jueves, 31 de diciembre de 2009
¿ Por qué allá sí y aquí no ? : "Condenan a ex arzobispo argentino"
Afp
Periódico La Jornada
Jueves 31 de diciembre de 2009, p. 27
Buenos Aires, 30 de diciembre. El ex arzobispo de la ciudad argentina de Santa Fe, monseñor Edgardo Storni, fue condenado a ocho años de prisión por “abuso sexual agravado” contra un seminarista, hecho de fuerte repercusión en un país donde más de 90 por ciento de la población profesa el culto católico.
La juez María Mascheroni sostuvo que Storni, de 73 años, en 1992 cometió el delito de “abuso sexual agravado por el vínculo” contra el seminarista Rubén Descalzo, cuando aquél ya era arzobispo. El ex religioso cumplirá arresto domiciliario por ser mayor de 70 años.
Tras conocerse el fallo, Descalzo dijo que aunque llegó tardíamente, la condena le causó alivio y le sirve “para cerrar una etapa” de su vida.
En su denuncia, había relatado que Storni “me hizo pasar a su departamento, donde sólo había una lámpara encendida, hablamos mucho y me convenció para que fuera.
“Cuando llegamos a la puerta me abrazó. El abrazo comenzó a prolongarse y me apretó más contra su cuerpo. Colocó su cara en mi cuello y me besó”, añadió.
Investigado desde 1994
El caso de Storni saltó a la luz pública en 2000, y provocó fuerte conmoción con la denuncia realizada en el libro Nuestra Santa Madre, de la periodista Olga Wornat, aunque el religioso era investigado desde 1994.
Ese año, por orden de el Vaticano, el actual arzobispo de la ciudad de San Juan, José María Arancibia, investigó denuncias de aspirantes a sacerdotes sobre supuestos abusos sexuales cometidos en el seminario de Santa Fe y durante los retiros espirituales de la localidad serrana de Calamuchita, en la provincia de Córdoba.
El arzobispado de Santa Fe “no hará ningún pronunciamiento” sobre la condena a Storni y la misma respuesta dio la Conferencia Episcopal Argentina.
Eduardo Jautchen, abogado de Storni, apeló el fallo de Mascheroni, pues dijo, ocurrieron “innumerables violaciones a las garantías constitucionales” durante el proceso judicial.
Cuatro sacerdotes habían sido condenados en Argentina desde 2002 por abuso sexual, con penas de ocho a 24 años de prisión, mientras un obispo renunció al verse envuelto en escándalos sexuales.
En el más reciente caso previo al de Storni, el sacerdote Julio César Grassi fue condenado en junio pasado a 15 años de prisión por abuso sexual y corrupción de un menor al que debía cuidar y educar en una fundación de niños desamparados.
Intolerancia y reformas
Adolfo Sánchez Rebolledo
Resulta imposible no advertir el doble lenguaje, incluso la doble moral que se manifiesta en nuestra sociedad al juzgar determinados hechos. Por ejemplo: la aprobación de la ley que autoriza en el Distrito Federal el matrimonio y la adopción entre parejas del mismo sexo.
Lejos de admitir que se trata de un asunto de la competencia del Estado, las iglesias y, muy especialmente, la jerarquía católica capitaneada por el cardenal Norberto Rivera se han lanzado a una campaña que, en rigor, niega a la Asamblea Legislativa (y por extensión al Poder Legislativo en su conjunto) la posibilidad siquiera de promulgar normas civiles que afecten las concepciones eclesiásticas sobre la familia, la moral, las costumbres.
Igual que hicieron en el caso de la despenalización del aborto, ahora intentan imponer –como han pretendido desde siempre– su propia moral a la sociedad, sin reconocer que, mientras no se derrumbe la Constitución de 1917, vivimos en un Estado laico que garantiza la libertad de creencias y deja al individuo, al ciudadano, la capacidad de elegir en materia religiosa sin interferencias de nadie más. Ni más ni menos.
Esos principios, formulados en el siglo XIX por la generación más brillante de liberales mexicanos, pasaron –con la oposición encendida de los jerarcas impulsados por Roma– a las leyes fundamentales de la República, dictadas como resultado de ese gran movimiento que fue la Revolución Mexicana, cuyo centenario el gobierno, a partir de mañana, se apresta a conmemorar. Ya veremos.
Por lo pronto, la virulencia de las declaraciones de los obispos lanzadas a diestra y siniestra, atacando y promoviendo el desacato a la norma aprobada, dan cuenta de la fragilidad del “estado de derecho” que las buenas conciencias invocan cuando se trata de otros y no de ellos mismos. Sin embargo, el asunto es grave, pues estamos al comienzo de la escalada ideológica que a querer o no amenaza con dar el tono al debate público en los próximos tiempos: la jerarquía católica está decidida a jugar en el campo abierto de la política hasta conseguir crear una coalición claramente favorable a sus intereses (que son, por supuesto, los del Vaticano) moviendo las piezas en el tablero, vengan éstas del Revolucionario Institucional o de la derecha convencional agrupada bajo el arco blanquiazul, con la Presidencia a la cabeza.
