Una mujer limpia la casa del poeta Efraín Bartolomé (en segundo plano), luego de que fuera cateada de manera irregular durante un operativo de la policía del estado de México, en el que se detuvo al capo Óscar Osvaldo García Montoya. El domicilio se encuentra en la colonia Torres de PadiernaFoto Yazmín Ortega Cortés
Diariamente se viven a lo largo del país episodios dramáticos de abuso policiaco, militar y marino, y de comisión de delitos a cuenta de la
Bartolomé relató, con calidad propia de su oficio, lo vivido esa madrugada dolorosa en la que, por fortuna, todo quedó en susto, destrozos domésticos, falta de respuesta institucional inmediata ante el llamado de un ciudadano en problemas y la comprobación de que en México se vive ya en un estado policiaco que no necesita reformas legales ni adecuaciones a leyes de seguridad nacional más que para convalidar en la letra lo que en los hechos se practica cotidiana y sistemáticamente. Siendo la suya una voz atendible, de resonancias (como la del poeta Sicilia), lo sufrido por Bartolomé encontró eco en diversos medios de comunicación (su narración, en http://j.mp/sBxur) y no quedó en el atiborrado archivo imaginario de las denuncias no presentadas, de los derechos no defendidos, del silencio autoimpuesto por temor e impotencia.guerracalderonista contra el narcotráfico, como los que de manera clara denunció ayer el poeta Efraín Bartolomé, a cuya casa en una colonia del Distrito Federal se introdujeron con violencia (obviamente, sin orden judicial alguna) policías enmascarados, cuyos atropellos, tranquila y colateralmente, fueron luego asumidos por el procurador de justicia del estado de Peña Nieto como parte de los incidentes relacionados con la detención de un delincuente apodado La mano con ojos.
Pero, a pesar de la contundencia de los hechos expuestos, de la viva relatoría elaborada por Bartolomé, la procuraduría de justicia del estado de México (institución ampliamente recordada a nivel nacional por el increíble tejido de mentiras impías con el que cubrieron el caso de la niña Paulette) simplemente se permitió ofrecer sus disculpas al referirse con un cínico giro eufemístico a que en busca de capturar a la mencionada mano óptica se habían realizado tres revisiones domiciliarias.
El procurador peñanietista Alfredo Castillo no tuvo ojos para avizorar la presunta comisión de varios delitos en el actuar policiaco descrito por el poeta Bartolomé (allanamiento de morada, abuso de autoridad y otros etcéteras) ni manos para ordenar investigaciones que buscaran restablecer un mínimo sentido de justicia. Sólo tuvo entusiasmo para encomiar la detención del presunto magno sicario también apodado El compayito, elevándola a niveles históricos, a punto de declarar la fecha como día de fiesta estatal (¿un adelanto de la sombría vocación represiva del Primer Copete del País, al estilo del actual ocupante de Los Pinos, cuyo mayor asomo de estadista es el saber los apodos de los principales delincuentes y llevar entusiasta registro de capturas, persecuciones, cambios de bando y otros detalles del bajo mundo estupefaciente?)
Tampoco hubo mayor explicación de la causa por la cual la procu del virtual candidato presidencial priísta dio la cara y, por lo que se deduce, encabezó un operativo de policías federales, mexiquenses y del Distrito Federal para apresar en una colonia de esta última demarcación al presunto capo sanguinario, de nombre Óscar Osvaldo García Montoya. El procurador del estado de México señaló que se trataba de un operativo conjunto, elogió la colaboración de las tres instancias involucradas y citó por nombre a los funcionarios que coordinados ayudaron a tal captura.
