Rosario,
Aguirre, Tapia: las vergüenzas
Ante la tragedia: amenazas, cinismo,
negligencia Algunos medios y la censura Sucedió en Acapulco. La Secretaria de
Desarrollo Social, Rosario Robles –tránsfuga perredista, hoy rabiosa peñista–,
daba una conferencia de prensa sobre la ayuda que, según ella, se daba a los
damnificados por el ciclón “Manuel” en Tixtla y Papagayo, comunidades desoladas
en la sierra guerrerense. Pero una reportera que sí había estado horas antes en
ambos poblados, le aclaró de frente a Robles que ese apoyo aún no había
llegado. Que sus habitantes estaban abandonados. Rosario enfureció y perdió la
compostura en plena conferencia. Colérica, le dijo a la reportera y a sus
compañeros:
“Pues no es mi obligación estar
aquí…”.
-Claro que es su obligación-, punzó
la periodista.
Al terminar la conferencia, Robles
mandó llamar a la reportera y la amenazó, furiosa, fuera de sí:
-¡Le voy a hablar a tu director…!
-Hable usted con quien quiera-, le
respondió la reportera.
Es ella, Rosario Robles, la
luchadora social de izquierda que algún día fue respetada y que ahora ha
aprendido, en tiempo récord, las mañas de los priistas: amenazar a reporteros
que los cuestionan con acusarlos con sus medios, con sus directores. Qué pena.
Rosario Robles, hoy convertida en funcionaria con entraña y corazón priistas:
la amenaza a quien los incomode. La agresión verbal como recurso. La soberbia
como método. Es la misma Rosario Robles que desfondó al PRD por sus deslices
personales. Por sus frivolidades amorosas mezcladas con la política. Y con los
negocios. Sí: ésta Robles que amenazó a la reportera es la misma que se
acurrucó en los brazos protectores de su jefe, Enrique Peña Nieto, cuando se le
acusó de solapar el uso de programas sociales a cambio de votos para el PRI en
Veracruz. “No te preocupes, Rosario… tú aguanta”, fue la instrucción del
Presidente. Y Robles ha cumplido la orden al pie de la letra: ni se preocupa y
aguanta. Y hoy amenaza a reporteros. Qué pena, Rosario Robles. Y qué vergüenza.
*****
Otra vez Acapulco. Es la noche del
viernes 13 de septiembre. Y la fotografía difundida por el propio gobierno del
estado de Guerrero no tiene desperdicio: Gran anfitrión, al centro, el Gobernador
de alma, corazón y entraña priistas –hoy disfrazado de amarillo y azul–, Ángel
Aguirre, sonrisa que le cruza el rostro, radiante, quitado de la pena, generoso
con sus amigos. Lo rodean impolutos, desentendidos de la tragedia que llegaba,
amigos y aliados políticos vestidos de traje, la elegancia y la prosperidad
económica que se asoma en ellos, representantes constitucionales de uno de los
estados más pobres de México y de América Latina. Y del mundo. Allí, relajados,
los ex gobernadores René Juárez Cisneros –a quien una mañana en la que el
Presidente Ernesto Zedillo había desayunado payaso, lo llamó “el primer
Gobernador negro en la historia de México”–, y uno más cuyo nombre abre heridas
dolorosas, inolvidables: Rubén Figueroa Alcocer, el hijo del “Tigre de
Huitzuco”, y acusado de haber ordenado la matanza en un vado de Aguas Blancas.
Comensales de lujo. Y de ornato: -El Senador Armando Ríos Piter, perredista,
demostrando que la pertenencia a determinado partido político no está reñida
con la convivencia fraternal con el rival. Ni alejada del mismo cinismo. -Los
diputados federales Manuel Añorve Baños, el priista al que derrotó Ángel
Aguirre en la elección pasada para Gobernador. A Añorve ya se le olvidó el
fracaso y ahora comen en el mismo plato. También Catalino Duarte Ortuño y Jorge
Salgado Parra. Y Félix Salgado Macedonio, político, adicto a la farándula y a
las motos, el que un día demostró que los mejores rounds del “Canelo” Álvarez
le quedaban cortos, al intentar agarrar a golpes a unos policías en la colonia
Condesa en grotesca pantomima boxístico-etílica. ¡Que se cuide Mayweather!