El mensaje de los obispos, a los que de inmediato se asociaron los panistas, atacando el “autoritarismo” de la izquierda como a algunos priístas que no temen ser reconocidos como juaristas, es muy claro: se trata de castigar a los que han promovido las iniciativas que intentan salvaguardar el pluralismo, la diversidad de la sociedad, reconociendo los derechos conculcados en virtud de la intolerancia religiosa.
En este orden de cosas, la defensa del Estado laico se impone como prioridad a la hora de la reforma del Estado. La defensa del laicismo pasa a ser una cuestión central para la reforma democrática de las instituciones, la cual no debería limitarse a la miscelánea de temas aventados por el Presidente (enviadas sin tomar en cuenta otras iniciativas pertinentes, como la del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México). Esto es importante, pues al parecer lo único que interesa a las fuerzas dominantes es, como en el caso de la Iglesia, asegurar la extensión de sus ya muy amplias esferas de influencia hacia la educación pública o los medios de comunicación.
Esa perspectiva es compatible con el ideal concebido en las elites de avanzar hacia un régimen presidencial bipartidista (consolidado mediante la eventual aprobación de la segunda vuelta, la relección o las candidaturas “independientes”), capaz de “dialogar” y entenderse con los poderes fácticos sin el estorbo de una tercera fuerza de izquierda que, bajo determinadas circunstancias, podría disputarle el mando.
De eso se trata, toda vez que el desasosiego por la mediocridad de los gobiernos de la alternacia para generar un orden levemente más justo se ha convertido en un franco malestar ciudadano que, sin embargo, aún no halla las vías para expresarse. Y esta vez no se trata de las ilusiones de un grupo milenarista, pues hay razones muy objetivas para explicarlo.
Los mexicanos de hoy (al menos una parte de ellos) no entienden cómo un país puede ser a la vez justo y desigual, libre y excluyente. Tal vez no logren descifrar, digamos, las cifras de Hacienda, pero saben que la tortilla sube y el desempleo abruma a las familias. Inevitablemente, por la fuerza del contraste, el discurso sobre la recuperación ensayado por el gobierno deviene la confirmación involuntaria de un hecho dramático: a la economía mexicana le sobran, por desgracia, millones de pobres, cuyas esperanzas están depositadas en las “ayudas” oficiales que no crean nuevas riquezas, pero sirven para reproducir clientelas dóciles, electoralmente manipulables. Los datos recientes sobre el crecimiento de la pobreza son la evidencia trágica de que ese camino, sin un verdadero plan de desarrollo, está agotado.
El gobierno sabe que las instituciones han envejecido, periclitado, no funcionan, pues hace falta una transformación radical para modernizarlas. Pero a la Presidencia, a la Iglesia y los otros grupos de presión les preocupa sobre todo la inestabilidad. Su temor verdadero, visceral, es la revuelta social que tiene como terrible telón de fondo la violencia que campea en virtud de la guerra contra el crimen organizado.
Hay un riesgo real al que los gobernantes no saben cómo enfrentarse. Procuran salvar su imagen (el pellejo) adornando la gestión del gobernante con el halo del reformismo (los decálogos de Calderón, los operativos deslumbrantes, por ejemplo), evitando ir al fondo de las cuestiones que ya están en la agenda, sin ver que ese jugar a medias con el cambio, como probó Fox, es la fuente mayor de conflictividad pues degrada la convivencia, instala el cinismo y favorece al más fuerte.
El año 2010 se inaugura con la promesa oficial de hacer las reformas que sean necesarias para contener la explosividad social, pero una vez más los jefes políticos confunden el gradualismo con las concesiones a los grupos de poder que reclaman seguridades, un régimen presidencial bipartidista, a “la americana” pero aún más cargado a la derecha. Feliz Año Nuevo.
Resulta imposible no advertir el doble lenguaje, incluso la doble moral que se manifiesta en nuestra sociedad al juzgar determinados hechos. Por ejemplo: la aprobación de la ley que autoriza en el Distrito Federal el matrimonio y la adopción entre parejas del mismo sexo.
Lejos de admitir que se trata de un asunto de la competencia del Estado, las iglesias y, muy especialmente, la jerarquía católica capitaneada por el cardenal Norberto Rivera se han lanzado a una campaña que, en rigor, niega a la Asamblea Legislativa (y por extensión al Poder Legislativo en su conjunto) la posibilidad siquiera de promulgar normas civiles que afecten las concepciones eclesiásticas sobre la familia, la moral, las costumbres.
