenas y campesinas para instalar proyectos mineros.
    “La riqueza que genera ha permitido posicionar a tres empresarios mineros dentro de las personas más ricas del país. Deriva de sectores privatizados y/o concesionados por el Estado, deriva pues de bienes comunes que están siendo explotados en detrimento de la mayoría”, agrega. Se refiere a Carlos Slim Helú (Minera Frisco subsidiaria del Grupo Carso), Germán Larrea Velasco ( Grupo México) y Alberto Baillères (Industria Peñoles subsidiaria del Grupo BAL)”.
    LOS PRIVILEGIOS DE LA LEY MINERA
    La serie de privilegios del extractivismo minero ha alentado la expansión de esta actividad en México, alerta Oxfam. La minería, a través de las concesiones otorgadas por el Gobierno federal, ha crecido de manera acelerada en los últimos años: de 2000 a 2010 se extrajo de México el doble de oro que a lo largo de 300 años de conquista y coloniaje, documenta en el informe referido.
    “En México, esta industria se favorece de la existencia de actos de corrupción en el sector minero mexicano, abusos de autoridad, falta de inclusión de las comunidades y sus pueblos indígenas, conflictos sociales, pérdidas del erario público y del patrimonio nacional, así como capital humano en riesgo y mal remunerado”, advierte “Minería y Privilegios”.
    La organización alerta sobre el denominado “mercado de concesiones”, el cual vulnera el derecho de los pobladores al decidir sobre el futuro de los territorios que habitan. En la lista de concesiones otorgadas por la Secretaría de Economía, además de empresas, figuran cientos y cientos de nombres de particulares. Son prestanombres (de empresas) o especuladores.
    La Ley Minera (1992) plantea que la vigencia de una concesión es de 50 años, con la posibilidad de prorrogarla otros 50 más, y estipula que el titular de una concesión tiene el derecho a intercambiar o venderla a un tercero.
    Esto ha generado el surgimiento de empresas menores que se dedican a adquirir concesiones para realizar actividades de exploración, y, una vez detectada la existencia de minerales en una cantidad que se vuelva rentable, venden la concesión a una empresa más grande que tiene capitales suficientes para realizar la explotación.
    En 23 años, el valor de la producción minera aumentó 986 por ciento al pasar de 50 mil millones a 543 mil millones de pesos en 2016. Pero el sector solo aporta el 4 por ciento del PIB nacional ya que hasta 2013 –antes de la reforma a la Ley Minera– no se cobró ningún tipo de impuesto o regalía por la producción a boca de mina, y esto se tradujo en acumulación de riqueza.
    Asimismo, la Ley Minera está por encima de la legislación ambiental y de aguas nacionales. “Esto explica que las instancias gubernamentales toleren que empresas mineras que ocasionan desastres socioambientales, como los casos Río Sonora, Chalchihuites, Salaverna, entre otros, aún operen a pesar de que se considera a la minería como una actividad que puede ocasionar desequilibrio ecológico”, dice.
    De empresas extranjeras, de la década de los 90 a la fecha hay 947 proyectos, de los cuales casi 700 proyectos (el 76 por ciento) son canadienses, destacan datos de la Subsecretaría de Minería. Pasaron de 21 operantes en 1990 a 2 mil 175 en 2016, un incremento de 10 mil 257 por ciento .
    A nivel mundial, por encima de Chile y Perú, el país es el primer destino en inversión en exploración minera en América Latina, “gracias a que las empresas encuentran las siguientes ventajas: derechos de propiedad seguros, impuestos bajos, leyes ambientales flexibles, mano de obra barata y procedimientos administrativos simplifcados”, expone Oxfam México.
    Ocupa el primer lugar en la producción de plata y el segundo sitio en fluorita. Las principales mineras productoras de plata son Pan American Silver (Canadá), Grupo México y First Majestic Silver (Canadá). Mexichem (México de Antonio del Valle Ruiz) es la única que produce fluorita.
    Respecto al oro, producen más Minera Frisco (México de Carlos Slim Helú), Pan American Gold (Canadá) y Fresnillo (México).  Y el cobre es más producido por Grupo México, cuya minera Buenavista del cobre protagonizó en agosto de 2014 un derrame tóxico sobre ríos de Sonora que a la fecha han causado daños a la salud de los habitantes.
    LOS GOLPES DE LA MINERÍA
    Durante este sexenio comunidades y organizaciones civiles e internacionales han alertado sobre violaciones a derechos humanos y al medio ambiente –como contaminación del agua– durante las actividades extractivas de minerales.
    El 51 por ciento de la superficie nacional es poseído por núcleos agrarios. Las comunidades campesinas e indígenas habitan los territorios que las empresas mineras insisten en presentar como “vacíos” o con “vocación minera”, resalta el informe de Oxfam México.
    Sin embargo, cuando los hombres y mujeres defienden su territorio y sus bienes comunes naturales (tierra, agua, viento, bosques y minerales) contra la amenaza de  la actividad extractiva, “están defendiendo también prácticas organizativas, significaciones colectivas, vínculos, relaciones de interdependencia”.
    La organización enfatiza que los testimonios de quienes se oponen a la actividad minera o de quienes viven en territorios con extractivismo minero dan cuenta de la enorme desigualdad legal, económica, de acceso a la información y de ejercicio de derechos como la consulta libre, previa e informada.
    Sobre el impacto ambienta de la minería, advierte que se asocia a cada una de las fases que componen el proyecto: exploración, explotación, procesamiento del mineral y periodo de postcierre de la mina. Pero las empresas mineras minimizan la importancia, y evitan el diálogo y acceso a la información con poblaciones que pueden ser afectadas, asegura Oxfam México. Y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) cuenta con 300 inspectores federales, un recurso humano muy limitado frente a las más de 25 mil concesiones.
    Pese a ello, las reformas legales adoptadas por los países de la región facilitan el acceso y la explotación de los bienes del territorio por actores privados, dice. En el caso de México, la reforma al Artículo 27 constitucional de 1992 abrió la posibilidad de privatizar, vender o rentar las tierras campesinas poseídas bajo propiedad comunal o ejidal.
    Ese mismo año, hace 26 años, también se aprobó la Ley Minera. En su artículo 6 establece el carácter de “utilidad pública” que convierte a esta actividad como prioritaria frente a cualquier otra que se esté realizando sobre cierta superficie de tierra, y la Ley de Inversión Extranjera (1993) permite realizar inversiones en México a empresas con capital 100 por ciento extranjero.
    Entre los derechos de los titulares de concesiones mineras, además de realizar actividades de exploración y explotación, la Ley Minera también les permite “disponer de los terreros que se encuentren dentro de la superficie” y obtener “constitución de servidumbre” para las operaciones, así como derecho a “el depósito de terreros, jales, escorias y graseros”, es decir, desechos mineros. Asimismo, la ley mexicana les permite “aprovechar las aguas provenientes del laboreo de las minas”, aunque hay siete usos de agua más prioritarios que el uso en la minería.
    “Estas disposiciones generan una relación asimétrica entre los derechos de los titulares de concesiones mineras y los derechos de los propietarios de terrenos o los usuarios de fuentes hídricas”, analiza el estudio.
    En general, sintetiza la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, a diferencia de lo que ocurre en otros países como Estados Unidos, el proceso de otorgamiento de concesiones en México no requiere en ningún momento la realización de audiencias públicas, solo la entrega de un informe de impacto ambiental a la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat).
    Pero, expone, en muchos casos las comunidades o grupos que viven en las inmediaciones de los proyectos mineros son los últimos en enterarse de lo que se pretende hacer; pocas veces se les informa sobre los procesos que se llevarán a cabo y la manera en que pueden afectar su salud, sus actividades y sus bienes, y las autorizaciones establecen que la propia empresa realice un monitoreo para detectar posibilidad de contaminación.