Mientras los políticos del poder guerrerense brindaban, se tomaban fotos,
grillaban y volvían a brindar, el ciclón “Manuel” pegaba de lleno en las costas
de Guerrero, arrasando vidas, propiedades, ríos, caminos, animales, recuerdos.
Nadie les avisó que llegaría la tragedia… a pesar de que desde el miércoles 11
de septiembre se había emitido una alerta oficial. Entrada la noche, cuando la
muerte llegaba a Guerrero, el Gobernador Ángel Aguirre ya había perdido la
cuenta de los whiskys que llevaba.
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Ocurrió en Las Vegas. José María
Tapia Franco es el director del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), organismo
que administra y entrega los recursos en las tragedias nacionales, que son
prioridad: es la vida y la seguridad de millones. Sin embargo, para Tapia hay
otras prioridades. Las personales, por ejemplo. A pesar de que la Conagua
emitió comunicados desde el miércoles 11 sobre la llegada de los fenómenos
meteorológicos, Chema Tapia ni siquiera los leyó. Y si lo hizo, le valió.
Prefirió irse a Las Vegas a dar El Grito. Los damnificados que esperen. Que se
jodan. Francisco Zea lo dio a conocer el lunes pasado en su columna en
Excélsior: “Resulta paradójico e indignante que mientras Tlaloc llenaba las
alforjas de diferentes estados preparando la tragedia, el director del Fonden,
José María Tapia Franco, estaba en Las Vegas dándose una vida que nada tiene
que ver con sus ingresos. Estuvo hospedado el fin de semana del 15 de
septiembre en el hotel Encore, uno de los más caros de la ciudad. Cenó la noche
del 15 en el restaurante japonés del complejo hotelero que se llama Mizumi, en
el cual cantaba con un mariachi, contratado con motivo de las fiestas
mexicanas, haciendo gala de mala voz y de intoxicación etílica. Otro día cenó
en el muy caro restaurante Andreas del mismo hotel y se le vio sentado
apostando hasta 20 mil dólares en las meses de Baccarat, de lo cual fue testigo
el diputado local del partido verde Jesús Sesma quien, asustado, veía los
excesos. Resulta increíble que un funcionario de segundo nivel pueda darse esta
vida y sobre todo en un fin de semana en donde casi 150 mexicanos perdieron la
vida y se necesitarán miles de millones del fondo que maneja este irresponsable
para poder regresar a muchos tan sólo un poco de todo lo que perdieron”. Hasta
aquí el texto de Zea. Y hasta la entrega de esta Red Pública, Chema Tapia se
mantenía, aún, en la dirección del Fonden.
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Vergüenzas con los funcionarios, con
los políticos… y con algunos medios. En medio de la tragedia, de los muertos,
de la desgracia de decenas de miles, de la desolación, se vuelve, de manera
lamentable y pueril, a la vieja complicidad gobiernos-medios para censurar,
ocultar o manipular información. -Te encargo al Gobernador… no le vayas a meter
un madrazo…-, es una frase constante que se escucha en algunos medios,
recomendación indigna hacia los periodistas que cumplen con su trabajo entre el
lodo, el agua y el dolor. Aún más: Se ha vuelto a la práctica –sobre todo en la
mayoría de los noticieros de televisión, viejos y nuevos–, de abrir los
espacios con la declaracionitis oficialista: primero la verborrea de Peña Nieto
y la de los funcionarios, y luego las crónicas de la tragedia. Antes la retórica
gubernamental que la desgracia de los habitantes. Debería ser a la inversa. Es
síntoma de dictadura política: la versión oficial por encima de la realidad que
lacera. Vaya que está de regreso el PRI. Y muchos medios se ponen de rodillas a
la menor provocación. Indignos. Ya veremos cuando a alguno de los censuradores
al servicio del poder les pase alguna tragedia. A ver si entonces prefieren la
retórica oficialista a que se escuche su propia voz. Qué vergüenza.
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