Igual que hicieron en el caso de la despenalización del aborto, ahora intentan imponer –como han pretendido desde siempre– su propia moral a la sociedad, sin reconocer que, mientras no se derrumbe la Constitución de 1917, vivimos en un Estado laico que garantiza la libertad de creencias y deja al individuo, al ciudadano, la capacidad de elegir en materia religiosa sin interferencias de nadie más. Ni más ni menos.
Esos principios, formulados en el siglo XIX por la generación más brillante de liberales mexicanos, pasaron –con la oposición encendida de los jerarcas impulsados por Roma– a las leyes fundamentales de la República, dictadas como resultado de ese gran movimiento que fue la Revolución Mexicana, cuyo centenario el gobierno, a partir de mañana, se apresta a conmemorar. Ya veremos.
Por lo pronto, la virulencia de las declaraciones de los obispos lanzadas a diestra y siniestra, atacando y promoviendo el desacato a la norma aprobada, dan cuenta de la fragilidad del “estado de derecho” que las buenas conciencias invocan cuando se trata de otros y no de ellos mismos. Sin embargo, el asunto es grave, pues estamos al comienzo de la escalada ideológica que a querer o no amenaza con dar el tono al debate público en los próximos tiempos: la jerarquía católica está decidida a jugar en el campo abierto de la política hasta conseguir crear una coalición claramente favorable a sus intereses (que son, por supuesto, los del Vaticano) moviendo las piezas en el tablero, vengan éstas del Revolucionario Institucional o de la derecha convencional agrupada bajo el arco blanquiazul, con la Presidencia a la cabeza.
El mensaje de los obispos, a los que de inmediato se asociaron los panistas, atacando el “autoritarismo” de la izquierda como a algunos priístas que no temen ser reconocidos como juaristas, es muy claro: se trata de castigar a los que han promovido las iniciativas que intentan salvaguardar el pluralismo, la diversidad de la sociedad, reconociendo los derechos conculcados en virtud de la intolerancia religiosa.
En este orden de cosas, la defensa del Estado laico se impone como prioridad a la hora de la reforma del Estado. La defensa del laicismo pasa a ser una cuestión central para la reforma democrática de las instituciones, la cual no debería limitarse a la miscelánea de temas aventados por el Presidente (enviadas sin tomar en cuenta otras iniciativas pertinentes, como la del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México). Esto es importante, pues al parecer lo único que interesa a las fuerzas dominantes es, como en el caso de la Iglesia, asegurar la extensión de sus ya muy amplias esferas de influencia hacia la educación pública o los medios de comunicación.
Esa perspectiva es compatible con el ideal concebido en las elites de avanzar hacia un régimen presidencial bipartidista (consolidado mediante la eventual aprobación de la segunda vuelta, la relección o las candidaturas “independientes”), capaz de “dialogar” y entenderse con los poderes fácticos sin el estorbo de una tercera fuerza de izquierda que, bajo determinadas circunstancias, podría disputarle el mando.
De eso se trata, toda vez que el desasosiego por la mediocridad de los gobiernos de la alternacia para generar un orden levemente más justo se ha convertido en un franco malestar ciudadano que, sin embargo, aún no halla las vías para expresarse. Y esta vez no se trata de las ilusiones de un grupo milenarista, pues hay razones muy objetivas para explicarlo.
Los mexicanos de hoy (al menos una parte de ellos) no entienden cómo un país puede ser a la vez justo y desigual, libre y excluyente. Tal vez no logren descifrar, digamos, las cifras de Hacienda, pero saben que la tortilla sube y el desempleo abruma a las familias. Inevitablemente, por la fuerza del contraste, el discurso sobre la recuperación ensayado por el gobierno deviene la confirmación involuntaria de un hecho dramático: a la economía mexicana le sobran, por desgracia, millones de pobres, cuyas esperanzas están depositadas en las “ayudas” oficiales que no crean nuevas riquezas, pero sirven para reproducir clientelas dóciles, electoralmente manipulables. Los datos recientes sobre el crecimiento de la pobreza son la evidencia trágica de que ese camino, sin un verdadero plan de desarrollo, está agotado.
El gobierno sabe que las instituciones han envejecido, periclitado, no funcionan, pues hace falta una transformación radical para modernizarlas. Pero a la Presidencia, a la Iglesia y los otros grupos de presión les preocupa sobre todo la inestabilidad. Su temor verdadero, visceral, es la revuelta social que tiene como terrible telón de fondo la violencia que campea en virtud de la guerra contra el crimen organizado.
Hay un riesgo real al que los gobernantes no saben cómo enfrentarse. Procuran salvar su imagen (el pellejo) adornando la gestión del gobernante con el halo del reformismo (los decálogos de Calderón, los operativos deslumbrantes, por ejemplo), evitando ir al fondo de las cuestiones que ya están en la agenda, sin ver que ese jugar a medias con el cambio, como probó Fox, es la fuente mayor de conflictividad pues degrada la convivencia, instala el cinismo y favorece al más fuerte.