    La fortuna de 16 mexicanos supera la deuda externa

    Acumulan 141 mil millones de dólares
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    En un año, magnates del planeta se hicieron 20 por ciento más ricos
    De La Redacción
     
    Periódico La Jornada
    Domingo 28 de octubre de 2018, p. 20
    Un grupo de 16 mexicanos concentra una riqueza de 141 mil millones de dólares, una cantidad que ha ido en aumento y que para efectos comparativos supera con creces el saldo de la deuda externa del gobierno federal, señaló un reporte independiente e información oficial.
    El año pasado la riqueza personal de este pequeño grupo de mexicanos pasó de 116 mil 700 millones a los actuales 141 mil millones de dólares, reveló el informe Billionaries report 2018, elaborado cada año por la banca suiza UBS.
    El reporte mencionó que en un año la riqueza de este grupo –de los que no cita nombres– aumentó 21.5 por ciento.
    Se trata de una tasa de crecimiento que prácticamente multiplica por 10 el desempeño de la actividad económica del país, que en los pasados 12 meses –con cifras actualizadas al segundo trimestre del año– repuntó 2.4 por ciento, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
    En términos comparativos, la riqueza de este grupo de mexicanos supera el monto de la deuda externa del gobierno federal, que en agosto pasado, el más reciente dato disponible, fue de 95 mil 943 millones de dólares, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
    A su vez, en el listado correspondiente a este año, la revista estadunidense Forbes indicó que 16 mexicanos poseían una fortuna personal superior a mil millones de dólares. Los primeros en ese grupo fueron: Carlos Slim (América Móvil y Grupo Carso), con 67 mil 100 millones de dólares; Germán Larrea (Grupo México), 17 mil 300 millones; Alberto Baillères (Grupo Bal y El Palacio de Hierro), 10 mil 700 millones; Eva Gonda de Rivera (Grupo Femsa), 7 mil 100 millones, y Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas y TV Azteca), 7 mil 100 millones de dólares.
    Por su parte, el reporte de UBS señaló que la mitad de los 16 multimillonarios mexicanos ha hecho su fortuna a partir de negocios emprendidos por ellos mismo y no por herencias.
    A propósito del reporte de UBS, el diario The Guardian reportó este viernes que los multimillonarios ganaron más dinero el año anterior que en cualquier otro registrado en la historia.
    The Guardian cita el informe del banco suizo UBS para señalar que las personas más ricas de la Tierra aumentaron su riqueza en 20 por ciento en un año a 8.9 billones (millones de millones) de dólares.
    Las fortunas de los superricos de hoy se han incrementado a un ritmo mucho mayor que a finales del siglo XX, cuando familias como los Rothschild, los Rockefeller y los Vanderbilts controlaban una gran riqueza, mencionó.
    El informe de UBS estableció que había tanto dinero en manos de los ultrarricos que se estaba creando una nueva ola de familias multigeneracionales ricas y poderosas.
    Los pasados 30 años han visto una creación de riqueza mucho mayor que la Edad de Oro, según el informe de UBS Billionaires 2018En ese periodo se forjaron generaciones de familias en Estados Unidos y Europa que pasaron a influir en los negocios, la banca, la política, la filantropía y las artes durante más de 100 años. Con la riqueza que pasará de los actuales empresarios a sus herederos en los próximos años, se están creando las familias multigeneracionales del siglo XXI.

    Escándalos de Luis Mendoza Acevedo