FOTO: ALEXANDRA.BALLESTEROSB/FLICKR
En los cuerpos del periodista Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera, el forense encontró “el mayor número de huellas de tortura”, lo que significa, claramente, que quienes el pasado viernes 31 de julio entraron al departamento de Narvarte con intenciones muy claras, “iban por ellos y no por la colombiana”, reveló una fuente de toda confianza a esta columna.
Los cadáveres de la bogotana Mile Virginia Martín Gordillo y la joven Yesenia Quiroz Alfaro no estaban tan maltratados como los de quienes vinieron a la ciudad de México a refugiarse porque tenían miedo de ser asesinados por el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa.
A pesar de tales evidencias, el “procurador” de justicia del Distrito Federal, Rodolfo Fernando Ríos Garza, dijo a la prensa, la mañana del domingo 2 de agosto, que los asesinos iban por la colombiana, debido a un problema con un bulto de 30 kilos de cocaína que había recogido en el aeropuerto, patraña que de ningún modo ha sido comprobada ni técnica ni jurídicamente.
Peor aun, de acuerdo con el protocolo de Budapest que se les aplicó a los presuntos culpables del multihomicidio, los tres “confesaron” bajo tortura, lo que invalida sus “testimonios” y echa por tierra la maquinación de Ríos Garza, cuyo único objetivo ha sido, desde un principio, encubrir a Duarte de Ochoa y a su secretario de Seguridad Pública,Arturo Bermúdez Zurita, a quienes los periodistas veracruzanos señalan como autor intelectual de la matanza.
Mientras el caso se le derrumba al gobierno del regente Miguel Ángel Mancera, los familiares de las víctimas exigen que se haga un segundo peritaje para demostrar las falsedades de Ríos Garza y que se proceda a la búsqueda y captura de los verdaderos asesinos, detrás de los cuales están Bermúdez Zurita y Duarte, el peor gobernador que ha tenido Veracruz desde que sucedió en el cargo a Fidel Herrera Beltrán, hoy cónsul de México en Barcelona por la gracia de Peña Nieto y el cártel de los Zetas.
Aurelio Nuño. Foto: Facebook
Aurelio Nuño a Gobernación
Aquí lo publicamos en junio: una vez que deje de ser rector de la UNAM, el doctor José Narro Robles se hará cargo de la Secretaría de Educación Pública para reconstruir el diálogo con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), de acuerdo con lo que (esto no lo dijimos) el funcionario le anticipó, en un encuentro privado, al periodista Humberto Musacchio.
El plan cambió cuando el ex gobernador del estado de México, Emilio Chuayffet Chemor,se “cansó”, como su baisano Jesús Murillo Karam, debido al insomnio que ambos políticos padecen por el número insoportable de crímenes que cargan en la conciencia.
Para tapar el hueco dejado por Chuayffet, Enrique Peña Nieto hizo lo mismo que Felipe Calderón con Juan Camilo Muriño: sacó de la Oficina de la Presidencia, esto es, del despacho contiguo al suyo, al “político” de clóset, Aurelio Nuño –que en realidad era el encargado de atender en Los Pinos a todos los que llegaban a proponer negocios– y lo mandó a la guerra. El fracaso no tardó en mostrar cuán equivocada fue la decisión.
Como secretario de Educación, Nuño no ha hecho más que repartir dinero entre la prensa –a Josexto Zaldúa, el nuevo director general de La Jornada (todavía sin nombramiento), lo sedujo con tal entusiasmo que en ese diario el Mouriño de Peña Nieto ha salido 29 veces en primera plana— y repartir garrotazos, vía Policía Federal, entre los profesores que se oponen a la reforma “(des)educativa” impuesta por la OCDE (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo).
Reforma adelantó ayer que Nuño, según sus más cercanos, pasará a la Secretaría de Gobernación, “para borrar los errores de (Miguel Ángel) Osorio Chong” y, resulta obvio, ocupar el puesto en que Juan Camilo Mouriño se dedicó a hacer negocios y más negocios en las discotecas de Polanco, mezclando alcohol y cocaína, hasta que su irresponsabilidad propició el desastre del 4 de noviembre de 2008, cuando su avión cayó sobre el Periférico muy cerca de Los Pinos.
¿Moraleja? El plan original de sustituir a Chuayffet por Narro en la SEP está, quizá, a punto de concretarse, pues como me dijo Musacchio, “no se puede hacer ninguna reforma educativa sin los maestros”, ni –como Chuayffet y Nuño– contra ellos.
Cierre de campaña de Daniel Scioli. Foto: Flickr
¿Sioli o Shioli?
Un querido amigo argentino, avecindado en el DF, se molestó al oír que una intelectual venezolana pronunciaba en italiano (“Shioli”) el apellido del candidato presidencial peronista Daniel Scioli, a quien sus compatriotas llaman “Sioli”, tal como a la pizza le dicen “pisa”.
Scioli, un ex deportista que perdió el brazo derecho cuando tripulaba una lancha rápida en su juventud, puede ser derrotado este domingo, en la segunda vuelta de las elecciones argentinas, ante Mauricio Macri, empresario deportivo y ex alcalde de Buenos Aires, que se propone desmantelar las reformas económicas y los programas sociales aplicados por Néstor Kirchner y su esposa, sucesora y viuda, Cristina Fernández.
Para el enigmático H.R., colaborador de Polemón, “los resultados que entregará Cristina son buenos, pero a pesar de lo que ha logrado, mucha gente la rechaza”, algo que podría poner fin pasado mañana al ciclo “posneoliberal” que inició Néstor cuando al llegar al poder en mayo de 2003, cogió la chequera y la pluma y pagó, de un solo golpe, toda la deuda que Argentina tenía con el Fondo Monetario Internacional y lo mandó a la mierda.
Una victoria de Macri significaría el retorno del FMI y de las “medidas amargas pero necesarias” que sólo sirven para aumentar la fortuna de los más ricos, liquidar a las clases medias y multiplicar exponencialmente a los pobres, como lo sabemos en México desde 1982.
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