El año 2010 se inaugura con la promesa oficial de hacer las reformas que sean necesarias para contener la explosividad social, pero una vez más los jefes políticos confunden el gradualismo con las concesiones a los grupos de poder que reclaman seguridades, un régimen presidencial bipartidista, a “la americana” pero aún más cargado a la derecha. Feliz Año Nuevo.
Carta a Monseñor
Pedro Miguel
Emmo. Sr. Cardenal Norberto Rivera Carrera:
Usted y la mayor parte del alto clero están molestos por las reformas al Código Civil aprobadas en el Distrito Federal el 21 de diciembre, en virtud de las cuales dos personas del mismo sexo podrán unirse en matrimonio y gozar, en su condición de casados, de plena igualdad con las parejas heterosexuales constituidas ante el Registro Civil, incluido el ejercicio del derecho a la adopción de menores.
Comparto, en alguna medida, el malestar de ustedes: el matrimonio en general me parece una fórmula caduca, restrictiva y generadora de problemas en las relaciones amorosas. Encuentro, además, que la inclusión de una autoridad (sea juez o cura) en un ámbito tan íntimo como el del vínculo afectivo y erótico entre dos personas, así sea en calidad de testigo o garante, es un despropósito. Por ello, pongo distancia ante cualquier forma de promoción del matrimonio, independientemente de la raza, religión, nacionalidad, cultura, condición social, identidad de género y preferencias sexuales de los contrayentes.
Pero la vigencia y la defensa de los principios universales de la libertad y la igualdad me parecen mucho más importantes que la consideración anterior, personal y reconocidamente subjetiva, y no veo una razón por la cual el vínculo conyugal formal debiera prohibirse a gays, a lesbianas y a transexuales.
Estoy al tanto de las posturas eclesiales –formuladas por algunos padres de la iglesia, y consolidadas a lo largo de muchas centurias, hasta convertirlas en lo que el cardenal Lozano Barragán llama palabra de Dios– que pretenden reducir a los homosexuales a la condición de personas de segunda clase, a las cuales ha de privárseles de algunos derechos de los que gozan los heterosexuales. ¿Por qué? Porque, han sostenido ustedes, el amor erótico entre hombres y entre mujeres es contra natura (eso mismo me dijo un ilustre dignatario iraní al que conocí hace poco) y pone en riesgo a la sociedad en la medida en que se desentiende de la función reproductiva. Y si uno les replica que no es antinatural, y que están científicamente documentadas las prácticas homosexuales corrientes en centenares de especies de invertebrados, vertebrados y mamíferos superiores (véase, por ejemplo, Bagemihl, Bruce: Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity, St. Martin’s Press, 1999), ustedes responden: ¡Ah, animalidad pura!
Qué desacuerdo, Su Eminencia.
A mi juicio, un verdadero peligro para la sociedad no es el coito entre dos hombres o entre dos mujeres, sino el ayuntamiento entre el poder religioso y el secular, porque bajo ese maridaje han florecido métodos de lucha contra lo que el Santo Oficio llamaba el pecado nefando de sodomía tales como la hoguera, la castración en acto público, la confiscación de bienes, el calabozo y los azotes. En apenas cuatro siglos, la Iglesia se ha modernizado (lo admito sin cortapisas) y ha pasado de las parrilladas inquisitoriales (en tiempos más recientes, el reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, prescribía la matanza sistemática de homosexuales porque éstos, decía pueden aniquilar a Alemania) a la simple discriminación social y jurídica, pregonada por usted (La Jornada, 22/12/2009 y 28/12/09), y a la segregación celestial que estipuló Lozano Barragán (La Jornada, 3/12/2009). Toda atenuación de sadismos históricos ha de ser recibida con alivio y aplaudo, por mi parte, el patente esfuerzo de moderación.
Por lo que hace a las adopciones, Monseñor, me complace anunciarle una buena nueva: dicen los especialistas Maribel Nájera, del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia, y Adrián Aldrete Quiñones, del Instituto de la Familia, que los niños adoptados por una pareja homosexual tiene las mismas probabilidades de verse afectados en su desarrollo integral que los menores que crecen en hogares formados por personas de sexos diferentes (Reforma, 27/12/2009). Más: “La Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, que agrupa a más de 50 asociaciones de educación, investigación y terapia sexual, afirmó que ‘ni la homosexualidad, ni la heterosexualidad, ni la bisexualidad, determinan la orientación sexual de los hijos, de acuerdo con numerosas investigaciones científicas internacionales según las cuales los hijos con padres o madres del mismo sexo no tienen por esta situación un desarrollo sicosexual negativo ni sufren daños a la salud mental’” (íbid).
