• El timing y la granada deschavetada
Los caprichos, mi estimado, duran más que las pasiones. Indudablemente que algo muy simpático comienza a cocinarse entre los protagonistas tras las bambalinas del poder. El asunto de la reforma política presentada por Felipe Calderón es la excusa para ajustar algunas cuentas pendientes que se dejaron sembradas por los acuerdos del engendro fiscal y la llegada deCordero a la Secretaría de Hacienda.
Sobre todo porque las lacritas tricolores en diciembre pasado, cuando se anunció la iniciativa de reforma política de Los Pinos, enviaban entonces señales sobre la búsqueda de consensos en un tema fundamental para la nueva democracia del haiga sido como haiga sido. El dealerbreaker como ya lo sabe, my friend, han sido las célebres alianzas entre la PANdilla y los amarillos que han develado la falta de compromiso delgymboree (con minúsculas) y su jefecito para cumplir con la palabra empeñada.
La simpática ofensiva de la clase política, analistas y especialistas para colocar los puntos sobre las íes al reformón de Felipe abre atractivos espacios para que de fondo se analicen algunas maravillosas secuelas…
Que podrían comenzar tomando en cuenta el botón y el agrio sabor de boca que dejó el tan aplaudidofrankenstein electoral urdido, planificado y desarrollado en Los Pinos, para después ser aprobado como ficha de cambio de la aliada mano tricolor. Porque resulta evidente que no se quieren cometer los mismo errores que después deberán ser enmendados con la distintiva letra chiquita del tianguis político.
La agradable duda del costo del matrimonio PAN-PRD no necesita de mucho análisis, ni la ciudadanía es una masa de imbéciles. Lo atractivo, amable lector, será atestiguar los daños colaterales sobre la posibilidad de que efectivamente el maridaje azul-amarillo no llegue a buen puerto… y el PRI se alce con las victorias electorales que dibujarán el cuadro rumbo al 2012.
Y precisamente ese sugestivo cuadro es el que la PANdilla desea enmarcar utilizando el delicado camino recorrido previo al polémico proceso del 2 de julio del 2006. El de la confrontación, el encono, la polarización aderezados con el uso y abuso del derecho del Estado para desacreditar y aplastar adversarios con una estupenda dosis de descrédito y confusión.
Ahí están las señales emitidas por simpáticos personajes que deslizan que se debe detener al PRI en su intento por recuperar Los Pinos, sin olvidar aquella abierta amenaza presidencial en encerrona con los priistas,remember?
Luego entonces, la cándida pregunta sería si le alcanzan las fichas al calderón autoritario para lograr ese propósito… que sería un despropósito si no contara con la (anuencia) ayuda de manos, digamos, externas que no están entusiasmados con la idea del regreso tricolor… y que están muy cómodos con la caterva de inútiles en el poder (del no poder), cuya manipulación es más sencilla para llevar a cabo planes y mecanismos estratégicos de control en un tablero mucho más grande y complejo. ¿Me sigue?
Y uno de los nudos marinos, mi estimado, además del ilustre legislativo, es la arena electoral. Ahí donde convergen traviesos intereses que están plenamente identificados esperando el timing (que en política es todo) para recibir la granada deschavetada.
El discurso, no sólo blanquiazul sino de algunos analistas avalando el atropello de la base ideológica de dos partidos confrontados argumentando la urgencia de borrar del mapa cacicazgos estatales, devela que el fin justifica los medios. Muestra que para alcanzar la noble meta y sus resultados tintinea emocionada la luz verde donde se vale todo y al diablo con las instituciones.
Las mismas que, parajodas de la vida, deberían ser fortalecidas para la construcción de una verdadera democracia y de la descomunal destrucción desarrollada por ese talento presidencial panista que cumple este año una década de retrocesos, de peligrosas equivocaciones, del abuso de la impunidad, de la nula rendición de cuentas, de la politización de la justicia, de la lasitud institucional y, de seguir así, de caminos sin retorno.
Incluyendo la posibilidad, my friend, de un tercer sexenio.
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