Primer
año fallido
Por: Sanjuana Martínez - septiembre
2 de 2013 - 0:00 COLUMNAS, Daños colaterales - 5 comentarios
Enrique Peña Nieto llega a su Primer
Informe de Gobierno con el estigma del fracaso. Ninguna de sus iniciativas han
dado resultado: la violencia persiste, el desempleo aumenta, la crisis
económica se acentúa y la devaluación se aproxima en medio del descontento
social. El inquilino de Los Pinos no da el kilo. Hemos esperado 12 meses para
comprobar lo que ya sabíamos: el señor Peña Nieto carece de capacidad
suficiente para gobernar este país. Su gabinete tampoco ha resuelto los
apremiantes problemas que mantienen a México en una severa crisis
institucional. Las formas son importantes. Presentar el Primer Informe de
manera virtual es un síntoma de debilidad, de absoluta cobardía. El Ejecutivo
no sólo evadió su responsabilidad constitucional de manera cabal, sino que
buscó el típico subterfugio para ofrecer su informe no asistiendo y mandando en
su lugar al Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. El acto
protocolario se hizo con las peores señales: seis mil elementos de la Policía
Federal, la capitalina y la del Estado de México resguardando el Palacio
Legislativo de San Lázaro, la que se supone es la casa del pueblo, el hemiciclo
que supuestamente le pertenece a los ciudadanos y que ahora es blindado contra
esos ciudadanos. Peña Nieto le teme a las protestas, le aterra enfrentar de
nuevo la huida al baño como en la Universidad Iberoamericana. No quiere ver la
realidad, ni las demandas de diversos sectores de la sociedad, ni las quejas de
unos y de otros, a consecuencia de su fallido año de gobierno. No está
dispuesto a vivir una rechifla, a escuchar el abucheo. Se ha negado a ver el
descontento, la inconformidad de los ciudadanos. Pero ayer, Día del Informe,
pasará a la historia porque fue una jornada enmarcada por las marchas y
protestas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y
de grupos de la sociedad civil. Fue un día de protestas sin Presidente. La
ausencia de Peña Nieto es la prueba más fidedigna del vacío de poder que
padecemos los mexicanos desde que el priísta llegó a Los Pinos. Es verdad que
al presentar su Primer Informe de manera tan especial, dio cumplimiento al
artículo 69 constitucional que establece la obligación de hacerlo por escrito.
Pero la forma es el fondo. Y Peña Nieto no pasó la prueba de gobernabilidad. Su
huida, su falta de valor para enfrentar la situación lo deja aún peor. Y es que
la gente ya no aguanta más sus políticas antisociales, ni sus reformas al
vapor, ni su intención de quitarle a los trabajadores sus conquistas laborales.
Y mucho menos sus ganas de arrebatarle a los mexicanos su más preciado tesoro:
el petróleo. Su gabinete pensó que para aprobar sus reformas: energética, educativa
y hacendaria, sólo era necesario “convencer” a los grupos políticos de la
“oposición”. Nunca se tomaron la molestia de pensar en la reacción de los
ciudadanos, porque daban por hecho y así están acostumbrados, de que el sufrido
pueblo mexicano aceptaría silenciosamente sus modificaciones autoritarias. El
gobierno de Peña Nieto quiere seguir funcionando desde su torre de marfil,
tomando decisiones por encima de la voluntad popular. Su estrategia es
cocinarlo todo con diputados, senadores y gobernadores. Se niega a hacer una
consulta ciudadana sobre la reforma energética, tampoco escucha el clamor de
los maestros que rechazan su reforma educativa y se prepara para aumentar a un
22 por ciento el IVA sin tomar en cuenta el sentir popular ni el daño que puede
causar a la maltrecha economía familiar. En 12 meses no ha sabido aplicar un
plan que disminuya la violencia, al contrario, casi 15 mil ejecuciones, según
conteo de diversas organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación,
hablan muy mal de su política de seguridad. En un año, tampoco supo atender a
las víctimas de la guerra: familiares de desaparecidos, desplazados, huérfanos…
En materia de derechos humanos su gobierno ha resultado un gran fiasco. Las
fuerzas armadas (Ejército y Marina) y las distintas policías siguen cometiendo
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y tortura. Hay 300 mil
desaparecidos en el país y sus familiares siguen deambulando por los
anfiteatros buscando a sus seres queridos a falta de un Banco Nacional de ADN
que coteje las pruebas de sangre con los 10 mil cadáveres sin identificar.
Aunque el gobierno se empeñe en no dar cifras, no puede esconder los muertos
debajo de la alfombra, ni los desaparecidos en fosas clandestinas o campos
ilegales de detención del Estado o del crimen organizado. La clase trabajadora
sigue sufriendo los embates del mal gobierno. Su poder adquisitivo ha caído un
80 por ciento. Su mini salario no le permite alcanzar un buen nivel de vida. Y
para colmo, la reforma laboral aprobada ha generado un cúmulo de calamidades.
En fin, el acto privado del Primer Informe se parece a señor Peña Nieto: un
fiasco. Su ausencia en el Congreso nos deja claro que será el sexenio de la
evasión y la simulación. El Ejecutivo no ha tenido la valentía de mirar de
frente a la nación. La desfachatez de intentar contrarrestar esto con
propaganda pagada en segmentos de publicidad y noticias, es la guinda del
pastel. Enrique Peña Nieto llegó a su primer año de gobierno temeroso,
menguado, amilanado. Es la imagen de un hombre asustadizo y timorato. Justo lo
contrario que necesita México. En esas condiciones la pregunta es obligada:
¿terminará el sexenio? www.websanjuanamartinez.com.mx Twitter: SanjuanaMtz
Facebook: Sanjuana Martinez
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/02-09-2013/17102. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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