El peligro de que un niño o una niña experimenten agresión sexual está en todas partes: en Internet, claro, y también, acaso, en un hogar formado por dos gays o por dos lesbianas; pero esa clase de violencia la hemos visto, desde siempre, en dominios de los poderosos económicos y políticos (recuerde Ud. la red de pederastas, formada por empresarios y funcionarios, evidenciada por Lydia Cacho), en familias ortodoxas y convencionales, en escuelas públicas o privadas y también, desde luego, en casas parroquiales, nunciaturas, seminarios y conventos.
Emmo. Sr. Cardenal Norberto Rivera Carrera:
Usted y la mayor parte del alto clero están molestos por las reformas al Código Civil aprobadas en el Distrito Federal el 21 de diciembre, en virtud de las cuales dos personas del mismo sexo podrán unirse en matrimonio y gozar, en su condición de casados, de plena igualdad con las parejas heterosexuales constituidas ante el Registro Civil, incluido el ejercicio del derecho a la adopción de menores.
Comparto, en alguna medida, el malestar de ustedes: el matrimonio en general me parece una fórmula caduca, restrictiva y generadora de problemas en las relaciones amorosas. Encuentro, además, que la inclusión de una autoridad (sea juez o cura) en un ámbito tan íntimo como el del vínculo afectivo y erótico entre dos personas, así sea en calidad de testigo o garante, es un despropósito. Por ello, pongo distancia ante cualquier forma de promoción del matrimonio, independientemente de la raza, religión, nacionalidad, cultura, condición social, identidad de género y preferencias sexuales de los contrayentes.
Pero la vigencia y la defensa de los principios universales de la libertad y la igualdad me parecen mucho más importantes que la consideración anterior, personal y reconocidamente subjetiva, y no veo una razón por la cual el vínculo conyugal formal debiera prohibirse a gays, a lesbianas y a transexuales.
Estoy al tanto de las posturas eclesiales –formuladas por algunos padres de la iglesia, y consolidadas a lo largo de muchas centurias, hasta convertirlas en lo que el cardenal Lozano Barragán llama palabra de Dios– que pretenden reducir a los homosexuales a la condición de personas de segunda clase, a las cuales ha de privárseles de algunos derechos de los que gozan los heterosexuales. ¿Por qué? Porque, han sostenido ustedes, el amor erótico entre hombres y entre mujeres es contra natura (eso mismo me dijo un ilustre dignatario iraní al que conocí hace poco) y pone en riesgo a la sociedad en la medida en que se desentiende de la función reproductiva. Y si uno les replica que no es antinatural, y que están científicamente documentadas las prácticas homosexuales corrientes en centenares de especies de invertebrados, vertebrados y mamíferos superiores (véase, por ejemplo, Bagemihl, Bruce: Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity, St. Martin’s Press, 1999), ustedes responden: ¡Ah, animalidad pura!
Qué desacuerdo, Su Eminencia.
A mi juicio, un verdadero peligro para la sociedad no es el coito entre dos hombres o entre dos mujeres, sino el ayuntamiento entre el poder religioso y el secular, porque bajo ese maridaje han florecido métodos de lucha contra lo que el Santo Oficio llamaba el pecado nefando de sodomía tales como la hoguera, la castración en acto público, la confiscación de bienes, el calabozo y los azotes. En apenas cuatro siglos, la Iglesia se ha modernizado (lo admito sin cortapisas) y ha pasado de las parrilladas inquisitoriales (en tiempos más recientes, el reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, prescribía la matanza sistemática de homosexuales porque éstos, decía pueden aniquilar a Alemania) a la simple discriminación social y jurídica, pregonada por usted (La Jornada, 22/12/2009 y 28/12/09), y a la segregación celestial que estipuló Lozano Barragán (La Jornada, 3/12/2009). Toda atenuación de sadismos históricos ha de ser recibida con alivio y aplaudo, por mi parte, el patente esfuerzo de moderación.
Por lo que hace a las adopciones, Monseñor, me complace anunciarle una buena nueva: dicen los especialistas Maribel Nájera, del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia, y Adrián Aldrete Quiñones, del Instituto de la Familia, que los niños adoptados por una pareja homosexual tiene las mismas probabilidades de verse afectados en su desarrollo integral que los menores que crecen en hogares formados por personas de sexos diferentes (Reforma, 27/12/2009). Más: “La Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, que agrupa a más de 50 asociaciones de educación, investigación y terapia sexual, afirmó que ‘ni la homosexualidad, ni la heterosexualidad, ni la bisexualidad, determinan la orientación sexual de los hijos, de acuerdo con numerosas investigaciones científicas internacionales según las cuales los hijos con padres o madres del mismo sexo no tienen por esta situación un desarrollo sicosexual negativo ni sufren daños a la salud mental’” (íbid).
