Destacado el caso del asesinato de Paco Stanley en un ajuste de cuentas entre narcotraficantes y utilizado por las televisoras para exigir la renuncia del Cuahtémoc Cárdenas, evento muy bien documentado por el Canal Seis de Julio en su serie Teletiranía (http://es.youtube.com/watch?v=IFQxsg7wqPE)
No son mercancía vendible como noticia todos los abusos contra la integridad física y patrimonial de millones de mexicanos que los poderosos cometen contra los pobres o la clase media, en peligro de extinción.
No es mercancía el asesinato de mujeres, niños y familias enteras, a manos del ejército; tampoco lo es el desempleo ni la carestía; tampoco la impunidad ramplante de delicuentes de cuello blanco. Estas son crueles agresiones cotidianas contra la sociedad, pero no son noticia.
Y estos hechos deberían provocar las mismas reacciones histéricas de los medios de comunicación. Pero no es así, porque esta información se vende mejor cuando se oculta.
La inseguridad en México no es un asunto coyuntural y no podrá resolverse jamás, mientras no haya cambios sociales de fondo, porque su causa reside en la manera en la que está construido el Estado Mexicano.
Gastón Bachelard en su obra “Vigilar y Castigar”, sostiene la tesis sencilla de que si al estado capitalista le interesara la seguridad pública, las cárceles no serían escuelas de delinciuentes. Y en México lo son. ¿Cuál es el propósito de mantener a la ciudadanía en la zozobra? Que se acepte la presencia creciente de los cuerpos represivos del estado, que no buscan salvaguardar la seguridad social sino el “status quo”. Una tesis sencilla pero elocuente.
¿ Por qué no se ha invertido en seguridad pública las millonadas que se le han pagado a las televisoras para promover el apoyo a la reforma de Pemex propuesta por el gobierno? ¿por qué no se ha invertido una parte del dinero en la supuesta guerra contra el narco, en la seguridad pública? Pues porque se necesita mantener a la sociedad asustada, arrinconada, para ampliar los márgenes de maniobra del poder y cancelar derechos ciudadanos que si no fuera por el miedo, la ciudadanía no estaría dispuesta a conceder.
Bien podrían empezar por acabar con la impunidad, ya que al terminarse con la impunidad, sin duda bajarían los índices delictivos:
· Castigar a los Fox y su familia por su evidente actividad delincuencial.
· Remover para investigar a Camilo Mouriño, cuya participación como funcionario público favoreciendo a las empresas de su familia, está sobradamente documentada.
· Remover para investigar al embajador de México en el Canadá, cuyos vínculos con los narcotraficantes sinaloenses están documentados.
· Remover a los gobernadores de Oaxaca y Puebla, cuya actividad delictiva está públicamente demostrada.
· Castigar a los funcionarios de Pemex y a los líderes sindicales que han sido acusados de enriquicimiento ilícito y a exfuncionarios que promovieron el enriquecimiento de familiares y amigos como es el caso de César Nava.
· Y así, la lista es inmensa.
El combate a la impunidad es necesario, pero no suficiente. El embalaje de la impunidad no funciona sin la corrupción de las polícías y los jueces. Esto debe combatirse con denuedo. Pero el asunto de fondo es que no se cometan los delitos. Y la única manera de combatir la delincuencia a fondo, es enfrentar la necesidad de reconstituir un tejido social desintegrado por los paradigmas de enriquecimiento rápido y fácil de la sociedad capitalista salvaje y el hedonismo inoculado por los medios masivos de comunicación, que nos quieren hacer creer que los placeres momentaneos son la felicidad y deben convertirse en un objetivo de vida.
No puede haber seguridad social donde no hay Paz Social y esta no podrá conseguirse, si no hay Justicia.
¿ Tiene caso asistir a una marcha en contra de la inseguridad? ¡Para Qué ¡ Mejor luchemos para construir un País donde las personas seamos más importantes que el dinero: La IV República de México.
Sólo hay esperanza en la acción.