Pero una acometida como la de ayer en una colonia capitalina, con resultados como los descritos por el poeta Bartolomé respecto a su casa (y a sabiendas de que episodios similares se vivieron cuando menos en otros dos domicilios) no pueden ser vistos con displicencia ni darse por satisfechos a partir de una disculpa al paso. Hasta ahora, la ciudad de México se ha mantenido más o menos a salvo de la ola de violencia que se ha vivido en otros puntos importantes del país, aunque en zonas conurbadas con el estado de México la violencia del narcotráfico va creciendo. Ayer, en la colonia Torres de Padierna, se cometieron presuntos delitos que deben ser perseguidos por las propias autoridades (¿Marcelo Ebrard podría restarle un poco de atención a su campaña prematrimonial y demandar castigo a quienes hubieran cometido tales agravios? Ayer mismo, en cambio, habló de que no debe haber miedo, en referencia a Peña Nieto, pero no por el caso de Bartolomé y demás, sino en asuntos de competencia electoral abierta. Hay prioridades). De otra manera, se estará abriendo la puerta a la violencia impune que desde flancos gubernamentales y delictivos (técnicamente son distintos) ha desgarrado el tejido social y ha destrozado la vida pública en muchas otras partes del país.
Otro poeta sufría ayer una suerte de incursión desde el poder. Jorge Carpizo, convertido en asesor de Javier Sicilia, se apropiaba de una parte del foro de la lucha ciudadana contra la inseguridad pública al ser invitado, junto con el rector de la UNAM, a dialogar con Felipe Calderón para analizar la propuesta que el ex procurador y ex secretario de Gobernación durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari presentó en acto universitario a partir de las conclusiones de un congreso sobre la materia. Con esa maniobra, Calderón se hace de interlocutores que diluyan, compartiéndolo, el capital propio de Sicilia y el movimiento por la paz, y se fabrica salidas institucionales en caso de que volviera a estallar el grito de Estamos hasta la madre y la inconformidad cívica hasta hoy expresada en verso se saliera de cauce.
Otro poeta sufría ayer una suerte de incursión desde el poder. Jorge Carpizo, convertido en asesor de Javier Sicilia, se apropiaba de una parte del foro de la lucha ciudadana contra la inseguridad pública al ser invitado, junto con el rector de la UNAM, a dialogar con Felipe Calderón para analizar la propuesta que el ex procurador y ex secretario de Gobernación durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari presentó en acto universitario a partir de las conclusiones de un congreso sobre la materia. Con esa maniobra, Calderón se hace de interlocutores que diluyan, compartiéndolo, el capital propio de Sicilia y el movimiento por la paz, y se fabrica salidas institucionales en caso de que volviera a estallar el grito de Estamos hasta la madre y la inconformidad cívica hasta hoy expresada en verso se saliera de cauce.
Astillas
El presidente del tribunal electoral federal, Luna Ramos Alejandro, trata de reconstruir imagen a partir del distanciamiento verbal con el estilo de su antecesora (reconociendo, por ejemplo, el error de la cena en casa de la entonces presidenta del Trife con personeros del peñanietismo cuando el gobernador mexiquense estaba sujeto a un proceso). También busca devolver credibilidad a ese ente mediante declaraciones de independencia de criterio y de no alineamiento con banderías partidistas. Y, mientras la PGR ha nombrado nuevos delegados (gulp), ¡feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
No supe qué pasaba en el 88. Es más, yo misma, con todo y mis trencitas, pegué estampas de Salinas en los automóviles sin la autorización de sus propietari@s y repartí encendedores. Conservo uno.
En fin, que la cabareterita creció un poquito y le tocó llevar la materia de Ética. La maestra era luchadora sesentayochera y decía cosas que yo no podía creer.
El último día de clases, nos dictó una serie de preguntas que nada tenían que ver con la materia, y nos dijo que esa calificación se promediaría con el examen final. Preguntó cosas de deportes, de química, de política y de temas de los que yo no tenía ni la menor idea. Era injusto. Yo había aprendido mucho a lo largo del año, para que por unas preguntas extrañas, mi calificación fuera a bajar.
Copié.
Terminó el tiempo para responder. Pidió que guardáramos las plumas y que si habíamos copiado, en ese momento debíamos romper nuestro cuaderno, pues no habíamos aprendido nada de ética en todo el ciclo escolar. Que si las respuestas eran correctas o no, era lo de menos. Que lo importante era estar segur@s de lo que sabíamos.