El peligro de que un niño o una niña experimenten agresión sexual está en todas partes: en Internet, claro, y también, acaso, en un hogar formado por dos gays o por dos lesbianas; pero esa clase de violencia la hemos visto, desde siempre, en dominios de los poderosos económicos y políticos (recuerde Ud. la red de pederastas, formada por empresarios y funcionarios, evidenciada por Lydia Cacho), en familias ortodoxas y convencionales, en escuelas públicas o privadas y también, desde luego, en casas parroquiales, nunciaturas, seminarios y conventos.
Razonemos, señor Cardenal: no hay agresión ni barbarie que broten del amor, ya sea en su vertiente mística (agape), en su manifestación familiar y de compañerismo (storge) o en su expresión erótica; la violencia y el abuso sexual, derivan, en cambio, del ejercicio indebido de un poder (el del padre, el del cónyuge, el del maestro, el del guía espiritual, el del patrón...) sobre una persona vulnerable. Permítase, pues, que las familias se formen como puedan y por los caminos que sus integrantes decidan, sin exclusiones ni discriminaciones, y establézcase un compromiso verdadero contra las agresiones sexuales a menores, ocurran en donde ocurran, y sea cual sea la condición social, económica o religiosa de los agresores.
Le expreso, por último, buenos deseos para el año que comienza.
navegaciones@yahoo.com - http://navegaciones.blogspot.com
2010, naufragio panista
José Gil Olmos
MÉXICO, D.F., 30 de diciembre (apro).- Sin haber creado una institución que funcione en una década al frente del país, el PAN ha confirmado lo que alguna vez dijo uno de sus principales fundadores, Manuel Gómez Morín, que este partido nació para oponerse y proponer, no para gobernar. Todo parece indicar que así pasará a la historia en estas fechas memorables.
Emblemático, el año entrante el país celebra dos fechas claves para la historia nacional: el centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia. Pero para la posteridad el 2010 podría pasar como el fracaso de la transición democrática mexicana.
Lamentablemente para el país la llegada del PAN al poder no significó ninguna transformación social, política o económica como se anhelaba tras 70 años de régimen autoritario del PRI, sino todo lo contrario, una profunda decepción.
De esta manera y aunque no ha transcurrido mucho tiempo, apenas tres años, el gobierno de Vicente Fox ya es recordado como el de la desilusión pues muchos de los que votaron por él veían la real posibilidad del cambio político e incluso se llegó a pensar en una transición radical del país mediante un gran pacto político entre todas las fuerzas y poderes.
Pero nada de esto sucedió, Fox dejó pasar una oportunidad histórica y no hubo acuerdos políticos con los poderes emergidos del PRI para cambiar el sistema sino que se reafirmaron las viejas alianzas sindicales, económicas y hasta de corrupción dando lugar a una enorme decepción entre los mexicanos.
Lo mismo ha ocurrido con Felipe Calderón quien, si no da un giro completo a su gobierno, será invocado como el presidente del fracaso pues sus principales propuestas han resultado ser eso, un enorme chasco pues no ha generado el empleo que prometió, ni establecido la paz ni la tranquilidad anhelada por millones de ciudadanos sometidos diariamente al terror del narcotráfico y la delincuencia organizada.
Metido cómodamente en el papel de oposición el PAN nunca se preparó para gobernar el país. Sin cuadros políticos suficientemente capacitados, carentes de preparación y de visión para toma decisiones de largo plazo, Fox y Calderón se sentaron en la silla presidencial sólo para intentar administrar el presente.
Y con ello echaron por la borda la esperanza representada en muchos de los votos que recibieron para ganar dos veces seguidas las elecciones presidenciales. Su fracaso viene a confirmar la teoría de que llegaron al poder no por el crecimiento del su partido el PAN sino por el hartazgo de la ciudadanía o por el miedo de los grupos de poder (empresarios, iglesia católica, sindicatos, etc.) de la llegada de un presidente ajeno y opositor a sus intereses.
Los gobiernos panistas vinieron a confirmar una triste realidad para los mexicanos: que las prácticas de impunidad, corrupción, mentira y traiciones que tanto criticaban del PRI, en realidad forman parte de la cultura política nacional. O sea, que no hay diferencias entre derecha, izquierda y centro en la geometría política del país.
Confirmada esta sospecha el regreso del PRI como “un partido que si sabe gobernar” parece lo más natural para los próximos años. Ahora no importa lo que digan y critiquen de los priistas, total todos los políticos son iguales o peores porque no saben gobernar.
Bajo esta idea de “nosotros si sabemos gobernar” si el PRI gana es probable que se vean cambios en el estilo o en la forma de hacer las cosas. Una de ellas, el combate al narcotráfico.
