REPRESENTANTE DIPLOMÁTICA. La nueva embajadora de Estados Unidos en México, Roberta S. Jacobson, arribó ayer por la tarde a la Ciudad de México. Dijo que
hay mucho por hacer juntosy que tiene la intención de viajar a lo largo y ancho del territorio nacional
para entender cómo su país puede seguir siendo un vecino comprometidoFoto Francisco Olvera
D
e entre el mar nacional descompuesto, en medio de una oleada creciente de represión a ciudadanos opositores al poder, emerge increíblemente cínica, surrealista, la convocatoria del Partido Revolucionario Institucional a cerrar su campaña electoral constituyente este domingo en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. La convocatoria es hecha por la directiva priísta capitalina que preside Mariana Moguel Robles, hija de Rosario Robles Berlanga, quien ha ocupado dos carteras en el gabinete de Enrique Peña Nieto, aliada política de Carlos Salinas de Gortari, en busca todos ellos de avanzar electoralmente en la capital del país.
El Comité Sesenta y Ocho ha expresado de inmediato su
enérgico repudioa la pretensión priísta de hollar ese sitio emblemático de la lucha por las libertades democráticas. Es, recuerda el mencionado comité,
la misma plaza donde el gobierno priísta de Gustavo Díaz Ordaz mandó asesinar a centenares de estudiantes el 2 de octubre de 1968. Significa una ofensa a la memoria de los caídos, una provocación hacia los compañeros que aún continuamos exigiendo justicia y construyendo verdad, por lo cual
realizaremos un acto de protesta desde las 9 horas, les invitamos a defender la memoria histórica(el acto priísta está programado para empezar a las 10 horas del próximo domingo).
La pretensión priísta de lavado de imagen se produce al mismo tiempo que en distintas partes del país se agudiza la confrontación de segmentos sociales con fuerzas policiacas y funcionarios entrampados por sí mismos. En Chiapas se han vivido horas insurreccionales, no sólo en defensa de profesores opuestos a la reforma laboral educativa, sino incluso en contra de la presencia y acciones de policías federales finalmente expulsados de alguna de las plazas que han tomado. Además, allí mismo hubo diputados locales retenidos para forzar la renuncia de una alcaldesa repudiada por una parte de la comunidad. En Oaxaca, el cierre del aeropuerto e incluso el encapsulamiento de policías por parte de profesores (una sopa de sus propias cápsulas a los agentes) llegó a momentos de tensión cuyo desen-lace no es conocido a la hora de cerrar esta columna. La Autopista del Sol fue ocupada por maestros guerrerenses. Y en la capital del país los contrarios a la citada reforma laboral educativa habían sido confinados a la Ciudadela, luego de obligarlos a dejar las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación, con policías exigiendo identificación oficial a quienes intentaran ingresar o cruzar por esa zona de excepción.
La larga marcha de los familiares de los 43, en demanda de saber la verdad de lo sucedido en Iguala y de que haya castigo para los verdaderos responsables, llegó ayer a las oficinas de la Procuraduría General de la República exigiendo la destitución de Tomás Zerón, el funcionario fundadamente sospechoso de haber sembrado restos óseos que luego fueron
descubiertosy constituyen la única
pruebade la
verdad histórica. También visitaron esos familiares algunas sedes diplomáticas para solicitar que gobiernos extranjeros pongan atención a las violaciones de derechos humanos que se cometen en México.
El desastre nacional (el peso afectado por variables internacionales y por la desconfianza y la desaceleración económica locales) tiene en los timones federal y estatales a un grupo de grumetes insensibles, de entre los que destacan el secretario de educación, Aurelio Nuño, ejemplo extremo de lo peligroso que puede resultar un funcionario habilitado para temas estratégicos pero sin experiencia política, ignorante de la historia y la realidad del país; el secretario de gobernación, juglar de la
mano firme(eufemismo por
mano dura) decidida a reprimir las manifestaciones de disidencia organizada y, en los gobiernos estatales, personajes como el frívolo chiapaneco Manuel Velasco, rotundamente rebasado por los acontecimientos, envuelto en versiones de que está por dejar el gobierno que no ejerce; el guerrerense Héctor Astudillo, empequeñecido ante la crisis regional; el oaxaqueño Gabino Cué, siempre bajo la presión del sindicalismo magisterial, a veces envalentonado por el apoyo policiaco federal, o el michoacano Silvano Aureoles, rápidamente mareado por el poder, continuamente enredado en asuntos de frivolidades afectivas.
La impericia y la insensibilidad de los grupos gobernantes agravan los problemas de un país que no encuentra salidas ni respuestas a la altura de lo que se necesita. Esa incapacidad manifiesta tiene un ingrediente altamente lesivo, que es la voracidad respecto de los dineros públicos. La mayoría de quienes tienen hoy el poder político en sus manos, en los tres niveles de gobierno, tienen como preocupación esencial la acumulación de riqueza mediante desviaciones delictivas. Por todo ello, quienes gobiernan sólo recurren a la demagogia declarativa, al control de medios de comunicación y, frente a situaciones que no pueden controlar, al uso de la fuerza pública.
No hay ni puede haber diálogo genuino porque las motivaciones de cada parte son radicalmente distintas. No se pueden
solucionarlos problemas porque los presuntos responsables de hacerlo obedecen a compromisos económicos y políticos de élites. Sólo así puede entenderse la
reiteraciónal diálogo que ayer hizo el castrense secretario Nuño, al decir que vuelve a llamar a
la coordinadora, y en el momento en que acepte la reforma educativa nos podamos sentar a dialogar sobre cómo acelerar su implementación. En otras circunstancias, un secretario así, retador ante una movilización social importante, conceptualmente rasposo y ofensivo, sería destituido o cambiado de puesto. En México, en cambio, hay quienes en Los Pinos hasta precandidato a la Presidencia de la República lo consideran.
Y, mientras en fin de semana es vista la adaptación de la Antígona de Sófocles hecha por David Gaitán, director también de la puesta en escena en el teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM, una obra que mueve a reflexión y a acción, frente al presente y las decisiones del poder, ¡hasta el próximo lunes!
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