Me quedé en shock y fue hasta entonces cuando aprendí lo que debí haber aprendido durante el año. No rompí mi cuaderno, porque lo quería mucho. Lloré en secreto. Entendí. Y supe que desobedecer la orden de romper era lo correcto.
El año siguiente, la misma maestra me dio la materia de Filosofía. Aprendí mucho. Sobre todo, aprendí a desobedecer. Recuerdo por ejemplo una tarea que había que entregar y que no debía exceder las dos cuartillas (a máquina, ¿eh?). Era sobre “las mujeres”. Quién sabe qué tarugadas habré escrito en esos tiempos, pero chin, que me salen tres cuartillas. (Deben comprender, jovenchuel@s, que quitarle una cuartilla a una tarea hecha a máquina y conchervar el dichcurcho, ech tardado y no garanticha el logro del propóchito). Y que lo vuelvo a leer y no, no quería quitarle nada. Decidí usar media cuartilla más, además de la cuartilla excedente, para explicar que me era importante decir todo lo que decía y para disculparme por no seguir la regla. Mi maestra me regresó la tarea con un comentario en rojo felicitándome por darle prioridad a mi necesidad de expresar mis pensamientos, y no a una regla absurda. Una vez más, me cambió la vida.
Luego, la cabareterita creció más, y sin darse cuenta ya andaba desobedeciendo por aquí y por allá. Luego se enteró de que había otras personas que desobedecían y se puso a desobedecer con ellas. Desobedeció con manual y todo, y descubrió que lo mero mero importante para desobedecer como Dios manda, es saber decidir dónde poner el cuerpo, en qué momento hacerlo y qué hacer con él. No hay más.
Mucha gente quiere lograr transformaciones sociales y va y pone su cuerpo en un mal momento, o peor aún, lo pone en el momento apropiado, pero no lo usa adecuadamente. Eso no es lo peor. Lo peor es cuando la gente ni siquiera lo pone.
Esta cabaretera ha encontrado que su manera adecuada de poner el cuerpo es haciendo cosas que a ella misma le resulten divertidas, y en el mejor de lo casos, también a l@s demás. Cree firmemente en el poder de la risa y en la resistencia creativa.
El martes pasado, fui a protestar en contra de las reformas que se quieren hacer a la Ley de Seguridad Nacional. Todo estaba, digamos, normal. Demasiado normal para mi gusto. En eso, un chico transformó la realidad. Apareció vestido de militar, con una nariz roja y se puso a señalar las cosas “peligrosas” que l@s transeúntes portaban, a catearl@s con un detector poderosísimo, cuyo sonido hacía el mismo: pi pi pi pi, y pasó lo que pasa cuando el mundo es perfecto. Las personas que estaban en su protesta normal, empezaron a unirse a la acción, informando a l@s transeúntes sobre la Ley de Seguridad Nacional; y la gente empezó a cooperar con el militar de nariz roja, permitiendo el cateo con sonrisas y carcajadas.
¿Qué pasó? Que participaron en la misma acción el militar de nariz roja, las personas que protestaban de manera normal, la gente que pasaba, la gente que ingresaba a la Cámara de Diputad@s, y hasta los guardias de seguridad. ESO ES el mundo perfecto, a fe mía.
Nomás es cosa de ver dónde y cómo poner el cuerpo y pensar qué vamos a hacer con él. Apuesto a que no es lo mismo ver a una persona con una playera blanca a verla con una playera blanca con letras que digan algo importante y transformador. Apuesto a que no es lo mismo ir a un karaoke (yo nunca he ido, pero seguro ustedes sí) y en vez de cantar una de Pedro Infante con su letra machista original, cambiársela para que informe o critique algo que nos está jodiendo como sociedad. A que no es lo mismo ir y comprar en el super, que decir en voz alta en el pasillo correspondiente que tal o cuál producto hace experimentos con animales y que sería mejor comprar otra marca. A que no es lo mismo poner en la entrada de nuestra casa un tapete que diga “Bienvenidos” a poner uno con la letra o evidentemente convertida en arroba.
¿Tons qué? ¿Una transformadita de mundo al mes? ¿Ponemos el cuerpo? ¡Va!