Es posible que al recobrar el PRI el poder presidencial veamos que los niveles de violencia y las formas en que se ha expresado el poder del crimen organizado sean menos graves o evidentes que las que experimentamos actualmente. Pero no es porque los priistas vayan a acabar con el narcotráfico pues saben que es imposible ya que se trata de un problema internacional con intereses profundos en los Estados Unidos, sino que le apostaran a controlarlo y para ello no duden que lleguen a acuerdos con algunos grupos como ya lo hicieron en el pasado.
2010 plantea entonces para el país muchos retos, pero el principal sacarlo del hoyo en que se encuentra, de la crisis económica, política y social al que ha sido llevado por los gobernantes panistas en quienes se fincó la enorme ilusión del cambio o el reto de la transición pero que sólo mostraron incapacidad para gobernar.
Arremete Bartlett contra Beltrones y Paredes
El priista Manuel Bartlett arremetió contra la cúpula priista y en específico contra Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes.
Las reformas políticas deben ir a fondo y terminar con la “partidocracia” que controla la política nacional, demandó el ex secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz.
De visita en esta ciudad y tras reunirse con priistas locales, el también ex gobernador de Puebla aseveró que esas reformas son necesarias porque los exagerados recursos que manejan las cúpulas partidistas no son controlados.
“Este señor (Manlio Fabio) Beltrones y la señora (Beatriz) Paredes controlan grandes cantidades de dinero sin que a ellos los controlen”, aseveró y calificó de “mafias” los grupos que se han formado al interior del PRI para manejar las elecciones a su antojo.
También aseguró que con esos recursos, la cúpula priista ha manipulado no solamente los procesos de elección, sino también las reformas que el gobierno federal ha impulsado y que en las Cámaras se han aprobado sin el menor problema.
Pidió a ese instituto político renovarse porque ha creado “mafias” al interior que, según él, también se han unido con las televisoras nacionales para manipular la información y conseguir el poder.
Así predican su amor al prójimo : "Contra gays, 10 mil iglesias evangélicas "
En el portal informativo del Arzobispado de México expresaron “su total rechazo a las posturas arbitrarias de grupos homosexuales que defienden su supuesto derecho para adoptar niños”.
Jue, 31/12/2009 - 05:03
Reprueban todo aquello que mancha la vida e imagen sana de la familia mexicana. Foto: Marcos Brindicci/Reuters México.- Más de 10 mil iglesias evangélicas del país respaldaron al cardenal Norberto Rivera Carrera en la postura de la Iglesia católica de rechazo a los matrimonios de personas del mismo sexo y a la pretensión de éstas de adoptar menores de edad.
La Arquidiócesis Primada de México así lo informó luego de hacer público un manifiesto dirigido a los medios de comunicación mediante el portal informativo del Arzobispado de México, firmado por el pastor evangélico Eduardo Rangel.
Rangel fue designado por el Comité de Enlace de Iglesias Cristianas Pastores Unidos por México, quienes expresaron “su total rechazo a las posturas arbitrarias de grupos homosexuales que defienden el supuesto derecho para adoptar niños en uniones lésbico-gay”.
Las iglesias evangélicas expusieron que esa postura “se basa en la defensa de los valores y principios cristianos que definen al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, y la exigencia de incontables familias que demandan la formación de nuestros hijos bajo normas doctrinales cristianas”.
Recordaron a los legisladores perredistas que más de 95 por ciento de la población mexicana es creyente “cristocéntrica”, es decir, entre cristianos católicos y no católicos.
Sin embargo, “al formar todos juntos una gran mayoría numérica, exigimos el respeto a nuestra formación religiosa tanto en el interior de los templos como en los exteriores”.
Por ello se reprueba todo aquello que mancha la vida e imagen sana de la familia mexicana y “lamentamos que algunas agrupaciones políticas, en medio de su ignorancia de valores y principios, den rienda suelta a su libertinaje ideológico”, agregaron.
El PRI también se opone
La fracción del Partido Revolucionario Institucional en la Asamblea Legislativa se suma a la controversia constitucional contra la ley de matrimonios de personas del mismo sexo, pero sólo en el artículo 391, para echar abajo la adopción para parejas gays, y anunciaron que será en los primeros días de enero cuando inicien cabildeos con diputados de PAN y PVEM.
“Todo depende que nos pongamos de acuerdo con AN y el Partido Verde para alcanzar las 22 firmas y llegar a un acuerdo único; en la fracción del PRI no aprobamos que una pareja de homosexuales pueda tener una adopción de menores”, precisó el legislador Israel Betanzos.
GDF apela a la tolerancia
Por su parte, el Gobierno del Distrito Federal exigió a la Iglesia católica “tolerancia y respeto” a la publicación de las reformas al Código Civil que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo y adopción de menores de edad.
Al respecto, Leticia Bonifaz, consejera Jurídica y Servicios Legales del Gobierno capitalino señaló que en un Estado laico y en una ciudad de libertades como el Distrito Federal, “la tolerancia debe ser un valor y premisa a consagrar”.
El PRD, “instrumento del maligno”
El calificativo de “instrumento del maligno”, que utilizó la Arquidiócesis Primada de México para referirse al PRD, luego de la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, constituye una violación a la Constitución que debe ser castigada, aseguró la diputada federal perredista Enoé Uranga.
Señaló además que, “más allá de lo reprobable de las manifestaciones de la Iglesia, es bochornoso que el Ejecutivo, que encabeza Felipe Calderón, y el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, sean sus cómplices silenciosos y sumisos, en vez de sancionarla y llamarla a cuentas”.
Dijo que con sus calificativos, la Iglesia católica viola la Ley Federal contra la Discriminación y a la ley que regula a la libertad de culto en el país.
Por ello exigió una disculpa pública de la jerarquía católica y que la Secretaría de Gobernación aplique las multas correspondientes y las sanciones a las que la Iglesia se hace acreedora al violar estos ordenamientos.
La legisladora perredista aseguró que con las recientes actitudes mostrada por la iglesia católica se hace evidente la responsabilidad del Congreso de la Unión para fortalecer el Estado laico en el país y que se que se garantice que la separación entre el Estado y la Iglesia “sea de una forma mucho más firme, en la que los jerarcas sólo digan misa y que no intervengan en los asuntos del Estado”. (México. Daniel Venegas)
Hijos “ideológicos”
El diputado del PRD Víctor Hugo Romo se retractó de las declaraciones en las que señaló que el hijo del cardenal Ernesto Corripio Ahumada estaba atrás de la conspiración contra los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Romo reconoció que se equivocó, ya que al ex cardenal “nunca se le conoció un hijo biológico, por lo que retiro lo dicho al no tener elementos con que probarlo; éste sí dejó algunos hijos políticos e ideológicos que engrosan las filas del Yunque y el PAN”.
Diciembre rompe la marca de ejecutados con 859 víctimas
Ayer, 20 ultimados en Chihuahua, la entidad más afectada con 367 casos en los 30 días.
Jue, 31/12/2009 - 05:10
Gráfico: Moisés ButzeMéxico.- La cifra de ejecuciones relacionadas con el narcotráfico rompió la marca mensual del sexenio con 859 casos cuando faltaba todavía un día para que termine diciembre, al superar los números de julio pasado, cuando hubo 854 víctimas.
Durante los últimos 30 días el recuento MILENIO documentó también la fecha más violenta del sexenio, ocurrida el pasado 16 con 64 caídos, que incluyó la muerte de Arturo Beltrán Leyva, El jefe de jefes, en un enfrentamiento con marinos en Cuernavaca.
Además de las siete muertes registradas ese día en Morelos durante el enfrentamiento entre elementos de la marina e integrantes de dicho cártel, se sumaron 18 personas muertas en Baja California, otras 18 en Chihuahua, seis cuerpos decapitados en Durango y 13 personas más ultimadas en cinco estados.
El número de muertes violentas en diciembre es 26 por ciento superior a las ejecuciones que ocurrieron en el mismo mes, pero de 2008, y 437 por ciento mayor a las perpetradas en 2007 durante el último mes del año.
La entidad más violenta continúa siendo Chihuahua, pero el total de personas ultimadas este mes es menor a las 409 reportadas en septiembre en esa entidad.
Baja California duplicó la cifra de asesinatos que mantenía desde octubre, con 97 ejecuciones en los últimos 30 días. Durango es otra de las entidades que pasó de 23 ejecuciones el mes pasado a 42 en el presente. En Sonora hubo más de 50 muertes y en Sinaloa 70 relacionadas con el narcotráfico
Hay 33 muertos en cinco estados
Cinco cadáveres —entre los que se encuentra una mujer— fueron localizados en la caja de una camioneta que fue abandonada en el camino de terracería Vado Cedillo del poblado de Porvenir del Valle de Ciudad Juárez, que se suman a los 15 ejecutados en Chihuahua.
En Sinaloa dos jóvenes fueron encontrados colgados de un puente, donde fue dejado un mensaje, mientras que en Baja California ejecutaron a cuatro personas, dos de ellas fueron decapitadas.
En Durango asesinaron a cuatro personas y en Sonora y Guerrero reportaron la muerte de dos y una personas, respectivamente, para acumularse a la cifra negra que impone otra marca. (Con información de los corresponsales)
Levantan a periodista
El periodista José Luis Romero, quien cubre la fuente policiaca en un noticiero radiofónico de impacto estatal, fue levantado por un grupo de hombres en Los Mochis, Sinaloa.
En las últimas 12 horas, en tanto, tres personas fueron privadas de la libertad en diferentes puntos de Tijuana, uno de ellos es agente de la Policía Ministerial y las otras dos son madre e hija.
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